Antioxidantes y cáncer

Antioxidantes, multirresistencia y cáncer: desmontando mitos. Los beneficios de dieta paleo-cetogénica y suplementos

Uno de los temas sobre el que un gran número de oncólogos coinciden es el del ‘peligro’ de usar antioxidantes durante el tratamiento contra el cáncer.

Prácticamente todos alertarán al enfermo contra la suplementación con ‘antioxidantes’, porque podrían ‘interferir negativamente’ con la quimio y la radio. Algunos incluso proponen que el paciente se alimente de comida basura durante el período de aplicación de la terapia, para ‘evitar dichas interacciones’.

En este artículo aportaremos los datos que certifican lo anticientífico y contraproducente de dicha medida, y explicaremos cómo atenuar otro de los grandes problemas a los que se enfrentan los oncólogos: la multirresistencia que gran parte de los tumores terminan por desarrollar a los fármacos.

En vez de permanecer sentados, esperando a que se produzca algo supuestamente inevitable, recabaremos datos científicos (unos 60 referenciados en este artículo, sin contar otros muchos utilizados para apoyar mis tesis) y trazaremos gracias a ellos una estrategia para sortear los problemas, con medidas eminentemente prácticas, tanto dietéticas como de suplementación, con 2 claros objetivos:

  • Disminuir o eliminar los efectos secundarios de los tratamientos
  • A la vez, multiplicar drásticamente su efectividad contra el cáncer.

¿Qué es el estado redox? Oxidantes y antioxidantes

Los radicales libres son residuos procedentes de procesos metabólicos que carecen de algún electrón, lo que los hace extraordinariamente reactivos: ‘atacan’ a otras moléculas para reemplazar esos electrones, transformando a su vez a las moléculas atacadas en radicales libres y desencadenando así una reacción en cadena de oxidación.

Diferentes átomos y moléculas pueden ser radicales libres; por ejemplo, el ión superóxido (O2-) o el ión hidroxilo (HO-). Existen también oxidantes reactivos que no son radicales libres, como el peróxido de hidrógeno (H2O2) o el óxido nítrico (NO)

Los oxidantes reactivos pueden dañar las estructuras celulares, produciendo anomalías en los lípidos de sus membranas o en sus proteínas. Esos daños estructurales pueden traducirse en problemas funcionales y desencadenar una amplia variedad de enfermedades. Luego veremos cuáles.

Las especies reactivas derivadas del oxígeno (ROS, por sus siglas en inglés), son oxidantes, radicales libres o no, cuya reactividad se enfoca en un átomo de oxígeno, aunque a veces se incluyen otros que reaccionan por sus átomos de nitrógeno o cloro. Los ROS más abundantes son el ión superóxido (O2-) y el óxido nítrico (NO)

Los antioxidantes son moléculas que se unen a los radicales y los neutralizan, o bien detienen la cadena de reacciones que ellos inician, donándoles electrones y eliminando su reactividad, pero sin convertirse ellos mismos en radicales libres.

Tipos de antioxidantes

Podemos hacer una primera clasificación de antioxidantes exógenos y endógenos.

Los antioxidantes exógenos deben ser proporcionados por la dieta:

  • Vitaminas como la C, la E o la A (retinoides procedentes de alimentos animales), y beta-carotenos precursores de la vitamina A y procedentes de alimentos vegetales.
  • Otros carotenoides como zeaxantina, astaxantina o luteína
  • Polifenoles (flavonoides o no flavonoides) como las catequinas del té verde
  • Otros compuestos como, por ejemplo, isotiocianatos de las crucíferas o compuestos azufrados de ajo o cebolla

Los antioxidantes endógenos pueden ser proporcionados también por la dieta, pero se sintetizan sobre todo en el cuerpo a partir de otros elementos:

  • Superóxido dismutasa
  • Catalasa
  • Glutatión peroxidasa y Glutatión reductasa
  • Glutatión
  • Ácido lipoico
  • Coenzima Q10
  • Ácido úrico
  • Melatonina
  • …etc

Se puede establecer otra clasificación:

Antioxidantes enzimáticos: aquellos que eliminan los radicales mediante un proceso de varios pasos en los que varios trabajan sucesivamente.

  • Superóxido dismutasa
  • Catalasa
  • Glutatión peroxidasa y Glutatión reductasa

Antioxidantes no enzimáticos: actúan interrumpiendo las reacciones en cadena que comienzan las especies reactivas oxidantes: Glutatión, ácido lipoico, vitamina C, Polifenoles, etc.

Múltiples funciones de los antioxidantes y potencia relativa

Cuando los médicos hablan, en general, de los ‘antioxidantes’, parecen olvidar o ignorar que su función no es únicamente la de neutralizar las especies reactivas, sino que se encargan también de otras tareas adicionales, que pueden beneficiar extraordinariamente al paciente en la lucha contra el cáncer. Enfocarnos exclusivamente en su capacidad antioxidante es un reduccionismo tan absurdo como contraproducente.

Por ejemplo, la vitamina C (ya hemos hablado de sus funciones en este primer artículo de la serie dedicada a ella) es un potente activador inmunitario y contribuye en la construcción del colágeno. Y, por ejemplo, la Coenzima Q10 colabora igualmente en la función inmunitaria o en la obtención de energía.

Incluso el Glutatión, el más poderoso de entre todos los antioxidantes y en el que nos enfocaremos especialmente en este artículo, y a pesar de que tiene como función principal proteger del daño oxidativo a las membranas celulares y mitocondriales, colabora también en otras funciones de extrema importancia (Ref) como la eliminación de toxinas intracelulares y de metales pesados, la participación en el metabolismo de leucotrienos, prostaglandinas o estrógenos, la fabricación de bilis o la síntesis de proteínas que contienen cisteína.

Los antioxidantes endógenos son, en general, más potentes que los exógenos a la hora de neutralizar las especies reactivas. Aunque todos son necesarios para ejercer sinergias mutuas, el Glutatión es, sin duda, el de acción más poderosa y el que determina con mayor fiabilidad el balance redox de la célula.

Nos enfocaremos especialmente en él en este artículo, porque tiene una importancia capital en el tratamiento del cáncer.

La necesidad de los radicales libres y de la homeostasis redox

La naturaleza no crea nada en balde. Los radicales de oxígeno pueden ejercer funciones beneficiosas o deletéreas en función de su cantidad absoluta y relativa al nivel de antioxidantes.

Ese balance redox permite que las células alcancen una homeostasis saludable, cuyos desequilibrios pueden desencadenar enfermedades diferentes. En realidad, sin radicales libres no podríamos vivir. Como en tantos otros procesos biológicos, un compuesto no es malo o bueno per se, sino en relación a otros que lo complementan y modulan en forma de par.

Un cierto nivel de ROS ejerce benéficas funciones señalizadoras intracelulares, mientras que niveles elevados contribuyen a la muerte celular (Ref).

Esa muerte puede ser necesaria y beneficiosa (como veremos a continuación), para eliminar células potencialmente peligrosas, o bien puede ser inducida por un estado desequilibrado y, por lo tanto, indeseada y patológica.

En definitiva: el cometido del balance de oxidantes y antioxidantes es muy complejo y no puede ser comprendido con sencillez a base de apresurados titulares de prensa.

La mitocondria y el difícil equilibrio entre apoptosis y proliferación

Hace relativamente poco tiempo se descubrió el papel que juega la mitocondria en la regulación homeostática celular. Es la mitocondria la que desencadena el proceso de apoptosis o suicidio celular, y lo hace por medio de la generación de radicales libres en forma de especies reactivas de oxígeno o ROS (Ref).

La apoptosis es un mecanismo programado, autodestructivo pero completamente habitual, que las células emprenden cuando hay algún problema que puede comprometer al buen funcionamiento de la célula: un desbalance bioquímico, un problema estructural, que la célula se desprenda de la matriz extracelular (lo que incrementa el peligro de que se produzca una metástasis; a ese tipo de suicidio programado se le denomina Anoikis), debido a toxinas o, en general, a cualquier alteración que produzca un comportamiento anómalo de la célula. Las señales desencadenantes de la apoptosis pueden ser extrínsecas o intrínsecas (interiores a la célula).

Cuando alguna de esas señales ocurre, se inicia el proceso destinado a que la célula defectuosa desaparezca (mucho más limpio que otras formas de muerte celular como la necrosis, que provocan la presencia de factores inflamatorios locales bastante peligrosos), para que así se mantenga el equilibrio con las células sanas que proliferan. Unas deben morir para que otras vivan y el organismo que las acoge prospere.

