Una vez que somos conscientes del objetivo que debemos alcanzar -niveles óptimos de glucosa y cuerpos cetónicos en sangre-, como comenté en el artículo anterior de esta serie dedicada a la dieta cetogénica contra el cáncer, entramos en el terreno del cálculo de las calorías adecuadas para conseguir dicho objetivo, pero también para adelgazar de manera saludable y mejorar los niveles de colesterol y triglicéridos.
Para ello, es necesario explicar antes ciertos conceptos que pueden aclarar las ideas a muchas personas, bombardeadas por informaciones contradictorias por medios de comunicación supuestamente serios y por todo tipo de comités de “expertos en nutrición”, empeñados en convertir cosas sencillas en extraordinariamente complejas.
Eso obliga a los ciudadanos a depender de ellos y a hacerles caso cuando aconsejan determinadas medidas nutricionales. Por eso un sector corporativo interesado en que ciertas prácticas de alimentación se extiendan, por ser económicamente más rentables para ellos pese a ser perjudiciales para la población, no tiene más que ‘convencer’ a ‘expertos’ afines a sus directrices, situados en las cúpulas de esos comités.
Esa medida les permite influir, de manera extraordinariamente efectiva, en las costumbres de millones de personas y profesionales de la nutrición, que estarán convencidos de poner en práctica medidas basadas en ciencia, cuando en realidad no hacen sino adoptar soluciones que suponen un enorme beneficio económico para un determinado grupo de presión corporativo, en este caso del sector de la alimentación.
Esos conocimientos nos permitirán calcular posteriormente las necesidades calóricas óptimas y la manera más adecuada de distribuirlas entre cada tipo de macronutriente para maximizar nuestra salud y la mejora de nuestro aspecto físico.
Al aplicar la dieta, ¿Es necesaria una restricción calórica?
Cuando se le pide a alguien que siga la dieta cetogénica sin controlar las calorías ingeridas, cumpliendo únicamente la norma de no consumir en absoluto ciertos hidratos de carbono y moderar el consumo de los restantes, restringe de forma natural las calorías a un rango que varía, generalmente, entre 1400 y 2100.
Es decir, cuando comen “todo lo que quieren”, suelen comer “menos de lo que creen”.
Ello es debido, entre otras razones, al aumento de la secreción de la hormona colecistoquinina en el intestino delgado, estimulada por grasas y proteínas, que provoca un retardo en el vaciamiento del estómago. También se ha planteado la hipótesis de que un nivel elevado de cuerpos cetónicos en sangre inhiban el apetito.
Otra de las causas es que los niveles de insulina descienden considerablemente durante la dieta cetogénica, que imita los efectos bioquímicos del ayuno. La insulina es la hormona que almacena el exceso de glucosa en forma de triglicéridos y que, a su vez, impide acceder a la grasa como combustible.
Por esa razón, cuando se ingiere una copiosa comida llena de carbohidratos la insulina hace descender dramáticamente el pico de glucosa que estos generan, impide que el cuerpo se nutra de las grasas acumuladas y, debido al nivel repentinamente bajo de glucosa, envía la señal al cerebro de que se necesita más alimento, es decir, sentimos hambre poco después.
Ésa es también la razón por la cual engorda tanto una comida alta en carbohidratos refinados: son condensados de calorías que elevan dramáticamente glucosa e insulina e impiden que el cuerpo use como combustible aquél más adecuado: los kilos de panículo adiposo que todos, incluso los delgados, tienen a su disposición. No sólo la dieta típica occidental engorda por el hecho de que sea más sencillo ingerir más calorías y glucosa de una sentada, sino porque la insulina elevada induce antes la sensación de hambre y la necesidad de seguir comiendo.
Las características propias de la dieta cetogénica hacen que se adapte de manera natural a las necesidades calóricas del organismo. Teniendo en cuenta que este tipo de dietas se basan, sobremanera, en la limitación global de los hidratos de carbono y la eliminación de ciertos carbohidratos refinados (creados por el hombre hace relativamente poco tiempo si lo comparamos con toda la historia evolutiva del ser humano), llegamos a la conclusión de que se adaptan con eficacia a nuestra fisiología.
Para consumir en una sola comida unos 100 gramos de glucosa y aumentar dramáticamente los niveles de insulina en sangre, basta con un bocadillo de tamaño medio. Por el contrario, para consumir 100 gramos de glucosa mediante la ingestión de verduras, algas o setas, deberíamos comer varios kilos al día de esos alimentos y además su entrada en el torrente sanguíneo sería más lenta y progresiva. Las frutas se sitúan en un punto intermedio, de ahí la conveniencia de moderar su consumo (son la golosina de la naturaleza).
Aunque algunos científicos aseguran que lo realmente importante es la cantidad de calorías consumida, sin importar su distribución, otros defienden que el impacto hormonal de un porcentaje u otro de macronutrientes, aun conservando la misma cantidad de calorías, es sustancialmente diferente.
Ambos tienen razón. Veamos porqué.
Importancia de la correcta distribución de macronutrientes
Si comparamos dos dietas planificadas para que ambas aporten las mismas calorías, una dieta cetogénica, baja en hidratos de carbono, con una dieta alta en carbohidratos y baja en grasas, vemos que tienen un diferente impacto hormonal y, por tanto, en la enfermedad.
Mientras la dieta alta en carbohidratos provoca una subida más acentuada del ratio insulina/glucagón, con las consecuencias que eso tiene, favorables al crecimiento del tumor, la dieta cetogénica hace que dicho ratio disminuya y se dificulte el crecimiento tumoral, tal y como explico en un artículo anterior de esta serie.
Lo más importante es que, debido a ese elevado ratio insulina/glucagón, la sensación de hambre de alguien alimentado con una dieta alta en carbohidratos aparecerá antes que con la dieta baja en hidratos de carbono y deberá añadir a la pelea contra la enfermedad la lucha contra la tentación de ingerir más calorías de las debidas.
Para conseguir efectos parecidos con la dieta alta en carbohidratos que los que pueden obtenerse con la dieta cetogénica (que no iguales, y sólo en términos de pérdida de peso), deberá pasar hambre.
Importancia de las calorías totales ingeridas
Thomas Seyfried, bioquímico de la Universidad de Yale y de la Boston College y uno de los principales impulsores del paradigma del cáncer entendido como enfermedad metabólica, apuesta también por la restricción calórica añadida a la dieta cetogénica.
Para demostrar su afirmación presenta pruebas de eficacia en ratones de la dieta cetogénica contra el cáncer con y sin restricción calórica.
Los resultados demuestran que no sólo influye la proporción de macronutrientes, sino que la reducción tumoral es mayor con mayores restricciones de calorías diarias consumidas. De hecho, Seyfried llega a asegurar que el cáncer es una de las enfermedades más sencillas de prevenir, y que bastaría con “comer poco y ayunar periódicamente” para evitar su aparición.
No obstante, resulta difícil realizar una comparación entre el metabolismo de un roedor y el humano, que es unas siete veces más lento.
