Quienes me seguís sabéis que siempre digo que no existen balas mágicas, es decir, sustancias que por si mismas puedan curar el cáncer, y que probablemente jamás las habrá.
El metabolismo del cuerpo en su totalidad y del tumor en particular es demasiado complicado como para que una sola acción pueda conseguir ordenar ella sola todos los desequilibrios.
Pero, una vez dicho esto, debemos aproximarnos todo lo que podamos a aquellas acciones que sigan el principio de Pareto, esto es, que logren los mejores resultados con el mínimo gasto de recursos.
Llevo ya el suficiente número de años investigando el cáncer como para haber identificado unos “puntos de presión” que sobresalen por encima del resto, al ser zonas de quiebra que, convenientemente pulsadas, inducirían en el tumor un fallo catastrófico.
Y si tuviera que destacar uno sólo de entre todos esos puntos de presión elegiría la repolarización de los macrófagos infiltrados en el microambiente tumoral. Lograr que dichos macrófagos pasasen de un fenotipo M2 (que ayuda al tumor) a uno de fenotipo M1 (que lo ataca).
A continuación un vídeo con la explicación y después incluyo una transcripción.
Transcripción del vídeo
Los macrófagos son células del sistema inmunitario que maduran a partir de los monocitos y que luego pueden llegar a diferenciarse aún más en células dendríticas.
Son una de las piezas del sistema inmune más abundantes, versátiles y fascinantes, capaces de segregar más de 100 productos biológicamente activos y cumplen funciones inflamatorias (de regeneración de tejidos), defensivas y homeostáticas (al ‘limpiar’ el entorno de células en apoptosis y muertas mediante una labor de reciclaje). También tienen labor de presentación de antígenos a los linfocitos y se comunican bidireccionalmente con ellos.
Como ya he dicho otras muchas veces puede resumirse el papel del sistema inmunitario en sólo dos funciones:
- Una: destruir patógenos y células infectadas o neoplásicas
- Dos: ayudar a reparar tejidos
Ambas acciones pueden suceder a la vez (por ejemplo, dentro de una herida) pero suele haber una “tendencia” (destructora o reparadora, atacante o defensora) según la situación del tejido.
Hay especies que están más especializadas que otras en ejercer una acción u otra, pero muchas pueden ejercer ambas, cambiando su fenotipo en función de lo que determinen ciertos linfocitos T llamados helper (Th): estos captan las “señales” metabólicas del entorno y según la influencia de ciertos metabolitos orquestan una respuesta u otra.
Los Th1 promueven una respuesta claramente citotóxica, de ataque a especies patógenas, infectadas o neoplásicas, mientras que los Th2 promueven fenotipos con respuesta reparadora, que ayuda a construir nuevo tejido, reparar daños y fabricar nuevas ramificaciones sanguíneas.
Los macrófagos de fenotipo M1, lo que se llama de activación canónica, son vigilantes citotóxicos, mientras que los activados de fenotipo M2 ayudan a remodelar el tejido.
Dentro del microambiente tumoral, que analicé en un artículo muy denso, hay especies inmunitarias que podrían acabar con la amenaza, pero que colaboran con el tumor a crecer (artículo).
Las razones por las esto sucede son diversas: acidez del microambiente debido a los vertidos procedentes del metabolismo típicamente fermentativo de las células tumorales, hipoxia, etc.
Las consecuencias de esto son trágicas: probablemente el sistema inmune infiltrado en el tumor “crea” que está dentro de una herida o de un embrión, porque el entorno metabólico y bioquímico es similar tanto en neoplasias como en embriones. El sistema inmunitario no puede hacer otra cosa, porque está programado para responder ante determinados metabolitos.
Los macrófagos asociados al tumor (TAM), están activados en su fenotipo M2, con mayor fuerza cuanta mayor es la agresividad del tumor y, por tanto, colaboran con ese embrión aberrante en su crecimiento, destruyendo tejidos adyacentes, construyendo nueva masa tumoral y ramificando los vasos sanguíneos en el proceso de angiogénesis.
Conseguir que dentro del microambiente los macrófagos polarizasen a un fenotipo M1 sería un desastre para el tumor. A efectos prácticos sería parecido a producir una reacción autoinmune intratumoral, lo que desembocaría en una especie de “aborto” del embrión aberrante.
No es extraño saber que muchas mujeres con un historial frecuente de abortos se han debido probablemente a este tipo de reacciones autoinmunes y las mujeres que los sufren suelen padecer también otro tipo de dolencias autoinmunes (estudio). Es decir, en ellas, el sistema inmunitario se “equivoca” también, pero esta vez en dirección opuesta a lo que sucede en cáncer (donde el sistema inmunitario protege lo que debería atacar) y malogra lo que debería proteger.
Claro está, conseguir esa repolarización de macrófagos implicaría toda una serie de acciones previas. En esa repolarización influye por ejemplo el nivel de lactato o de hierro presente en el microambiente, así que para modificar el fenotipo de los macrófagos habría al final que llevar a cabo toda una serie de acciones metabólicas previas, pero si se encontrara algo que de manera específica repolarizase a M1 la actividad de los macrófagos dentro del tumor podría ser lo más parecido a una bala mágica.
Eso siempre sería difícil sin cambiar los metabolitos presentes en el santuario del tumor, pero podría lograrse con lo que siempre resalto, una y otra vez: sinergia. Acciones complementarias que desactivasen la fuerte señal que reciben los macrófagos y que les dicen que deben comportarse como si estuvieran dentro de un embrión.
Es un claro ejemplo de por qué las “balas mágicas” no existen y probablemente no existirán, por mucho que los medios y las farmas se empeñen en buscar píldoras mesiánicas salvadoras, que sólo aportarán estratosféricos beneficios económicos pero escasos beneficios terapéuticos.
Eso sí: tener ese objetivo en mente nos permitirá estar vigilantes para detectar las moléculas que faciliten esa repolarización, bien de manera directa o bien indirecta al cambiar el paisaje metabólico del microambiente tumoral.
Y eso es exactamente lo que hacemos en ese binomio entre Cáncer Integral y Oncología Metabólica. Cáncer Integral investiga conceptualmente el cáncer para hallar puntos débiles de su metabolismo y Oncología Metabólica propone soluciones de tipo práctico que debaten los miembros de su comunidad.
Ya hay algunas sustancias que parecen repolarizar especialmente bien a los macrófagos infiltrados en el tumor, y estamos investigando maneras de que se enfoquen específicamente en el tumor para facilitar esa buscada reacción autoinmune intratumoral, además de hallar otras medidas que hagan especial sinergia con ellas.
Por eso el blog y la Enciclopedia del cáncer proponen un salto conceptual que supondrá un antes y un después en el campo de la oncología y por eso Oncología Metabólica será la que baje a la tierra medidas concretas que cada vez añadirán más cantidad y calidad de vida a los pacientes de cáncer.
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Espero que este artículo y vídeo te hayan servido de ayuda.
Un abrazo.
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