En el caso de señales intrínsecas que desencadenan la necesidad de suicidarse, la mitocondria de la célula utiliza los ROS como señalizadores que inician una cascada de proteínas que envían señales al núcleo celular, se desactiva la proliferación y la célula muere de forma ‘limpia’.

Los ROS generados bajo circunstancias fisiológicas no son perjudiciales, y juegan un importante papel en la señalización celular, pero situaciones como la hipoxia o el estrés químico pueden incrementar esa producción (Ref)

Es sencillo ver que un exceso de ROS mitocondriales puede inducir la muerte en células sanas, lo que desembocaría en enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson.

Estrés oxidativo, mitocondria y cáncer

Pero ¿qué sucede cuando el problema afecta a la propia mitocondria, cuando se altera la permeabilidad de la membrana mitocondrial y ésta no puede ‘comunicarse’ con el núcleo? Pues que se generan ROS mitocondriales que no desembocan en un suicidio. Nos encontraremos con una célula que se ha transformado en inmortal (salvo que se le induzca algún otro tipo de muerte celular, programada o no; hablaremos de ellas en otros artículos).

La mitocondria es también la encargada de proporcionar la mayoría de la energía que la célula necesita, oxidando el piruvato que previamente se ha producido en el citosol a partir de la glucosa.

¿Qué sucede cuando esa mitocondria dañada tampoco puede hacer su trabajo como central de energía? Pues que la célula debe obtenerla de alguna otra parte, y eso se consigue mediante la glucólisis anaerobia, o efecto Warburg: fermenta grandes cantidades de glucosa en el citosol sin utilizar oxígeno aunque a su alrededor haya el suficiente (usa hasta 100 veces más glucosa que una célula normal, que la oxida en sus mitocondrias no dañadas y genera mucho más ATP por cada molécula de glucosa). La glucólisis produce lactato en grandes cantidades, que se vierte en el entorno extracelular y lo acidifica.

La célula, que no puede suicidarse, se replica sin control, más rápidamente que los vasos sanguíneos que deberían formarse para nutrirla, de manera que las nuevas células surgen en un entorno poco nutrido y poco oxigenado.

En esas circunstancias se sobreexpresa la proteína HIF-1alfa, o factor de crecimiento por hipoxia, que las células sanas utilizan en circunstancias adversas como, por ejemplo, durante una isquemia: se replican a toda prisa para prevenir la muerte de un tejido sano.

En este caso, en cambio, esa proliferación desemboca en una situación patológica: crecimiento debido a la hipoxia de una masa de células que no se pueden suicidar. La hipoxia se relaciona después con la sobreexpresión de factores angiogénicos que crean nuevos vasos sanguíneos para nutrir esa masa descontrolada. Y aquí tenemos el cáncer.

El rastro desde el daño oxidativo, la inflamación y el cáncer es bastante sólido (Ref). Ese estrés puede estar producido por una dieta (llena de glucosa) que no proporciona suficientes antioxidantes ni permite que el cuerpo los cree, y/o por virus, metales pesados u otros muchos insultos que rompen el equilibrio redox, sobreabundantes en nuestra curiosa (y furiosa) vida moderna.

El glutatión y el ratio entre reducido y oxidado como medida del estrés oxidativo

El glutatión (GSH) o ‘antioxidante maestro’, es un tripéptido formado por tres aminoácidos: glicina, cisteína y glutamato, y su síntesis es un proceso en dos pasos: primero se unen glutamato y cisteína mediante una enzima llamada glutamato-cisteína ligasa (GCL), que es el paso limitante en la síntesis de glutatión y después se une la glicina mediante la enzima glutatión sintetasa.

Se genera en todas las células del cuerpo, pero sobre todo en el hígado, que parece ser un centro productor y también distribuidor.

Un hecho importante: la mitocondria puede generar ROS, pero no puede generar glutatión, sino que debe ‘importarlo’ del citosol a través de su membrana: conseguir evitar ese paso transmembrana puede ser una manera de modificar el balance redox intracelular tumoral hacia el estrés oxidativo. Más tarde veremos cómo sacarle partido.

Cuando el GSH en estado reducido ejerce sus funciones como antioxidante, se oxida él mismo y pasa al estado de glutatión oxidado o GSSG. El estado redox de la célula dependerá, en realidad, no tanto del nivel absoluto de GSH, sino del ratio entre glutatión reducido y oxidado: GSH/GSSG. Un ratio elevado significará un estado poco propenso a la oxidación, mientras que un ratio disminuido implica lo contrario y la célula u órgano estará sometido a estrés oxidativo.

Ese ratio está íntimamente relacionado con la capacidad de la célula de inducir la apoptosis (Ref1, Ref2), e incluso otro tipo de muertes celulares de las que hablaremos en otros artículos, como la necrosis o la autofagia (Ref)

Como hemos visto, los ROS inician ese proceso, pero están controlados por el ratio de glutatión reducido/oxidado, que constituye, por tanto, una llave maestra esencial del control homeostático celular.

Diferencias de equilibrio redox en células sanas y cancerígenas

Resumiendo lo que hemos visto hasta ahora:

  • Hay una relación directa entre exceso de oxidación e inicio del cáncer
  • Los oxidantes promueven la apoptosis o suicidio celular, mientras que un ‘exceso’ de antioxidantes la detienen
  • Las células cancerígenas tienen dificultades para suicidarse porque, aunque generan un exceso de oxidantes, lo compensan con un exceso de antioxidantes

Un momento: ¿quiere eso decir que un exceso de glutatión (GSH) protege contra el cáncer, pero que en una célula cancerígena en un tumor YA establecido, ese exceso de glutatión servirá para proteger al tumor?

La respuesta es SÍ, pero no sólo eso, sino que, como se demostró en estudios como éste: (Ref), los órganos sanos de un enfermo de cáncer presentan, en general, un bajo ratio GSH/GSSG, es decir, representativo de un estado de alto estrés oxidativo, mientras que las células del tumor presentan un alto ratio GSH/GSSG, representativo de un estado de bajo estrés oxidativo.

Los efectos y el papel de la quimioterapia y la influencia del estado redox

Prácticamente todas las quimioterapias se basan en principios sencillos: generar ROS que ataquen las células en estado de división celular. Eso implica que la quimioterapia será más eficaz cuanta mayor sea la velocidad de división de las células y cuanta menor sea su protección antioxidante.

Los defectos de base de ese planteamiento saltan a la luz:

Los niveles de glutatión y el ratio GSH/GSSG están directamente relacionados con la malignidad de la célula y con su capacidad de resistencia a la quimioterapia (Ref1, Ref2). Es decir, a mayor malignidad de una célula tumoral, mayor será su nivel de antioxidantes endógenos y mayor su capacidad de resistir el estrés oxidativo.

Además, existe una relación directa, casi lineal (y, por tanto, forman una serie de relaciones causa-efecto de maravillosa simplicidad por cuanto pueden ser poderosos objetivos terapéuticos al detener los puntos débiles de esa cadena de acontecimientos), entre grado de disfunción mitocondrial, grado de glucólisis y glutaminólisis, cantidad de lactato producido, acidez extratumoral, hipoxia, sobreexpresión de factores inflamatorios y angiogénicos, y sobreexpresión de glutatión.

Conforme un tumor se hace más agresivo se hace también más hipóxico (y lo contrario es también cierto), lo cual hace más difícil generar especies reactivas de oxígeno, que a su vez contrarrestan en aún menor medida el exceso de antioxidantes que el tumor sintetiza.

Por el contrario, las células sanas que también se dividen con rapidez, esto es, las de la mucosa intestinal, la microbiota (imprescindible para mantener el sistema inmunitario y una cada vez mayor panoplia de otras funciones corporales), el sistema inmunitario, las células reproductoras, los folículos pilosos y otras, estarán inmersas en órganos sometidos a un ya de por sí poderoso estrés oxidativo.

Aquí tenemos una receta para el desastre si no emprendemos acciones adicionales que complementen a la quimioterapia:

  • Por un lado, el cuerpo sano del enfermo de cáncer, oxidado e incapaz de defenderse del estrés adicional de la quimio.
  • Por otro lado, las células del tumor dispuestas a generar antioxidantes de sobra para contrarrestar los ataques oxidantes externos, y con mayor intensidad cuanta mayor sea su malignidad.

¿A alguien le extraña ahora la visión de enfermos arrasados, con sus intestinos y sus sistemas inmunes destruidos, calvos y convencidos de que tal vez el posible pequeño tiempo adicional de vida que el tratamiento le añada no compensará semejante pérdida de calidad?

