Respuesta a @CienciaMundana: tatami impoluto, peleas callejeras y patadas en los huevos

Tras la publicación de mi artículo acerca de la Autofagia y el cáncer, el científico e investigador Alfredo Caro Maldonado decidió hacer una reseña crítica en su blog, Ciencia Mundana.

Luego de una segunda lectura a su post, más detenida que la primera, comprendí que sus críticas son las más graves que hasta ahora me han dirigido, sobre todo porque provienen de un científico.

Al contestarle a él aprovecho para definir mejor mis intenciones a quienes puedan pensar de forma similar, porque me ha quedado claro (de nuevo) que son los malentendidos los que perturban en mayor medida la comunicación. El debate y hasta la confrontación son a veces deseables, pero sólo cuando ambos contendientes saben lo que el otro quiere decir, no cuando CREEN que saben lo que el otro dice y (muy importante) porqué lo dice.

Por esa razón he decidido contestarle mediante este post, que me servirá para explicar el concepto epistemológico en el que algunos nos basamos, uno que puede llegar a oponerse al que utiliza “la Ciencia” oficial, representada por médicos y científicos. Ambos somos conscientes de ello, pero Ciencia Mundana parece interpretar erróneamente los porqués de dicha diferencia.

Usemos una analogía

Primero voy a describir una situación que me servirá de analogía para refutar algunas de sus críticas.

Imaginemos un maestro de Aikido y un alumno de cierto nivel. El maestro ha enseñado al alumno muchas katas, que son una especie de coreografía o escenificación que reproduce diversas situaciones de lucha, en donde ambos contendientes se atienen a ciertas reglas. Es un ‘baile’ limitado por movimientos preestablecidos, que no puede reproducir fielmente la imprevisibilidad de una lucha real.

Un día el alumno se encuentra en la calle a dos ladrones muy agresivos, que lo atacan. El alumno se defiende como puede y neutraliza a uno de ellos, pero se ve desbordado por el segundo, muy corpulento, es derribado y comienza a ser estrangulado.

En ese momento, todas las katas aprendidas se vuelven inefectivas y el alumno comienza a improvisar: intenta morder, arañar, sacar los ojos, pegar patadas en los huevos.

Errores que Ciencia Mundana critica

Comienzo con algunos supuestos (y algunos acertados) errores objetivos que ciencia mundana me señala.

“Las catepsinas no contribuyen a la acidificación del espacio tumoral sino que necesitan un ambiente ácido para su función”

Releo el estudio y es cierto: es el desequilibrio del ph el que induce la traslación de los lisosomas a la periferia celular, y no al revés.

Lo he modificado en el artículo y he dado las gracias a @cienciamundana por su corrección.

“La apoptosis no es “un proceso mediado por ROS”, sino una cascada de activaciones enzimáticas que digieren la célula pero manteniéndola intacta y señalizando de manera que puedan ser engullidas por macrofagos. Si estos no están se dará necrosis secundaria al explotar los cuerpos apoptóticos.”

Tal vez debería haber dicho mejor que los ROS pueden inducir apoptosis, no que la apoptosis es un mecanismo inducido por ROS pero, desde luego, que los ROS pueden inducir apoptosis parece sostenerse en numerosos estudios.

“La muerte por autofagia no existe, es algo que apenas se discute ya en el campo. No es un mecanismo de muerte celular programada. Su desequilibrio puede llevar a la célula a un punto de no retorno, por falta de energía y sustratos, y si no puede activar apoptosis por alguna razón, su membrana se romperá y explotará, morirá por necrosis”

Y por eso digo en el artículo: “Algunos estudios parecen relacionar también la autofagia con algún tipo de muerte celular, aunque los datos son contradictorios”. Si Ciencia Mundana considera que es algo que ‘apenas se discute’ no es lo que yo he leído en los estudios, y si no queremos ser reduccionistas ni usar sólo los estudios que parecen darnos la razón (el famoso cherrypicking que aparecerá más adelante), tendremos que dar cabida a todas las hipótesis y datos, porque SÉ MUY BIEN que los estudios se contradicen constantemente.

Lo que ‘apenas se discute ya en el campo’ parece bastante similar a las mismas certezas que se tenían hace algunos años cuando se decía que el cáncer ‘es una enfermedad genética, algo que no se discute ya en el campo’, o la certeza de la teoría lipídica asociada a la enfermedad cardiovascular, con el colesterol como malo supremo de la película, cuando se decía que eso era ‘algo que no se discute ya en el campo’.

Declarar simplemente que algunas voces sí consideran que hay muerte por autofagia no impacta en algo determinante del discurso, por cuanto hay muertes ASOCIADAS a autofagia, correlación que recalco más adelante, por eso NO HAGO AFIRMACIONES tajantes como las que ciencia mundana sí acaba de hacer al respecto.

Me pregunto qué opción es más cientificista y reduccionista.

““La regulación del pH que es, a su vez, un elemento clave en glucólisis,” no es cierto. De nuevo mezcla causa y consecuencia. En qué se basa para decir que el pH pueda regular la glicólisis.”

Cualquiera que haya seguido este blog y el foro de Cáncer Integral sabe que sé MUY bien que el balance de ph alterado es una consecuencia de la fermentación.

Lo que quiero decir es que el ph desregulado está implicado en los fenómenos de la glucólisis y de la autofagia, que interviene en ambos. Decir que confundo causa y consecuencia es NO entender (o no querer entender) lo que quiero decir y, desde luego, NO es lo que quiero decir. NO he dicho que el ph regule la glucólisis. Puede que el párrafo no esté redactado de forma clara, pero NO quiero decir lo que él cree que digo.

Pero si entramos más en detalle, en realidad podríamos decir que el pH SÍ regula la glucólisis, si hablamos del pH intracelular.

El pH extracelular ácido es una consecuencia de la glucólisis de la célula tumoral, de la expulsión de material ácido del interior (ácido láctico, H+, CO2 de la vía de las pentosas fosfato…) y de su acumulación en el entorno local tumoral debido a la mala perfusión y eliminación de residuos.

Pero el pH intracelular es generalmente igual o más levemente alcalino que el de las células sanas (el gradiente intra-extratumoral está invertido en las células tumorales), y eso SÍ puede ser una CAUSA de la glucólisis exacerbada: la alcalinización, incluso muy leve, induce glucólisis y proliferación y anula la respiración mitocondrial (estudio, estudio, estudio).

A lo mejor Ciencia Mundana no lo sabía.

“La 3metiladenina, como se puede leer en mi tesis del 2010[iii] no es solo un inhibidor de la autofagias, hace más cosas.”

Sí, ya lo sé.

Este es un comentario muy revelador de lo que Ciencia Mundana cree que yo creo. Ya sé, y muy bien, que no existen mecanismos limpios y unívocos de actuación, que una molécula, sintética o natural puede actuar en diversos procesos, algunos de los cuales serán desconocidos ahora y tal vez por siempre.

Que intente encontrar ‘fármacos que incidan en la autofagia’ no implica que crea que acabe de encontrar el Santo Grial (lo he dicho en infinidad de ocasiones), sino que intento aproximarme sin certezas, con las armas disponibles, a reducciones manejables.

