7 acciones para convertir tu microbiota en un ejército antitumoral (I)

Ya había escrito anteriormente un extenso artículo que abordaba el tema de la relación entre microbiota y cáncer, donde analizaba la diferente ecología de las especies bacterianas intestinales de tribus de cazadores-recolectores actuales, comparadas con las de habitantes de países industrializados.

En este primer artículo de una serie de 2, dejare constancia de forma sucinta de 2 de los 7 pasos que todo enfermo de cáncer debería dar para curar su más que probable disbiosis y permeabilidad intestinal (presentes de forma habitual en ellos) y hacer que su microbiota sane, se ponga a su servicio y en contra el tumor.

Este es un breve extracto del libro “Microbiota y cáncer”, que puede comprarse de forma individual, y que es el tomo II de un conjunto de 7 libros, la “Enciclopedia del cáncer”, que marcarán un antes y un después en el campo de la oncología.

Estudios específicos de relación entre microbiota y cáncer

Se han estudiado los efectos promotores de la disbiosis en diferentes tipos de cáncer, sobre todo colorrectal, gástrico, esofágico, de vesícula, de páncreas, de mama y de laringe.

La interacción entre los microorganismos y las células comensales tiene luces y sombras. Como hemos visto, la microbiota saludable ayuda al organismo de muchas formas, pero también puede ser fuente de enfermedad. Durante muchos años se ha argüido que el cáncer (o al menos algunos de ellos), podría tener un origen infeccioso, algo totalmente plausible a la luz de las pruebas existentes.

Algunas especies de la microbiota pueden actuar como conductores de las condiciones metabólicas que deriven en un cáncer, especialmente en un entorno tan diferente, anaerobio y abarrotado de bacterias como es el colon (estudio).

Como ya hemos visto anteriormente en el libro, algunas ‘Keystone Species’ podrían ser de importancia capital pese a su reducido número, y la permeabilidad intestinal juego también un importantísimo papel al desencadenar una reacción inflamatoria mediada por ciertas especies del sistema inmune (estudio).

Posibles actores implicados en disbiosis o eubiosis y mayor o menor riesgo de cáncer. Fuente

Los estudios más abundantes se enfocan, lógicamente, en el cáncer de colon. En éste (enlace en sci-hub al estudio completo) se compararon las microbiotas fecales de 19 pacientes de cáncer colorrectal con los de 20 individuos sanos. El resultado fue que los enfermos presentaban una significativa disbiosis: en general había más especies de la familia Bacteroidetes y menos de la Firmicutes, pero eso también sucedía con los Hadza totalmente sanos y en forma, demostrando que ese ratio sigue siendo engañoso.

Pero al descender por géneros y especies nos encontramos con información más accionable: los enfermos presentaban un especial enriquecimiento de 17 filotipos relacionados con la Bacteroidetes y una escasez de géneros de Firmicutes productores de butirato como Faecalibacterium y Roseburia (que en el apartado anterior calificábamos como casi universalmente saludables).

Otros 16 géneros de bacterias eran especialmente abundantes en los enfermos de cáncer de colon, incluyendo especies potenciales patógenas de Fusobacterium (identificado en varios estudios como un poderoso propulsor cancerígeno del colon) y Campylobacter.

Estos hallazgos pueden servir no sólo para determinar qué microbiotas fecales podrían indicar peligro pronóstico de enfermedad, sino para tratar con medidas probióticas y bacteriófagas específicas a los enfermos, aunque debemos ser precavidos hasta obtener muestras mucho más amplias de pacientes e individuos saludables.

Algunos estudios sugieren incluso que especies como la Akkermansia, que ha demostrado ser beneficiosa contra dolencias como la enfermedad de Crohn o el síndrome del intestino irritable, facilitan el desarrollo de los tumores de colon, pero recordemos de nuevo la hipótesis de las ‘Keystones species’, o especies de escaso número, pero gran impacto, que contrarrestarían la presencia de ratios saludables de familias de bacterias.

