Microbiota y cáncer

Microbiota y Cáncer. Lo que debemos aprender de los cazadores-recolectores

Este es un breve extracto del libro “Microbiota y cáncer”, que puede comprarse de forma individual, y que es el tomo II de un conjunto de 7 libros, la “Enciclopedia del cáncer”, que marcarán un antes y un después en el campo de la oncología.

En el libro hablo extensamente de lo que la ciencia ha descubierto acerca de la microbiota, y de que su influencia determina, como no podía ser de otra forma, la respuesta a los tratamientos de los pacientes de cáncer, no sólo al verse afectada por la quimioterapia, sino porque colabora con el cuerpo sano o lo torpedea, dependiendo del grado de disbiosis y permeabilidad intestinal que padezca el enfermo.

En este artículo estudiaremos las microbiotas de diversos grupos humanos y las evidencias de cómo influyen en ellas su alimentación y sus estilos de vida.

La microbiota

Estamos llenos de microbios. La piel, las fosas nasales, la cavidad oral, la urovaginal o nuestros intestinos rebosan vida. En nuestro interior, gran parte de las células que nos habitan no son humanas.

Trillones de microbios, procedentes de más de 5000 especies distintas ejercen en nosotros un efecto que sólo ahora comenzamos apenas a vislumbrar.

La microbiota intestinal, sobre todo la del intestino grueso, es la más abundante y determinante. El ecosistema de especies impacta en numerosos aspectos: inflamación y sistema inmune, metabolismo, síntesis de vitaminas, en nuestro comportamiento mediante el eje intestino-cerebro, etc

Un aviso previo acerca de la metodología de los estudios

Antes de continuar debemos ser conscientes de hasta qué punto gran número de estudios que investigan las relaciones entre dietas y enfermedad están condicionados por asunciones previas y metodologías endebles

Cada vez que en un estudio preclínico se nombra como peligrosa una dieta “alta en grasas”, los científicos suelen referirse en realidad a las dietas estandarizadas que se les da a los ratones para inducirles un síndrome metabólico y a las que se les añaden todo tipo de porquerías

La microbiota colaborará en extraer más nutrientes y “calorías” (recuerda que el “balance energético” es una pobre teoría para explicar el metabolismo, no así el impacto hormonal y fisiológico de cada nutriente) si las bacterias especializadas en aprovechar comida basura son regularmente alimentadas por su huésped, sin que las grasas saludables tengan demasiado que ver en ello

Un ejemplo es la dieta Harlan, compuesta por soja, caseína pura o maltodextrina (entre otras cosas) y usada en múltiples estudios para inducir síndrome metabólico a los ratones. Es circunstancial que el 60% de las calorías de esas dietas de laboratorio provenga de grasas, porque el efecto nocivo no se debe a una determinada proporción de macronutrientes, sino al nefasto impacto hormonal de sus ingredientes. Una dieta alta en grasas saludables previene el síndrome metabólico, no lo induce

Cada vez que un estudio en ratones hable del efecto de dietas “altas en grasas”, recordemos que en realidad quieren decir (tal vez sin saberlo) “dietas que inducen síndrome metabólico”, para no vernos condicionados por su evidente tendenciosidad. Aprovechemos lo que hay de científico en esos estudios, y sepamos entender lo que no

Más allá de ciertas conclusiones traídas por los pelos, es cierto que el impacto de la microbiota en el metabolismo está ya bien establecido (estudio), y por lo tanto impactará también en la manera como afrontamos un tumor, que se caracteriza por su hipermetabolismo y su demanda exagerada de nutrientes

Si el cáncer es una enfermedad metabólica no podemos hacer otra cosa que mejorar nuestra microbiota para mejorar nuestra respuesta metabólica y nuestra manera de afrontar el cáncer

Otros estilos de vida por el mundo

Si queremos comparar dietas deberíamos estudiar grupos de control homogéneos en sus estilos de vida, que sólo se diferencien en determinados aspectos nutricionales, pero que sean comunes en otros: por ejemplo, personas deportistas, sin hábitos dañinos, de franjas de edad y características similares, que consuman alimentos orgánicos pero sólo se diferencien en que unos siguen dietas estrictamente vegetarianas mientras otros siguen dietas paleo, con consumo de todo el animal

