Efecto Warburg

Las causas del cancer: el efecto Warburg (I). El metabolismo tumoral.

Mitocondrias, oxígeno, glucosa y metabolismo tumoral: las probables causas del cancer

En artículos anteriores expliqué el paradigma en que se ha venido basando la investigación oficial del cáncer desde hace décadas y todas sus incongruencias si la finalidad de dicha investigación fuera encontrar una cura.

También comenté, a grandes rasgos, el nuevo paradigma en que debería basarse dicha investigación, aunque para ello debiera dejarse de lado algo imposible: el beneficio económico.

Ahora, y ante las preguntas que algunos ya me han formulado (¿En qué te basas para afirmar que el paradigma debe cambiar? ¿Cuáles son esas investigaciones que hacen suponer que las causas del cancer son ya conocidas?), me he decidido por escribir un artículo, dividido en varias partes, que resuma cuáles podrían ser las causas del cancer y sus posibles soluciones.

Y también comentaré de las razones por las cuales esa investigación sería incompatible con el beneficio económico de las grandes compañías y porqué su existencia es desconocida por el gran público.

Escuchad la historia que voy a contar a continuación y usad el sentido común para otorgarle o no credibilidad. Dejad que vuestra intuición os haga comprender dónde está la verdad y dónde la manipulación.

El mundo ya no es un lugar ingenuo. Si algo nos ha enseñado la crisis económica brutal en que estamos inmersos es hasta dónde pueden llegar la estupidez y la mezquindad humanas representadas por las corporaciones; crecidas éstas, a su vez, al calor del sistema anarcocapitalista.

Porque, tal y como escribió Guillermo de Occam: “en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta”.

Otto Warburg ya da en el clavo en 1931: el metabolismo tumoral como diana

El fisiólogo alemán Otto Warburg publicó en el año 1931 la obra “El metabolismo de los tumores”. En ella, demostraba que las células tumorales presentaban un metabolismo basado en la glucólisis -o fermentación anaeróbica- y que las células normales podían volverse cancerígenas cuando se sometían a un estado de hipoxia.

Demostró que la mitocondria podría estar dañada debido a ello y eso provocaba toda una cascada de sucesos, compatibles con el fenómeno neoplásico, que más tarde explicaré con mayor detalle. Acababa de proponer una de las posibles causas del cancer.

Gracias a ese trabajo se le concedió, en 1931, el premio Nobel. Han pasado casi 90 años desde aquel hallazgo, y la historia de la estupidez humana vuelve a escribirse con letras de oro: durante casi todo ese tiempo, ese conocimiento ha sido sistemáticamente ignorado, en vez de investigar el metabolismo tumoral alterado, que ostentan prácticamente todos los tumores, como diana terapéutica en que basar posibles tratamientos.

Y eso a pesar de que todos los oncólogos conocen el efecto Warburg y saben que es una particularidad tumoral, aunque a ninguno al que se le pregunte lo asociará con una de las causas del cancer, sino como una simple consecuencia.

La mitocondria en el centro del escenario

La mitocondria es un orgánulo que posee un ADN propio (el ADN mitocondrial, heredado sólo de la madre) y que constituye el “generador” principal mediante el cual la célula sana obtiene energía: la glucosa del torrente sanguíneo se oxida en presencia de oxígeno dentro de la mitocondria y se produce ATP, que es usado como fuente de energía por la célula.

Pero se ha descubierto que la mitocondria controla además otros procesos, entre los que se encuentra la apoptosis, o muerte celular programada.

Es decir, es la mitocondria la que regula el proceso mediante el cual la célula se “suicida” como forma de asegurar la homeostasis. Permite con ello que se mantenga el equilibrio con otras células recién creadas y que se autodestruyan las que presentan algún tipo de problema o mutación que podría comprometer al organismo. El efecto Warburg tiene a la mitocondria en su centro de importancia.

La glucólisis

Existe otra forma en que la célula puede obtener energía. Se llama glucólisis y consiste en fermentación anaeróbica.

Se produce en situaciones en que hay una deficiencia de oxígeno (hipoxia), como durante una isquemia o tras un esfuerzo prolongado. Dicha forma de obtener la energía sin oxígeno es muy poco eficiente y requiere que se use una gran cantidad de glucosa para suplir la hipoxia.

Esa fermentación ocurre en el citosol de la célula, no en la mitocondria, que sólo puede trabajar en presencia de oxígeno.

Los productos de desecho de ese proceso fermentativo son piruvato y ácido láctico.

Además, siempre que hay una hipoxia aparece en escena una molécula llamada HIF-1alfa, que hace que se expresen determinados genes que desencadenan una importante cascada de sucesos, el más significativo de los cuales es la proliferación celular.

Hay situaciones en la cuales esa proliferación es beneficiosa, como por ejemplo tras un proceso isquémico: al producirse la hipoxia, el HIF-1alfa hace que inmediatamente se produzca una proliferación con la intención de reparar la zona dañada.

Algo va mal y la célula cambia su metabolismo: el factor clave en las causas del cancer.

En una célula cancerígena sucede “algo” (y ya se sospecha qué es ese algo, y lo explicaré en siguientes artículos de esta serie) que desencadena un fenómeno especial: la célula sigue obteniendo su energía mediante glicólisis, incluso aunque haya suficiente oxígeno disponible en su ecosistema, en vez de regresar a la respiración oxidativa normal, que ocurre en la mitocondria. Y esa es la clave del efecto Warburg y el inicio de las causas del cancer.