Fragmentar el estudio en autofagia, glutaminólisis, glucólisis, etc, y buscar moléculas que actúen sobre cada proceso no es un intento por explicar la realidad sino de hacerla analíticamente manejable; sé que las moléculas hacen muchas cosas, pero tengo que agarrarme a algo para buscar soluciones prácticas.

Un reduccionismo implica la certeza de que puede explicar completamente un fenómeno. Una reducción es una aproximación conscientemente imperfecta a la realidad PRÁCTICA.

Y aquí es cuando voy a extenderme para explicarle a Ciencia Mundana porqué su crítica no sólo es errada sino que describe justo lo que NO soy.

Este texto lo escribí en otro sitio, pero es adecuado para describir mi aproximación al conocimiento científico, que vale tanto para la astronomía, la física de partículas o la biología del cáncer:

“Los cientificistas (científicos mal informados), afirman que todo conocimiento puede y debe proceder de la aplicación sistemática del método científico. No sé si ni siquiera Descartes y otros racionalistas lo aprobarían, pero desde luego ni Bacon ni Hume, todos ellos algunos de los primeros padres que condujeron al positivismo, abrazarían semejante idea sin matizarla, aunque pronto Newton sentaría las bases para creer que existía una precisa causalidad y que el mundo podía explicarse mediante la observación y un puñado de ecuaciones.

La historia de la filosofía parte de una sopa inicial donde el mundo no estaba compartimentado en disciplinas. No había forma de diferenciar los terrenos que ahora consideramos específicos de teología, física, matemáticas, psicología o filosofía. Aristóteles y Platón enfocaban su discurso de formas muy diferentes, tal vez contrapuestas, con el objetivo de explicar el mundo: ideas y abstracciones, en Platón; física y biología, en Aristóteles, pero sólo eran medios diferentes para fines idénticos: la respuesta a las preguntas que pugnan en nosotros por ser respondidas desde que somos humanos: qué sentido tiene todo esto, adónde iré cuando muera, porqué pienso lo que pienso.

Tal vez la historia de la filosofía no sea más que la historia de los intentos del ser humano por lidiar con el efecto secundario de albergar semejante cerebro, uno que nos permite salir al espacio pero también asesinar a millones de personas en pos de aberraciones ideológicas. Un cerebro que nos obliga a “explicar”, bien sea mediante ecuaciones o literaturas.

La separación en disciplinas no es más que la necesidad de lidiar con la acumulación de conocimientos y matices que las generaciones iban imponiendo al devenir reflexivo.

La teología y la psicología pasaron a tratar temas diferentes, al parecer inmiscibles, cuando parece evidente que no hay teología que no haya nacido al calor de nuestros condicionantes psicológicos. Y la ciencia, estimulada por el racionalismo, comenzó a separarse de la teología como una especie de visceral reacción a los dogmas impuestos a fuego por el cristianismo, que la reforma y la contrarreforma no habían hecho sino fomentar con su lucha sangrienta: la promesa de una forma objetiva de lidiar con la realidad, que nos librase de las opiniones subjetivas y los dogmatismos brutales, era demasiado bonita como para no abrazarla con esperanza.

Pero el tiempo impone sus matices, y pronto se hizo evidente que el sistema científico proveía medios para simplificar la realidad y manipularla con cierta eficacia, pero no para explicarla con rotundidad. El siglo XX sacó su hacha demoledora cuando dos nuevas teorías irrumpieron con la fuerza de un tornado: relatividad y mecánica cuántica.

La relatividad impuso un nuevo sistema de observación que también se basaba en ecuaciones, pero no sólo en ellas. Todo su aparato teórico descansa en el “simple” hecho de que sólo la velocidad de la luz mantiene constante su velocidad, independientemente del sistema de referencia que se use para medirla. Sólo ella es constante.

Las consecuencias de este hecho son enormes, porque implica que dos parámetros hasta entonces considerados invariables, masa y tiempo, dependían de la velocidad relativa (mejor dicho, de la aceleración relativa) del sistema de referencia que los midiera. Y que la masa y la energía son una misma realidad intercambiable.

No había forma de saber si la hipótesis de Einstein era correcta, por mucho que se sustentara en un aparentemente correcto aparato matemático (aunque algunos se atreven a decir que presenta inconsistencias). No era falsable y, por tanto, estaba fuera del ámbito científico, sólo era una teoría, pero los viajes espaciales y la observación astronómica, que manipulaba distancias, aceleraciones y velocidades hasta entonces inalcanzadas, impusieron la necesidad de cálculos más precisos que los newtonianos y, al aplicar las ecuaciones de Einstein, se comprobó que estas últimas lo eran.

Es decir, Newton no había descubierto la representación matemática exacta de la realidad física del movimiento de los objetos, tan sólo una aproximación, que no tenía validez cuando las velocidades y aceleraciones aumentaban considerablemente. Gracias a Einstein se pudieron calibrar mejor las observaciones astronómicas y hacer predicciones que se mostraron acertadas.

Por lo tanto Einstein había dado un golpe encima la mesa para alertar de que las normas aparentemente inamovibles de la ciencia, que parecían describir la causalidad, podían ser meras formas humanas de lidiar, sólo de forma aproximada, con algo que nos sobrepasaba.

Pero fue la mecánica cuántica la que terminó por aniquilar cualquier esperanza de certidumbre: de lo infinitamente grande pasamos a lo infinitamente pequeño, y se demostró que era imposible alcanzar la exactitud de una medición porque la mera observación influía en lo observado: velocidad Y posición de una partícula no podían ser obtenidas de forma exacta a la vez porque debían ser medidas con aparatos que influían en ello.

Debía hablarse a partir de entonces de probabilidades estadísticas a la hora de definir estados, lo cual podía conducirnos a paradojas que atentaban contra el aire de certeza que exhalaba el método científico y que tenían un aire de ciencia ficción.
La mecánica cuántica introdujo el concepto de límite de lo cognoscible. Que, al menos a medio plazo, las herramientas que nuestro cerebro había pergeñado chocaban contra un muro infranqueable.

Incluso la mecánica cuántica seguía las normas clásicas de abordaje de la física, pero cuando aparecieron los fractales de Mandelbrot o las estructuras disipativas de Illia Prygogine y otros, que no eran más que el infinito contenido en estructuras finitas y la refutación del tiempo tal y como hasta ahora lo habíamos comprendido; cuando, en definitiva, nos dimos cuenta de que el caos era una realidad omnipresente, todo cambió: la sospecha de incognoscibilidad abría una puerta que yo considero llena de optimismo porque está llena de posibilidades.”

Sé muy bien que la forma como se estudian los procesos no implica que se esté explicando algo con precisión, sino que inventamos herramientas, clasificaciones analíticas ideales para hacer hasta cierto punto manejable algo que nos sobrepasa. Cuando hablo de “las autofagias” me refiero a las clasificaciones teóricas y analíticas que no explican con certeza, no pierdo de vista que la realidad es un aglomerado de sucesos de casi infinita complejidad. No explico con certezas, sino que me acerco a la realidad con aproximaciones manejables.

Y aquí viene el quid de la cuestión respecto a mi acercamiento epistemológico, que Ciencia Mundana hace bien en considerar diferente a la suya y que resulta Anatema, escandalosa, para los del Tatami impoluto: mi aproximación al nudo gordiano del cáncer es la de un Ingeniero, y la uso de forma completamente consciente.