Y si queremos no caer en errores por intentar aislar variables difíciles o incluso imposibles de valorar individualmente, hagamos comparaciones genéricas, entre estilos de vida diferentes. Diferencias que incluyan otros aspectos adicionales que, como ya hemos comprobado en otros apartados de este capítulo, tienen probablemente una enorme influencia en salud y microbiota (valga la redundancia): ejercicio físico, toxinas ambientales, consumo de polifenoles, cantidad y tipo de proteína consumida, períodos de ayuno, estrés, relaciones sociales, etc

El estudio de las culturas consideradas ‘primitivas’, pero que muestran niveles más elevados de salud que los habitantes de países industrializados, nos ha permitido realizar ciertas observaciones

Los alimentos y la distribución de macronutrientes de esas culturas son muy variados: no existe un patrón que nos permita identificar que un determinado porcentaje de macronutrientes sea “mejor” que otro, pero todas esas culturas mostraban ciertas características comunes

  • Casi total ausencia de alimentos procesados por el hombre con métodos industriales
  • Ausencia de granos refinados y consumo de alimentos enteros
  • Omnivorismo casi universal, con diferentes porcentajes de alimentos de origen animal y vegetal. Aunque algunas consumían con preferencia alimentos de origen animal y otras de origen vegetal, todas son básicamente omnívoras
  • Bebés nacidos por parto natural, no por cesárea, expuestos a la microbiota vaginal de la madre, no a la epitelial, menos adecuada
  • Alimentación materna hasta los dos años e incluso más
  • Los animales se comen casi en su totalidad, con preferencia de órganos internos y partes cartilaginosas (no sólo consumen la carne del músculo, que es, por lo general, menos apreciada. En algunas culturas se reserva sólo para los animales que los acompañan y no es consumida por los miembros humanos)
  • Hacen ejercicio físico diario, con frecuencia intenso, indispensable para cazar, recolectar o preparar la comida
  • Utilizan técnicas de fermentación para conservar los alimentos
  • Sus técnicas de cocinado y tratamiento de los alimentos les aportan microbios de forma regular
  • Están en contacto con la tierra habitualmente, se produce un trasvase constante de microbios desde ella
  • Sus hábitos de higiene son sencillos, no obsesivos, y no emplean productos químicos para ello
  • Los animales que cazan comen vegetales procedentes de tierras más ricas en micronutrientes. Los mismos vegetales que los humanos también comen
  • El aire y el agua son más puros
  • Su vida se desarrolla en gran parte al aire libre, en contacto con el sol
  • No utilizan apenas productos químicos
  • Desarrollan unas relaciones sociales más profundas
  • Llevan una vida generalmente más tranquila, con momentos de estrés puntual debido a las exigencias físicas, pero sin padecer elevados niveles de estrés crónico

Más adelante, en este mismo capítulo del libro, analizaremos algunas de esas características específicas y comprobaremos cómo impactan positivamente en la microbiota y, por tanto, en la salud global

En lo que respecta a la alimentación, algunos estudios enfocados en dietas ancestrales proponen la hipótesis de que una de las principales causas de la abundancia en su microbiota de especies característicamente antiinflamatorias, presentes habitualmente en individuos saludables, es la escasez en su alimentación de carbohidratos acelulares y que su exceso en las dietas occidentales explicaría la plaga de obesidad de los habitantes de países industrializados (estudio)

Carbohidratos y alimentos modernos que presentan una alta carga energética, combinada con una baja densidad nutricional

Densidad de carbohidratos metabolizables, en gramos, por cada 100 gramos de alimentos modernos y ancestrales

Densidad de carbohidratos metabolizables, en gramos, por cada 100 gramos de alimentos modernos y ancestrales

Debido a la correlación entre obesidad y otras dolencias metabólicas, tal vez la disbiosis de los variados sistemas microbianos del organismo podría explicar también, al menos parcialmente, la epidemia de diabetes, hipertensión y enfermedades inflamatorias y autoinmunes que nos asola

En ese tema aún estamos en pañales y no tenemos el conocimiento preciso de los mecanismos que explican esas correlaciones y si existen relaciones causa-efecto, pero no podemos obviarlas

Hipótesis de disbiosis de las microbiotas del aparato digestivo debido a un exceso de ingesta de carbohidratos acelulares, que se arrastra hasta la importante microbiota intestinal

Hipótesis de disbiosis de las microbiotas del aparato digestivo debido a un exceso de ingesta de carbohidratos acelulares, que se arrastra hasta la importante microbiota intestinal

Los Hadza

Jeff Leach es un investigador que ha promovido el Human Food Project, un proyecto de investigación que indaga las relaciones entre las enfermedades y el estilo de vida, con especial incidencia en el microbioma. Y lo hace porque, según sus propias palabras