Las respuestas inflamatorias a bacterias como la Helicobacter Hepaticus aceleran la carcinogénesis en sitios distantes como la mama (estudio) o la próstata (estudio), mientras que bacterias como la Lactobacillus Reuteri han demostrado sus capacidades protectoras (estudio).

Incluso se ha sugerido que la dieta industrial podría tener consecuencias que afectarían a varias generaciones, y modularían el riesgo transgeneracional de cáncer; ese riesgo sería mucho menor al trasplantar bacterias beneficiosas (estudio).

Lo que se repite en todos los estudios son los resultados de esa disbiosis, sea del signo que sea: es común en los pacientes de cáncer colorrectal una sobreproducción de citoquinas como la IL-17, típica de las especies TH17 y una baja producción de ácidos grasos de cadena corta (SCFA), sobre todo de Butirato. Las bacterias productoras de IL-10 y que controlar la producción de TRegs controlan a su vez el entorno inflamatorio intestinal, que influye decisivamente en el desarrollo de tumores lejanos. Las bacterias intestinales inductoras de inflamación estimulan la síntesis de IL-17 (estudio).

Una de las citoquinas proinflamatorias que dichas especies sintetizan es la IL-6 (que interviene activamente en  la permeabilidad intestinal (estudio), y bloquearla consigue detener dicha permeabilidad en ratones con sepsis (estudio). Según otros estudios, dicho bloqueo también previene las metástasis óseas, con lo que podemos identificar cómo esas especies y sus citoquinas pueden contribuir a echar lecha al fuego tumoral (estudio).

De todos esos rastros colegimos que cualquier cáncer se verá potenciado si existe una permeabilidad intestinal previa y que tratarla aportará una acción sistémica de gran valor terapéutico.

Recuerda que he analizado las interleukinas conocidas en el tomo I, dedicado al sistema inmunitario.

Recordemos también que el ratio neutrófilos/linfocitos es un excelente predictor de inflamación cuando sobrepasaba un determinado valor de 3. Los neutrófilos son modulados igualmente por la relación de especies intestinales y su exceso se vincula con el avance de la carcinogénesis (estudio).

El aspecto más destacable que debemos recordar es que las bacterias no sólo afectan a los tumores en zonas con las que están en íntimo contacto (microentorno) (estudio; link a estudio completo en sci-hub), sino que la microbiota regula la respuesta ‘lejana’ del macroentorno tumoral, a través del sistema neuroendocrino e inmune y de factores inflamatorios (uno de los más importantes, como recalco con frecuencia, es el del ratio TH1/TH2,TH17; otro es el del ratio neutrófilos/linfocitos), facilitando o impidiendo el desarrollo tumoral (estudio).

Interacción de la microbiota con el sistema neuroendocrino y con el sistema inmune para regular carcinogénesis. Fuente

Algunos estudios ya indagan la posible relación entre la disbiosis intestinal y cánceres no intestinales. Aunque en este estudio se utilizaron larvas de mosca Drosophila, se demostró que, al menos en esos invertebrados, ciertas especies bacterianas intestinales (Bacillaceae), en individuos que desarrollaban tumores en el disco ocular, eran menos abundantes que las de los individuos que no lo desarrollaban.

Además, el estudio discute las implicaciones potenciales del sistema inmunológico en el concepto del eje intestino-cerebro para explicar el efecto a largo plazo de la microbiota intestinal en los tumores cerebrales. También destaca el potencial de los resultados en una perspectiva terapéutica para el cáncer de cerebro que podría generalizarse para otros tipos de cáncer (estudio).

Otro estudio va más allá y analiza la correlación entre el microbioma y las marcas del cáncer, que explico con mayor profundidad en el tomo III, dedicado al metabolismo tumoral (estudio).