Los estudios realizados con anterioridad acerca del impacto de la restricción calórica en el envejecimiento y la prolongación de la vida demostraron que, si bien resulta ser claramente beneficiosa en términos cualitativos, los resultados cuantitativos obtenidos en un roedor no podían extrapolarse a un humano.
Adicionalmente, se han reportado casos de pacientes que lograron grandes mejoras mediante la aplicación de una dieta cetogénica sin restricción calórica, aunque debemos recordar que este tipo de dietas ya implican una reducción calórica sustancial sin necesidad de pasar hambre.
Un ejemplo de la importancia de ambas variables: obesos metabólicamente delgados y delgados metabólicamente obesos
Uno de los mitos más sólidamente difundidos es que todos los obesos tienen peor salud que los delgados, y que la delgadez es, siempre, síntoma de buena salud.
En la mayoría de los casos es así, pero seguramente muchos habrán conocido a personas delgadas que padecen o han padecido un cáncer u otro tipo de enfermedad crónica, e incluso algunas personas con sobrepeso que alcanzan edades avanzadas sin evidentes problemas de salud.
Aproximadamente un 30% de las personas con sobrepeso son “obesos metabólicamente sanos” y no presentan un perfil alterado de colesterol y triglicéridos.
De manera similar, aproximadamente un 25% de la población considerada delgada presentan un peso aparentemente adecuado pero una distribución visceral de la grasa y unos perfiles lipídicos que les hacen ser considerados “delgados metabólicamente obesos”.
Vamos a intentar explicar cómo pueden ser posibles ambos casos y veremos cómo tanto la distribución relativa de macronutrientes como la cantidad total de calorías influyen en nuestro estado de salud y en nuestro peso.
Adelgazar tiene tan sólo un secreto: ingerir menos calorías de las consumidas [Actualización: la cosa no es tan sencilla. La influencia del reparto de macros alterará la respuesta hormonal e impactará en la composición corporal: la pérdida de grasa no requiere control calórico de manera preferente, sino control de macronutrientes que, a su vez, indirectamente, permitirán controlar las calorías]
Ahora bien, queda por determinar cómo distribuir los macronutrientes, no sólo para perder peso, sino para optimizar a la vez nuestro estado de salud.
Veamos 4 casos, basados en las combinaciones de los siguientes supuestos: calorías por encima y por debajo del consumo diario, y dietas altas (como la típica ocidental) y bajas (como la cetogénica) en hidratos de carbono.
Supongamos un hombre que necesita 2000 calorías diarias para mantener su peso y que éste no se aleja mucho de su peso ideal. Supongamos también que conocemos su ingesta ideal diaria de proteínas, por ejemplo de unos 80 gramos, que se mantiene a lo largo de las 4 dietas, y que sólo se modifican las cantidades de grasas e hidratos de carbono.
Dos de los casos son suficientemente conocidos:
- Una dieta con más de 2000 calorías, basada en alto consumo de HC produce a la larga lo que ya conocemos: obesidad y enfermedad. Es la dieta occidental típica
- Una dieta con menos de 2000 calorías y bajo consumo de HC produce como resultado pérdida de grasa, peso adecuado y salud. Es la dieta cetogénica que preconizamos en esta serie o, en general, low-carb.
Voy a establecer hipótesis plausibles para explicar los otros dos casos, antes comentados, y que parecen desafiar el sentido común: delgados metabólicamente obesos y obesos metabólicamente delgados. Repito, sólo son hipótesis.
Supuesto 1: restricción calórica (1800 calorías) con alto consumo de HC, muchos de los cuales serán los típicos en dietas de adelgazamiento recomendadas por nutricionistas “oficiales”: pan y arroz integral, cereales integrales, zumos de frutas, legumbres… y NADA de deporte.
Resultado a corto plazo: para adelgazar hay que pasar algo de hambre. El alto contenido de carbohidratos, muchos de ellos de alto índice glucémico, provoca picos de glucosa e insulina. Esa insulina provoca el almacenamiento de grasas, impide su uso como combustible e induce hambre. Mientras la insulina no desciende, el cuerpo sigue necesitando glucosa y no puede acceder a las grasas. Por eso, degrada proteína muscular. Si el usuario soporta el hambre hasta la siguiente comida, el nivel de insulina desciende y puede acceder a las grasas y adelgazar. Como ese acceso a las grasas es cíclica y no constante, el cuerpo no entra en cetosis y sigue necesitando glucosa como principal fuente de energía, no ha ‘saltado’ al estado metabólico de consumo de grasa, que describo en un artículo anterior de la serie.
Resultado a medio plazo: pérdida de algo de grasa y bastante de masa muscular. Bajada de la tasa metabólica, de manera que aun consumiendo la misma cantidad de calorías, el usuario ya no adelgaza más pero, al haber perdido peso en forma de masa magra, presenta un aspecto triste y lánguido. La masa muscular se recupera difícilmente a no ser que se practique un deporte de fuerza, pero la masa grasa se recupera enseguida, en cuanto se supere la ingesta de calorías porque el usuario pierda, por ejemplo, la fuerza de voluntad de resistir el hambre.
Por eso durante décadas los nutricionistas oficiales, convencidos de que el grano era saludable, culpaban a los pacientes de falta de voluntad a la hora de adelgazar, e instalaron la creencia de que sólo pasando hambre se podía perder peso.
Resultado a largo plazo: los picos no muy altos pero constantes de insulina pueden hacer que el cuerpo desarrolle una resistencia a esta hormona.
De esa manera el páncreas cada vez segregará más, la inflamación se hará cada vez más crónica y los triglicéridos aumentarán por el consumo de HC. El usuario puede adelgazar pero, a la larga, puede acumular grasa en zonas viscerales peligrosas y su perfil de lípidos en sangre puede ser el típico de un obeso. Es evidente que no es un caso tan nefasto como cuando el consumo calórico se dispara, pero puede resultar, a la larga, también malo.
Es decir, peso adecuado pero tendencia a la enfermedad: delgado metabólicamente obeso.
Supuesto 2: ingesta calórica superior a su ideal, pero bajo consumo de HC y muy alto de grasa.
Resultado a largo plazo: como hemos visto en otros artículos de esta serie, sólo se pierde un poco de masa muscular al inicio de la dieta cetogénica, pero luego se invierte el proceso y ésta se mantiene de manera muy eficaz.
Los niveles de insulina se elevan dramáticamente con la ingestión de HC refinados o de algo índice glucémico, un poco con la ingestión de proteínas y casi nada con la de grasas. Por tanto, no existe peligro de que se produzca una resistencia a la insulina.
Una vez establecida la cetosis en una dieta cetogénica, la mayoría de las calorías provienen de la quema de grasas. Si la ingesta supera la cantidad que el cuerpo necesita, se almacena igualmente en el panículo adiposo, pero con muy poca intervención de la insulina, que sí interviene activamente para metabolizar los carbohidratos.
Por tanto, en esta situación, una persona engordará y, si se mantiene en el tiempo, puede llegar a alcanzar niveles de obesidad, pero su salud no se verá comprometida de manera tan seria, como en el caso anterior, debido a niveles crónicamente elevados de insulina. Con respecto al cáncer, la Universidad Johns Hopkins de Baltimore es clara: un incremento del consumo de grasas no incrementa la incidencia de cáncer, como sí sucede, dramáticamente, con el consumo de hidratos de carbono. En un punto intermedio se situaría el consumo de proteínas.