Un ingeniero es un señor que debe resolver un problema, alcanzando SOLUCIONES PRÁCTICAS LO ANTES POSIBLE, utilizando todas las herramientas y disciplinas que tenga a su alcance AHORA. No es un matemático ni un físico, aunque deba estudiar (y en profundidad) matemáticas y física, sino que estas disciplinas son medios para lograr un fin último que siempre es de orden práctico.

En el caso del cáncer el problema es: ¿cómo puedo ayudar a personas que están peleando AHORA con un cáncer ya existente? Para ello parto de estas premisas:

  • Tengo datos que demuestran que la tendencia de mejora en supervivencia a 5 años en la mayoría de cánceres apenas ha mejorado en décadas.
  • No hay visos de que la cosa vaya a mejorar a corto plazo y no puedo esperar
  • Quiero solucionar lo antes posible el problema y tengo a mi disposición datos de tres tipos: ciencia básica, algunos ensayos clínicos y reportes de casos

Y propongo esta solución, que sé es provocadora para los del tatami:

  • Investigo lo que la ciencia básica sabe o cree saber, y reúno la información
  • Propongo hipótesis razonables que permitan deducir medidas terapéuticas, aunque sea con datos ambiguos, incompletos y algunas veces hasta contradictorios. Hago un libro con ellas para agruparlas. Un libro que no propone conclusiones cerradas.
  • Reúno a un grupo de autoexperimentadores que, de forma libre y consciente, decidan poner a prueba algunas de ellas, con una estrategia combinada y sinérgica
  • Recojo datos y, con tiempo, tal vez obtengamos patrones o deduzcamos acciones más efectivas

¿No es eso un poco cutre? Sí ¿Es eficiente? No, sobre todo al principio. Pero es ALGO, YA. Algo más que lo que la ciencia del tatami nos ha propuesto en 70 años.

Un ingeniero no alcanza soluciones llenas de decimales, sino que redondea; no se entretiene en discusiones teóricas sino que testea; combina la racionalidad del cálculo con la experiencia intuitiva y la prueba y el error: es un empirista y no hay nada más alejado del cientificismo que un empirista, que utiliza con profusión la racionalidad pero a quien le disgustan los racionalistas y los positivistas.

Si a esas cualidades se le añade la capacidad de mantener la mente abierta, la incapacidad de NO poner en duda cualquier conocimiento proveniente de una autoridad, la capacidad de pensar “fuera de la caja” y de enfocarse en mejorar las preguntas antes que las respuestas, se obtendrá el marco mental que algunos usamos para abordar este tema al que Ciencia Mundana también se dedica, usando herramientas radicalmente diferentes, y que seguramente él considera hasta escandalosas.

La analogía es clara: estamos metidos de lleno en una lucha callejera en la que somos estrangulados y los del tatami impoluto no nos proporcionan armas para salir AHORA de esa situación. No sólo eso, sino que casi todos quienes han estado en esa situación durante los últimos 70 años han sufrido destinos similares.

Un ingeniero es el que dice: el Aikido no me está ayudando mucho en la pelea callejera, su evolución apenas ha sido efectiva durante 70 años y la gente sigue siendo sometida y asfixiada: probemos a dar patadas en los huevos.

Más aún, probemos cómo usar el Aikido pero también lo que se nos ponga por delante para salir, AHORA, de esa situación de emergencia, porque esto no tiene visos de mejorar en otros 500 años.

Proponemos como hipótesis qué combinación de golpes podríamos probar para incrementar las probabilidades de salir airosos de ese episodio urgente, que amenaza nuestra vida, a pesar de que sabemos que los del tatami impoluto arrugarán la nariz (con el gesto de quien se la coge con papel de fumar), y mostrarán su dignidad ofendida mientras nos gritan: “¡Eso NO es Aikido!”

Sí, ya lo sabemos, ¿Creíais que no?

La realidad no engaña: cuando la cosa funciona (porque algunas veces funciona) es autoexplicativa.

Una patada en los huevos es, como concepto, sucio, poco atractivo y no puede trasladarse a cualquier situación cual comodín de la llamada, pero la cosa cambia cuando se inserta en el contexto de la pelea callejera en la que estamos siendo sometidos y estrangulados, cuando nadie más viene en nuestra ayuda, cuando los del tatami están ocupados con sus ‘ciclos largos’ que duran 70 años y que durarán 500 si algo no cambia radicalmente.

***

El conocimiento para un ingeniero no es un fin en sí mismo sino un medio, por eso buscar sólo datos que apoyen sus hipótesis iniciales, descartando posibles alternativas o contradicciones no entra dentro de lo deseable: toda tendenciosidad en la recopilación de datos siempre jugará en su contra, porque le apartará del fin supremo: alcanzar una solución de orden práctico, QUE FUNCIONE AHORA (el tiempo es muy importante en la ecuación).

Puedes hacer bias para que te publiquen un estudio, pero si debes usarlo para construir algo que funcione AHORA, buscarás las fallas y los datos contrapuestos para sopesar las opciones y, navegando a través de la incertidumbre y de la ambigüedad, proponer hipótesis que puedan ser puestas a prueba con toda la suciedad de la prueba y el error.

Ni creo que pueda obtener una visión completa, cerrada y sin fisuras de la realidad biológica del cáncer ni quiero tenerla, porque tal vez la ciencia no tenga herramientas para asegurar la completa cognoscibilidad (ni ahora ni en el futuro) y mi aproximación es eminentemente práctica: utilizo los datos disponibles no para alcanzar un conocimiento teórico perfecto sino para emitir hipótesis razonables (imperfectas, sucias, llenas de incertidumbre y hasta de ambigüedad y contradicción) que luego bajaré al barro de la realidad práctica que me permita ganar una pelea callejera, aunque sea a base de patadas en los huevos, y aunque con ello me gane la antipatía eterna de los del tatami impoluto.

“Decir que la cloroquina puede ser un tratamiento, que tiene pocos efectos secundarios y que es fácil de conseguir es muy irresponsable. Es un análogo de la quinina, que no inhibe la autofagia, sino la acidificación del lisosoma necesaria para la fusión del mismo con el autofagosoma. A nadie se le ocurriría recomendarla para tratar el cáncer per se aunque se esté estudiando de manera conjunta con otros tratamientos”

TODAS las propuestas prácticas de este blog son complementarias al tratamiento estándar, como saben bien quienes me siguen. Los pseudoescépticos se ríen de mí debido al número de veces que escribo la palabra sinergia.

De nuevo Ciencia Mundana cree que no sé algo que SÉ muy bien. Y si digo que tiene pocos efectos secundarios lo hago en términos relativos, comparado con la quimioterapia, que es un puñetero veneno y que mata diariamente a un buen puñado de enfermos.

En algunos estudios la sinergia entre ambas ha producido mejoras en el período de sobrevida sin empeoramiento de la calidad. Y la hidroxicloroquina tiene aún menores efectos que la cloroquina.