Posibles bacterias intestinales que facilitan o inhiben determinadas marcas del cáncer. Fuente.

En algunos estudios preclínicos, los receptores de ácidos grasos de cadena corta demostraron su capacidad para inhibir los fenotipos invasivos de cáncer, no sólo colorrectal sino de mama (estudio).

***

Como resumen: el cuidado de la microbiota debería ser una de las principales prioridades de todo enfermo de cáncer, no importa la localización primaria del tumor, porque impactará de forma sistémica en inflamación e inmunidad, y puede ser tanto el principal aliado antitumoral como el mejor amigo del tumor.

Analicemos ahora acciones prácticas que mejoren la microbiota intestinal:

Acciones prácticas

No es posible aplicar una sola acción y pretender que un complejo ecosistema bacteriano se modifique de la noche a la mañana. Debemos abordar varias acciones sinérgicas, de forma conjunta: tomar probióticos sin eliminar las bacterias patógenas, sin “darles de comer” lo que hará que prosperen y sin curar la permeabilidad intestinal o la baja acidez estomacal será poco efectivo.

Las acciones prácticas para maximizar nuestra salud intestinal deberán abordarse según estos objetivos.

1. Cuidar la microbiota oral

Se ha establecido una posible relación entre una mala salud dental y ciertos tipos de cáncer, debido a la influencia de ciertas citoquinas producidas en tejidos orales inflamados. En ello puede influir la capacidad de las bacterias orales de transformar el alcohol en acetaldehído carcinogénico. Además, la cavidad oral constituye la primera línea de defensa, y la debilidad de las bacterias beneficiosas que habitan en su mucosa podría permitir el paso al resto del tracto digestivo de patógenos indeseados (estudio).

La microbiota oral alberga unos 700 tipos de bacterias (estudio) que se distribuyen en forma de biofilm sobre la superficie de la mucosa oral. Las enfermedades bucales más comunes (caries y enfermedad periodontal) pueden ser producidas por un desequilibrio entre organismos benéficos y patógenos (estudio), con la bacteria Streptococcus Mutans y el hongo Cándida Albicans como sospechosos más probables.

El impacto bidireccional de la microbiota oral en la salud del organismo (no sólo en la salud bucal) se está comenzando a definir con mayor claridad. Existe una correlación entre la mala salud dental y enfermedades cardiovasculares: algunas bacterias procedentes de la microbiota oral, que atraviesan la barrera de la mucosa y alcanzan el flujo sanguíneo podrían inducir una inflamación asociada con ateroesclerosis, y ya sabemos que la inflamación está fuertemente asociada con cualquier tipo de cáncer.

También correlacionan la enfermedad periodontal (la degradación de la estructura de las encías, tal vez producida por la bacteria P.Gingivalis) y la artritis reumatoide (la inflamación y degradación del hueso y el colágeno de las articulaciones), y se ha estudiado que dicha bacteria exacerba la condición reumática.

No está claro si dicha relación es de causa-efecto, es decir, si las bacterias patógenas que escapan de la vigilancia oral puedan ser las responsables de esas enfermedades o bien si ambos fenómenos provienen de causas comunes (hay que ser siempre muy precavido con las correlaciones), pero probablemente la importancia del cuidado bucal vaya más allá de la estética o del ámbito local oral: afectará al cuerpo en su totalidad.

Algunos estudios están intentando averiguar si podría haber una relación entre la composición de la microbiota oral y diversas enfermedades, porque eso implicaría que una prueba de saliva podría convertirse en un marcador útil y muy sencillo de obtener (estudio).

Con respecto al cáncer, las pruebas sugieren relaciones potenciales. En un estudio realizado en voluntarios sanos y pacientes de carcinoma oral, se comprobó que los enfermos tenían niveles significativamente elevados de 3 bacterias patógenas: C. gingivalisP. melaninogenicaS. mitis (estudio).