En este caso, debido a lo difícil de ingerir una desorbitada cantidad de grasa, será raro encontrar casos de obesos extremos o mórbidos, como sí puede suceder si el exceso calórico procede de carbohidratos.
Es decir, podemos encontrarnos con personas con sobrepeso u obesidad, pero niveles sanguíneos saludables: obesos metabólicamente sanos
¿Cómo determinar si una dieta no sólo me permite adelgazar, sino que es también buena para mi salud? Perfil lipídico saludable.
En primer lugar habría que preguntarse qué entienden todavía la mayoría de los médicos por perfil lipídico saludable, porque las últimas investigaciones apuntan a que los considerados habitualmente malos de la película no lo son tanto, mientras otros niveles sanguíneos sí son significativos.
Durante años se ha estado hablando del riesgo que supone un nivel alto de colesterol, de manera general y sin ninguna clase de matiz, sin distinguir lo que aportan los llamados colesterol malo y bueno a esa media ponderada ni si existen otros factores que deban tenerse en cuenta.
Pero se ha demostrado que existen dos tipos de colesterol malo: el ‘malo-malo’ y el ‘malo-bueno’. Parece un chiste, pero no lo es. Una prevalencia del colesterol malo-malo sí implica problemas, pero una prevalencia de colesterol malo-bueno no.
Lo malo es que una prueba corriente no puede determinar qué tipo de colesterol malo prevalece, pero se ha descubierto una manera sencilla de deducirlo, a partir del cociente de otros dos valores sanguíneos.
Si dividimos el valor de triglicéridos por el de colesterol bueno, determinaremos un número que nos indicará cuál es nuestro estado de salud. Cuanto más cercano al 1 sea ese cociente, prevalecerá el colesterol malo-bueno. Cuanto mayor de 2 sea ese cociente, mayor prevalencia tendrá el colesterol malo-malo y mayores problemas podremos tener.
[quote]Se ha demostrado que un valor alto de ese cociente triglicéridos/colesterol bueno es directamente proporcional a una mayor probabilidad de muerte por cualquier causa.[/quote]
Repito: por cualquier causa. Esto es: cáncer, enfermedades coronarias, diabetes y, en general, cualquier otra enfermedad crónica. Uno de los ejemplos más claros de que todo está relacionado y de cómo un simple análisis determina nuestra probabilidad de padecer una enfermedad, no importa cuál sea ésta.
Quien haya leído algo este blog sabe que estoy convencido (y como yo, muchos otros), que la salud no se limita a un conjunto de síntomas reunidos bajo la etiqueta de un nombre de enfermedad crónica; que una enfermedad crónica no suele ser un ente aislado y unidimensional, sin relación con las demás, cuya procedencia desconocida es específica de cada una y sin relación con el resto, sino muchas manifestaciones específicas de unos pocos problemas, cuyas combinaciones lineales llamamos enfermedad, pero que pueden ser resueltos mediante terapias mucho más sencillas y mejor alineadas con lo que somos, fisiológica y bioquímicamente.
Creo firmemente que muchas enfermedades crónicas (si no todas) son sólo distintas caras de la misma moneda y responden a causas comunes. Atenuar o curar una, atenúa o cura casi todas las demás. Mantenerse en una zona de salud implica librarse de la enfermedad crónica, entendida como cualquier desequilibrio o salida de esa zona ideal.
La dieta cetogénica se caracteriza por elevar, en algunas ocasiones, los niveles totales de colesterol en sangre y ésa es una de las razones por las cuales se la demonizó con tanto énfasis durante décadas.
Pero los últimos hallazgos han determinado también que lo que ocurre es que se eleva el colesterol bueno pero disminuyen los triglicéridos (hasta hace poco meros comparsas sin valor, aunque por fin se ha demostrado que pueden ser los auténticos villanos de la función), de manera que, tal y como acabamos de explicar, el ratio que determina la probabilidad de padecer cualquier endermedad crónica, disminuye considerablemente, al determinar ese ratio que el colesterol “malo” presente en la sangre es realmente inofensivo.
Con estos datos podríamos proponer una serie de generalizaciones que, como todas, son peligrosas si se toman al pie de la letra, como axiomas o dogmas de fe, pero beneficiosas como punto de partida para continuar reflexionando e indagando.
- Un nivel sanguíneo determinado simplemente por el ratio triglicéridos/colesterol bueno es una buena señal predictiva de enfermedad (aunque el ratio AA/EPA es aún mejor).
- Esa predicción abarca casi cualquier enfermedad crónica, desde cáncer, diabetes, hipertensión, enfermedad cardiovascular, enfermedad autoinmune, enfermedad inflamatoria o enfermedad neurodegenerativa.
- Los alimentos que producen una mayor descompensación en el ratio son aquellos que elevan los triglicéridos e inducen un escenario con glucosa e insulina elevadas y proinflamatorias
- Esos alimentos son carbohidratos refinados, de alto índice glucémico, basados en grano introducido por el hombre en etapas relativamente tardías de la evolución, para los cuales nuestros genes aún no se han “acostumbrado” al largo plazo, aunque sí al corto, como demuestra la existencia de enzimas salivares específicas para metabolizarlos.
Y ahí está la clave por la cual una comida no tiene porqué sentarnos mal a corto plazo, pero sus efectos deletéreos pueden resultar acumulativos con el paso de los años y producirnos algún tipo de desorden bioquímico que se exprese de una u otra manera.
No estoy diciendo que la dieta cetogénica sea dicha solución, pero sí uno de los posibles pasos en el camino de obtenerla.
Tampoco digo que esa prueba sea totalmente determinante, pero sí un aviso que hay que escuchar cuando sobrepasa determinados niveles.
Hay una prueba que se ha descubierto aún más importante, sobre todo en lo que respecta al cáncer, pero también a cualquier otra dolencia donde esté implicada la inflamación crónica (esto es, en casi todas), y es el ratio AA/EPA, que explico en el artículo dedicado a los omega 3 y los eicosanoides. Aconsejo consultarlo.
Lo que nos dice la epidemiología para ayudarnos con la cantidad óptima de calorías
La epidemiología puede ayudarnos a realizar un estudio comparativo sencillo. No tiene validez científica, más allá de la simple curiosidad, porque existen demasiados factores implicados como para establecer una relación causa-efecto pero, como siempre digo, la observación y el establecimiento de hipótesis no le hacen daño a nadie, a condición de que uno sea consciente de que una hipótesis necesita ser puesta a prueba y que, mientras tanto, sólo será un armazón teórico.
Veamos la distribución de ingestión media de calorías por habitante y país:
En el siguiente enlace hay una lista con países y consumo calórico medio entre 2005 y 2007, con Estados Unidos a la cabeza.
En éste, una distribución gráfica entre 2001 y 2003:
Existe un brecha clara y sustancial entre el consumo de calorías por habitante entre los países ricos, los países en vías de desarrollo y los países subdesarrollados.
