peroxisomas

¿Utiliza ácidos grasos el cáncer? Propuesta práctica al respecto

Aunque el tema de los ácidos grasos y el cáncer es muy complejo y lo traté con mucha mayor profundidad en los libros, en este artículo quiero hablar de un punto metabólico de gran importancia, que nos da una visión reveladora del metabolismo de las grasas por parte del cáncer.

Además, con este post quiero alejarme puntualmente de los artículos densísimos a los que acostumbro en Cáncer Integral y hacer una propuesta práctica, para que se entiendan tres cosas:

Primero: que ese análisis tan denso hecho en Cáncer Integral ha sido imprescindible para encontrar relaciones entre caminos metabólicos aparentemente diferentes y deducir combinaciones de tratamientos que hagan sinergia entre sí.

Segundo: que AHORA, tras 4 libros escritos con todo ese análisis, ya podré proponer medidas prácticas en Oncología Metabólica (OM) que discutamos entre todos los participantes de la red. Este artículo será un ejemplo (aún algo más complejo y denso) de lo que haremos en OM.

Tercero: que algunas de las propuestas terapéuticas incluirán fármacos usados para otras dolencias (drogas reposicionadas, un concepto que se investiga desde hace muchos años).

Aunque es ideal que las medidas propuestas puedan ponerse en práctica por todos los enfermos, y la base es así (alimentación, ejercicio, ayuno, sol, suplementos, etc) a veces será aconsejable usar de forma puntual fármacos, que necesitan receta, algunos usados ya para otras dolencias.

Porque no es inteligente no emplear todas las herramientas, y la medicina convencional tiene algunas de valor. Quedarnos detenidos en la dicotomía “lo natural es mejor” es tirar la llave y quedarnos dentro de una jaula mental hecha de pura ideología, que no se atiene a la realidad.

Por eso OM ayudará también a encontrar médicos que puedan prescribirlos.

***

Recuerda que este artículo es un breve extracto de los libros que forman parte de la Enciclopedia del cáncer y que constituyen un antes y un después en el abordaje conceptual y clínico de esta enfermedad.

Peroxisomas y enzima carnitina palmitoiltransferasa-1 (CPT-1)

En el tomo III de la Enciclopedia del cáncer estudio, entre otras muchas cosas, a los peroxisomas, unas organelas con ciertas similitudes funcionales con las mitocondrias.

Los peroxisomas se encargan de reducir a partes más pequeñas los ácidos grasos de cadena muy larga, y las mitocondrias (supuestamente) se encargarían de oxidar la acilcarnitina procedente del pool de ácidos grasos acumulado en el citosol.

La enzima mitocondrial carnitina palmitoiltransferasa-1 (CPT1), que se presenta sobre todo en el hígado, es una enzima clave en el mecanismo de oxidación de los ácidos grasos, al regular el ‘interruptor’ que facilita o bien el anabolismo y almacenamiento de grasas en los adipocitos, o bien el catabolismo de los ácidos grasos (estudio).

Debido a su importancia específica (al ser limitante de forma directa en el proceso de betaoxidación) es un punto de presión clave para modular el uso de ácidos grasos como combustible metabólico.

Su papel vital en la utilización de ácidos grasos como combustibles nos revela cosas muy interesantes acerca del metabolismo: las personas con deficiencia de la CPT1 presentan dificultad para aprovechar energéticamente los ácidos grasos de cadena larga mediante oxidación mitocondrial (estudio), y eso conlleva mayor dependencia de la glucosa como sustrato energético, menor producción de cuerpos cetónicos y mayor riesgo de diabetes tipo II que, a su vez, como ya hemos visto tantas veces en este blog, conlleva un mayor riesgo de cáncer.

Un paciente con deficiencia de CPT1 puede no tener problemas hasta que pasa unas horas sin comer, momento en el cual se agotan las reservas de glucógeno en hígado y músculos y el cuerpo necesita echar mano de la oxidación de las grasas.

En ese caso se manifiestan una serie de síntomas cuya gravedad va en aumento y que pueden conducir a la muerte. Hasta ese punto es vital para la supervivencia humana un adecuado metabolismo oxidativo de las grasas de cadena larga (artículo).