No solo eso, sino que parece que la microbiota es diferente en cada enfermo de carcinoma oral, comparando tejido sano y neoplásico. Se encuentran con preferencia 8 especies de bacterias en tejido tumoral y una con preferencia en tejido sano (estudio).

Y en otro estudio se comparó la diversidad microbiana en la saliva de sujetos sanos o con displasia de esófago, comparados con otros que habían sido operados de carcinoma de esófago. Estos últimos presentaban menor diversidad y una cantidad reducida de ciertas especies (estudio).

Los estudios hacen sospechar que los cambios alimentarios que se han venido produciendo a lo largo de milenios tienen que ver con el declive de nuestra salud oral. El primero, asociado al paso de la humanidad desde una sociedad cazadora-recolectora hacia otra agraria. El segundo, mucho más reciente y probablemente más trascendental, con el uso extensivo de alimentos ultraprocesados. Los registros de placas dentales calcificadas de nuestros antepasados revelan cambios sustanciales en la microbiota oral, asociados a enfermedad (estudio).

Las caries son desmineralizaciones producidas por bacterias que fermentan carbohidratos y constituyen accesos directos de los patógenos al torrente sanguíneo. Las soluciones terapéuticas empleadas durante décadas por la odontología oficial han podido empeorar el problema: muchas de las amalgamas están fabricadas con mercurio, metal muy dañino, que se distribuye por todo el organismo e influye perjudicialmente en la microbiota intestinal al favorecer a bacterias patógenas resistentes al mercurio mientras que perjudica a muchas especies beneficiosas (estudio).

Pero esa influencia es mutua, y un microbioma sano ayuda a desintoxicar y excretar metales pesados (estudio). Abordaremos más adelante, con mayor profundidad, el tema de la desintoxicación.

Tomar carbohidratos refinados o azúcar benefician a patógenos como la Cándida, y perjudican a las bacterias saludables que nos protegen.

Algunas acciones prácticas: cepillarse con dentífricos naturales sin flúor, usar masticables de Lactobacillus reuteri o masticar almáciga, entre otras que comento en el libro.

1. Tratar hipocloridia, Helicobacter y reflujo

El estómago contiene su propio ecosistema microbiano, incluso a pesar de la elevada acidez que destruye una gran variedad de patógenos.

La acidez estomacal sirve como barrera defensiva neutralizadora, y la deficiencia de ácido clorhídrico puede ser la puerta de entrada para bacterias indeseadas, además de impedir la correcta absorción de algunos nutrientes como la vitamina B12, que puede implicar una deficiente síntesis de hemoglobina y conducir a una anemia perniciosa.

En el apartado dedicado al oxígeno hablaremos de que evitar cualquier clase de anemia (que implicará una hipoxia tisular y una mayor probabilidad de angiogénesis y de metástasis) es un factor decisivo para un enfermo de cáncer. Por todo ello una adecuada acidez estomacal puede tener una importancia mayor de la que parece a simple vista.

El grado de acidez del estómago depende en parte de la dieta: los animales carnívoros (sobre todo los carroñeros y aquellos que se alimentan de animales cercanos filogenéticamente) tendrán estómagos más ácidos que los herbívoros o los carnívoros que se alimentan de animales lejanos filogenéticamente, no sólo para disolver más eficazmente las proteínas sino por su mayor probabilidad de ingerir microbios patógenos y su mayor necesidad de impedir su paso al intestino. Como omnívoros que somos, la acidez de los estómagos humanos están situados en un nivel intermedio (estudio).

Todos hemos oído hablar de la bacteria Helicobacter Pilori. Hasta 1983 se creía que el estómago era considerado un entorno estéril, en el que los organismos eran incapaces de prosperar debido a su elevada acidez, pero Barry Marshall, un investigador australiano y su equipo, derribaron el dogma ‘científico’ de la época, que achacaba las úlceras de estómago y las gastritis a un exceso de acidez, a las comidas picantes y al estrés.