Ahora mostremos el ratio de prevalencia de cáncer por zona geográfica, que coincide con la distribución económica (a mayor desarrollo, mayor incidencia):
Si observamos la primera tabla, los valores de 1400-2100 calorías que un paciente ingeriría al seguir la dieta aun sin aplicar ninguna restricción calórica, están muy por debajo de la media de casi todos los países.
Sólo en unos pocos se consume de media el valor superior (2100) y ninguno (de entre aquellos donde se han llevado a cabo mediciones) una media de calorías tan bajo como el valor inferior (1400).
De la comparativa de los dos mapas (calorías e incidencia de cáncer) podemos ver que existen grandes similitudes y que parece haber, salvo excepciones, correlaciones interesantes.
Adicionalmente, del estudio histórico de algunos pueblos y culturas ancestrales, que se caracterizaban por estar casi por completo libres de las enfermedades crónicas que a nosotros nos aquejan como una plaga, deducimos que su alimentación se basaba en alimentos muy poco densos en calorías y en que solían pasar por periódicos episodios de ayunos impuestos por la estacionalidad climática.
El ayuno como poderosa fuerza terapéutica se conoce desde hace milenios y también la subalimentación como manera de no sobrecargar el organismo: los japoneses tienen la costumbre ancestral de comer hasta estar llenos en un 80%. La culturas tradicionales india y china restringen aún más esa cantidad.
Su sabiduría, basada en la observación, la prueba y el error, se ve reflejada, como en casi todos los países, en infinidad de proverbios que abundan en la idea de que comer poco es la base de la buena salud y que el ayuno es un arma curativa.
El problema es que comer poco es más sencillo cuando la gastronomía del país y el momento temporal y cultural colaboran con ello. Pero jamás ha sido tan difícil ingerir comida con baja densidad calórica como en nuestra sociedad occidental.
Nunca antes hemos sido asaltados por un bombardeo tan constante de productos que invitan a explotar literalmente de glucosa y energía. Nunca el mundo ha sido un festín de exceso tan alejado de nuestra genética, forjada a base de privación y férreo control natural.
Las enfermedades que acaban apareciendo, indefectiblemente, tras décadas de constante sobreesfuerzo metabólico, no son sino una consecuencia lógica de esa contradicción constante entre lo que necesitamos consumir y lo que realmente consumimos.
La dieta cetogénica, como ya hemos visto, se caracteriza por imitar las condiciones bioquímicas que impone el ayuno y por limitar naturalmente las calorías consumidas sin necesidad de que debamos pasar hambre.
Diferentes comidas, diferentes enfermedades. Los ricos también lloran.
Si observamos esta otra interesante tabla comprobamos que, en los países ricos, donde el consumo calórico per cápita es mayor, es también donde se produce el menor porcentaje relativo del gasto en comida, que se destina principalmente en la compra y consumo de productos refinados y tratados, poco saludables, baratos y con gran densidad de calorías vacías empaquetadas en poco volumen.
Ni que decir tiene que ésos son los países donde la incidencia de cáncer es mayor, mientras que dicha incidencia es mucho menor en países pobres, que se ven obligados a consumir gran parte de sus ingresos en comida ‘real’, casi la misma que cualquiera de nuestros antepasados reconocería como comida.
http://www.huffingtonpost.com/2012/01/10/first-world-countries-obesity_n_1197433.html
De todo esto concluímos que lo auténticamente significativo es no consumir ciertos carbohidratos refinados.
Tal vez el secreto sea únicamente ése: al desprendernos de los carbohidratos refinados y comida procesada y tratada, y dejarnos libertad para consumir el resto, nos adaptamos naturalmente a una dieta más adecuada a nuestra fisiología y necesidades, con todo lo que ello implica en términos de pérdida de peso de grasa y salud.
Una salud que abarca desde la regulación de los niveles sanguíneos de triglicéridos y colesterol, hasta una mayor sensibilidad a la insulina, la mejora de la condición diabética, la prevención y el tratamiento del cáncer y, tal y como apuntan numerosos estudios, la mejora de enfermedades inflamatorias, auto¡nmunes y neurodegenerativas.
Por tanto, la dieta cetogénica no sólo tiene valor al producir determinados niveles sanguíneos de glucosa y cuerpos cetónicos, sino porque, de manera natural, impone una restricción calórica muy beneficiosa que suele ir acompañada de ausencia de hambre.
No tenemos datos suficientes como para estar seguros de si la mejor opción es imponer a la dieta una restricción calórica añadida, pero resulta claro que, cuando hablamos de comida, “menos es mejor”, al menos hasta cierto punto y dentro de unos rangos razonables.
Si podemos añadir cierta restricción calórica a la dieta cetogénica (siempre que la condición física del enfermo lo permita, claro está), más allá de la que ella misma imponga naturalmente, mayores beneficios obtendremos.
La pérdida de grasa hará que nuestro metabolismo basal disminuya y nuestras necesidades calóricas también, de manera que alcanzaremos un equilibrio entre consumo calórico e ingesta de calorías que nos conducirá a un peso ideal, libre del exceso de grasa, que no sólo será más saludable sino más estético.
Se puede estar en cetosis y no perder peso ni masa de grasa, pero la mejor forma de asegurarnos de que estamos haciendo las cosas bien (aparte de mediante las mediciones sanguíneas de glucosa y cetonas) es que perdamos cierta cantidad de grasa corporal.
Generalmente irá acompañada también de una pérdida de peso, pero a veces (aunque es difícil que eso suceda si se sigue una dieta cetogénica estricta) puede producirse un incremento de la masa muscular que puede inducir a engaño, por aumentar el peso total.
Para asegurarnos, es mejor añadir a la medición del peso corporal la medida de la variación de masa grasa a lo largo del tiempo.
Totalmente de acuerdo en que el ayuno y la restricción calórica son dos de las armas más poderosas para una perfecta salud. También me consta la eficacia de las dietas cetogénicas para luchar contra el cáncer, cuando ya está presente, pero tengo mis dudas sobre que sea una dieta saludable para prevenirlo y para seguirla de forma continuada.
Me gustaría preguntarle su opinión, en caso de que lo haya leído, sobre El estudio de China de Collins Campbell. Es bastante riguroso, y de él se puede extraer la conclusión de que la dieta que más previene las enfermedades y promueve la salud es una dieta vegetariana con unos porcentajes muy altos de carbohidratos y muy baja en proteína.
Hola, Paco,
En realidad otro comentarista de este blog ya me expresó dudas similares por haber leído el mismo libro que usted. Le respondí que aislar todas las variables implicadas es peligroso y que se ha demostrado que ciertos estudios que atribuían, por ejemplo, perjuicios a la carne roja, en realidad no aislaban el componente de la grasa omega 6 que suelen contener en grandes cantidades debido a la crianza en cautividad y la alimentación de las reses.