Muchos oncólogos utilizan una lógica binaria que parte de realidades profundamente poco empáticas (casi psicopáticas) pero también abismalmente anticientíficas: me interesa alargar algo la vida, disminuyendo momentáneamente el tamaño del tumor, aunque sea a costa del cuerpo sano (la serie ‘House’ ha hecho un daño enorme a la percepción del papel del médico).

Incluso aunque efectivamente logren inducir un estrés considerable al tumor, saben que la quimio no será curativa en un porcentaje escandaloso de casos (del cual los medios de comunicación nunca hablan), y que el tumor regresará, pero esta vez resistente al tratamiento y en un cuerpo con las defensas profundamente afectadas, incapaz de oponer nada más que una débil resistencia. Aunque el tratamiento haya alargado brevemente la vida en relación a quien no se trate (y muchas veces es al revés), los meses adicionales serán penosos.

El ‘razonamiento’ del oncólogo es: ya que el tumor sobreexpresa antioxidantes, no se lo pongamos fácil comiendo de forma que pueda fabricarlos. Lanzan una moneda al aire y esperan que el cuerpo no muera antes que el tumor. Pero, si así sucede, si el enfermo muere a causa del tratamiento (y sucede): tranquilo, nadie les echará en cara que hayan acelerado la muerte de un paciente. A fin de cuentas ellos sólo aplican el estándar, ése creado por la única ciencia permitida, la exclusivamente basada en los estudios en fase III pagados por las corporaciones.

Su razonamiento puede parecerle adecuado a algunos; tal vez incluso a ti, que estás leyendo este artículo (increíble que aún no hayas abandonado un texto tan largo y denso, pero que no utiliza simplificaciones y que te trata como a alguien inteligente)

El ejemplo que siempre pongo al respecto de la quimioterapia es el que la asemeja a un fusil de asalto de extremada potencia, en cuyo diseño y fabricación se hubieran invertido millones de dólares… y que luego se pusiera en manos de un adolescente borracho, en vez de en un tirador de elite.

La pregunta que debemos hacernos es: ¿podemos transformar a ese adolescente borracho en un tirador de elite? Es decir, ¿podemos proteger el cuerpo sano elevando su nivel de glutatión mientras que, a la vez, bajamos el nivel de antioxidantes de las células tumorales y las hacemos más vulnerables?

La respuesta es sí.

Relación entre glutatión y metilación. Importancia de la dieta

Dedicaré en el futuro al menos un artículo para hablar de la Metilación, un complejo mecanismo de extraordinaria importancia, que participa en una interminable lista de procesos bioquímicos corporales y que es uno de los mayores mecanismos epigenéticos, es decir, que ‘enciende’ o ‘apaga’ miríadas de genes (la próxima vez que oigáis hablar de la importancia de las mutaciones genéticas en el cáncer os aconsejo que, primero, os carcajeéis; y que, después, preguntéis tímidamente si no será más conveniente estudiar antes los mecanismos epigenéticos)

Baste decir por el momento que es un proceso cíclico que ‘comienza’ con el aminoácido metionina y ‘finaliza’ con otro aminoácido, homocisteína, y con la creación de antioxidantes endógenos como SAM-e y Glutatión.

Un exceso de ambos aminoácidos debido a una deficiente metilación (sobre todo homocisteína, un análogo de la cisteína, ambas tóxicas en cantidades excesivas), está detrás de una infinidad de procesos patológicos, y el cáncer tal vez esté entre ellos (Ref)

En una correcta metilación intervienen múltiples aminoácidos, vitaminas y otros cofactores, y algunos de los más importantes son: metionina (paradójicamente se generará más glutatión a menor cantidad de metionina (Ref), vitamina B6, B12, folato (B9), glicina, cisteína, colina o betaína.

Si buscamos cuáles son las mejores fuentes de esos compuestos tal vez algunos se sorprendan: hígado, piel, huesos, yemas de huevo…

“Pero, un momento” -parece que escucho- “¿no eran las dietas vegetarianas las que ‘estaban llenas de antioxidantes’?” Bueno, están llenas de antioxidantes exógenos, pero si hablamos de dietas que permitan que el cuerpo genere montones de antioxidantes endógenos (los más potentes), los alimentos de origen animal se llevan la palma.

Es cierto, no obstante, que los antioxidantes exógenos colaboran sinérgicamente para reforzarse unos a otros y para reciclar el glutatión oxidado, incrementando sus niveles. Algo especialmente evidente, sobre todo, en el caso de la vitamina C (Ref). Es decir, adelanto algunas de las conclusiones a las que llegaremos al final de este artículo: la ciencia apoya el omnivorismo, y no el vegetarianismo estricto, como mejor promotor de la salud.

Como necesitamos restringir la metionina (Ref) para maximizar la producción de glutatión, debemos restringir el consumo de carne de músculo y potenciar el consumo de órganos internos y, sobre todo, de colágeno.

El punto en común con las dietas vegetarianas que debemos tener en cuenta es el de restringir las proteínas totales, pero las dietas vegetarianas suelen ser deficientes en glicina (además de en vitaminas como la B12), así que debemos balancear adecuadamente los aminoácidos potenciando el consumo de colágeno. Abordaremos este tema de las proteínas y los aminoácidos, de extraordinaria importancia, en al menos otro artículo, y explicaremos otras razones adicionales para restringir aminoácidos como la metionina e incrementar otros como la glicina.

Llevando la dieta un poco más allá: la cetosis

Parece que ya hemos garantizado la producción de suficientes antioxidantes endógenos que, al menos, protejan al cuerpo sano de la quimio, restringiendo las proteínas totales y balanceándolas hacia el consumo de órganos internos y, sobre todo, de fuentes de colágeno (huesos, piel, cartílagos, moluscos, etc). Veamos si podemos mejorar aún más esa primera aproximación.

En los artículos dedicados a la dieta cetogénica hemos dejado claro que su principal objetivo es hacer pasar hambre al tumor disminuyendo dramáticamente los niveles de glucosa circulante y elevando los de cuerpos cetónicos, que además pueden ejercer de por sí efectos tóxicos contra el tumor (Ref).

Pero, ¿Cómo afecta la dieta cetogénica a los niveles de antioxidantes endógenos de las células sanas y tumorales?

En este estudio de la Universidad de Colorado se comprobó que la dieta cetogénica incrementaba los niveles de glutatión de las células sanas (Ref), y disminuía sus niveles de peróxido de hidrógeno (H2O2)

Y, por otra parte, en esta revisión del departamento de Radiooncología de la Universidad de Iowa (Ref), estudiaron las ventajas antitumorales de la cetosis y fueron más allá de los efectos terapéuticos asociados al estrés metabólico, porque según ellos éste desemboca en un estrés oxidativo selectivo con las células tumorales. De hecho, proponen que el metabolismo glucolítico es una manera que tiene la célula de escapar a un estrés oxidativo previo.

El mecanismo que proponen para explicar los efectos oxidativos de la dieta cetogénica específico para las células tumorales guarda relación con la generación de la coenzima NADPH, que es un poderoso reductor de la GSSG, transformando de nuevo la forma oxidada del glutatión en su forma reducida (GSH).

Es decir, al bloquear selectivamente la producción de NADPH en las células tumorales, la dieta cetogénica desequilibra el ratio GSH/GSSG tumoral y potencia la forma oxidada, con lo que se incrementa su estrés oxidativo.

Como las células tumorales tienen una mayor concentración de ROS que las sanas, cualquier añadido oxidativo tiene efectos aumentados en ellas, superiores a los que se producirían en una célula sana, y multiplicarían los efectos de la quimioterapia.

De hecho, como en tantos otros procesos biológicos, el NADPH mantiene un equilibrio con el NADP+, y el ratio NAD+/NADH juega un extraordinario papel en la progresión del cáncer (Ref1, Ref2)

Un ratio reducido implica un menor estrés oxidativo tumoral y una malignidad aumentada. De hecho, el estudio propone que un objetivo terapéutico sea tratar al enfermo con promotores del NAD+. Lo bueno de la dieta es que produce ese mismo efecto pero de forma selectiva.

Incluso uno de los oncólogos más recalcitrantes con los que me he topado me reconoció, hace unos meses, que los enfermos que acudían al tratamiento tras un ayuno de 2 o 3 días soportaban mucho mejor los efectos secundarios de la quimioterapia y obtenían mejores resultados.

A punto estuve de responderle con un sarcasmo para recordarle que “sus observaciones eran anecdóticas y estadísticamente no significativas”, como él responde ante cualquier estudio preclínico, pero me contuve a tiempo. Es revelador cómo la observación personal de unos pocos casos puede ser más poderosa que cualquier fría estadística y cómo activa la intuición, un poderoso aliado de la inteligencia a la hora de establecer hipótesis.