A esto se le llama proporcionar datos para que sea el enfermo quien decida, haciendo un balance riesgo/beneficio, lleno de imperfección e inseguridad, pero teniendo en cuenta lo que se juega en ello. Afirmar que es irresponsable decirlo es considerar a quien lee un niño de 5 años o un retrasado mental, y aquí está otra de las diferencias entre todos los miembros del tatami impoluto y otros como yo: nosotros creemos que quien nos lee es un adulto con capacidad de decisión y de criterio, con libertad para tomar sus propias decisiones

Hay numerosos sitios en internet donde los enfermos hacen recomendaciones como ésta. Sitios como éste y muchos otros, así que lo que propongo no es nuevo. Quienes participan en foros como esos están siendo atacados en plena calle y han recibido escasa ayuda de los miembros de tatami impoluto, así que se dicen: tendremos que hacer algo nosotros porque nadie va a venir a socorrernos, algo como ponernos a repartir patadas en los huevos. Desesperado y sucio, sí, ya lo sabemos, pero al menos basado en estudios que no aportan certezas pero sí racionalidad.

Lo de llamar irresponsable a quien propone cloroquina u otras medidas y lo de “alertar” escandalizado de sus efectos secundarios es como si el maestro de Aikido se acercase al pupilo que está siendo asfixiado y, cuando ve que éste intenta darle una patada en los huevos a su agresor, le dijera: “ten cuidado, porque con esa patada en los huevos podrías provocarte un esguince en el tobillo… no sólo eso, si alguien te ve, podría lesionarse también mientras es estrangulado hasta la muerte. Estás dando mal ejemplo.

La ridiculez se viste de muchas formas. En una de ellas toma el ropaje de la dignidad ofendida.

“CancerIntegral demuestra en este texto que ha leído mucho, pero comete el mismo error que los cientifistas: el solucionismo tecnológico. Todo aderezado con misticismo. Los fármacos son en definitiva tecnología”

Cuento hasta diez y respondo, maravillado: ¿WTF?

¿Solucionismo tecnológico por darle una patada en los huevos a quien te está estrangulando? ¿Como los fármacos son tecnología, entonces uno es un solucionista tecnológico por usar fármacos? ¿Really?

Juan Gervás critica algunas vacunas, pero considera que la mayoría son necesarias. Las vacunas son tecnología. ¿Es Juan Gervás un solucionista tecnológico, a la misma altura que los pseudoescépticos que no aceptan ninguna crítica y consideran que TODAS las vacunas son necesarias? El argumento es tan peregrino, tan falto de matiz… Espero que se deba a que Ciencia Mundana estaba cabreado y tenía prisa por publicar su crítica, porque su esquematismo no es más que la caricatura de un straw men.

La crítica en sí ya sería ridícula, se hiciera a quien se hiciera, pero es que ha ido a hacerla a alguien que detesta el solucionismo tecnológico, que NO cree que toda novedad tecnológica implique un avance, que considera que buena parte de los males que nos aquejan han sido producidos por lo que otros consideran progreso, que es crítico con la calidad del agua, con la polución, con la mayoría de los pesticidas, con la creencia de que todo avance es de por sí ‘bueno’… pero no soy tan iluso como para llegar al extremo opuesto y desestimar sin matices todo descubrimiento técnico, porque ALGUNOS de ellos sí han supuesto un avance.

Que no me gusten la mayoría de los fármacos no me hace ser tan irresponsable como para desestimarlos todos. Sería infantil. Cuando tu vida está amenazada no hay tiempo para ser exquisito, sobre todo cuando hay pruebas de que el riesgo/beneficio podría indicar conveniente decidir, como personas adultas, tomar dichos fármacos.

Es como si el maestro de aikido, al ver cómo su pupilo lanza una patada en los huevos a su agresor, se dedicara a hablar de él diciendo: “le gusta ir por ahí dando patadas en los huevos. Es una persona violenta”. A lo que el pupilo tal vez contestase: «Váyase usted a freír espárragos, maestro«.

¡¿“Todo aderezado de misticismo”?! Pero, ¿de qué habla usted, hombre?

“Enfoca este texto desde el solucionismo intentando hacer que un proceso biológico como “las autofagias”, no del todo comprendido, interrelacionado con infinidad de procesos celulares, con diferentes funciones en tejidos y estadíos, y sobre todo con funciones distintas a nivel del organismo que en la célula; sea el objetivo para entender y atacar el cáncer. Pero el texto es muy confuso al respecto. ¿es buena o mala la autofagia? Responder esto es absurdo, es ser biologicista”

Volvemos a contar hasta diez.

De nuevo, Ciencia Mundana comete dos errores:

  1. Cuenta cosas que yo YA sabía
  2. NO sabe porqué me veo obligado a hacer lo que critica

Ya expliqué anteriormente que sé que todo acercamiento será reduccionista, que no tengo esperanzas ni aun deseo de comprender totalmente aquello a lo que me enfrento, pero que tengo que hacer racionalizaciones para abordar el problema de forma práctica. Es en este último punto donde Ciencia Mundana comete de nuevo el error: me echa en cara que no emplee katas de aikido. Peor aún, cree que creo que las patadas en los huevos son aikido.

¿Responder si la autofagia es buena o mala es absurdo? Claro, y por eso NO respondo a esa pregunta y digo en infinidad de sitios que no hay proceso ‘bueno o malo’, que actuará en forma de continuo en función de otras muchas variables.

¡QUE TODO ESO YA LO SÉ, pero que necesito hacer algo YA, que me están asfixiando!

Que el señor Ciencia Mundana se quede con la pureza de las definiciones, que yo me quedo con las acciones (sucias, sí, basadas en incertidumbres, en datos a veces incompletos, contradictorios o ambiguos), porque no estoy dispuesto a esperar a que los del tatami me saquen las castañas del fuego: han demostrado que son, por el momento, INCAPACES de hacerlo.

¿Qué pensará Ciencia Mundana de personas (hay un buen grupo de ellas) como Ben Williams, que sigue vivo y coleando más de 20 años después de haber sido diagnosticado de Glioblastoma Multiforme, tras aplicar junto a la quimio un cóctel de fármacos y un puñado de suplementos? Claro, puede haber habido suerte, pero la probabilidad de que se haya debido a su intervención es mucho mayor. ¿Qué hacemos con casos como ése y como MUCHOS otros que aparecen reflejados en la literatura científica, que han salido adelante tras la aplicación de múltiples medidas combinadas? ¿Los metemos debajo de la alfombra con la etiqueta de amimefuncionismo y solucionismo tecnológico y nos quedamos tan panchos?

Qué lamentable incapacidad de indagación sería ésa.


“Afirmar que “el ayuno en pacientes de cáncer es de nuevo imprescindible” así como para prevenir, es de nuevo muy irresponsable. mTor es fundamental también para el funcionamiento de las células inmunes, así que su inhibición tiene efectos secundarios y puede que pro tumorales”

Que a estas alturas no se puedan mencionar los beneficios que el ayuno aporta tanto a pacientes de cáncer (como tratamiento y para proteger al cuerpo de los estragos de la quimio) como a la población en general, para prevenir dolencias SÍ que sería irresponsable. De nuevo, Ciencia Mundana considera que los lectores son seres desvalidos a quienes hay que proteger de todo mal, no adultos con capacidad de criterio.

¿Qué la vía mTOR es imprescindible para el funcionamiento del sistema inmune? ¿Y? ¿Eso no es reduccionismo? ¿Acaso el ayuno va a eliminar por completo la vía mTOR? ¿Y las pruebas de que el ayuno, en realidad mejora la respuesta inmune? ¿Qué me he perdido? ¿Esta es la capacidad de razonamiento de todo un científico? ¿Tenemos que tener todos los datos disponibles para recomendar el ayuno cuando estemos completamente seguros de su bondad, cuando se hagan estudios con largas series, es decir, cuando se congele el infierno o cuando las ranas críen pelo y hasta entonces todos calladitos? ¿Y el balance riesgo/beneficio, que debe decidir cada uno con responsabilidad?

