Dicloroacetato contra el cancer

Dicloroacetato como cura del cancer (I). Los datos objetivos

Hablar del Dicloroacetato de Sodio (DCA) como una posible cura del cancer en el primer post de este blog es toda una declaración de intenciones, porque el Dicloroacetato representa el ejemplo del posicionamiento enconado de dos grupos extremos: los defensores a ultranza de la medicina oficial, y los defensores acérrimos de las terapias alternativas.

Al leer las argumentaciones de unos y otros (quienes tachan al Dicloroacetato de fraude a la altura de cualquier ungüento y quienes lo describen como la cura del cáncer), uno comprende que ninguno tiene razón y todos emplean explicaciones basadas en prejuicios y suposiciones.

Vamos a sintetizar rápidamente, con dos simples preguntas y respuestas, en qué punto se encuentra la investigación actual.

  • ¿Está probado, en estos momentos (finales del 2012), que el Dicloroacetato sea una cura del cáncer?Respuesta: NO
  • ¿Ha demostrado el Dicloroacetato evidencias de eficacia anticáncer y merecería ser puesto a prueba en pruebas clínicas extensas?Respuesta: .

Con estas dos simples declaraciones ambos grupos deberían ponerse de acuerdo y comprender la gama de grises que media entre ambas posturas, pero ello requiere abandonar prejuicios tan antiguos como el mundo y eso es un proceso complicado.

Yo no sé si el dicloroacetato puede curar el cáncer, pero sí sé que merecería ser puesto a prueba. Si tuviera que apostar, apostaría por su eficacia y lo haría porque los otros representan al poder; al poder económico, para más señas, el mismo que dirige el mundo atendiendo al dios dinero a costa de cualquier otra consideración al bien común.

Muchos de quienes niegan el potencial del Dicloroacetato lo hacen de buena fe, creyendo que apoyan a ‘la ciencia’, pero son los mismos que suponen que para ser o parecer un científico basta con estar suscritos al “Muy Interesante”, y que sólo con eso serán capaces de entender el panorama, a veces desolador, de la investigación clínica y el sórdido mundo de las corporaciones farmacéuticas.

Con su apoyo, perpetúan un modelo destructivo de manipulación (des)informativa sembrado por los medios de comunicación afines a las corporaciones y contribuyen a que la verdad permanezca sepultada por los prejuicios y las suposiciones apresuradas, construidas a base de titulares tendenciosos.

Titulares que afirman que la cura del cáncer está cerca (vienen diciendo eso desde hace varias décadas y la cura del cáncer nunca llega), siempre que permanezcamos en el redil, y que toda afirmación que provenga de un organismo o persona ajena a la industria farmacéutica pretende engañar y manipular.

En próximos posts hablaré del elegante mecanismo bioquímico de acción del Dicloroacetato de Sodio y lo que ello implica de revolucionario y amenazante para los intereses farmacéuticos, que están muy alejados de nada que tenga que ver con la cura del cancer.

La realidad objetiva del Dicloroacetato como posible cura del cáncer

El Dicloroacetato es un medicamento usado desde hace 30 años

El Dicloroacetato de Sodio (DCA) es un medicamento convencional, que se usa desde hace muchos años para tratar desórdenes metabólicos. Vaya eso por delante. Repito: YA es un medicamento. No es una poción mágica hecha por brujos y estafadores, fabricada usando rabos de lagartija, sino un medicamento, empleado contra otro tipo de dolencias diferentes al cáncer.

Durante todo el tiempo que se ha venido usando para esas dolencias ha demostrado ser un medicamento muy seguro, con escasos efectos secundarios.

Quedémonos también con la idea de que sirve para tratar desórdenes metabólicos, porque a lo largo de este blog, esas dos palabras serán empleadas con frecuencia aplicadas a una posible definición del cáncer. La cura del cancer radica, tal vez, en esos términos y en algunos otros más, que también mencionaré.

Las pruebas iniciales de la Universidad de Alberta

El doctor Evangelos Michelakis, de la Universidad de Alberta, en Canadá, publicó en el año 2007 un estudio que demostraba, en modelos no humanos, la eficacia del Dicloroacetato de sodio para destruir las células tumorales mientras respetaba las sanas, confirmando las observaciones realizadas por médicos de todo el mundo en pacientes a quienes se había administrado Dicloroacetato durante largos períodos de tiempo y que parecían sufrir una menor tasa de cáncer.

En esas pruebas no había aún nada excesivamente revolucionario. Dicha efectividad es habitual en otro tipo de compuestos. No implica necesariamente que el Dicloroacetato sea la cura del cáncer, porque las pruebas in vitro y las pruebas en modelos no humanos (ratones), no tienen nada que ver con las complejidades bioquímicas y fisiológicas de los modelos reales, es decir, de las pruebas extensas en humanos.