Lo peor de esta historia es que seguramente ese médico desconoce el fundamento metabólico del ayuno y que pueden imitarse hasta cierto punto sus efectos mediante una dieta cetogénica. Y también desconoce que sus observaciones son compatibles con todos esos estudios a los que jamás prestará atención.

Por lo tanto, hemos transformado a ese adolescente borracho encargado de un arma que ha costado mucho dinero en un tirador experto que apuntará donde debe y no de forma indiscriminada.

¿Podemos mejorar aún más su efectividad?

Sí, podemos

Acciones terapéuticas adicionales con objetivo en el glutatión tumoral

Además de la dieta cetogénica, sabemos que algunos fármacos y moléculas naturales que tienen como objetivo el glutatión han demostrado una potente eficacia antitumoral y una fuerte sinergia con la quimioterapia.

Las moléculas sintéticas presentan el gran problema de su ausencia de selectividad y, por lo tanto, de sus efectos secundarios, lo cual hace aconsejable usar en primer lugar moléculas naturales y considerar los fármacos como medidas específicas para situaciones de emergencia.

Fármacos

Sulfasalazina es un antiinflamatorio utilizado para el tratamiento de enfermedades como la colitis ulcerosa, y que actúa sobre el transportador de cisteína. De esa forma impide que se use ese aninoácido para formar glutatión (Ref1, Ref2).

Hay que tener en cuenta que la cisteína es tóxica, y es poco abundante en la dieta, razón por la cual el cuerpo tiene tendencia a resguardar su toxicidad usándola inmediatamente para fabricar glutatión. Si lo impedimos, la concentración sanguínea de cisteína se elevará, con los efectos secundarios perjudiciales que eso conlleva.

Aunque parece una opción puntual a considerar en una situación de emergencia, creo que hay opciones naturales mucho mejores.

Butionina Sulfoximina (BSO), utiliza otras vías para depletar las células de glutatión, y ha demostrado una gran eficacia sinérgica con la quimioterapia Melphalan en un estudio preclínico contra Mieloma múltiple, en el que se obtuvieron varias regresiones completas (Ref) y un aumento muy significativo de la media de supervivencia del grupo tratado con BSO más quimio.

Se llevaron a cabo pruebas en fase I para determinar su dosis y niveles de toxicidad, pero no veo que se hayan mostrado los datos recabados, lo cual es una mala noticia. A pesar de que los estudios en ratones no encuentran toxicidades acusadas, yo me lo pensaría mucho antes de utilizarlo.

Verapamil es un inhibidor del canal del calcio utilizado en casos de hipertensión y angina de pecho. Se ha demostrado que aumenta los efectos de la quimioterapia mediante la extrusión del glutatión (Ref).

Forma parte del cóctel de fármacos de algunos pacientes que han obtenido resultados extraordinarios, pero hay que tener en cuenta sus efectos secundarios, que pueden ser graves, y sus interacciones con otras drogas.

Diphenyliodonium es un bloqueador del NOX, que inhibe la síntesis de NAPDH y, por tanto, desequilibra el balance redox hacia la forma oxidada del glutatión, GSSG. Es decir, induce un estrés oxidativo tumoral aumentado e inhibe la proliferación (Ref).

Pese a su potencia tiene efectos secundarios indeseados que lo convierten en un arma de doble filo (Ref) y un fármaco no demasiado aconsejable.

Trioxido de arsénico (As2O3), induce en estudios in vitro remisión completa en células de leucemia, con aparente mínima toxicidad y bajas concentraciones, de nuevo por la vía de vaciar los depósitos de glutatión del tumor (Ref)

Una forma inorgánica de Arsenio de toxicidad considerablemente inferior a otras formas, que se ha venido utilizando como terapia durante muchos años (Ref).

Moléculas naturales

Resveratrol, ha demostrado ejercer una elegante acción que precipita la apoptosis de las células tumorales (Ref): en vez de incrementar la producción de ROS, actúa sobre el potencial de membrana de la mitocondria, facilita la extrusión del GSH que ha entrado en ella y dificulta la entrada desde el citosol hacia la mitocondria de nuevo glutatión, de forma específica en las células tumorales y sin efectos secundarios.

Tienen el serio problema de su escasa biodisponibilidad y cómo alcanzar en humanos los niveles terapéuticos que muestran los estudios preclínicos. Dedicaré en el futuro un artículo a las nuevas formulaciones de nanopartículas, liposomas o micelas, que pueden revolucionar la administración de fármacos y nutracéuticos incrementando su potencia, selectividad y sinergia.

Curcumina, la omnipresente molécula de variados mecanismos de acción antitumoral, también incrementa, sólo en las células tumorales, la producción de ROS mitocondriales. Aunque no parece ejercer un efecto directo sobre el glutatión, desequilibra el balance redox tumoral (Ref)

Al igual que el resveratrol, presenta el problema de su escasa biodisponibilidad, que algunas empresas han sorteado con mayor o menor éxito mediante nanopartículas o encapsulaciones. Theracurmin y Novasol Curcumin parecen las más prometedoras.

Si los datos de Novasol son correctos podría ser una excelente formulación biodisponible de curcumina, pero debemos ser cautos porque los datos podrían estar manipulados por la empresa, o ser presentados de forma ‘creativa’ (Ref).

L-Glutamina: es completamente contraintuitivo que la suplementación con glutamina pueda ser beneficiosa para un enfermo de cáncer, debido a que las células tumorales consumen altos niveles de este aminoácido durante un proceso llamado glutaminólisis (complejo e importantísimo, al que dedicaré al menos un artículo en el futuro).

Sin embargo, la glutamina y su oxidación parecen competir con el Glutatión que entra en la mitocondria, y parece favorecer su extrusión hacia el citosol y disminuir los niveles de GSH mitocondrial (Ref).

Hay muchos estudios que confirman el beneficio de la suplementación con Glutamina a los enfermos de cáncer (Ref).

En todos ellos se reducen significativamente los efectos secundarios de quimio y radio (Ref) sin interferir en la terapia y, sobre todo, parece combatir la temida caquexia que afecta a los pacientes avanzados.

Recordemos que la caquexia no tiene tanto que ver con la pérdida de grasa como con la pérdida de masa muscular, que el tumor promueve con el objetivo de hidrolizar las proteínas y nutrirse de la glutamina que queda libre.

Por decirlo de otra manera: el tumor obtendrá la glutamina de donde sea, sí o sí, aun a costa del cuerpo sano del enfermo, así que mejor proporcionársela nosotros (es el principal combustible del intestino delgado) y al menos no deteriorar aún más el organismo, que será el que realmente le podrá plantar cara al tumor.

Una razón más para tomar caldo de huesos frecuentemente.

Piperlongumina, molécula obtenida del extracto de la planta Piper Longum L, ha demostrado capacidad para disminuir los niveles de GSH e incrementar los de GSSG, disminuyendo el ratio GSH/GSSG mitocondrial de las células tumorales, y haciéndolas más sensibles a la quimio y radioterapia (Ref1, Ref2), sin efectos adversos en células normales.

Potentilla fulgens. Los extractos de la raíz de esta planta, usualmente utilizados como parte del arsenal terapéutico de la medicina India, han demostrado su capacidad para vaciar los depósitos del glutatión reducido tumoral (GSH), al menos in vitro (Ref1, Ref2)

Extracto de Ajo. Sus compuestos azufrados incrementan el glutatión en las células sanas (Ref), pero lo reducen en las células tumorales (Ref)

Isotiocianatos de verduras crucíferas, compuestos azufrados que, de manera similar al ajo, depletan el GSH de las células tumorales e inducen un fuerte estrés oxidativo (Ref)

Selenio. Es un cofactor que interviene en el ciclo de síntesis del glutatión, y sus niveles sanguíneos se relacionan directamente con los de ese antioxidante (Ref).

No obstante, y aunque parece que eleva levemente también el glutatión de las células tumorales, reduce el ratio GSH/GSSG, con lo que induce un estrés oxidativo al tumor. Las formas de Selenito de Sodio y Seleniometionina han demostrado eficacia antitumoral (Ref). Algunos estudios ponen en duda que la suplementación con Seleniometionina sirva para prevenir el cáncer (Ref)

Vitamina C. La trato en una serie de artículos del blog. En un post futuro describiré su mecanismo prooxidante y cómo desequilibra, mediante un mecanismo elegante y limpio, el equilibrio redox, específicamente en las células tumorales.

También veremos cómo múltiples antioxidantes exógenos ejercen una labor sinérgica y potencian su labor oxidativa en el tumor.