[quote]Nobody tells a giraffe how to eat. But for the first time in history, humans don’t know what to eat. We no longer know what human food is[/quote]

“Nadie le dice a una jirafa qué comer. Pero, por primera vez en la historia, los humanos no saben qué comer. Ya no reconocemos lo que es la comida humana”

Las interminables discusiones entre veganos, paleo o dietistas “ortodoxos” defensores de las dietas “donde-no-hay-alimento-malo-si-se-come-con-moderación” son una prueba de ello

Jeff es también uno de los promotores del American Gut (un organismo de investigación del que más tarde hablaremos) y que ha pasado largas temporadas en Tanzania, poniendo en marcha un proyecto que cuenta con la financiación de EEUU, Canadá y el gobierno Tanzano

Durante el tiempo en que ha trabajado en dicho proyecto ha estado viviendo con algunas tribus Hadza, una de las pocas cazadoras-recolectoras que aún quedan en el mundo. Su intención es determinar la óptima composición de microbios que deberíamos ‘cultivar’ en nuestros intestinos y qué dieta y condiciones de vida la inducirían

Los Hadza basan su alimentación en 5 grupos principales de alimentos

  • Animales (de los cuales comen casi todo, como luego comprobaremos)
  • Unos tubérculos fibrosos con baja densidad energética y altas cantidades de almidón resistente y de fibra insoluble, que son masticadas y escupidas
  • Baobab (del que consumen frutos, hojas, semillas y hasta raíces del árbol tierno), y que les aporta buenas cantidades de ciertos aminoácidos como glicina
  • Bayas
  • Miel silvestre

Una alimentación omnívora adecuada al entorno y que fluctúa en función de las estaciones y de la mayor o menor disponibilidad de cada tipo de alimento (estudio)

Aspecto de los tubérculos fibrosos que mastican y escupen: Izquierda, tubérculo antes de masticar; derecha, después; fuente

Aspecto de los tubérculos fibrosos que mastican y escupen: Izquierda, tubérculo antes de masticar; derecha, después; fuente

Aunque la mortalidad infantil en estas tribus es muy elevada (puede llegar al 20%), una vez que alcanzan la adolescencia su esperanza de vida no se aleja demasiado de la nuestra, algo habitual en el resto de sociedades cazadoras-recolectoras (estudio)

Por esa razón, medir la esperanza media de vida es engañoso. La aportación de la medicina occidental en el control de la mortalidad infantil, y en el tratamiento de traumatismos e infecciones en poblaciones desarrolladas es evidente, pero su influencia en el tratamiento de enfermedades crónicas sigue siendo muy escasa

Los Hadza alcanzan edades avanzadas sin padecer las enfermedades que aquejan ordinariamente a los ancianos de los países ‘civilizados’ (asma, alergias, cualquier enfermedad autoinmune, cáncer, Alzheimer, Parkinson, etc), aunque sí tienen mayor propensión a sufrir complicaciones por traumatismos e infecciones en cualquier tramo de edad, pero sobre todo en niñez y ancianidad

Aprender de su modo de vida y combinarlo con nuestros eficaces conocimientos médicos para el tratamiento de las enfermedades agudas implicaría seguramente una mejora global en la salud de la población. La influencia que en dicha salud tiene probablemente la microbiota se explica con la siguiente historia

En este artículo Jeff relata una reveladora experiencia cuando acompañó a un par de guerreros Hadza en una de sus cacerías. Habían matado un antílope (tras un exigente e intenso esfuerzo físico), cuya cabeza apoyaron en la unión de dos ramas

fuente

Cuerpo de antílope enganchado a dos ramas

Lo que sucedió después fue impactante: tras despiezar el animal e ir separando las partes (sólo a los hombres les está permitido comer los órganos internos del animal) procedieron a ‘limpiarse’ las manos sumergiéndolas primero en el contenido aún a medio digerir del estómago del animal y, después, ‘secándolas’ con un manojo de hierba

A continuación vaciaron el contenido del estómago y, una vez ‘limpio’ (es un decir), lo cortaron en piezas pequeñas, que comieron al estilo sushi (y por tanto ingirieron también algo del material medio digerido y los microbios del medio estomacal, más parte de los microbios de la piel que acababan de arrancarle)