“Otra cosa en la que coinciden cientifistas y @cáncerintegral. No es una enfermedad, no es otra cosa que el desarrollo de la vida. Ni son las mutaciones, ni los tóxicos, ni el sol, ni los chemtrails, ni las energías negativas, ni Dios; bueno, este sí, como creador omnipotente de la vida y la muerte (ironía).»

Estamos empezando a entender algo del cáncer, de su relación con el estroma, cómo le roba mitocondrias sanas al tejido circundante; con el sistema inmunológico, con el que mantiene un equilibrio de vida y muerte continuo; la metastasis, que probablemente empieza muy pronto en el proceso tumoral. Así que considerar el cáncer como síndrome, como epidemia, una enfermedad causada por un patógeno o una mutación, es absurdo. También lo es pensar que lo podemos erradicar.

Lo que nos demuestra el cribado de cáncer como el de mamá y próstata es que los tumores son más frecuentes de lo que se pensaba, pero a menudo no morimos de ello, a eso se le llama sobrediagnóstico y Abel Novoa lo explica muy bien[iv].”

Está claro que en este punto tal vez el señor de Ciencia Mundana estuviera enardecido y cabreado, convencido de que ha conseguido meterme en una de las cajitas que tiene reservadas para definir lo que le desconcierta.

NADA de lo que dice en ese texto me es desconocido. De hecho lo comparto casi por completo (salvo lo de no llamar al cáncer enfermedad), pero de nuevo, por enésima vez, el señor Alfredo Caro cree que no lo sé y que me está dando alguna clase de lección, sin entender que actúo como actúo A PESAR de saber MUY BIEN lo que me está contando.
Sé que los tumores son habituales y que la mayoría se comporta de forma indolente. ¿Quién piensa en erradicarlos?, porque yo no. Pero sí creo que las condiciones de la vida contemporánea han convertido ese proceso natural en algo frecuentemente desbocado, que termina por matar al organismo donde se concibe ¿Y?

¿Quién considera el cáncer como procedente de algo concreto? Me importa un bledo el origen del cáncer (mejor dicho, me importa mucho menos que muchas otras cosas), el punto 0 me resulta indiferente, lo que me importa es el punto +1, donde las cosas pueden empezar a torcerse, y ahí los cambios metabólicos son evidentes. Sé que hay diversas posibilidades de inicio de la carcinogénesis, pero me dan igual porque ese incendio no se propagará si no hay ciertas condiciones ‘del entorno celular’.

Cuando digo que el cáncer es una enfermedad metabólica sé bien que el inicio puede ser debido a una multitud de factores o a una combinación de ellos. Sé que hay que considerar problemas metabólicos, mitocondriales, y también posibles problemas genéticos, que también pueden influir: p53 o MYC, por ejemplo, como ‘gatillos flojos’; y puede haber problemas en el ADN mitocondrial, o en la cardiolipina, o estructurales o debido a virus, o a la VIDA, lo sé, pero cuando las células se descontrolan ES una enfermedad metabólica, y el tratamiento debe enfocarse también ahí, algo en lo que supongo Ciencia Mundana está de acuerdo.

No me importa que me contradigan, lo que resulta muy molesto es que me malinterpreten.

“Cherrypicking, o elegir los estudios que van con mi teoría. Lo malo de la inmensa producción literaria (sic) científica es que siempre encontrarás una publicación que “demuestre” tu teoría. Y estos capítulos de libros como el mencionado de @cancerintegral no se pueden hacer así, no es ético. Estos tipo de textos, tienen que estar basados en revisiones consenso, de ciencia básica, con las referencias al final, para evitar en la medida de lo posible el sesgo, para que las conclusiones sean sólidas.”

Y llegó el cherrypicking. Que nunca falte.

En los inicios del blog, cuando pocos me leían y sólo suponía un desahogo, afirmé cosas como “las mitocondria tumorales están dañadas y no pueden respirar”. Una afirmación que ahora, con la responsabilidad de escribir algo realmente ajustado a los hechos, matizo mucho en el libro que estoy escribiendo, porque no parto con una idea y recojo datos que la sostenga, sino que ES EL LIBRO Y LOS ESTUDIOS LOS QUE ME INDICAN LOS CAMINOS A SEGUIR, y el plural aquí es muy importante.

Pongo un ejemplo: estoy investigando el metabolismo y me encuentro con que hay una correlación entre fermentación y agresividad, pero también con que las mitocondrias deben ser hasta cierto punto funcionales para colaborar en el anabolismo, que la cadena respiratoria parece estar dañada, pero que si se anula del todo la célula tumoral muere, que el ciclo de Krebs a veces puede estar truncado, o incluso ‘ir en dirección contraria’ en algunos pasos, … que algunos tumores parecen ‘respirar’, en contra de lo que se creía (y también considero la posibilidad de que sea una pseudorespiración debido a problemas en la cardiolipina de la membrana mitocondrial), que el uso de ácidos grasos con fines catabólicos puede tal vez ser posible por parte del tumor, que hay que estudiar también los peroxisomas tumorales, que las células madre y las circulantes pueden tener particularidades metabólicas diferentes, que debo tener en cuenta los estudios que hablan del efecto Warburg inverso (aunque es cierto que en el blog lo desestimé hace años con demasiada alegría)… Y no concluyo nada, sino que expongo los datos y los tengo en cuenta al buscar acciones prácticas, porque ESE, repito, es mi objetivo, que sé es anatema para el tatami impoluto, porque constituye un atajo del que soy plenamente consciente, pero porque no veo otra solución AHORA.
¿Cherrypicking para confirmar mi teoría? NO, amigo, busca otra. El libro me lleva, no llevo yo al libro.

¿Hay que buscar revisiones consenso? Ya, ¿Y si no las hay? ¿Y si los estudios se contradicen, como bien dices y bien SÉ? ¿No hacemos nada hasta que las haya o hacemos como yo hago: exponer las diversas hipótesis?

¿Dices que “hay que poner las referencias al final”? ¿Crees que el libro va dirigido a vosotros, los usuarios profesionales del tatami impoluto? Uso vuestro lenguaje, pero va dirigido a aquellos que están siendo asfixiados en una pelea callejera, que son sujeto de vuestras investigaciones pero que no están invitados a participar en ellas. Más aún, a quienes ponéis en su sitio con serios correctivos cuando intentan usar de forma práctica lo que investigáis. Somos tratados de forma paternalista cuando parecemos diletantes inofensivos, pero arrugáis el ceño cuando vamos más allá.

Vosotros no podéis hacer algo semejante, lo sé muy bien, lo entiendo perfectamente. Juan Gervás hace lo que tiene que hacer y yo suelo estar de acuerdo con buena parte de lo que comparte, pero no espero que comparta lo que yo hago. De hecho estoy seguro de que, al igual que Ciencia Mundana, lo desaprueba, pero me es igual. Sólo espero que no intente juzgar con las reglas del tatami impoluto lo que es una pelea callejera, y que a lo mejor entienda que nos hemos reunido unos cuantos para determinar qué combinación de patadas en los huevos sería tal vez más efectiva.