Una vez que conocemos cómo obtener un correcto equilibrio redox en el cuerpo sano y en el tumor, pasemos a tratar un asunto íntimamente relacionado con el estado de oxidación y que es la pesadilla de la oncología: la multirresistencia de los tumores a los fármacos.

El problema de la multirresistencia a los fármacos y la posición de la oncología oficial

De entre todas las pesadillas de la oncología, la multirresistencia es una de las más temidas. No hay que ser un genio para comprender que, tal y como está fundamentada la investigación oncológica -el paradigma en que ésta se sustenta- es lógico que eso suceda.

Lo que resulta cuanto menos curioso es como casi todas esas pesadillas son percibidas por los oncólogos como inevitables.

Los médicos están sometidos a las pruebas clínicas en fase III que determinen con fiabilidad estadística que algo sirve o no, y sólo pueden recomendar lo que ha sido sometido a dichos ensayos. Estas pruebas sólo pueden ser financiadas por las grandes corporaciones y son largas y costosas, así que sólo se ensayará lo que interese económicamente.

Como hay multitud de moléculas muy prometedoras pero que no se ponen a pruebas en ensayos fase III, permanecerán en el limbo de las posibilidades y los oncólogos no las recetarán pese a su enorme potencial, debido a la “ausencia de evidencia y a las posibles interacciones imprevistas con la quimio”. La misma quimio que, (y eso sí lo saben perfectamente, con evidencia estadística), fracasará estrepitosamente tarde o temprano tras dejar un rastro de destrucción en el cuerpo sano de sus pacientes.

Esta situación de parálisis no se solucionará nunca mientras las empresas ganen dinero a costa de ella y mientas los oncólogos no sean conscientes del círculo vicioso en el que ellos y, por extensión, sus pacientes, están inmersos.

Y esto no es un delirio conspiranoico, sino simple consecuencia del sistema económico, su resultado inevitable.

Mientras esperamos a unas pruebas que nunca llegarán, no se atajan las resistencias a los fármacos porque los oncólogos han aprendido que no deben hacer caso de las pruebas preclínicas. Si bien es cierto que a veces existen abismales diferencias entre lo que dice la experimentación in vitro o con animales y lo que luego sucede en las pruebas en pacientes reales, otras veces no, y es a lo único a lo que podemos aferrarnos.

A eso y a los resultados reales en casos particulares, despreciados por los médicos al no ser ‘estadísticamente significativos y poco controlados’. De nuevo su razonamiento es correcto, si lo tomamos en sentido literal, pero esos resultados permiten establecer hipótesis que poner a prueba en otros pacientes que ya no tienen nada que perder, sobre todo cuando se trata de sustancias naturales con nulos o escasos efectos secundarios.

El concepto de multirresistencia

La multirresistencia a los fármacos (MDR) es un mecanismo en el que están involucrados múltiples factores (Ref, un trabajo elaborado por investigadores de diferentes universidades de Alemania, Italia, Rusia y Turquía).

El estado redox (definido, como ya hemos visto, por los niveles de glutatión oxidado y reducido, así como los niveles de ROS mitocondriales) es uno de ellos, de forma que poner en práctica las medidas que hemos propuesto hasta ahora, en el presente artículo, puede revertir la resistencia, al menos en parte. Un tumor con elevados niveles de glutatión en sus células será forzosamente más resistente a la quimioterapia.

Hay otros factores que intervienen en dicha resistencia: hace relativamente poco tiempo se descubrieron unas glicoproteínas llamadas transportadores ABC (de momento se han identificado 49 diferentes), cuya función principal es la de expulsar tóxicos como la quimioterapia fuera de las células. Si asemejamos las células tumorales a un barco y la quimio al mar que entra a oleadas en su cubierta, los transportadores ABC son bombas que ‘achican’ el agua e impiden que el barco se hunda.

Gracias a su acción, gran parte de la quimioterapia no permanece dentro de las células tumorales el tiempo suficiente como para ejercer su labor citotóxica que, como ya hemos mencionado, se desencadena cuando la célula se divide.

Se han investigado bastantes drogas que tienen como objetivo la MDR, pero su eficacia terapéutica se ha demostrado limitada y sus efectos tóxicos elevados.

La Hormesis y el factor Nrf2

La hormesis podría definirse como la respuesta adaptativa de un organismo a una pequeña dosis de estrés, lo que le permite fortalecerse para resistir futuras dosis incrementadas del mismo estresante (Ref).

A pequeñas dosis, un veneno puede resultar beneficioso y ayudar al organismo a convertirse en resistente a una dosis superior del mismo veneno que antes de la adaptación resultaba letal. Es la traslación biológica y literal del “lo que no te mata te hace más fuerte”.

El factor Nrf2 es una proteína que regula la respuesta antioxidante del organismo frente a moderados niveles de estrés oxidativo. Nos permite resistir los embates oxidantes del entorno oponiendo una resiliencia bioquímica que nos fortalece. Por esa razón, gran parte de los procesos de oxidación no son más que una oportunidad antes que un problema (si hablamos de células sanas y de un estrés moderado), por cuanto nos permite adaptarnos a ellos fortaleciendo nuestras defensas.

Podemos compararlo a lo que sucede cuando hacemos deporte y sometemos a nuestro cuerpo a situaciones estresantes que lo ponen a prueba y, como resultado, a éste no le queda otro remedio que hacerse más flexible, resistente, fuerte o potente.

O cuando superamos una prueba vital dura y desafiante y comprendemos que resurgimos, tras ella, convertidos en una mejor versión de nosotros mismos.

Xenohormesis: ¿son los fitoquímicos realmente antioxidantes?

Últimamente, numerosos estudios están poniendo en duda que los fitoquímicos sean realmente antioxidantes y proponen que la capacidad antioxidante de las plantas proviene realmente de nuestra capacidad para reaccionar ante su moderada oxidación: el factor Nrf2 activando las defensas antioxidantes frente a los ataques oxidantes de los fitoquímicos (Ref).

A fin de cuentas, los fitoquímicos no son más que moléculas que las plantas producen para defenderse del entorno. Las plantas no quieren que nosotros o los insectos nos alimentemos de ellas, porque no obtienen con ello ningún beneficio. Las plantas quieren matarnos y, para ello, despliegan todo un arsenal químico destinado a envenenar a quien lo intente.

En el baile de la evolución, sin embargo, hemos ido adaptándonos a sus venenos, oponiendo resistencias que, a la postre, tal vez nos hayan beneficiado a todos. Un equilibrio que se ha roto durante los últimos decenios debido a la pobreza de los suelos y a los tratamientos industriales: las plantas ya no necesitan protegerse frente a los insectos, porque elementos externos lo hacen por ellas y, por esa razón, los vegetales procedentes de cultivos extensivos industriales producen entre 5 y 10 veces menos fitoquímicos que las salvajes o cultivadas por medios orgánicos (y una cantidad igualmente reducida de vitaminas y minerales). Otra mala noticia que sumar a esta tormenta perfecta contra la salud en la que estamos convirtiendo el mundo moderno.

La respuesta del organismo será proporcional al ataque químico. Por tanto, cuanta menor carga de fitoquímicos tengan los vegetales que ingerimos, menor activación antioxidante se opondrá, gracias al factor Nrf2, y menor capacidad de respuesta al estrés acumulará nuestro organismo.

El factor Nrf2 y el cáncer

Según todo lo que hemos visto hasta ahora (eres un héroe si has conseguido leer hasta aquí ;)), un nivel adecuado de Nrf2 nos permitirá fabricar antioxidantes endógenos que se opongan al estrés oxidativo, así que parece correcto suponer que nos ayudará a prevenir el inicio del cáncer.

Pero niveles excesivos también perturban el equilibrio hacia formas reducidas, lo cual puede derivar en una dificultad de diferenciación y problemas similares a los que encontramos con un exceso de formas oxidadas (Ref).

No es por tanto sorprendente encontrar que, en algunos cánceres, existe una relación directa entre sobreexpresión del factor Nrf2 y su grado de malignidad, por cuanto tendrán mayores facilidades para sintetizar glutatión reducido que mejore el ratio GSH/GSSG y le permita al tumor hacerse resistente al tratamiento (Ref).

El problema adicional de la hipoxia

Otro factor adicional que contribuye a la multirresistencia es la hipoxia.

Como ya hemos comentado, el rápido crecimiento tumoral hace que se desarrollen zonas hipóxicas con características diferenciales a las del resto de células tumorales, mejor oxigenadas.

Puede que el crecimiento de algunas de las células hipóxicas no sea tan rápido como las del resto, pero sus características bioquímicas las convierten en más agresivas al ser más resistentes a los fármacos y proclives a las recidivas.