Luego procedieron a despiezar el colon del impala. Lo limpiaron de heces (toscamente), lo colocaron sobre un fuego (que acababan de encender) durante tan sólo un minuto, de forma que era imposible que todos los microbios intestinales hubieran muerto, lo trocearon y lo comieron parcialmente. A la microbiota de la piel y el estómago, acababan de añadir la del colon del animal

El resto del impala se llevó al poblado y se consumió en las siguientes 72 horas, tiempo durante el cual sufriría algún tipo de fermentación que añadiría flora microbiana a la que ya hubieran ingerido los cazadores

Y se comerían también partes cartilaginosas (que, como ya hemos visto en otro apartado de este capítulo, actuarían como prebióticos), además de las bayas, el baobab y los tubérculos fibrosos y salvajes, pobres en almidón digerible pero con abundante almidón resistente, que actuarían como fibra fermentable adicional y nutrirían a las especies microbianas intestinales productoras de los saludables ácidos grasos de cadena corta

Los Hadza consumían miel en cantidades que podían llegar a ser considerables [agradezco a @mgencasa su corrección], tal vez de igual forma a como lo hacían buena parte de las sociedades cazadoras-recolectoras, por tratarse del alimento con mayor densidad de energía (estudio) La miel silvestre, no obstante, no es lo mismo que la miel desnaturalizada que consumimos habitualmente, es algo más que un condensado de azúcares: metilglioxal, antibacterianos y otras sustancias que la convierten en un alimento que ha demostrado sus propiedades medicinales (estudio)

Y así es como venían haciéndolo desde siempre. Más adelante estudiaremos las posibles implicaciones de este método es su ecosistema microbiano intestinal y las consecuencias en su salud global

Juro que no tengo intención de irme a vivir a la sabana de Tanzania. Como siempre, se necesita matiz para comprender, sin dejarnos arrastrar por los comentarios apresurados, llenos de unos y ceros, o no utilizaremos cabalmente nuestra supuesta inteligencia

Esta historia no implica que debamos comer animales sin apenas limpieza y a medio cocinar, pero demuestra la distancia abismal entre lo que ha sido una práctica habitual durante miles de años y lo que ahora consideramos ‘sucio’ o ‘repugnante’

La obsesión por la higiene y la desinfección nos ha traído cotas añadidas de enfermedad, no sólo debido a la ausencia de microbios sino a la adición de antibióticos que perturban y desequilibran el ecosistema bacteriano intestinal

No estoy demonizando sin matices a los antibióticos o los productos de limpieza, claro está, pero su uso debe ser el adecuado: no desestimarlos sin criterio, pero tampoco abusar de ellos

Las epidemias del pasado se produjeron por una mezcla de malas condiciones higiénicas en zonas urbanas hiperpobladas, unidas a posibles deficiencias nutricionales. Los antibióticos y algunas vacunas han permitido dar un salto cualitativo de primer orden a la humanidad y han salvado millones de vidas, nadie está negando eso

[quote]Pero nuestra civilización se caracteriza por su deseo de evitar cualquier riesgo a corto plazo, por el expeditivo medio de eliminar también cualquier beneficio a largo plazo[/quote]

Los Hadza tienen más probabilidades de contraer ciertas infecciones puntuales de gravedad, pero también de que sean más resistentes a ellas y de que su microbioma sea mucho más rico que el nuestro, con las implicaciones para la salud que eso conlleva

Se han publicado varios estudios basados en los trabajos de campo con los Hadza. En éste se recogieron muestras de heces de 27 de sus individuos durante diferentes épocas del año, se analizaron sus microbiotas y se compararon con las especies más usuales encontradas en 16 residentes adultos del área metropolitana de Bolonia, en Italia

La microbiota de los Hadza era más rica, con mayor abundancia de CAZymes (enzimas activas específicas en la degradación de carbohidratos), al estar expuesta a una mayor diversidad de carbohidratos fermentables (y también con menor densidad energética), pero también presentaba una mayor capacidad de degradar aminoácidos ramificados

El resistoma es la capacidad de resistencia a los antibióticos traspasada al microbioma. Es decir, es el estudio de la diversidad y dinamismo genético de una población intestinal para resistir el efecto bactericida de determinados antibacterianos

Los Hadza poseen también un bien construido resistoma, pero de carácter diferente al de los italianos. El de los Hadza es el típico definido para resistir a las amenazas encontradas en el suelo, en la tierra, mientras que el de los italianos ha sido construido tras la exposición a agentes antibióticos sintéticos