Lo cierto es que todos los estudios que he leído otorgan a los carbohidratos refinados una alta probabilidad de estar detrás de los problemas que acarrea la población occidental, pero no así vegetales y hongos cuyo consumo es mucho más beneficioso. Respecto a las proteínas: hay toda una literatura a favor y en contra de ellas. En un artículo próximo hablaré de ello, pero baste adelantar que estas dietas cetogénicas no son dietas hiperproteicas, como la Dukan, sino que se intenta consumir la cantidad adecuada para mantener la masa muscular y qu el sistema inmunitario no se resienta. Sólo falta saber cuál es dicha cantidad, porque los e4studios van cambiando y se contradicen los unos a los otros.
Por último: una dieta cetogénica no es algo construido artificialmente. Siempre que escucho decir eso de que ‘no creo que se pueda mnatener en el tiempo’, pienso: pero si es totalmente natural. No hay cosas raras. comer carne, huevos, pescado, vegetales, fruta… Simplemente elimina pasta, pan, arroz y aconseja restringir legumbres y patatas. En realidad, en la naturaleza, si tuviéramos que vivir usando lo que encontráramos, viviríamos así: entrando frecuentemente en cetosis. Lo difícil es librarse de consumir unas comidas artificiales que son baratas y que están por todas partes.
Gracias por el comentario y un saludo
Alfonso
HOLA! QUÉ INTERESANTE TODO LO QUE HE LEÍDO DE LA DIETA QUE COMENTAS, PERO CÓMO PUEDO LLEVARLA? TUVE CÁNCER DE MAMA HACE 10 AÑOS Y AHORA TENGO SOBREPESO. SIGO UNA DIETA HACE DOS SEMANAS, PERO VEO QUE NO ME LIMITA EN CARBOHIDRATOS.
TENGO 49 AÑOS Y PESO 70 KILOS. DEBO BAJAR 17 KILOS. CÓMO PUEDO OBTENER UNA DIETA MODELO CON LA TÉCNICA QUE INDICAS?
Hola, Liz,
Perdón por la tardanza en moderar tu comentario y gracias por tus palabras.
Pronto intentaré completar la serie con un par de artículos donde hablo de las vías prácticas de aplicación de la dieta. No tengo mucho tiempo (no gano nada con este blog), así que publico a saltos y cuando puedo. Lo de que sigas una dieta que no te limita los carbohidratos es tan lamentable como poco sorprendente: este mundo es así.
Espero poder publicar pronto.
Gracias de nuevo y un saludo
Alfonso
Hola Alfonso
Sencillamente magistral tu exposicion. Tiene mucha miga y quiero entrar mas adelante a comentar alguna cosa, pero tengo que tomarme un tiempo que ahora no tengo, para hacerlo correctamente. Por cierto he visto que ha entrado otra persona (Paco) comentando «El estudio de China» y tengo que discrepar con el en cuanto que no dice que la dieta tenga que ser alta en HdC. Ademas los que se recomiendan son siempre integrales y yo creo que es ahí donde radica la diferencia. Yo no demonizaria los HdC siempre que sean integrales, si los intentaria eliminar en ciertas enfermedades como el cancer , por que creo que la clave como tu tambien apuntas esta en el indice glicemico. Por otro lado tampoco demonizaria la carne al extremo que lo hace Colin Campbell en «El estudio de China», pero si que restringiria su ingesta. Y es que en la carne de hoy en dia, en los huevos y en el pescado ocurre un poco como con los cereales. No es lo mismo un cereal integral que uno refinado, y no es lo mismo la carne o los huevos de hace 50 ó 60 años, alimentada y criada de forma natural ( tu mismo lo has comentado con el tema del omega-6 que es proinflamatorio). Al igual que se desaconseja la ingesta de pescados azules en la cuspide de la cadena alimenticia como el emperador o el atun por acumulacion de mercurio, algo similar ocurre con la carne, donde se acumulan los resto de pesticidas, insecticidas de los vegetales con que se alimentan (algunas veces todavia es peor, pues los animales muertos por diversas causas se convierten tambien en pienso). Si tomaramos carne y huevos ecologicos, otro gallo cantaria. Pero aun asi, intentaria limitar el consumo de carne algo por encima de la tasa de reposicion corporal. Muchas verduras y hortalizas, hongos y algas en la medida de lo posible,fruta fresca, frutos secos, semillas como lino,girasol,calabaza (que ya se venden en muchos sitios molidas y son muy ricas en grasas saludable y proteinas), algo de legumbres , patatas, pescado y huevos,carne y lacteos ecologicos en la medida que la economia lo permita. Es mi humilde recomendacion general, que creo no esta muy alejada de la tuya. Luego habria que hacer particularizaciones, pero espero poder comentar algo al respecto mas adelante. Un saludo Alfonso y compañia
Hola, Celedonio,
Muchas gracias por tus palabras. En realidad estoy de acuerdo con casi todo lo que dices, excepto en el tema de los carbohidratos (cereales sobre todo) integrales. Está claro que son mejores que los refinados, no hay color, pero algunos productos llamados integrales tienen índices glucémicos apenas algo menores que los no integrales. De esa manera, la ganancia en minerales que se obtiene por un lado puede no compensar la carga glucémica que impone por el otro.
Hablo de enfermos de cáncer, como bien dices. Para los demás usaría la palabra restricción o limitación, pero estoy convencido de que eliminarlos por completo sería una buena idea, y las pruebas al respecto se acumulan, no sólo respecto al cáncer sino respecto a las enfermedades cardiovasculares.
Sé lo difícil que resulta que algo así suceda: 3 de cada 4 caloría que ingiere gran parte de la población provienen de unos pocos cultivos y sus derivados, y eso significa que la economía se colapsaría de extenderse esa medida: ésa es la única razón por la cual todos parecen aconsejar continuar con esta pirámide tan nefasta: hay demasiado dinero en juego.
Salvo en ese detalle, estamos de acuerdo en lo demás.
Muchas gracias por tu comentario y un saludo
Alfonso Fernández
Alfonso, excelente artículo, muy trabajado y con muchas ideas interesantes. Lo releeré con calma.
Un abrazo, Julián
Hola, Julián,
Muchas gracias a ti por leerme.
Un abrazo
Alfonso
Hola Alfonso :
Como siempre un excelente trabajo. ¡Chapó!.
Pero buscándole tres pies al gato he visto, al final de tu artículo, una afirmación que no termino de entender bien. Me refiero a cuando dices que «se puede estar en cetosis y no perder peso ni masa de grasa».
Probablemente se me ha escapado algo pero, si estar en cetosis implica, por definición, que en ese estado nuestro metabolismo deja de consumir glucosa, por agotamiento de la misma, y pasa a consumir la energía de reserva acumulada en forma de grasa, o a falta de esta a tirar del tejido muscular, no entiendo muy bien como casa aquello con esa afirmación. ¿ Se debe ello a la disminución de nuestro metabolismo basal, como consecuencia de la pérdida de grasa que se produce al entrar en cetosis ?