El mecanismo de la glucólisis se incrementa aún más en zonas hipóxicas, y como consecuencia también se produce más lactato, que se vierte desde el citosol de la célula al espacio extratumoral a través de los Transportadores Monocarboxilados (MCT).

Ese lactato acidifica el espacio extracelular del tumor (menor ph), lo que obliga al interior de la célula tumoral a basificarse aún más (mayor ph) y levantar una barrera físico-química que impide el paso de los fármacos a la zona tumoral (entre otras muchas malas noticias que también se derivan de esa situación) (Ref)

Por lo tanto, además de oxigenar los tejidos, hay que apuntar al objetivo terapéutico de los MCT, intentando inhibir su función e impidiendo que se desaloje el lactato del interior de la célula tumoral (investigadores como los de la Universidad de Minnesota están desarrollando pequeñas moléculas biodisponibles que ejerzan ese efecto: Ref)

La naturaleza al rescate de la multirresistencia

Anteriormente ya hemos visto cómo usar proteínas y grasas (y alguna planta y suplemento) para construir una dieta que maximice los antioxidantes endógenos del cuerpo sano y minimice los del tumor.

Ahora veremos cómo incorporar los vegetales (y otras sustancias naturales) de manera inteligente para que colaboren en el derribo de las resistencias tumorales a los fármacos y a otros nutracéuticos.

La ciencia ha puesto los ojos en moléculas que puedan ser a la vez selectivas y eficaces, y múltiples estudios han confirmado la potencialidad de varios fitoquímicos como inhibidores de los transportadores ABC y MCT y del factor Nrt2 (aunque éstos difícilmente serán sometidos a las mismas pruebas a las que SÍ se han sometido a los fármacos, pese a ser estos más peligrosos y menos prometedores) (Ref1, Ref2, Ref3, Ref4, Ref5, Ref6)

Algunas (sólo algunas, porque hay literalmente decenas) de las moléculas que han demostrado su efectividad (pueden tomarse en suplemento pero incluyo también las fuentes de alimentos):

  • Gamma-tocotrienol: una de las 8 formas de la vitamina E. Algunas de las mejores fuentes saludables de esta vitamina son: el aceite de palma y contiene ciertas cantidades el aceite de coco
  • Quercetina: en alcaparras, cacao, hojas de Rumex Obtusifolius, cebolla, pimiento o chile.
  • EGCG, epigalocatequingalato: en té verde y cacao
  • Apigenina: en manzanilla, perejil, apio, cilantro, espinacas, romero, tomillo, orégano, albahaca, etc
  • Luteolina: en tomillo, alcachofa, apio, aceite oliva virgen extra, pimienta, limón y otras muchas verduras.
  • Baicalina y Oroxilina: de la raíz de la planta Scutellaria Baicalensis, usada en la farmacología tradicional China.
  • Galangina: de la planta Rhizoma Alpiniae Officinarum
  • Silibinina: del Cardo Mariano.
  • Piperina y Cafeína: potenciadores de otras moléculas y ellas mismas profundamente beneficiosas. De ahí la importancia de consumir abundante pimienta negra y café orgánico de calidad (sin leche)
  • En general, fitoquímicos diversos de múltiples verduras y especias, en combinación sinérgica.

La lista de compuestos naturales con una mayor o menor actividad antitumoral e inhibidora de la multirresistencia es muy larga. Y probablemente las sinergias positivas de muchas de las combinaciones de dichos compuestos podrían dar como resultado una extraordinaria mejora en los resultados de las terapias convencionales y hasta remisiones completas.

Tal vez sería tan sencillo como hacer combinaciones con las moléculas más prometedoras y determinar su grado de sinergia o antagonismo, usando herramientas como Combosyn, que permite predecir con cierta precisión el comportamiento de la combinación de un determinado cóctel de moléculas y suponer cuáles ejercerán mejor sinergia conjunta y sin antagonismos.

Ese programa utiliza el método de Chou-Talalay para asignar un índice de sinergia a esas combinaciones. Aunque un sistema matemático de ese tipo no puede ser utilizado para el diseño preciso de cócteles de moléculas, sí puede emplearse para hacer un cribado previo de qué mezcla someter a pruebas y así ganar tiempo y recursos ante la ingente cantidad de posibles combinaciones que podrían obtenerse con todos los fitoquímicos y moléculas naturales conocidas y por conocer.

De momento es difícil encontrar un estudio que ponga a prueba más de dos moléculas a la vez. Cuando a veces se encuentran estudios que encuentran sinergias prometedoras de dos moléculas y que reducen la velocidad de avance de los tumores y prolongan considerablemente la vida (de ratones, ya sé que no se puede extrapolar a humanos, pero a algo debemos aferrarnos), me pregunto: ¿qué pasaría si lográramos encontrar un cóctel de 4, 5, 6, o 40 sustancias naturales que produjeran remisiones de forma habitual?

Quimioterapia a dosis bajas

Ya he tratado este tema en un artículo anterior, pero me gustaría resaltarlo de nuevo.

Si conseguimos, mediante un uso inteligente de la dieta y de los suplementos (lo que hemos estudiado hasta ahora en este post), hacer más efectiva la quimioterapia y a la vez menos tóxica para el cuerpo sano, entonces podríamos plantearnos bajar las dosis.

Como digo en el artículo, el objetivo debe ser el largo plazo, acorralar sin descanso al tumor con un cerco bioquímico constante y por múltiples frentes.

La quimioterapia a dosis bajas pero más constantes podrá ser aplicada durante muchos más ciclos que la dosificación estándar, de forma que el cuerpo sano tenga margen de defensa y el tumor no encuentre períodos de tiempo donde no haya droga que lo ataque. Esa presencia insidiosa y permanente tiene efectos antiangiogénicos además de los puramente citotóxicos.

Tanto los estudios al respecto como el simple sentido común dicen que es la estrategia más efectiva contra el tumor y la menos tóxica para el paciente.

Poniéndolo todo junto: dieta paleo-cetogénica, suplementos antioxidantes y algún fármaco al rescate del cuerpo y contra el tumor

Resumiendo las medidas dietéticas que parecen más razonables a la vista de todo lo que hemos visto hasta ahora:

  • Restricción de proteínas y, sobre todo de metionina (debido a su potencial de incrementar los antioxidantes del cuerpo sano, pero también por otras razones que expondré en futuros artículos dedicados al vital tema de los aminoácidos)
  • Aumento relativo de colágeno dentro de esa proporción de proteínas
  • Cetosis y, por tanto, restricción de carbohidratos con alta densidad energética e incremento de grasas saludables
  • Incremento de consumo de vegetales con alto porcentaje de fitoquímicos potenciadores de la terapia convencional e inhibidores de multirresistencias.

El resultado es una lista de alimentos que conforman una dieta paleo en su variante low-carb, aunque con un balance de macronutrientes que la inclinan al lado de la cetosis. Y es una dieta cetogénica un poco atípica por cuanto elimina casi por completo la carne de músculo y confía en órganos internos, partes cartilaginosas, piel, huesos, moluscos, pescado azul y huevos como aportes proteicos. Que aconseja grasas saludables y abundantes verduras, algas y hongos.

El presente artículo, por tanto, sirve de base teórica para justificar algunas de las razones por las cuales aconsejé una dieta de semejantes características en este otro artículo dedicado a la dieta cetogénica contra el cáncer (que tenía fines prácticos y no se detenía a explicar los porqués).

Es decir, una dieta alejada por completo de la comida basura aconsejada por algunos oncólogos, ésos que han recibido 5 minutos de formación nutricional por parte de un organismo patrocinado por una empresa alimentaria.

Respecto a los suplementos, los que listo en este artículo se añaden a los que ya aconsejé en su momento en el post dedicado a los 45 suplementos, alicamentos y fármacos contra el cáncer.

Los inhibidores de la bomba de protones (omeprazol, lansoprazol y otros), pese a no ser muy recomendables a largo plazo en personas sanas (si los tomas tal vez debas suplementar adicionalmente con vitaminas del grupo B, sobre todo B12), pueden ejercer excelentes sinergias con la quimio y los suplementos, incrementando sus efectos, además de ejercer de por sí una acción antitumoral al impedir la excesiva acidificación del entorno extracelular del tumor.

Por último, yo le propondría al oncólogo la posibilidad de utilizar dosis metronómicas de quimioterapia.

Lo que dicen los estudios con pacientes reales

Llegados a este punto, vamos a estudiar las pruebas llevadas a cabo con pacientes reales en donde se combinaban diferentes ‘antioxidantes’ con el tratamiento estándar.