Además, las especies del microbioma de los Hadzas presentaban diferencias en función de los caminos bioquímicos de anabolismo y catabolismo más habituales (co-abundance pathways o CAP). En rojo las purinas; en azul, alanina, aspartato y glutamato; en azul celeste, valina, leucina e isoleucina; en verde, metabolismo del piruvato

Las diferencias son muy marcadas, con pocos puntos en común: los Hadza parecen metabolizar en mayor medida prolina, glicina, arginina (aminoácidos del colágeno, tan poco consumido en sociedades occidentales y tan importante para la salud, como ya hemos recalcado y recalcaremos en otros capítulos), aspartato, fructosa o manosa, mientras que los italianos metabolizan metionina, cisteína, galactosa o sucrosa

Además, el microbioma de los Hadza parece enriquecido con genes dedicados a la síntesis de aminoácidos como fenilalanina, tirosina, triptófano, lisina y glutamina. Es decir, obtienen de la dieta una mayor cantidad de aminoácidos que sirven de sustrato para la síntesis de otros que actúan como neurotransmisores, cuya influencia en la salud del cerebro y en el comportamiento, a través del nervio vago, ya hemos descrito en anteriores capítulos

En este capítulo hemos visto el listado de familias principales que conforman el microbioma, con las Bacteroidetes y Firmicutes englobando casi al 90% de todos los géneros y especies, y las Actinobacterias, Proteobacterias y Fusobacterias como familias residuales

En general, la distribución taxonómica de especies entre las microbiotas de Hadza e italianos, así como la cantidad relativa de los principales ácidos grasos de cadena corta es bastante diferente (y hay que consignar la diferente microbiota entre hombres y mujeres Hadza, debido a que ciertos alimentos están reservados sólo para los hombres y a que su actividad física es también muy diferente) También presentaban diferencias estacionales, que respondían a la diferente disponibilidad de los recursos alimenticios a lo largo del año

Los Hadza muestran un mayor porcentaje de especies de la familia Bacteroidetes y hay familias enteras que casi no están presentes en la microbiota de los italianos

Análisis comparativo de familias y especies en un grupo de sujetos Hadza e italianos: fuente

Análisis comparativo de familias y especies en un grupo de sujetos Hadza e italianos: fuente

Los Hadza presentan también una mayor producción total de ácidos grasos de cadena corta (SCFA) que los italianos, y ya hemos visto anteriormente en este capítulo las consecuencias que ese hecho tiene en la salud global

Otras poblaciones

Hay otros estudios que han comparado las microbiotas de la población de zonas industrializadas con otras basadas en caza y recolección o agricultura primitiva de diferentes lugares del mundo y casi todos coinciden en sus conclusiones generales. También podemos proponer ciertas hipótesis a partir de las diferencias que muestran entre ellas

En este estudio se comparó la microbiota de niños europeos con la de niños habitantes de zonas rurales de Burkina Faso (en las que hay una ausencia casi total de problemas alérgicos o de asma)

De nuevo las zonas menos industrializadas mostraban un descenso de especies de Firmicutes y un aumento de Bacteroidetes, con un incremento específico de ciertas especies concretas de ambas familias, justo las más saludables, y la presencia de otras familias menos abundantes en zonas industrializadas

La producción total de SCFA era mucho mayor en los niños de Burkina Faso, y presentaban una serie de especies casi inexistentes en la microbiota de los niños europeos, como Prevotella, Xylanibacter, Treponema y Butyrivibrio, que cuentan con las enzimas necesarias para fermentar fibra y producir ácidos grasos

En este estudio, que comparó sujetos afroamericanos de América con habitantes del África rural, en busca de marcadores de riesgo de cáncer colorrectal, se encontró una mayor diversidad microbiana y mayor producción de SCFA en los individuos de África, que tenían además un mayor porcentaje de bacterias Prevotella, mientras que los americanos lo tenían de Bacteroides

Pero antes de que pensemos que acabamos de encontrar un patrón, otros estudios han encontrado resultados opuestos (si nos enfocamos sólo en familias o géneros de bacterias)

En un estudio que comparó las microbiotas de rusos habitantes en ciudades con los de zonas rurales, se encontró de nuevo un patrón típico de ‘microbiota de dieta industrializada’ en los rusos urbanitas, pero los de zonas rurales estaban dominados, en su mayor parte, por especies de la familia Firmicutes

Incluso otros estudios en otro tipo de poblaciones ancestrales cuya buena salud sigue siendo evidente, han arrojado resultados imprevistos