Por otra parte hay otro punto en la dieta cetogénica que pienso que habría que matizar. Así, en cuanto a la restricción de granos ( cereales o legumbres ), para evitar los picos de glucosa y su correspondiente respuesta insulínica, pienso que no es lo mismo, aquellos que contienen fibra no soluble ( como el trigo integral y derivados, por ejemplo ) y aquellos otros que contienen fibra soluble ( como la avena integral, y mayoría de legumbres y frutas ) . Estos últimos, no solo favorecen la flora intestinal ayudando a la limpieza de este importante órgano y a facilitar su tránsito, ( algo muy importante que creo que no facilita la dieta cetogénica, mas rica en proteínas y por tanto con mas residuo y mas producción de ácido úrico ), sino que también reducen la absorción de glucosa y hacen que su paso al torrente sanguíneo sea mas lenta; al tiempo que, por ser secuestrantes de ácidos biliares, reducen la tasa de colesterol total ; además de tener un efecto saciante mas duradero, al enlentecer el vaciado gástrico del alimento .
Por último las dietas con frutas, verduras, legumbres o cereales integrales no sólo proporcionan fibra alimentaria mayoritariamente hidrosoluble, sino que aportan además otros micronutrientes fundamentales para una salud óptima, que resulta difícil obtener solo con una dieta cetogénica, a base de grasas y proteínas.
En este sentido la cuestión de los micronutrientes, ( vitaminas y oligoelementos ) es quizá uno de los puntos débiles de la dieta cetogénica ( centrada solo en determinados macronutrientes), por lo que quizá habría que tener esto en cuenta para ajustarla, en este aspecto, a las necesidades de estos micronutrientes, para logrr el funcionamiento óptimo de nuestro organismo . Y, por otra parte, tratándose de una dieta con alto potencial anticancerígeno, y con el fin de intentar maximizar sus potenciales beneficios anticancer , quizá sería muy conveniente complementarla , incluyendo determinados alimentos específicos a los que se atribuye cierto efecto anticancerígeno, por distintas vías , siempre que no interfieran notablemente con la filosofía anticancerígena de dicha dieta
Un saludo
Hola, Nerjeño,
Gracias por tus palabras, te respondo a cada una de tus objeciones:
1. Estamos de acuerdo en que para perder peso hay que consumir menos calorías de las que se gastan. En una dieta cetogénica es más complicado pasarte con las calorías, pero que puede suceder. Si consumimos la cantidad ‘correcta’ de HC y proteinas, preo nos pasamos con las grasas, sencillamente no adelgazaremos. Pero, como el cuerpo sigue en cetosis (hay grados de cetosis, y no será tan profunda como con menos calorías o con un ayuno), debido a los bajos niveles de glucosa e insulina, seguirá consumiendo grasa. Bioquímicamente no hay mucha diferencia entre consumir la grasa ingerida o la almacenada; por tanto, puede darse el caso de consumir parte de las caloríass de la grasa ingerida y que sobre aún una parte, que deberá ser almacenada. El proceso es algo más complejo, pero es un resumen aproximado de cómo podemos mantener el peso o engordar y permanecer en cetosis. De hecho, tú diste parte de la respuesta: aunque adelgacemos, llegará siempre un momento en que el metabolismo basal descenderá de manera que se igualen nuestras necesidades con lo que consumimos y ya no adelgazaremos más, pero podemos seguir en cetosis
2. Coincido en que la avena y las legumbres son mejores que el trigo, pero podemos suplir perfectamente lo que, supuestamente, nos proporcionan eso carbohidratos mediante verduras y frutas. Durante milenios fue lo que la humanidad hizo, sin más problemas.
3. El punto de los micronutrientes lo trataré en un artículo futuro y sé que crea controversia, pero no debería. En absoluto digo que no haya que consumir frutas y verduras, todo lo contrario. Para alcanzar el nivel de glucosa aconsejado por carbohidratos pueden consumirse cantidades respetables de setas y verduras (algo menos de frutas) y esa cantidad debería proporcionar cantidades más que suficientes de minerales, vitaminas, oligoelementos y fitoquímicos. El problema viene de la pobreza de los cultivos y del escaso nivel de micronutrientes, que a veces es miles de veces menor que en un cultivo natural. Ésa es la raíz del problema: antes, con comer una cantidad pequeña de verduras y fruta ya era suficiente para alcanzar cantidades enormes de nutrientes, pero ahora hay que aumentar la ingesta enormemente para alcanzarlo, con lo que corremos el peligro de descompensarnos al mover la balanza hacia el terreno peligrosos de los carbohidratos: la elevación de la glucemia. De ahí que consumir productos orgánicos sea tan importante.
Lo cierto es que tus preguntas son válidas, porque yo me las hice antes, y lo malo es que responderlas significa gastar bastante dinero en productos de calidad que reproduzcan las condiciones que los alimentos tenían hace muchas generaciones. Pero eso no invalida la dieta, sino la calidad de los alimentos que nos rodean y de los que no hay manera de escapar: a no ser que vivas en un país ‘pobre’, donde hay una mayor ligazón a la tierra y donde, como digo en el artículo, se gasta más dinero relativamente por cabeza para alimentarse, nunca antes hemos tan rodeados de productos llenos de una artificialidad que va en contra de nuestra fisiología.
Muchas gracias por tu comentario y un saludo
Alfonso
Muchas gracias por tus respuestas.
En cuanto a la última parte de tu comentario, resulta un sarcasmo que, ahora, se nos vendan los productos ecológicos , a precio de oro, como una gran novedad y como un gran descubrimiento cuando antes se han encargado de degradarlos y desnaturalizarlos y vendernos esa basura, como algo superior, en nombre del la economía y el progreso. Esta visto que, al final, cuando nos apartamos de la naturaleza, terminamos entrando en crisis y retornando a los orígenes.
Un saludo
Hola, Nerjeño,
Sí, es un sarcasmo que tengamos que pagar más por algo desnaturalizado.
Salió una noticia hace poco de un abogado estadounidense que había conseguido hace años compensaciones millonarias de la industria tabaquera y que pretende demandar a la industria alimentaria. No recuerdo el porcentaje exacto, pero venía a decir que la gran mayoría de las etiquetas y componentes son ilegales. Espero que sea admitida y que prospere.
Gracias y un saludo
Alfonso
Hola Alfonso, observo que eres un gran conocedor del tema cáncer, te pregunto si sabes algo del peróxido de hidrógeno 33% grado alimentario ingerido por boca y en dosis controladas, he leído «La cura en un minuto» un libro y habla maravillas de la terapia bioxidativa escrito por la doctora Madison Cavanuagt, en la que habla del ozono y del peróxido (agua oxigenada)tomado a diario rebjado con agua destilada para la cura del cáncer ya que ataca a las células cancerígenas y no a las sanas ya que estas últimas estas rodeadas de una enzima y las hace resistentes a la oxidación, como lo ves puede funcionar o realizaría una gran oxidación del cuerpo y lo envejecería, espero tu respuesta ya que creo que eres una persona bastante cabal un saludo
Hola, Ginés,
En primer lugar te pido disculpas por haber tardado tanto en moderar tu comentario: simplemente se me perdió en un momento en que había muchos comentaristas y yo tenía muy poco tiempo libre.