Vivimos una época donde una persona con tal deficiencia podría pasarse la vida sin enterarse de ello, tal es el bombardeo de comida y azúcares simples que sufre. Quizá muchos de los testimonios de personas que no han podido soportar un ayuno debido a la aparición de serios síntomas, sucedan porque padecen este raro tipo de deficiencia.

Un paciente de cáncer con una deficiencia sistémica de la CPT1 (o CPT2) no debería seguir una dieta cetogénica alta en grasas de cadena larga. Es de los pocos casos donde este tipo de dietas estaría desaconsejada.

Afortunadamente sí podría metabolizar los enormemente saludables ácidos grasos de cadena media, con lo cual una dieta keto adaptada a este tipo de pacientes sí sería posible.

También afortunadamente, se trata de un raro desorden genético recesivo que suele ser detectado previamente debido a los síntomas que presentan quienes lo padecen: deficiencia de cetonas sanguíneas, acompañadas de hipoglucemia. Un proceso llamado hipoglucemia hipoketótica y que es “opuesto” al de la diabetes, donde pueden darse a la vez altos niveles de glucosa y de cuerpos cetónicos.

***

La CPT1 se presenta en 3 isoformas: A, B y C, y la isoforma A es la que está asociada con la deficiencia y la defectuosa oxidación de ácidos grasos en la mitocondria (estudio).

No es extraño comprobar que se encuentra frecuentemente sobreexpresada en las células tumorales (tan propensas a un uso excesivo de la vía glucolítica) y que los inhibidores de esa isoforma han demostrado efectos antitumorales, a veces muy poderosos (estudio, estudio).

En virtud de todo lo visto hasta ahora (en blog y libros) podemos establecer una hipótesis de trabajo que explique el metabolismo tumoral.

Aún no podemos estar seguros de si explica adecuadamente el metabolismo tumoral, claro, pero, en vista de todas las enzimas que participan y de lo que sabemos del comportamiento proliferativo en embriones o en células activadas ante infecciones del sistema inmune podríamos proponer que, en la célula tumoral:

  • El metabolismo mitocondrial oxidativo de la glucosa está restringido a favor de la fermentación en el citosol, y la mitocondria se reserva sobre todo como fuente de material anabólico.
  • Ese material consumido en exceso en la fermentación (glucosa y glutamina) sirve muy bien como “ladrillos” anabólicos, para construir nueva masa tumoral, pero la fermentación no puede suplir las necesidades energéticas, al proporcionar escaso ATP, y por eso se exacerba también la oxidación de ácidos grasos, sobre todo en hipoxia, mucho más eficiente que el de la glucosa, con la participación quizá de alguna mitocondria tumoral no dañada y (quizá a veces en sustitución de las mitocondrias dañadas y siempre como apoyo) de los peroxisomas, con lo cual el tumor tiene lo mejor de ambos mundos: material anabólico y energía de sobra.
  • Si en las zonas hipóxicas (las más peligrosas) hay además un mal acceso de nutrientes debido a la mala vascularización tumoral, el tumor echará mano del canibalismo, de la macropinocitosis y de la autofagia de las células estromales (como analicé en este artículo dedicado a la autofagia y en éste, dedicado al efecto Warburg reverso), adquiriendo así material para sus necesidades anabólicas.
  • Quizá, debido a que anabolismo y catabolismo son procesos que requieren activación secuencial, se produzca una basculación pulsátil entre uno y otro, con momentos de mayor consumo de energía y otros de mayor crecimiento anabólico, que quizá siga un patrón “tumoralmente circadiano”, es decir, con sus propios ritmos internos, diferentes de los de tejidos sanos.

Y ahí tendríamos por tanto una bestia especializada en sobrevivir, que explicaría (de nuevo) por qué debemos bloquear a la vez varias vías metabólicas para impedir que el tumor tenga lo que quiere.

La glucosa (y la glutamina, entre otros) serán tal vez por tanto los principales “culpables” del anabolismo, que aportan “ladrillos” para proliferar, pero los ácidos grasos sí pueden ser los responsables de su mantenimiento energético.