Una de las mejores revisiones que conozco es la que mantiene (y ofrece gratuitamente) Ben Williams, el superviviente de un glioblastoma desde hace más de 20 años y acerca del cual ya escribí un artículo.

En esta compilación, Ben lista y comenta la mayoría de pruebas que se han llevado a cabo con una cierta variedad de antioxidantes.

Aunque el recopilatorio se concentra en antioxidantes y suplementos más habituales (vitamina E o D, melatonina, etc), y no hay estudios que prueben extractos y moléculas más inusuales, como algunos de los que proponemos aquí, aportan una luz general al tema.

La lista de pruebas que demuestran que los antioxidantes no sólo no interfieren negativamente con la quimioterapia, sino que suelen mejorar sus efectos terapéuticos y aminorar los secundarios es bastante más extensa que los estudios que demuestran un efecto negativo de la suplementación con antioxidantes, y estos últimos suelen estar peor planteados.

Sus conclusiones finales son claras y las suscribo en su totalidad. En palabras de Ben Williams, que he traducido:

“Aunque se han producido notables avances con algunas formas de terapias dirigidas (por ejemplo, Gleevec), sigue siendo verdad que los tratamientos oncológicos se basan únicamente en ‘cortar, quemar y envenenar’. Es vital reconocer que un significativo número de pacientes mueren debido a la toxicidad de sus tratamientos en vez de a causa de su malignidad.

Más aún, en algunos tipos de cáncer (glioblastomas, carcinomas de páncreas y la gran mayoría de los cánceres metastásicos), los tratamientos convencionales tienen un abismal record de fallos, incluso cuando los pacientes soportan una merma considerable en su calidad de vida.

Dado el daño infligido, el problema crítico es si ese daño compensa los beneficios obtenidos. Cuando se demuestra que los antioxidantes reducen la toxicidad y a la vez no hay pruebas de que reduzcan la efectividad del tratamiento convencional, la carga de la prueba recae entonces sobre los oncólogos convencionales para demostrar sus afirmaciones de que los antioxidantes frenan la efectividad del tratamiento. No considerar la posibilidad de usarlos no parece un argumento razonable ni fiel al juramento hipocrático.

[…]Para muchos pacientes de cáncer el tratamiento no será efectivo, por lo que las recomendaciones contra el uso de suplementos no están justificadas, especialmente debido a las pruebas de que pueden aminorar la toxicidad del tratamiento.

Más aún, teniendo en cuenta que en algunos suplementos hay sólidas evidencias de que proveen beneficios terapéuticos (Melatonina, Vitamina D, PSK o aceite de pescado), mientras que otros tienen un apoyo impresionante de resultados positivos obtenidos en pruebas con modelos animales (curcumina, silibinin, licopeno, genisteína, té verde o ácido elágico), los posible beneficios claramente sobrepasan a los hipotéticos riesgos.”

Balance riesgo-beneficio, sopesado por personas con sentido común y el deseo primordial de dañar al enfermo lo menos posible.

Tan sencillo como eso.

La desinformación de los medios y la N-acetilcisteína

Alguno de los estudios que ha demostrado resultados negativos ha incluido N-acetilcisteína (NAC) en los ensayos.

El estudio más espectacular de todos demostró que la NAC aceleraba el crecimiento de los tumores en ratones y, como no podía ser de otra manera, enseguida fue utilizado (con la complicidad de los medios mansos y acríticos que padecemos) como arma arrojadiza contra todo tipo de suplementación.

Por ejemplo, éste del períodico ABC:

“La toma de antioxidantes eleva el riesgo de cáncer de pulmón en fumadores”

En el artículo se lee que al suplementar con vitamina E y N-acetilcisteína a ratones, lesiones pulmonares indetectables crecían hasta convertirse en cánceres establecidos.

El apartado anterior, que recoge decenas de estudios que aportan pruebas del beneficio que los enfermos podrían obtener con la suplementación, barrido así de un plumazo por un titular cuanto menos irresponsable.

El final del artículo es muy clarificador acerca de lo que, al menos en España, se entiende por periodismo, y acerca de qué tipo de ideas se difunden con parcialidad y tendenciosidad mientras otras se ocultan:

“El trabajo de los científicos suecos coincide con un editorial que se publica en otra revista científica sobre los compuestos vitamínicos. Eliseo Guallar, profesor de Epidemiología de la Universidad Johns Hopkins (EE.UU.) advierte: «Los suplementos con betacarotenos, vitamina E y posiblemente altas dosis de vitamina A son dañinos en tanto que otros antioxidantes probablemente serán poco efectivos.

Guallar cree desafortunado que la población tenga una idea equivocada de que los suplementos vitamínicos son buenos y los antioxidantes son mejor.”

¡Ay!, resulta que Eliseo Guallar considera ‘desafortunada la idea que tiene la población’, y medios como ABC se encargan de reencaminarla (por nuestro bien).

Mi pregunta es: desafortunada ¿Para quién?, porque el inacabable artículo que estás leyendo ha implicado un trabajo agotador por demostrar que Guallar se equivoca. Y que lo justo, tras haber investigado y leído todas las pruebas, habría sido decir: “Los enfermos de cáncer tal vez no deban suplementar con N-acetilcisteína”.

Es anticientífico establecer, a partir de un solo estudio, una generalización que ataca cualquier forma de suplementación, pero periódicos como ABC no van a andarse a estas alturas con esas zarandajas éticas: la gente no necesita que le aporten datos, tan sólo titulares con los que construir la realidad que los medios (voces de sus amos) les digan que deben construir.

Los medios usan (sólo cuando les interesa), la parte para definir el todo como forma de construir opiniones. La generalización de brocha gorda porque saben que el demonio está en los detalles y que no hay pensamiento complejo si no se entienden los matices.

Podríamos incluso aportar estudios que han demostrado que la NAC no interfiere con el tratamiento y mejora la calidad de vida de los pacientes, pero es cierto que en otros se suele usar la NAC para contrarrestar otras sustancias antioxidantes que se ponen a prueba.

La NAC es un excelente suplemento cuando uno no padece cáncer, pero puede ser peligroso cuando ya está enfermo: recordemos que la cisteína es un aminoácido limitante en la construcción de glutatión y que la NAC no es más que una forma muy biodisponible de añadir el ladrillo menos abundante a la mezcla de ese antioxidante endógeno. Mientras que otros suplementos ejercen una acción específica a favor del cuerpo y contra el tumor, la NAC no hace distinciones: ayuda por igual al cuerpo sano y al tumor a elevar los niveles de glutatión, y eso podría constituir un problema.

Pero eso es todo. Argumentar que cualquier ‘antioxidante’ será perjudicial es simplemente falso, y podría impedir que muchos pacientes mejoraran sustancialmente la calidad y la extensión de su vida.

Lo que puedes esperar de la oncología oficial. Tipos de oncólogos

He tratado con oncólogos de toda forma y color, y he hablado con todos ellos acerca del tema de la suplementación y de los ‘antioxidantes’.

Esas interesantes conversaciones me han permitido dividirlos en tres grandes grupos:

Grupo A

Los menos abundantes y los más valiosos. Muchos están a punto de pasarse al lado oscuro de la oncología integrativa, y llevan años peleando por sus pacientes, rompiéndose la cabeza por mejorar los resultados de los tratamientos con soluciones imaginativas que mejoren su calidad de vida y los resultados de las terapias.

Estudian todo tipo de alternativas, y no se limitan a los estudios en fase III, sino que amplían conocimientos leyendo los de fase II e incluso estudios de ciencia básica. Y leen acerca de fitoterapia, psiconeuroinmunología, chamanismo o lo que se tercie, sin prejuicios. Que yo sepa los prejuicios son la especialidad de los idiotas, no de los científicos.

Su yo está ampliado tanto como para empatizar con quienes sufren y para comprender que algo está fallando en un sistema que año tras año se estrella contra el muro de la ineficacia.

Son muy conscientes de las limitaciones prácticas de conocimiento que los estudios estándar le ofrecen, y muchos están literalmente hasta el gorro de luchar en dos frentes: el de sus colegas acomodaticios o miserables, por un lado, y el de los enfermos demasiado estúpidos como para hacer caso de consejos ‘fuera de la caja’, por otro.

Si tu oncólogo pertenece a este grupo, aférrate a él y no le ocultes nada, porque eres afortunado. Artículos como éste (junto con todos los estudios que cita) no serán percibidos por él o ella como amenazas, sino como oportunidades para ayudar mejor a sus pacientes.

Grupo B

El grupo más abundante, y cada vez más.