Y si no os gusta, nos importa un bledo.

¿Ética? ¿Quién es Ciencia Mundana para venirme a hablar de ética? ¿La ética que nos mantiene en un genocidio desde hace 70 años a base de quimioterapias inmundas? ¿La de una Ciencia inoperante cuyos resultados no percibimos en el período de una vida? ¿La de unos medios de comunicación que difunden estudios infames donde unos señores sonrientes con batas blancas dicen: “las grasas propagan las metástasis” y se quedan tan panchos? ¿La de las estatinas, el colesterol, los antidepresivos, los avances casi nulos en quimioterapia?

¿Ética? ¿Tal vez por sacar un beneficio económico por la venta del libro? ¿Hay aquí un sesgo ideológico junto con lo de creer que a los ciudadanos hay que ‘protegerlos’ debido a su extrema debilidad en vez de animarlos a que desarrollen su responsabilidad individual, como intento constantemente?

¿Ética? Manda narices.

Sólo habría falta de ética si el alumno fuera por ahí diciendo que SABE con certeza cómo cualquiera puede librarse de un ataque callejero, y que conoce la combinación infalible de patadas en los huevos para hacerlo. Pero no voy diciendo eso, sino que hablo de probabilidades, de hipótesis, de incertidumbres y de prueba y error.

Donde los miembros del tatami impoluto ven ‘derechos’ y ‘debilidad’ yo veo ‘responsabilidad’ y ‘empoderamiento’ a través de una buena información (buena en lo sustancial, pese a los errores que a estas alturas todos podemos cometer)

Los errores son inevitables, pero admisibles si no afectan a lo sustancial del mensaje, sobre todo cuando tienes que investigar acerca de un conjunto tan enorme de disciplinas: metabolismo tumoral y todo lo que eso implica, no sólo en el apartado teórico sino todas las sustancias y estrategias terapéuticas de orden práctico que se están estudiando y/o aplicando ya de forma oficial u oficiosa; sistema inmune y todas las inmunoterapias oficiales y oficiosas; microbiota (explicando las aún abundantes limitaciones, sus contradicciones y su hype exagerado) y las estrategias prácticas para normalizarla; fisiología de la respiración; fisiología del sistema hormonal; emociones y estrategias terapéuticas, entre las que están técnicas de respiración o yoga pero también psicotrópicos naturales y sintéticos; estrategias que explotan diferencias físicas de las células tumorales, basadas en electricidad, sonido, magnetismo y luz (muchas de las cuales se usan ya de forma estándar)… ¿Reduccionismo? Sí, claro.

““…lo que falta no es ciencia básica sino dinero para ensayos que permitan trasladar las moléculas más adecuadas … a la práctica clínica.”


¡Qué barbaridad cientifista!”

Aquí me he perdido, lo reconozco. Soy el primero que considera el sistema de ensayos clínicos una barbaridad, que premia la parcialidad y a quien tiene el dinero. El primero.

Me pregunto si no será éste el punto que realmente ha enfadado a Ciencia Mundana. A fin de cuentas (por lo que parece) es o ha sido un investigador de ciencia básica.

Lo gracioso es que es el punto donde puedo ceder con mayor facilidad, porque de nuevo ha habido un malentendido: la ciencia básica es mi ‘preferida’, la que estoy yo también seguro que nos permitirá obtener una visión realmente adecuada del metabolismo tumoral. Pero no sirve en solitario (en este espantoso mundo que vivimos) para solucionar el problema, sino que se han inventado las pruebas clínicas para mayor gloria de las empresas farmacéuticas.

Por su parte (y como he dicho en innumerables ocasiones), la ciencia clínica es un sumidero de intereses: los ensayos son crueles, fácilmente manipulables y sólo se ponen a prueba tratamientos aislados y patentables. ¿Creo yo que este sistema sea el mejor? Ni de lejos, pero no encuentro la solución a cómo obtener tratamientos efectivos en el plazo de una vida.

Que Ciencia Mundana me diga qué solución propone. A lo mejor yo estaría de acuerdo con él… ¿Cómo salimos de esta ‘barbaridad cientificista’?

¿Dice que lo que se necesita es MÁS ciencia básica? Pues venga, de acuerdo, más ciencia básica, a condición de que se mejore el traslado a soluciones concretas lo antes posible. ¿Pide ‘ciclos largos’ para que, ‘sin prisa’ lleguemos a mejores conclusiones? Perfecto, lo respeto, pero que no se extrañe si mientras tanto los demás aceleramos y tomamos atajos de forma sin duda heterodoxa, pensando en ‘ciclos cortos’.

Y, ¿cómo se traslada eso luego a la práctica clínica? ¿Cómo lo hacemos? ¿Propone Ciencia Mundana algo diferente a las pruebas clínicas? Mi pregunta no es retórica ni irónica, sino llena de curiosidad real, que espero que Ciencia Mundana me responda.

Lo que me importa es que los pacientes solucionen lo antes posible su problema usando las medidas más eficaces y menos traumáticas para ellos. Estoy abierto a escuchar propuestas. No defiendo las pruebas clínicas en sí mismas, defiendo cualquier medida que nos permita avanzar de una puñetera vez hacia una cura (no hablo de erradicación, no mezclemos). Sí, persigo una solución con las medidas que sean necesarias, a ser posible las menos traumáticas y con menores efectos secundarios, pero decir eso es un brindis al sol, un desiderátum que no aporta concreción. Yo quiero saber CÓMO resolvemos un problema que sigue aproximadamente igual desde hace 7 décadas.

No sé si con ello soy un solucionista tecnológico (un solucionista a secas sí lo soy, eso seguro). Le dejo la imposición de etiquetas a Ciencia Mundana (que se le da muy bien), a condición de que me diga qué alternativas propone: las escucharé gustoso.

“Para hacerlo hay que incluir todos los ámbitos, biológicos y sociales. El cáncer es y será (en mi opinión siempre) una enfermedad irradicable (cuidado, no estoy diciendo incurable), por estar ligada irremediablemente con la vida. Por tanto habría que centrarse en:

Cuidados a los enfermos. Humanización de la enfermedad y respeto a su muerte sin ensayos clínicos innecesarios y a menudo muy crueles teniendo en cuenta que es un enfermedad irradicable.

Investigación básica, estrictamente no aplicada (no solucionista, no tecnociencia), holística (no reduccionista), multidisciplinar, con periodos largos de financiación y evaluación independiente. Para entender mejor, sin tantos sesgos, ni prisas, ni falsas expectativas, la biología del cáncer.”

Tres falacias del falso dilema, tres, una en cada párrafo, al rescate.

¿Qué tiene que ver, de nuevo, que sea irradicable con intentar tratarla cuando se descontrola?

¿Cree Ciencia Mundana que no me importa el cuidado a los enfermos o ayudarles a morir bien? ¿Es eso incompatible con ayudarles, TAMBIÉN, a luchar bien (sí, he dicho luchar, es el término correcto: yo antes también lo denostaba, como hacen los pseudoescépticos, pero no hay otro verbo que defina mejor lo que hacemos enfermos y familiares)? ¿Qué pasa con aquellos enfermos que quieren luchar contra viento y marea?