Una hipótesis de porqué sucede eso es que la célula se adapta a una hipoxia previa manteniendo su metabolismo basado en la glucólisis porque, pese a ciertos inconvenientes, le reporta grandes ventajas, como más adelante veremos.

La mitocondria, a su vez, aunque pueda parecer intacta, deja de cumplir sus funciones principales, entre las que se encuentran, como ya hemos visto, no sólo asegurar la respiración celular, sino también controlar la apoptosis o suicidio programado de la célula.

Al anularse la función de la mitocondria y la apoptosis, la célula no puede ya suicidarse y se convierte en inmortal. Es por esa razón por la cual el efecto Warburg describe el cáncer como un “trastorno de la mitocondria”.

Al actuar “como si” no pudiera proveerse de oxígeno a pesar de tener acceso a él, es decir, en un estado similar a la hipoxia, el HIF-1alfa sigue segregándose, mantiene la expresión de los genes que en situaciones normales estarían inactivos y desencadena el fenómeno de la proliferación: la célula no sólo es inmortal y no puede suicidarse, sino que se reproduce constantemente y, por tanto, sin control y exponencialmente.

Al mantener la glucólisis como forma de metabolismo, la zona que se reproduce tiene unas necesidades aumentadas de glucosa para poder nutrirse (y cada vez mayores conforme se reproducen sus células), mucho mayores que las células sanas.

Los productos de desecho antes mencionados, como el ácido láctico, vertidos al continente extracelular, provocan que el ph de esa zona sea ácido, al contrario que el ph extracelular de las células sanas, que es ligeramente alcalino. Mientras, el interior de las células tumorales presenta un ph también inverso respecto a las sanas: alcalino en aquéllas, ácido en éstas.

Con la proliferación, las células cancerígenas se alejan de los capilares que deben nutrirlos, con lo cual se establece un círculo vicioso: aparece una hipoxia real en algunas zonas del ecosistema bioquímico del tumor que mantiene la glucólisis, las mitocondrias siguen sin poder funcionar, se inhibe la apoptosis, el HIF-1alfa sigue provocando la proliferación, siguen aumentando las necesidades de glucosa, se producen más productos de desecho en forma de ácido láctico, aumenta todavía más la acidez, y vuelta a empezar.

¿Verdad que es una explicación sencilla y elegante de una de las posibles causas del cancer? ¿No es el efecto Warburg un proceso que habría merecido al menos un poco de atención.

La medicina oficial ignora el efecto Warburg como una de las causas del cancer

Durante casi 90 años el efecto Warburg ha sido considerado una simple consecuencia en vez de una de las más poderosas causas del cancer.

Su generalidad permitiría abordar tratamientos que sirvieran para todos los cánceres, pero la comunidad médica se ha empeñado en denostarlo como un simple fenómeno. Despreciar algo tan general y elegante para sumirse en las profundidades del estudio de los genes implicados en todos los subtipos de tipos de tumor es, cuando menos un disparate.

Aunque, como vimos en un artículo anterior, sólo un disparate si se busca la curación, pero una excelente idea si se persigue el beneficio, momento en que las causas del cancer y el efecto Warburg no son sino molestias.

¿Se ha usado el efecto warburg para desarrollar herramientas concretas que utilice la medicina actual?

Sí, el PET: la tecnología de emisión de positrones identifica aquellas células que consumen elevadas cantidades de glucosa, y los oncólogos saben que existe una relación directa entre dicho consumo y la malignidad de la célula, y relaciona también dicho consumo con el pronóstico del paciente.

Cualquier oncólogo os confirmará que el PET es la prueba definitiva, la más precisa y la que determina con mayor seguridad la extensión y malignidad de un tumor, no importa dónde esté localizado o del tipo que sea. Por tanto, se basa en un principio común a todos los cánceres y que funciona.

Pero, curiosamente, sólo se ha usado para desarrollar un método de diagnóstico.

Pero no se ha empleado para desarrollar un tratamiento. El efecto Warburg, una de las posibles causas del cancer, usado sólo para diagnosticar, pero no para curar.

Curioso, ¿no?

En próximos artículos

En siguientes artículos explicaré qué descubrimientos se han hecho para comprender y adaptar mejor el efecto Warburg a la realidad del ecosistema tumoral y porqué a la industria farmacéutica le interesa centrar la investigación en el estudio del genoma en vez del metabolismo celular.

También explicaré porqué es imposible, basándonos en el efecto warburg, que la quimioterapia y la radioterapias sean efectivas en la mayoría de tumores malignos.

Y explicaré porqué, en realidad, la quimioterapia beneficia a la mayoría de los tumores.

21 Comments

  1. jgonzalezg 20 de febrero de 2013
    • Alfonso Fernández 21 de febrero de 2013
      • Alexandra 27 de enero de 2019
  2. JUAN ANTONIO 22 de abril de 2013
    • Alfonso Fernández 22 de abril de 2013
  3. gabriel tomic 3 de mayo de 2013
    • Alfonso Fernández 3 de mayo de 2013
  4. Carmen 25 de diciembre de 2013
    • Alfonso Fernández 27 de diciembre de 2013
  5. Teresa 27 de febrero de 2014
    • Alfonso Fernández 27 de febrero de 2014
  6. Luis 28 de mayo de 2014
    • Alfonso Fernández 15 de junio de 2014
  7. Min 27 de junio de 2015
    • Alfonso Fernández 29 de junio de 2015
  8. Jana 29 de junio de 2015
    • Alfonso Fernández 29 de junio de 2015
  9. Ivi 14 de abril de 2016
    • Alfonso Fernández 14 de abril de 2016
  10. Javier 3 de agosto de 2022

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