Son médicos que han sido formados, como todos, en estrictos paradigmas e ideas que provienen directamente de la Divinidad Científica (esa que dice que todo lo que se salga de los límites de lo estándar es Anatema), pero que aún albergan el suficiente sentido común como para percibir que algo no funciona en el paraíso.

Indiferentes algunos, estoicos otros, todos ellos sopesan en silencio mientras consideran si deben argumentar más frente a sus colegas o deben permanecer en el redil y no buscarse problemas innecesarios ante sus jefes.

Son la masa que precipitará un cambio de tendencia una vez que un número suficiente de voces griten lo suficientemente alto que el emperador va desnudo y ellos pierdan el miedo de hablar.

Si tu oncólogo pertenece a este grupo muéstrale este artículo (o los estudios en los que se basa) y tal vez le ayude a desequilibrar definitivamente la balanza hacia el lado de los argumentos racionales, en vez de hacia el de la simple autoridad. La mayoría no opinarán, pero seguramente no te molestarán en tu camino hacia la curación.

Grupo C

La piedra que tapona todo avance real en el camino de la curación, y los facilitadores de que otros ganen pasta gansa.

Argumentarán contra toda ‘injerencia’ del paciente en la terapia. No escucharán nada de lo que éste ‘haya podido leer en cualquier lugar de internet’. Mostrarán un manifiesto desprecio o un paternalismo banal.

Harán aseveraciones que contradicen lo que la ciencia demuestra, pero no se avendrán a aportarte los estudios en los que basan dichas aseveraciones. Llamarán anticientíficos a todos quienes digan algo diferente a las tres ideas de siempre, pero se negarán a aportar argumentos que vayan más allá del principio de autoridad.

Son cada vez menos pero son también, casi sistemáticamente, los que cuentan con mayores probabilidades de medrar en el sistema. Por lo tanto, serán los principales torpedeadores de cualquier propuesta que implique cambios y se asegurarán de que el flujo del dinero no se interrumpa. Algunos ascenderán a puestos de verdadera relevancia, serán habitualmente entrevistados por los medios y entre ambos se establecerá un romance lleno de frases hechas, lugares comunes, cháchara pseudocientífica y alertas a la población para que no escuchen los cantos de sirena de ‘conspiranoicos’ y ‘farsantes’.

Dirán que el cáncer ‘son muchas enfermedades’, procedentes ‘de mutaciones genéticas’. Y que ‘es un poderoso enemigo’. Y que ‘tal vez nunca pueda ser derrotado del todo’. Y que ‘estamos avanzando espectacularmente, pero debemos seguir investigando’. Y otras idioteces de semejante calibre.

Si le muestras los estudios de este artículo, elaborados por científicos auténticos, los despreciará, los minimizará o los relativizará con verborrea y gracia. Tal vez será encantador pero sin duda será también implacable en su nivel de desprecio intelectual ante cualquier desviación de la norma.

Algunos de ellos son aún rescatables: jóvenes con alta inteligencia tipo test pero escasa creatividad y capacidad crítica, que aún creen vivir en el mejor de los mundos posibles y a quienes han enseñado a calificar todo lo diferente como ‘anticientífico’. El tiempo tal vez les enseñe a atemperar sus juicios y, al menos, pasarán a engrosar las filas del grupo B.

Otros son, simple y llanamente, miserables demasiado conscientes de sus privilegios y demasiado embelesados con su poder como para alterar un statu quo tan beneficioso como el que han alcanzado. Los psicópatas de este grupo son el auténtico cáncer de la medicina.

Mi consejo es que huyas de ellos como de la peste y, si puedes, pide el cambio a otro oncólogo que como mínimo pertenezca al grupo B.

Mis sugerencias

Esto es lo que yo haría:

  • Enseñar las conclusiones de este artículo a mi oncólogo para definir a qué clase pertenece
  • Si es un oncólogo del grupo C, solicitaría un cambio hasta estar seguro de que me toca uno del grupo B o, idealmente, del grupo A
  • Acordar con él una estrategia que incluya la posibilidad de quimio a dosis bajas complementada con suplementos, dieta, ejercicio, algunos fármacos adicionales y acciones cuerpo-mente, tal y como he dejado consignado en esta Guía Anticáncer de 12 pasos

Conclusiones

¿Estoy haciendo afirmaciones rotundas con este artículo? Por supuesto que no (¿Tengo pinta de oncólogo?).

Sólo aporto datos que te pertrechen en tu toma de decisiones, para que a la hora de sopesar el balance riesgo-beneficio de cualquier decisión no estés indefenso, sometido tan sólo a las opiniones pseudocientíficas de un oncólogo del grupo C.

No encuentro motivos para quedarnos detenidos en el limbo en el que la oncología quiere instalarnos. No hay forma de que puedan convencerme de que es mejor tomar sólo veneno que sabes que no te va a curar, y esperar a que la vida pase (literalmente).

Vivimos tiempos cínicos. Algo que podría ser aún soportable si no fuera porque también son mediocres. Cinismo y mediocridad, de la manita, asegurándose la producción en serie de ciudadanos estúpidos y dóciles, adormecidos por un marketing mal entendido, y que nos conducen a un abismo de la especie. Y si crees que exagero investiga las estadísticas, lee algo de historia y después reflexiona.

Si el sentido común ha muerto, habrá que construir uno nuevo. Mientras personas como tú (que has leído un artículo de internet como éste, de casi 10.000 palabras, sin dormirte), puedan ser transformadas y enardecidas por el grito de los datos, habrá esperanza. Tal vez consigamos, en ese caso, escapar al destino que quieren endilgarnos a todos nosotros unos señores llenos de cuentas de resultados, balances de explotación y manipulación mediática, pero vacíos de ciencia.

Si los, aproximadamente, 60 artículos científicos que he insertado en este post no sirven para alterar al menos un destino individual, tal vez haya llegado el momento de escribir articulitos chulos e inofensivos, como tantos miles que pululan por ahí, con 350 palabras destinadas a diluirse en el trayecto entre ojo y neurona.

Pero tal vez sí sirva para que alguien, aunque sea un solo ser humano, desafíe su destino y me ayude a despertar al resto.

Espero que seas tú.

79 Comments

  1. ADELINA 20 de marzo de 2016
    • Alfonso Fernández 20 de marzo de 2016
      • isabel 20 de marzo de 2016
      • Alfonso Fernández 21 de marzo de 2016
      • Rocio 12 de junio de 2020
      • Alfonso Fernández 12 de junio de 2020
    • Alicia 20 de marzo de 2016
  2. paloma jimenez 20 de marzo de 2016
    • Alfonso Fernández 20 de marzo de 2016
  3. Lorena 20 de marzo de 2016
    • Alfonso Fernández 21 de marzo de 2016
  4. Alicia Ferpozzi 20 de marzo de 2016
    • Alfonso Fernández 21 de marzo de 2016
  5. Patricia 20 de marzo de 2016
    • Alfonso Fernández 21 de marzo de 2016
      • Patricia 28 de marzo de 2016
      • Alfonso Fernández 28 de marzo de 2016
  6. Carmen 20 de marzo de 2016
    • Alfonso Fernández 21 de marzo de 2016
  7. Moris 20 de marzo de 2016
    • Alfonso Fernández 21 de marzo de 2016
  8. Moris 20 de marzo de 2016
    • Alfonso Fernández 21 de marzo de 2016
  9. isabel 20 de marzo de 2016
  10. José Luis 20 de marzo de 2016
    • Alfonso Fernández 21 de marzo de 2016
  11. jose luis 21 de marzo de 2016
    • Alfonso Fernández 21 de marzo de 2016
  12. Josep 23 de marzo de 2016
    • Alfonso Fernández 24 de marzo de 2016
  13. Alejandra 25 de marzo de 2016
    • Alfonso Fernández 25 de marzo de 2016
  14. jose luis 30 de marzo de 2016
    • Alfonso Fernández 31 de marzo de 2016
  15. paco crespo 3 de abril de 2016
    • Alfonso Fernández 5 de abril de 2016
  16. Pedro Hernandez 10 de abril de 2016
    • Alfonso Fernández 10 de abril de 2016
  17. ManueL 18 de abril de 2016
    • Alfonso Fernández 18 de abril de 2016
  18. nicoleta 11 de julio de 2016
    • Alfonso Fernández 12 de julio de 2016
  19. Marcos 17 de julio de 2016
    • Alfonso Fernández 17 de julio de 2016
  20. eva 23 de septiembre de 2016
    • Alfonso Fernández 24 de septiembre de 2016
  21. Javier M. 28 de octubre de 2016
    • Alfonso Fernández 28 de octubre de 2016
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