Creo que políticas de salud pública destinadas a mejorar una adecuada alimentación (tirando a la basura la pirámide), a promover el deporte, a mejorar la calidad de las aguas, menor contaminación (industrial, lumínica), menor uso de elementos potencialmente carcinógenos, etc, serían de inestimable ayuda para mantener el cáncer controlable (aunque sea irradicable).

Pero también creo en la responsabilidad individual del ciudadano, que maneje datos objetivos más accesibles de los que existen actualmente: o bien una maraña de estudios a los que el ciudadano no alcanza o bien periodismo amarillista, reduccionista y falaz. ¿No considera Ciencia Mundana rescatable nada de mi esfuerzo por traducir todos esos cientos de estudio y hacerlos más accesibles manteniendo cierto rigor? ¿No hay nada útil en artículos como el mío?

¿Sería mejor que todos permaneciésemos en nuestros sitios bien asignados: científicos publicando artículos que sólo leen otros científicos y los ciudadanos sometidos al albur de las guías médicas y los titulares de prensa? Yo no.

Que Ciencia Mundana y el resto de miembros del tatami se ocupen de los ciclos largos, sin prisas, a mí me parece bien. Pero nosotros no somos miembros del tatami. Nosotros estamos siendo sometidos en una pelea callejera AHORA.

¿Qué tiene que ver el tocino con la velocidad? Ocúpate de tus ciclos largos, esos que tal vez en unas décadas puedan proporcionarnos datos sólidos que permitan abordar estrategias muchísimo mejores que las que proponemos tipos como yo, yo no te criticaré por ello. Pero, análogamente, déjame tú en paz a mí también, amigo, déjanos defendernos como podemos, porque nos jugamos la vida.

Para que quede claro: Cáncer Integral proviene del hartazgo. En más de un sitio he dicho lo siguiente (es la primera frase del libro que estoy escribiendo): “Soy un incompetente”. Otros, más preparados que yo deberían haber hecho lo que estoy haciendo, pero eso no va a suceder, así que, con todo lo que supone, con toda la incertidumbre, impureza, imperfección, inefectividad y suciedad que implica un proyecto como éste, aquí estoy, asumiendo la responsabilidad de ayudar, en la medida de mis pequeñas posibilidades, a quienes están en medio de una pelea callejera. Sabía que los miembros del tatami me darían leches por todos lados, pero eso NO ME IMPORTA, porque no estoy aquí para ser uno de ellos, sino para decir que hemos sido abandonados, y que los “ciclos largos” son demasiado largos. Que estamos HARTOS.

Cuando Ciencia Mundana me habla de ciclos largos, del cáncer como enfermedad no erradicable y de humanización de la enfermedad, es como si el maestro se acercara de nuevo a su pupilo, que está siendo asfixiado y le reclamase ponerse a hablar YA de la filosofía de Kant. Y cuando el pupilo le dijera que en ese momento no puede, que está muy ocupado intentando darle una patada en los huevos a su atacante, el maestro insistiera diciendo: “pero ¿para qué quieres librarte de él?, ¿no ves que siempre existirán los matones?

Y entonces el pupilo tal vez pensaría: «¿crees que no quiero hablar yo también de eso?, ¿crees que no quiero, que no sé, que no me gusta a mí también hablar de eso? Pero para eso primero tengo que darle a este energúmeno una patada en los huevos y librarme de él; y si no entiendes la inconveniencia de tu argumento en esta situación es que no te enteras de nada«.

***

La ironía hace acto de presencia cuando el propio maestro se ve arrastrado a una pelea callejera en la que comprende que, a pesar de toda su habilidad está perdiendo la batalla. Y entonces, una vez que es sometido y comienzan a asfixiarle, algo cambia: ve la cara de la flaca y aparecen los sudores fríos.

Entonces comienza a morder, patalear, escupir, meter los dedos en los ojos, dar patadas en los huevos. E incluso un pacifista desearía, en esa situación, tener a mano un cuchillo, una pistola y hasta un AK-47.

Ahí todo cambia. Ya no hay “ciclos largos” ni brindis al sol, sino la supervivencia y el AHORA.

***

Ciencia Mundana redondeó su ‘crítica’ enviándome esta imagen, procedente de un texto de este artículo de noGracias, para ‘aleccionarme’ acerca no sólo de lo que hago en el proyecto, sino de lo que soy, porque afecta a mi manera de abordar el conocimiento.

Ole. Con un par.

Pero ya he contestado a ambas acusaciones: ni niego la incertidumbre (de hecho la abrazo), ni niego la complejidad (la tengo muy en cuenta, buscando frenéticamente el MATIZ en todo). No construyo explicaciones redondas ni conclusiones únicas, sino que propongo las distintas alternativas y aviso de la imposibilidad actual de conocer con certeza. La imagen anterior no me aplica, y quien quiera hacerlo, MIENTE O SE EQUIVOCA, interpretando incorrectamente las señales.

Sí propongo atajos en forma de combinación de medidas prácticas no del todo probadas, que pueden ser la excusa para convertirme en propagador de pseudociencias. Es algo que asumo y siempre he asumido, pero que considero justificable al establecer un balance riesgo/beneficio en el contexto de quien está siendo asfixiado en una pelea callejera y debe considerar dar patadas en los huevos por mucho que esa medida le disguste en otras circunstancias. Y en ese contexto le importa poco enfadar a los del tatami impoluto.

En realidad, las críticas de los pseudoescépticos son más comprensibles que las de Ciencia Mundana (¡Quién me lo iba a decir!). Los pseudoescépticos son grotescos preadolescentes sin capacidad de razonar, pero Ciencia Mundana ha hecho algo peor: usar aparentes razonamientos para meterme en una categoría a contrapelo, empleando un inmenso calzador, cuando en realidad tal vez no haya entendido mis motivaciones.

Los pseudoescépticos me consideran ‘el de las terapias alternativas’, ‘el de la dieta anticáncer’, o ‘el de las terapias naturales’, y me meten en listados de la vergüenza ridiculizadores, usando excusas como que hago cherrypicking y abundantes falacias del falso dilema.

Y Ciencia Mundana ha hecho lo mismo: ya estoy también en la particular lista de la vergüenza que constituye su web, y tal vez quienes la visiten salgan de ella diciendo: “¿Cáncer Integral? Ah, sí, el cientificista que se cree que puede explicar el cáncer y tratarlo con un cóctel de fármacos”

Bravo.

Soy una especie de Txumari Alfaro mezclado con Richard Dawkins. Un Txumari Dawkins o un Richard Alfaro, ahí es nada.

***

Juguemos al mismo juego, que los demás también queremos divertirnos: ciencia mundana ha utilizado unos pocos datos circunstanciales para alcanzar una conclusión definitiva: que creo construir una explicación redonda que no tiene en cuenta la complejidad ni la incertidumbre y que, por tanto, soy un cientificista propagador de pseudociencias.

He rebatido dichas premisas, por lo tanto el artículo de Ciencia Mundana es reduccionista y pseudocientífico.

Oye, pues sí, es divertido.

***

Algo me dice que Nassim Nicholas Taleb no es un autor del agrado de Alfredo Rico, aunque a lo mejor me equivoco, claro.

Nuestras acciones se explican (y se validan) en función de dos parámetros: cuál es nuestro objetivo y qué nos jugamos al intentar alcanzarlo.

El objetivo de Ciencia Mundana tal vez sea “obtener a largo plazo una visión más acertada de la biología del cáncer”, y lo que se juega es su carrera ¿Acierto?