Pero lo curioso es que otras moléculas sintéticas que habían demostrado una efectividad mucho menor en los mismos modelos, con efectos secundarios potencialmente tóxicos, sí habían recibido financiación de las farmacéuticas para llevarse a cabo pruebas clínicas extensas y costosas.

¿Por qué?

Pues porque se realizaban con moléculas patentadas por una determinada empresa, que invertían en dichas pruebas con la esperanza de obtener un beneficio mayor si resultaba ser efectiva (en otro post hablaremos de qué entiende la medicina oficial por efectividad, y porqué no es sino una manera de manipular las estadísticas pero no de curar).

El Dicloroacetato no recibió ningún apoyo de ninguna corporación, porque no podrían obtener un beneficio de su aplicación, al ser un medicamento basado en una molécula no patentable y muy barato.

Hasta ahí todo normal. No se le puede pedir a una empresa privada que invierta en lo que puede suponerle una mala inversión, y además en un medicamento que ‘sólo’ ha demostrado efectividad en modelos no humanos.

Lo interesante sucedió después.

La evidencia de efectividad en casos de cáncer avanzado

Ante la imposibilidad de obtener financiación de la industria, el doctor Michelakis acudió a inversiones privadas y donaciones y recibió también el apoyo del Instituto Canadiense de Salud.

Con dicho apoyo consiguió tratar con Dicloroacetato de sodio solamente a cinco enfermos de un tipo de cáncer cerebral llamado Glioblastoma.

Para comprender con objetividad a lo que se enfrentaba es importante saber que el Glioblastoma es, junto con el cáncer de Páncreas, el cáncer con peor pronóstico. Es incurable, ni siquiera aplicando todo el arsenal terapéutico disponible hoy en día: operación, radioterapia, quimioterapia o antiangiogénicos.

A pesar de los avances realizados con otro tipo de terapias, algunas ya disponibles, y que comentaré en otros posts: viroterapia, inmunoterapia o aplicación de campos eléctricos de baja intensidad, el Glioblastoma sigue siendo lo que algunos oncólogos denominan, con negrísimo humor, ‘El Terminator’.

No sólo eso, sino que los cinco pacientes habían sido ya tratados por la medicina convencional y estaban desahuciados. La esperanza media de vida de un paciente de este tipo de cáncer no llega al año y medio, si se aplica el tratamiento convencional, y un par de meses menos si no se aplica.

Repitamos este dato, explicado de otra manera: si se trata, su media de esperanza de vida aumenta en sólo dos meses. Añadamos que los tratamientos harán esos dos meses aún más penosos, debido a los enormes efectos secundarios que conllevan.

De esos cinco pacientes, gravemente enfermos, uno de ellos falleció 3 meses después de comenzar el tratamiento con Dicloroacetato (el DCA necesita algún tiempo para hacer efecto), pero los otros 4 se mantenían estables después de 15 meses de tratamiento.

Pueden parecer datos poco concluyentes y con un espacio muestral muy reducido, pero hagan encuestas a cualquier oncólogo que haya tratado a un paciente de glioblastoma y pregúntenle a cuántos de ellos ha logrado estabilizar y mantener con vida después de 15 meses, tras aplicar todos los tratamientos convencionales. Su respuesta será, en la mayoría de los casos, que a ninguno.

Los resultados se publicaron en 2010, y eso sí que constituyó una seria advertencia para las farmacéuticas de que algo importante podía estar a punto de demostrarse. A saber, que decenas de fármacos quimioterápicos, en cuya investigación se habían invertido millones de dólares, pero que les habían reportado enormes márgenes de beneficio, corrían el peligro de ser declarados obscenamente ineficaces, y podría desmontarse para siempre el paradigma en que se ha basado la investigación clínica, década tras década de supuesta búsqueda de una cura del cáncer.

Y todo debido a un solo compuesto de pequeños efectos secundarios y cientos o miles de veces más barato.

Como dato adicional: el negocio de la industria farmacéutica es el más rentable de entre todos los legales, con retornos de inversión sólo soñados por otro tipo de negocios. En global, la cantidad de dinero que mueve la industria farmacéutica sólo está por detrás del tráfico de drogas y de armas.

La maquinaria de desinformación se pone en marcha

Las noticias no tardaron en aparecer en los medios de masas. Nada referente a las pruebas con pacientes de cáncer, por supuesto, sino notas de prensa que alertaban de los peligros de usar compuestos no aprobados por la FDA, previas pruebas clínicas extensas. Se llegaba a hablar de “Alerta ante el uso de un compuesto no probado”. Con esta típica llamada al miedo se aseguraban de sembrar la duda entre sus posibles clientes (pues eso son los enfermos para ellos), pero no añadían que dichas pruebas extensas sólo pueden ser aplicadas por la industria, según decisiones económicas, no sanitarias. Pruebas que habían desechado no porque no existieran indicios de gran efectividad anticancer (los había), sino porque no existía posibilidad de obtener un beneficio económico.