Harto de recibir burlas por parte de buena parte de la comunidad científica (que se comportaba de forma similar a como actualmente lo hacen los autodenominados ‘círculos escépticos’), Barry se tragó un frasco de bacterias y sólo una semana después desarrolló los típicos síntomas de úlcera, que remitieron tras la aplicación de antibióticos.

Epílogo: Barry Marshall ganó el premio Nobel y sus detractores ganaron que sus diatribas permanecieran grabadas para siempre en la historia de la estupidez de los expertos oficiales, algo que se ha repetido y probablemente se repetirá sin cesar.

La historia de la Helicobacter nos sirve también para desconfiar de todo axioma científico y para recordar que la ciencia no tiene siempre razón y que hay hechos que la ciencia aún no conoce, lo que no significa que no existan. Incluso la propia teoría de que la Helicobacter es la causa única de la úlcera estomacal ha sido retada.

El estómago no es un lugar yermo, sino rebosante de vida. La acidez del estómago no es un enemigo, sino un aliado que impide el paso de bacterias dañinas, razón por la cual los antiácidos pueden ser serios agresores (y también los antibióticos, como más tarde veremos).

Un ph por encima de 4 (menos ácido) implica una reestructuración de la microbiota estomacal, con sobreproducción de especies dañinas (estudio), que pueden acceder al intestino e inducir, a su vez, una disbiosis intestinal.

En realidad, las dispepsias digestivas pueden ser achacadas, contraintuitivamente, a una baja producción de ácido clorhídrico y no a un exceso. Veremos cómo mejorar la producción de ácidos estomacales en el apartado práctico.

La Helicobacter Pilori es un conocido inductor de inflamación gástrica y su correlación con el cáncer de estómago es bien conocida (estudio), pero su presencia en la población está muy extendida, así que existen otros factores asociados a esa patología. No solo eso, sino que otros patógenos pueden estar implicados en gastritis, úlceras y cánceres gástricos (revisión sistemática, estudio).

En lo que respecta al cáncer de estómago, la microbiota de pacientes de cáncer gástrico varía sustancialmente respecto al de sujetos con simple gastritis: es mucho menos diversa en enfermos de cáncer (8 cepas representan más del 50% del total, frente a 57 en sujetos con gastritis) y sustancialmente diferente.

Los pacientes con metaplasias, un estadio intermedio entre la gastritis y el cáncer, presentan igualmente un microbioma que comparte especies con los sujetos representativos de ambas dolencias, indicando que se produce una evolución continua entre la microbiota del estómago sano y la del canceroso (estudio).

Conocer por tanto las características de la microbiota en el estómago del paciente sano e incidir en los factores que la afectan podría ser un eficaz medio de prevención y tratamiento. Mantener un bajo ph estomacal, usar antibióticos sólo cuando sea estrictamente necesario y mantener un buen estado inmune son medidas acertadas.

Algunas acciones prácticas: clorhidrato de betaína, cambios dietéticos, zinc, entre otras que comento en el libro.

***

En la segunda parte de este artículo completaré las otras acciones prácticas clave

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15 Comments

  1. Cristina Herrero Leon 11 de julio de 2023
    • Alfonso Fernández 12 de julio de 2023
    • Esther 12 de julio de 2023
  2. Suzett Planas 11 de julio de 2023
    • Alfonso Fernández 12 de julio de 2023
  3. Alba 12 de julio de 2023
    • Alfonso Fernández 17 de julio de 2023
  4. Alba 12 de julio de 2023
    • Alfonso Fernández 17 de julio de 2023
  5. Josep Marí 13 de julio de 2023
    • Alfonso Fernández 17 de julio de 2023
  6. onu 17 de julio de 2023
    • Alfonso Fernández 17 de julio de 2023
  7. Ramiro Reinoso 18 de julio de 2023
    • Alfonso Fernández 18 de julio de 2023

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