El estudio de actuales poblaciones de inuit, que aún conservan modos de vida considerados ancestrales (aunque en ese grupo no había un seguimiento general y continuo a dicha dieta, al contrario que en los grupos en poblaciones africanas) pareció arrojar datos similares al compararlos con muestras de canadienses que consumían una dieta típicamente occidental

Sus microbiotas mostraban grandes coincidencias (el consumo de fibra vegetal era muy bajo en ambos grupos), pero también ciertas diferencias, no sólo en algunas especies microbianas de especial importancia, como la Akkermansia muciniphila (de la que más adelante hablaremos en el libro), abundante en los inuit, sino en su consumo total de vitaminas y micronutrientes, mucho más elevada en el que seguía la dieta tradicional

Esas diferencias sutiles en algunas cepas bacterianas son mayores de lo que su cantidad absoluta podría hacer prever. Veremos más adelante que un enfoque ‘láser’ en el crecimiento de determinadas especies induce sustanciales mejoras metabólicas, aunque nunca debemos perder de vista que nuestra microbiota es un ecosistema, donde la influencia de la interrelación compleja de las especies representa mucho más que la simple suma de las de cada individuo

Lo que todos estos estudios nos revelan es que hay diferencias entre poblaciones con modos de vida ancestral y aquellos que viven en zonas industriales, pero mientras que la microbiota de estos últimos presentan ciertas similitudes, las de los grupos ‘primitivos’ presentan grandes variedades, no un patrón común (a pesar de que algunos bloggers digan que un alto ratio bacteroidetes/firmicutes es el ideal), como resulta obvio debido a sus diferentes estilos de alimentación. Pero que sus microbiotas sean diferentes no significa que no sean igualmente saludables

Sucede lo mismo que en la naturaleza: existe una infinidad de ecosistemas, ninguno ‘mejor’ o ‘peor’ que el otro, pero sí adecuados a su entorno. Los ecosistemas naturales están perfectamente equilibrados pese a su heterogeneidad, y sólo se desequilibran por la acción del hombre urbano. La microbiota parece ser algo similar: heterogénea en su estado ‘natural’, pero homogéneamente desequilibrada en su estado ‘domesticado’

No obstante esa heterogeneidad, más adelante veremos qué tienen todas las microbiotas saludables en común (en centenarios, atletas y, en general, en individuos saludables de cualquier cultura), haciendo particularizaciones más específicas y detectando ciertas especies presentes en todos estos individuos, porque la cantidad absoluta de familias o géneros de bacterias no parece que nos proporcionen información homogéneamente relevante y accionable

Lo único que sabemos seguro es que NO debemos albergar una microbiota similar a la común de los países industrializados, especialmente a la de sus miembros con dolencias metabólicas, inflamatorias o autoinmunes. Sus particularidades y similitudes sí pueden darnos pistas de a qué NO debemos parecernos y, sobre todo, qué costumbres de estilo de vida debemos adoptar para que nuestra microbiota se asemeje a la de un “salvaje”

Si son los cazadores-recolectores quienes pueden darnos lecciones de cómo vivir, tal vez debamos aprender de ellos sin abandonar las evidentes ventajas que la tecnología nos ha procurado. Su forma de alimentarse, las hierbas que consumen, la forma como preparan los alimentos, su manera de moverse y ejercitarse, cómo se relacionan con el entorno y entre ellos son piezas informativas de gran importancia, que abordo en este capítulo

La necesidad del matiz

Entender a nuestros antepasados no implica ser ‘anticientífico’ y ‘querer volver a la edad de piedra’, sino aprovechar todos los conocimientos en nuestro beneficio. No significa que debamos vestir con pieles de oso y salir a cazar gatos con lanza, como atestiguan los numerosos comentarios, por completo carentes de matiz, que se leen en las publicaciones que aluden al estilo de vida de los cazadores-recolectores

Lo que algunos intentan, conscientemente o no, cuando utilizan esos reduccionismos, es mantenernos en el redil por la vía de despreciar un conocimiento esencial, hacernos creer que todo constructo sintético elaborado por una empresa es “mejor” que lo que miles de años de evolución nos han entregado

Los alimentos modernos aportan mayor seguridad alimentaria a corto plazo, pero eso no tiene nada que ver con su densidad nutricional, ni dice nada de su aporte a la salud intestinal y por extensión global. Hacer más seguro un alimento a corto plazo puede hacerlo menos beneficioso a largo plazo. Lo de “Comer sin miedo” es un argumento manipulador, no importa si, a cambio de defender esa hipótesis, quien lo dice cobra un cheque o no