Pero los mejores aliados de las farmacéuticas fueron los blogs ‘científicos’. Decenas de blogs escritos en su mayor parte por bienintencionados profesionales o estudiantes de medicina, física, química o, mejor aún, informática, cuando no simples aficionados suscritos a alguna revista de divulgación ‘mainstream’, que hicieron este simple razonamiento, basado en creencias, no en datos:

– Los médicos aplican lo que se ha probado que funciona hasta cierto punto – sólo se prueba lo que tiene visos de suponer una cura – si no se prueba es que la ciencia no ha visto visos de curación – quienes promueven el uso de algo no probado son oscurantistas y anticientíficos – decir algo tan monstruoso como que la industria no busca una cura del cancer, sino prolongar la enfermedad no puede ser posible, no es posible tanta maldad, todo es fruto de una mente que ve conspiraciones por todas partes.

Con este razonamiento débil y desinformado impiden que muchas personas puedan acceder a un tratamiento sencillo y que, de no ser eficaz, simplemente provocará efectos secundarios mucho menores que los devastadores producidos por la quimioterapia, que sí ha demostrado NO ser eficaz, y no me importan los datos manipulados que los medios difunden machaconamente, al dictado de sus amos.

El Mitaplatin, o el colmo del cinismo de la industria farmacéutica ante la cura del cancer.

Por último, un ejemplo de cinismo extremo que demuestra hasta qué punto las farmacéuticas juegan todas las bazas posibles y aplican criterios contradictorios con tal de obtener algún beneficio, pero no la cura del cancer.

El Mitaplatin fue anunciado en su día como un compuesto que aumentaba la efectividad de su predecesor, el Cisplatin, contra algunos tipos de cáncer como los de hígado u ovario.

¿En qué consiste el Mitaplatin? Pues en Cisplatin más Dicloroacetato de Sodio. El estudio en que se basa es «Mitaplatin, a potent fusion of cisplatin and the orphan drug dichloroacetate

En su publicidad, la empresa habla de que el Dicloroacetato ha demostrado aumentar la potencia anticancer del Cisplatin y explica, para ilustrar dicha efectividad, el mecanismo de acción del DCA (uno que, en realidad, va en contra del paradigma que las farmacéuticas han venido defendiendo desde hace años y siempre han negado que pueda ser útil).

¿En qué quedamos? ¿Es o no es válido el Dicloroacetato? ¿En base a qué pruebas científicas puede añadir la industria farmacéutica el Dicloroacetato a un quimioterápico, cambiarle el nombre y el logotipo y venderlo a mayor precio que el quimioterápico anterior?, ¿Cómo pueden, a la vez, condenar y denostar a quienes lo emplean por su cuenta y riesgo, aduciendo el argumento de que su uso no está probado científicamente?

Frente a estas incongruencias y contradicciones, cualquier espíritu crítico, que se considere a si mismo científico, se detendrá un momento y, al menos, reflexionará.

31 Comments

  1. maria 15 de diciembre de 2012
    • Alfonso Fernández 15 de diciembre de 2012
  2. jgonzalezg 22 de febrero de 2013
    • Alfonso Fernández 22 de febrero de 2013
  3. jgonzalezg 22 de febrero de 2013
  4. Eloy 13 de agosto de 2013
    • Alfonso Fernández 29 de agosto de 2013
  5. Patricia Martin 16 de octubre de 2013
    • Alfonso Fernández 16 de octubre de 2013
  6. Luis 16 de octubre de 2013
    • Alfonso Fernández 16 de octubre de 2013
      • Adolfo 28 de junio de 2015
      • Alfonso Fernández 29 de junio de 2015
  7. claudio 25 de octubre de 2013
  8. Raúl 16 de diciembre de 2013
    • Alfonso Fernández 16 de diciembre de 2013
      • Raúl 18 de diciembre de 2013
      • Alfonso Fernández 18 de diciembre de 2013
  9. Anita 22 de febrero de 2016
    • Alfonso Fernández 22 de febrero de 2016
  10. Miguel 25 de abril de 2016
    • Alfonso Fernández 26 de abril de 2016
    • Ivan 4 de octubre de 2017
    • ivan 4 de octubre de 2017
  11. jhoana gabriela salazar civinta 29 de octubre de 2018
  12. Carlosvb 22 de noviembre de 2018
    • Alfonso Fernández 1 de septiembre de 2019
  13. Maira 25 de marzo de 2019
  14. Victoria 9 de julio de 2020
    • Alfonso Fernández 16 de agosto de 2020
  15. Hernan 18 de agosto de 2020

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