Conozco las terapias de ozono, aunque no he leído el libro que me comentas. En estos momentos prefiero enfocarme en cómo debilitar el cáncer haciendo que pase hambre, pero está claro que ese tipo de terapias que me comentas pueden ser interesantes.
Lo malo es que las células cancerígenas pueden crecer en entornos bien oxigenados (su problema radica en la mitocondria, que está dañada y no puede usar dicho oxígeno), y sólo las más agresivas sí habitan en entornos hipóxicos. Por tanto, ese tipo de terapias no terminan de convencerme porque no son tan amplias y genéricas como las terapias metabólicas, que atacan el punto débil específico que caracteriza todos los cánceres y todo tipo de células cancerígenas.
No obstante, no soy un experto en el tema y seguramente me faltarán algunos datos para cimentar correctamente mi opinión. En mi hoja de ruta claro que está investigar las terapias que tienen su diana en el oxígeno y te agradezco esa referencia, que me será de gran utilidad.
Te pido de nuevo perdón por la enorme tardanza en moderar tu comentario. Un afectuoso saludo
Alfonso
Hola Alfonso:
Te dejo un enlace que es posible que te interese:
http://www.realnews24.com/new-mri-research-reveals-cancer-cells-thrive-on-processed-sugar/
Hola, Manolo,
Gracias por el enlace, lo conocía, pero no lo verá publicado en El Mundo o en El País. Su publicidad depende de que algunas corporaciones no se enfade debido a quienes quieren aplicar el sentido común para ayudar a los enfermos y no para ganar dinero.
Gracias de nuevo y un saludo
Alfonso
Hola Alfonso:
Te dejo un enlace que es posible que te interese:
http://www.realnews24.com/new-mri-research-reveals-cancer-cells-thrive-on-processed-sugar/
Gracias por la página.
Hola Alfonso:
Te quería mandar un enlace a un libro muy interesante. No tiene nada que ver con el cáncer pero si que enlaza con la idea básica de que la dieta rica en hidratos de carbono (azucares) es la responsable de «numerosas» enfermedades.
En este caso, el libro habla sobre enfermedades intestinales consideradas autoinmunes como Enfermedad de crohn, colitis ulcerosa, enfermedad celiaca, etc.
El libro explica el mecanismo de digestión de los hidratos de carbono y como afectan al sistema digestivo.
Propone una dieta estricta con un control radical sobre los hidratos de carbono ingeridos. Vamos, que básicamente propone una dieta cetogénica.
Creo que podrías encontrar muchos nexos de unión entre lo que se plantea en este libro y las conclusiones que vas sacando y quien sabe, a lo mejor te ofrece datos que te ayuden en tu objetivo de entender un poquito más de que va todo esto de las enfermedades metabólicas.
El libro se llama «Romper el círculo vicioso».
El enlace: http://es.scribd.com/doc/14428675/Romper-El-Circulo-Vicioso
Espero que te sirva de algo. Un saludo.
Hola, Manolo,
Te pido disculpas por haber tardado tanto en moderar tu comentario, pero te aseguro que me ha sido imposible hasta ahora.
Te agradezco mucho el comentario y el enlace. A pesar de que ‘no tiene que ver con el cáncer’, creo que tú y yo sospechamos que todo tiene que ver, y que las conexiones entre varias enfermedades están cada vez más claras.
Si en algún momento saco tiempo para algo (la cosa está complicada) lo leeré con mucho gusto, porque seguro que me resulta de gran utilidad.
Muchísimas gracias de nuevo y un saludo
Alfonso
Alfonso:
He leido con mucha atención tu blog, y te consulto para que me compartas dónde puedo encontrar un ejemplo de esta dieta, ya que si bien fundamentas magistralmente la hipotesis de la dieta cetogénica contra el cancer, no encuentro la dieta aplicada en un plan alimenticio concreto con ejemplos que ilustren todos estos principios, pero aplicados específicamente al cancer. Mi mayor duda es en relación con las etapas de la misma, cómo comenzar para entrar en cetosis, es decir, cuáles alimentos estarían permitidos y cuáles no en cada etapa…me parece que esto es central, si no tienes tiempo para ilustrarla, sabrías decirme cómo puedo armar un plan adecuado y que aporte la mayor cantidad de los nutrientes necesarios? algun link confiable? se pueden tomar en cuenta las dietas cetogénicas para adelgazar…? éstas tienen una duración limitada (de 1 a 3 meses)y contemplan una primera etapa de privación de HC, para conseguir cetosis, pero luego es seguida de otras en las que éstos se van reincorporando otra vez, hasta llegar a un programa equilibrado (con HC).
Desde ya, muchas gracias!
Sandra
Hola, Sandra,
Muchas gracias por tus palabras.
Como bien dices, la primera parte ha sido la justificación teórica de los beneficios de la dieta, y mi intención es publicar a partir de ahora, la manera práctica de aplicar la dieta de manera individualizada, conociendo las necesidades proteicas y, a partir de ellas, construir una dieta específica con cantidades de HC, que serán más o menos constantes a aprtir de una etapa, y de grasas, que son la llave para completar la dieta y perder o no peso, si el paciente quiere.
En internet hay bastantes recursos de dietas keto para perder peso y menús keto, que se aproximarían, pero faltaría el cálculo preciso, porque hablamos de cáncer y debemos ser precisos con las mediciones para obtener una cetosis profunda y también, a ser posible, una restricción calórica.
Hay quienes preconizan una eliminación drástica de HC, pero no tienen en cuenta los nutrientes que determinados HC aconsejables pueden aportar al enfermo, eso es algo de lo que también hablaré.
Existe también la posibilidad de usar dietas específicas para epilepsias, modificadas para las calorías de un adulto, pero no me gusta basar una dieta en las calorías porque es mucho menos preciso que basarlas en las necesidades de macronutrientes. Además, no creo que sean tan apetecibles como una dieta cetogénica.
Espero poder publicar en breve
Gracias y un saludo
Alfonso
Espero con ansia ese plan dietético para aplicarlo de inmediato. De momento he suprimido de mi alimentación el pan y el azúcar. Como, fundamentalmente, fruta y verdura, pescados, huevos y carne blanca. Una vez a la semana pruebo un plato de arroz (es casi imposible sustraerse a esta costumbre mediterránea). Con los lácteos no sé lo que hacer. Muchísimas gracias por toda la documentación e información que nos aportas.
Hola, Concha,
Gracias, lo estás haciendo bastante bien. Espero poder escribir en breve más artículos. Tomar leche no es un gran problema, pero tampoco un gran avance. Sí puedes tomar yogures con moderación, mantequilla y quesos, sobre todo grasos. Es decir, lo contrario de lo que preconizan las recomendaciones dietéticas.
Espero poder escribir más artículos en breve.
Gracias y un saludo.