Nuestro objetivo es “controlar o gestionar el cáncer a corto plazo”, y lo que nos jugamos es la vida.

Ni los objetivos ni lo que nos jugamos son similares y, por tanto, nuestra aproximación epistemológica, nuestra actitud vital, las herramientas que usamos y cómo las usamos variarán sustancialmente. Y eso es lógico y deseable mientras entendamos que los objetivos de ambos son diferentes, pero sobre todo, que nos jugamos cosas distintas.

“Skin in the game”.

¿Qué opina Ciencia Mundana de los científicos del estudio Cusp9, que están poniendo a prueba en un grupo reducido de pacientes de glioblastoma multiforme 9 fármacos que se toman junto con dosis densas de temodal? Hablé de ello aquí ¿Son simples solucionistas tecnológicos?

¿Les endosamos sencillamente esa categoría a quienes están hartos de ver morir a los pacientes e intentan hacer algo? Ellos también han sido llamados anticientíficos por no seguir las normas del tatami y salir al barro a hacer algo por quienes están siendo sometidos en luchas callejeras. A lo mejor en su vida privada aborrecen los fármacos y se decantan por normas sencillas y saludables, pero eso es lo de menos, lo importante es qué hacen por aquellos que lo pasan mal ahora. ¿Será acaso que carecen de ética?

¿Qué opinará Ciencia Mundana del case report de un hombre que ha controlado su glioma maligno durante 24 meses aplicando medidas combinadas de temodal, dieta keto, ayuno, multivitaminas, metformina, cloroquina, metilfolato, terapia hiperbárica, té verde ¡y una estatina!? ¿Nos ponemos dignos también aquí y gritamos: ¡solucionismo tecnológico!, ¡cientifismo!? ¿Nos callamos la boca y no decimos nada no vaya a venir un enfermo con mentalidad de 5 años o retrasado mental y deje el tratamiento por aplicar esas medidas ‘no probadas’? ¿Le estamos dando esperanzas y lo mejor es que se dedique a morir bien?

¿Qué opinará Ciencia Mundana de difundir esto? ¿Lo mismo que los pseudoescépticos, que no hay evidencias y debo callarme porque hay efectos secundarios desconocidos y los moribundos podrían morir?

La sensación que me produce el artículo de Ciencia Mundana no hace sino apoyar otras sensaciones que tuve en el pasado, cuando participamos ambos en una escaramuza con un grupo de pseudoescépticos (aunque puede que me equivoque al juzgar, claro está).

Un grupo de Hamigos del Hescepticismo, en el que figuraban algunos altos cargos del movimiento, estuvieron un ratito soltando sus rollos típicos, entre ellos lo del “no hay evidencia en humanos”.

Entonces yo les facilité algunos estudios en humanos, entre ellos éste, en el que se habían obtenido extraordinarios resultados en un grupo de pacientes de diferentes tumores con una combinación de ayuno, dieta cetogénica, cámara hiperbárica y ozono.

Tras ese tuit se hizo un silencio que hasta entonces no había reinado en el grupo. Twitter se convirtió por un tiempo en un criadero de grillos.

Hasta que uno de los altos cargos del movimiento me dijo algo así: “Que sepa usted que en este grupo al que se dirige hay muchos médicos y bioquímicos”. Argumento de autoridad al rescate del evidente patinazo.

Y entonces Ciencia Mundana le dio un sonoro ‘Me gusta’ a ese comentario, que había brillado por su ausencia en mi tuit del estudio en humanos: estaba apoyando un argumento de autoridad en vez de premiar un argumento, basado en datos, que contradecía el que aseguraba que no había estudios en humanos.

Eso me lleva a pensar que, en el fondo, con toda su aparente heterodoxia formal anticientificista, Ciencia Mundana se sabe perteneciente a un grupo con el que comparte mucho más que con aquellos que son sujeto de estudio. Tal vez una especie de ‘conciencia de clase’, que hace que vea simpáticos a los diletantes, pero dejando claro que no permitirá desviaciones a la norma. ¿No es esa una postura cientificista?
Ellos son los del Tatami, por mucho que presenten algunas disensiones internas. En el fondo son los que deciden acerca del futuro de un grupo al que se exige que sea sujeto pasivo.

Los enfermos y sus familiares somos observados con una mezcla de misericordia y desdén por los del tatami: somos los pobrecitos golpeados por la enfermedad y la maldad de las farmas, pero mejor permanecemos en nuestro sitio sin inmiscuirnos en su trabajo. Sé que puedo resultar injusto, pero me arriesgaré, teniendo en cuenta lo poco que ha necesitado Ciencia Mundana para meterme en clasificaciones a contrapelo con datos sesgados: ¿esconde esto un trasfondo de corporativismo?.

***

Espero que Ciencia Mundana pueda seguir con sus investigaciones, que tanto bien pueden producir a largo plazo (no hay un ápice de ironía en esta frase), porque yo jamás juzgaré su labor en el tatami impoluto desde la perspectiva de alguien metido en una pelea callejera. Sólo espero que él haga lo mismo conmigo.

Lo que deseo sobre todo es que Ciencia Mundana no se vea jamás arrastrado a una pelea callejera pero, si se diera el caso, me aventuro a pensar que tal vez Ciencia Mundana quisiera conocer qué patadas en los huevos dieron otros antes que él y quizás hasta se vería tentado de utilizarlas.

38 Comments

  1. Paco Tanaka 9 de mayo de 2018
    • Alfonso Fernández 9 de mayo de 2018
  2. Diego 9 de mayo de 2018
    • Alfonso Fernández 9 de mayo de 2018
      • Javier 1 de febrero de 2020
      • Alfonso Fernández 1 de febrero de 2020
  3. Matias 11 de mayo de 2018
    • Alfonso Fernández 18 de mayo de 2018
  4. Marisol 13 de mayo de 2018
    • Alfonso Fernández 18 de mayo de 2018
  5. Celedonio 13 de mayo de 2018
    • Alfonso Fernández 18 de mayo de 2018
    • María 14 de julio de 2020
  6. fedor800 18 de mayo de 2018
    • Alfonso Fernández 23 de mayo de 2018
      • fedor800 24 de mayo de 2018
      • Alfonso Fernández 24 de mayo de 2018
  7. Alexis saavedra 13 de junio de 2018
    • Alfonso Fernández 14 de junio de 2018
  8. Sergio. 14 de junio de 2018
    • Alfonso Fernández 14 de junio de 2018
  9. Sergio 29 de junio de 2018
    • Alfonso Fernández 29 de junio de 2018
  10. Minuto 11 de julio de 2018
    • Alfonso Fernández 11 de julio de 2018
    • Alfonso Fernández 7 de septiembre de 2018
  11. matias 7 de septiembre de 2018
    • Alfonso Fernández 7 de septiembre de 2018
  12. Kike 19 de septiembre de 2018
    • Alfonso Fernández 20 de septiembre de 2018
  13. Matias 21 de septiembre de 2018
    • Alfonso Fernández 21 de septiembre de 2018
  14. Kike 21 de septiembre de 2018
    • Alfonso Fernández 21 de septiembre de 2018
  15. Rafael Sánchez Mendoza 16 de agosto de 2022
    • Alfonso Fernández 16 de agosto de 2022

Responder a Diego Cancelar la respuesta