Quizá también por eso una cosa es evitar el crecimiento tumoral (impidiendo que consigan material para crecer) y otra conseguir que retroceda (matándolo de hambre al impedir que consiga energía). La combinación de tratamientos que apunten a ambos procesos metabólicos será imprescindible para curar el cáncer.

***

Un tratamiento sistémico que induzca una deficiencia de la CPT1 sólo sería aconsejable de forma aguda, induciendo temporalmente en el tumor (artículo, artículo), que es una máquina hipermetabólica, un estrés mayor que el que sufrirían los tejidos sanos, y sólo si se combinara con una restricción de glucosa global y de glutamina en el tumor, más otros tratamientos.

Pero podría ser un tratamiento especialmente eficaz si pudiéramos inhibir sólo localmente, en las células tumorales del microambiente, la producción de la CPT1.

Desarrollaremos de forma práctica esa hipótesis de trabajo en Oncología Metabólica (y otras muchas), analizando inhibidores específicos de la CPT1 que pudieran además ser transportados específicamente al interior del tumor.

***

Pero dejo consignado aquí un ejemplo, que analizo en el Tomo I, dedicado al sistema inmunitario, debido a que influye poderosamente en las células mieloides supresoras (MDSC), que se encuentran sobreexpresadas en el microambiente neoplásico, debido a factores de crecimiento tumorales.

Las MDSC contribuyen a que el tumor evada la vigilancia inmune mediante la síntesis de arginasa y parece que favorecen la invasión y las metástasis. La inhibición específica en el microambiente de la CPT1 debilitaría la protección que el sistema inmune ejerce dentro del microambiente tumoral.

Posibilidades que investigaremos en OM y que deben ser cuidadosamente valoradas, en este caso por un médico integrativo, debido a que todo fármaco tiene riesgos. No tiene sentido usarlas como prevención, pero sí quizá puntualmente en algunos casos, como parte de un tratamiento combinado.

Este es sólo un ejemplo del análisis que realizaremos en Oncología Metabólica, entre los profesionales y un servidor, para configurar una estrategia de acciones combinadas.

Trimetazidine

Es un fármaco antiisquémico que modula el metabolismo cardíaco sin alterar las funciones hemodinámicas y que suele prescribirse a pacientes con angina de pecho y fallo cardíaco (estudio, estudio).

Inhibe el uso de ácidos grasos, en este caso por parte de los MDSC, lo cual induce un poderoso efecto antitumoral al ejercer una modificación metabólica en una especie inmunitaria. Es, por tanto, una medida inmunometabólica (estudio). Puede ejercer además un efecto cardioprotector frente al daño inducido por quimioterapia (estudio).

En este estudio se logró un gran efecto anticáncer uniendo un inhibidor de la beta-oxidación con quimioterapia a dosis bajas: el inhibidor dejaba sin alimento a las MDSC, que a su vez desprotegía al tumor del ataque inmune, y la quimio a dosis bajas ejercía un efecto antiangiogénico sin debilitar excesivamente a dicho sistema inmune, como ya hemos mencionado (artículo).

Tiene efectos secundarios, como todo fármaco, y uno de ellos incluye posible inducción de temblores. Debe valorarse cuidadosamente su caso, por tanto, y siempre sólo como tratamiento puntual y adyuvante del resto de medidas de cambio de estilo de vida y otras.

De nuevo, otro ejemplo de estudio que usa medidas combinadas para, en una suerte de uno-dos pugilístico, hacer sinergias que dejen KO al tumor.

Me gustaría encontrar algún día estudios que apliquen una estrategia de uno-dos-tres-cuatro-cinco-…-N, porque seguramente nos encontraríamos con resultados que abrirían las puertas a un nuevo mundo de posibilidades terapéuticas.

Pero mientras eso no ocurra, las abriremos nosotros. Para eso están Cáncer Integral y Oncología Metabólica.

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5 Comments

  1. María 28 de febrero de 2024
    • Alfonso Fernández 2 de marzo de 2024
  2. Jose Luis Fernandez 1 de marzo de 2024
  3. debrah 6 de marzo de 2024

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