Alfonso
Hola Alfonso
Tengo algunas dudas, despues de haber leido todos sus articulos sobre este tipo de dieta, veo que recomienda quesos y lacteos y yo le pregunto, sabiendo que la caseina no se digiera y que alrededor de un 60% son intolerantes a la lactosa, no seria suficiente para eliminarlo de la dieta? Y otras preguntas mas a nivel personal, usted cree que esta dieta es ideal para vencer todo tipo de tumor? O solo el cerebral? Que grado de fiabilidad le darias tu personalmente a esa dieta? Se puede perderle por asi decirlo ese miedo y ese panico a esta enfermedad sabiendo esta manera de combatirlo? Espero impaciente su post sobre como llevar a cabo esta dieta, un saludo
Hola, Carlos,
Por supuesto que, si alguien es intolerante a la lactosa debe eliminar leche y alimentos que la contengan, de manera más o menos estricta dependiendo de su nivel de intolerancia. No lo especifiqué porque me pareció algo obvio. No obstante, aunque la leche puede eliminarse sin problemas en cualquier caso, no estoy de acuerdo con eliminar todos los quesos: los muy curados y gran parte de los fermentados tienen o muy poca o nada lactosa. Sí es cierto que otros quesos con procesos menos estrictos pueden tener cantidades considerables de lactosa. De nuevo, si la intolerancia es grave hay que ser más estricto, pero, repito, los quesos grasos, curados o fermentados son una excelente opción alimentaria porque aportan proteínas y grasas de alto valor.
No estoy muy de acuerdo con tu afirmación acerca de la caseína: que yo sepa, sí se digiere, de hecho es una excelente fuente de proteínas.
Respecto al resto de preguntas: te aseguro que son muy pertinentes. En muchos casos la dieta no servirá para curar, eso debe quedar claro. La palabra curación es excesivamente atrevida teniendo en cuenta el estado actual del arte en cuanto a tratamientos. Pero sí estoy seguro de que puede servir para mantener a raya durante bastante tiempo el tumor, para provocar, en adyuvancia con otras medidas suplementarias (como resveratrol y extracto de té verde entre otras cosas, como comento en otro artículo), remisiones temporales o duraderas y para aportar calidad de vida. De lo que sí estoy seguro es de que puede ser una excelente forma de retrasar o incluso evitar por completo recidivas en tumores que, supuestamente, siempre vuelven a aparecer a pesar de las medidas tomadas por la medicina convencional.
Sobre todo: el estudio de esta dieta me afirma en la idea de que gran parte de las enfermedades actuales son fruto de la ‘simple’ medida de introducir el grano en la dieta, y que la glucosa e insulina elevadas están detrás de casi la práctica totalidad de las enfermedades crónicas que asolan a la civilización occidental: la dieta cetogénica como manera de prevenir el cáncer no es tampoco un asunto baladí.
Creo que puede servir para cualquier tipo de tumor, teniendo en cuenta que todos comparten características comunes, pero es cierto que tal vez no responda de igual manera en todos debido al acceso de combustibles de cada tejido: los habrá más dependientes de la glucosa y otros más de la glutamina, de ahí la necesidad de combinar la dieta con otras medidas que atajen esos mecanismos. Los tumores cerebrales son un caso especial. Primero, por el mal pronóstico de los gliomas malignos y la ausencia de medidas válidas y, segundo, porque, como ya he dicho en otro comentario, el cerebro es el único órgano que se nutre, en estados avanzados de cetosis, casi por completo de cuerpos cetónicos en vez de ácidos grasos, que emplea el resto del organismo. Hay estudios que han demostrado que eso no sólo implica que las células tumorales pierden su principal combustible, la glucosa, sino que los propios cuerpos cetónicos son tóxicos para las células de glioma.
Muchas gracias por tu comentario y un saludo
Alfonso
Gracias por contestar Alfonso, respecto a lo que Ud me ha contestado, dejeme decirle que tengo 22 años solo y soy muy ignorante aun sobre muchaa cosas aunque este tema me interesa mucho pero no llego a saber tanto como Ud. Cuando hablo de curacion , lamento explicarme tan mal, me refiero a no morir de ello y poder hacer una vida normal , o sea en mi punto de vista eso es lo que seguramente mal denomino curacion, y por ultimo otra pregunta, una remision total de un tumor en el que no se produce recidiva durante unos años, no se considera curacion? O es esta una enfermedad que si se despierta no da opcion de morir de viejo por ejemplo? Un saludo y gracias
Hola, Carlos,
Tus preguntas han sido muy pertinentes, y te aseguro que no soy en absoluto, muy a mi pesar, un experto: este blog es un intento por ir desentrañando entre todos, con ayuda de lectores como tú, cosas que tampoco yo termino de entender al 100%.
No me tomé la palabra curación al pie de la letra, tranquilo, intuía por dónde ibas. La medicina oficial considera ‘curado’ a alguien que sobrevive sin recidivas 5 años, no importa si se muere al día siguiente de dicha fecha, así que incluso las estadísticas juegan a favor del tratamiento oficial.
Como te decía, si por curación se entiende controlar la enfermedad, existen casos que corroboran que sí se puede. Depende del órgano donde se desarrolle, algunos tumores son más agresivos que otros y controlar la enfermedad es más complicado. Hay demasiadas variables implicadas (respuesta individual a la dieta, capacidad para controlar el nivel de macronutrientes en niveles crónicamente bajos, grado del tumor y extensión previa, etc) como para que la respuesta sea sencilla. Desde luego, se puede, pero no es todavía, lamentablemente, un seguro de control total o durante muchos años de la enfermedad en todos los casos.
Un saludo
Alfonso
Hola Alfonso:
Te mando este enlace para que le eches un vistazo si puedes. El artículo se titula «El Dr. González desmantela la dieta cetogénica para el cáncer».
Me gustaría saber que opinas al respecto.
Un saludo
Hola, Manolo,
Creo que no me has adjuntado ningún enlace. No obstante, empleando google para encontrar la frase que tú adjuntas, me encuentro con un tal doctor González, especialista en nutrición. No sé si es esa persona a la que te refieres; de ser así, (y aunque no he leído los argumentos que ‘desmantelan’ la teoría), de momento creo que me siguen mereciendo más credibilidad investigadores como Thomas Seyfried, de la universidad de Yale, Friedman y bastantes otros (no se trata de la disparatada teoría de u loco solitario), que avalan su eficacia relativa,comparada a la que tiene el tratamiento convencional, claro está, aquí no se habla de que sea la panacea o sencillo de aplicar.
Te agradecería que me adjuntaras el link, para echarle un vistazo.
Gracias y un saludo
Alfonso
Vale, perdona. Se me pasó hacer el copia-pega. La página está en Ingles. Pertenece a la web de un chaval que asegura haber vencido al cáncer. Te lo pongo:
http://www.chrisbeatcancer.com/dr-gonzalez-dismantles-ketogenic-diet-for-cancer/
Ya me dirás qué te parece.
Un saludo.
Gracias por el enlace.
Le he echado un vistazo por encima (es extraordinariamente largo) y, aunque ya se me ocurren algunas objeciones, me gustaría leerlo con detenimiento y contestarte con más calma y con argumentos más sólidos (no tengo mucho tiempo, no espero contestarte en los próximos días).
Te agradezco mucho el enlace, no obstante. Cualquier perspectiva es bienvenida, bien para refutar, bien para aportar otra visión que sustituya o complemente, o bien para apuntalar ideas previas.
Gracias y un saludo
Alfonso