Debemos ‘sufrir ataques’ de agentes externos, ante los que defendernos y hacernos más fuertes por el camino, no construir muros de esterilidad que nos debilitan, como los asmáticos que han vivido en ambientes extralimpios pueden certificar (estudio, estudio, estudio)

Algunos estudios demuestran que la diversidad de la microbiota de ciertos pobladores del África rural se correlacionan con la presencia en sus intestinos del parásito Entamoeba (estudio) y que esa diversidad fruto de la hormesis (el fortalecimiento que se produce al construir defensas frente a un determinado ataque) les protege contra enfermedades autoinmunes (estudio). La dieta no es, por tanto, la única que moldea nuestros microbios, sino la interacción con los hongos (micobiota) y otros microorganismos como los parásitos, que no siempre se relacionan con nosotros de forma patógena, sino también simbiótica

Dicha complejidad es abolida por completo en la sociedad occidental. Estamos perdiendo la oportunidad de aprovechar las ventajas de cierta ‘suciedad conveniente’ mientras a la vez, claro está, usamos con discernimiento, pero con sobriedad, las herramientas que la ciencia y la tecnología nos han dado para defendernos de las evidentes infecciones graves que otros microorganismos pueden provocarnos

Las pruebas se acumulan: las sociedades ancestrales, predominantemente cazadoras-recolectoras, estaban más sanas que nosotros. No vivimos más y mejor, sólo poseemos más comodidades materiales que son armas de doble filo

Las comodidades nos defienden de enfermedades agudas, puntuales, para las que de todas formas la medicina occidental sí tiene excelentes soluciones (traumatismos e infecciones que explican las muertes infantiles y de ancianos en la sociedad de los Hadza)

Pero esas mismas comodidades y los alimentos y tratamientos inadecuados a nuestra fisiología nos inducen enfermedades crónicas para las que la medicina occidental no tiene respuestas eficaces y, probablemente, jamás las tendrá mientras la investigación clínica siga reposando tan sólo en la voluntad de unos pocos actores con enorme poder económico y tendencias oligárquicas

Todo enfermo de cáncer debe actuar en cierta medida como un cazador-recolector urbano: aprovechando las evidentes ventajas que el avance científico y tecnológico nos ha otorgado pero, a la vez, entendiendo la sabiduría intuitiva y empírica (YA validada por la ciencia) que las prácticas de sociedades ‘primitivas’ pueden aportar a nuestra microbiota y, por extensión, como ya hemos visto en anteriores apartados, a nuestro metabolismo, a nuestro cerebro y estado de ánimo, a nuestra capacidad de sintetizar aminoácidos y neurotransmisores y a nuestro sistema inmune (para controlar la inflamación sistémica y mejorar nuestra defensa contra infecciones y neoplasias)

Debemos ser lo suficientemente avanzados como para reconocer la sofisticación de lo ancestral, la sabiduría de la simplicidad

Debemos ensuciarnos más y tocar la tierra, comer alimentos fermentados y prebióticos, preconizar partes cartilaginosas y órganos del animal antes que músculos, movernos como si cazáramos, pasar de vez en cuando algo de frío, ayunar periódicamente y exponernos a ese sol que ha sido demonizado durante décadas por motivos espurios

Debemos evitar los tóxicos y los antibióticos innecesarios (no así los necesarios, claro está). Debemos asumir el esfuerzo físico y la sobriedad de nuestros antepasados (mientras aprovechamos las evidentes ventajas de nuestra civilización) si queremos prevenir, e incluso tratar, la epidemia de enfermedad que nos asola

La ciencia en minúsculas

Es irónico que sean algunos bloggers y entrenadores deportivos bien informados, los tipos que corren descalzos como ‘salvajes’, los nutricionistas honrados que se mantienen al día acudiendo directamente a los estudios científicos y que no se dejan manipular ni comprar, los psiconeuroinmunólogos o los médicos que hace tiempo comprendieron que algo funciona rematadamente mal en este supuesto paraíso de ‘avance’ tecnológico, quienes pueden ayudar mucho más que gran parte de la ‘ciencia’ médica, especialmente la farmacológica

La ciencia es imprescindible, pero no siempre lo son sus aplicaciones prácticas ni los mecanismos implicados en la promoción de aquella enfocada únicamente en impulsar determinados intereses, sin importar si eso supone o no una ayuda real

Ser científico implica también poder criticar a quienes intentan convertir a la ciencia en excusa, retorciéndole los brazos para que diga lo que determinados actores quieren que diga, para que sirva a fines que en nada se parecen al bien común y al avance humano

Ser científico no significa cerrar los ojos y creer puerilmente que todo aquél que critique sus aplicaciones prácticas o el caro sistema de ensayos clínicos es un ignorante y un magufo; ser científico es también quien la protege de su uso indebido por parte de simples mercaderes

[quote]Las largas series son valiosas herramientas, pero no deben monopolizar el discurso científico como diosas intocables, porque sólo las corporaciones pueden pagar para ponerlas en marcha, y eso significa que la ciencia (si es entendida sólo como una simple sucesión de fases III), está secuestrada por ellas[/quote]

En este capítulo explicaremos terapias para mejorar la microbiota cuya acción sinérgica puede actuar contra el cáncer, ayudando al tratamiento estándar y protegiendo al cuerpo sano

Si padeces cáncer, usa tu cerebro para elegir las herramientas útiles que la civilización ha desarrollado, pero también para discernir aquéllas que no son sino una manera de hacer que alguien gane dinero en contra del bien común

Y utiliza lo que miles de años de adaptación (a un medio que ya no existe) nos han otorgado como especie.

Libros imprescindibles para cambiar hacia un paradigma realmente útil y eficaz

Microbiota y cáncer

«Microbiota y cáncer» es un libro que ilumina los descubrimientos científicos más recientes sobre el papel crucial de los microorganismos en nuestra salud, especialmente en la prevención y el tratamiento del cáncer.

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A medida que explores las páginas de «Microbiota y cáncer«, adquirirás conocimientos prácticos y herramientas fundamentales para mejorar tu salud intestinal y apoyar tu bienestar en la lucha contra el cáncer.

Hasta la fecha es el análisis más exhaustivo y útil, relativo a la microbiota intestinal contra el cáncer y las terapias disponibles, tanto oficiales como oficiosas.

74 Comments

  1. Matias 15 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 15 de mayo de 2017
  2. Samuel Díaz López 16 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 16 de mayo de 2017
  3. Ricardo J. Gonzalez 16 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 16 de mayo de 2017
  4. Carlos Enrique Rodriguez JImenez 17 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 17 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 17 de mayo de 2017
  5. XEVI 17 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 18 de mayo de 2017
  6. Javi 18 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 18 de mayo de 2017
  7. Javi 18 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 18 de mayo de 2017
  8. Felipe 18 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 18 de mayo de 2017
  9. Pablo 18 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 18 de mayo de 2017
  10. Sergio 18 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 18 de mayo de 2017
  11. Luciano 18 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 19 de mayo de 2017
  12. Nancy 19 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 19 de mayo de 2017
  13. Nancy 19 de mayo de 2017
  14. Miguel 19 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 19 de mayo de 2017
  15. Matias 19 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 19 de mayo de 2017
      • Miguel 22 de mayo de 2017
      • Alfonso Fernández 22 de mayo de 2017
      • Matias 23 de mayo de 2017
      • Alfonso Fernández 23 de mayo de 2017
  16. Lucio 19 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 19 de mayo de 2017
  17. Lucio 19 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 19 de mayo de 2017
  18. Pablo 22 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 22 de mayo de 2017
      • Pablo 22 de mayo de 2017
      • Alfonso Fernández 22 de mayo de 2017
  19. Flor 22 de mayo de 2017
    • Alfonso Fernández 22 de mayo de 2017
  20. Sergio 23 de mayo de 2017
  21. Juan Aguilar 2 de junio de 2017
  22. Juan Aguilar 2 de junio de 2017
    • Alfonso Fernández 3 de junio de 2017
  23. Cinthia 3 de junio de 2017
    • Alfonso Fernández 3 de junio de 2017
  24. Matias 12 de junio de 2017
    • Alfonso Fernández 16 de junio de 2017
    • Alfonso Fernández 22 de junio de 2017
  25. Pablo 27 de junio de 2017
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  26. Xavier 16 de julio de 2017
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  27. Enrique 11 de agosto de 2017
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  28. Nelida Carrizo 19 de agosto de 2017
    • Alfonso Fernández 22 de agosto de 2017
  29. Matias 20 de agosto de 2017
    • Alfonso Fernández 22 de agosto de 2017
    • Alfonso Fernández 21 de septiembre de 2017
  30. Nico 30 de agosto de 2017
  31. Daniela 6 de octubre de 2017
  32. Javi 22 de octubre de 2017
  33. Marin 13 de noviembre de 2017
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