Dicloroacetato de Sodio. Mecanismo de accion

Dicloroacetato de Sodio (II). Mecanismo de acción contra el cáncer. Una propuesta de tratamiento para ser considerada por enfermos libres.

En un artículo anterior, expliqué cuáles eran los datos objetivos respecto al Dicloroacetato de Sodio y la acción terapéutica que ha demostrado en un grupo de enfermos de Glioblastoma.

Los estudios que se han venido desarrollando en grupos de trabajo de todo el mundo, demuestran también la eficacia ‘in vitro’ del Dicloroacetato de Sodio en diferentes ‘tipos de cáncer’. Una efectividad que tiene todo el sentido a la luz tanto de lo que conocemos que es el cáncer (de su especial metabolismo), como del mecanismo de acción del Dicloroacetato de Sodio.

Un mecanismo de acción similar a otros inhibidores de la glucólisis como el 3-Bromopiruvato, que también está demostrando gran potencial antitumoral.

Todos ellos comparten, igualmente, la característica de no ser patentables y de resultar extraordinariamente baratos si los comparamos con la terapia convencional.

Es decir, son perfectos candidatos para ser desacreditados por bloggers y comentadores esbirros de la industria farmacéutica con el objetivo de manipular e impedir una reflexión racional.

Muchos de los oncólogos contribuirán a este escenario terapéutico devastador en que nos hallamos inmersos (la mayoría sin saberlo), con su negativa a escuchar argumentos como los que escribo en este tipo de artículos.

Por contra, preferirán aplicar terapias que saben tóxicas y, en muchos casos, inútiles, antes que contravenir al statu quo imperante, uno que les proporciona, dicho sea de paso, importantes ventajas materiales.

Siempre podrán escribir cartas sentimentaloides en periódicos de tirada nacional, hablando de lo unidos que estaban a determinada figura pública que luchó con valentía contra el cáncer. O presidirán una fundación creada ‘para recabar ayuda en la investigación’, patrocinada por una marca de compresas y algún personaje famoso que ‘ha superado un cáncer’.

Y conseguirán dársela con queso a la manada de los antiguamente llamados ciudadanos libres, ahora convertidos en televidentes y en contribuyentes.

Mecanismo de acción del Dicloroacetato de Sodio

Como ya he dicho en un artículo anterior, el Dicloroacetato de Sodio ya es un medicamento usado para tratar la acidosis láctica. La explicación de sus efectos antitumorales es un poco más compleja, porque el mecanismo de acción del Dicloroacetato de Sodio es múltiple.

Ya sabemos que las células tumorales presentan el llamado ‘efecto Warburg’, esto es, una glicólisis aeróbica: sucede cuando o bien la mitocondria está dañada estructuralmente o bien hay defectos en estadios más tardíos del proceso de obtención de energía mediante respiración oxidativa.

En este último caso, incluso aunque parezca que la mitocondria no está dañada, porque consume O2 y produce CO2, la célula no consigue obtener mediante ese proceso el suficiente ATP como para cubrir sus demandas de energía.

Para no morir debe, por tanto, acudir a otro proceso de obtención de ATP: se ve obligada a fermentar la glucosa en el citosol, mediante un tipo especial de glucólisis, diferente a la glucólisis anaeróbica, porque se produce incluso en presencia de cantidades de oxígeno teóricamente suficientes para no tener que recurrir a ella. Ahora sabemos que el oxígeno no sirve para nada si la mitocondria no puede ‘respirarlo’ y obtener con él ATP.

En el inicio del proceso de glucólisis, la glucosa se transforma en piruvato, que es la molécula que la célula debe metabolizar para obtener energía.

En ese momento puede seguir dos caminos: uno, oxidativo, en la mitocondria. Otro, fermentativo, donde se produce como producto de desecho lactato. Al tener la célula tumoral impedida la respiración oxidativa por tener un daño en la mitocondria, sólo puede obtener energía fermentando el piruvato.

Pues bien: el Dicloroacetato de Sodio “corta el paso” de la producción de piruvato a lactato y eso produce un doble efecto deletéreo para las células cancerígenas:

  • La célula tumoral, debido al bloqueo que el Dicloroacetato de Sodio impone al metabolismo fermentativo del piruvato, no es capaz de obtener de él energía, con lo cual pierde uno de los pocos medios que le quedan para sobrevivir.
  • Además, debido a dicho bloqueo del metabolismo del piruvato, desciende también, considerablemente, la presencia de desechos de ácido láctico en el ambiente tumoral. Dicho ácido ejerce labores de ‘escudo’ protector de la célula tumoral frente al sistema inmunitario, sobre todo frente a las Natural Killer, que atacan de manera natural (no ‘aprendida’, como sucede en otro tipo de linfocitos) a las células cancerígenas. Si el nivel de lactato desciende, el tumor pierde su escudo protector y es más vulnerable frente al ataque del sistema inmunitario.

¿Qué acciones terapéuticas se desprenden de estos mecanismos de acción?

El Dicloroacetato de Sodio es un medicamento y presenta efectos secundarios de los que todos deben ser conscientes, pero desde luego ni por asomo tan graves como los que provocan la quimioterapia o los antiangiogénicos.

La balanza riesgo-beneficio debe ser calibrada por cada enfermo, para determinar si le compensa asumir los riesgos, generalmente no demasiado graves, pero existentes, al tratarse con Dicloroacetato de Sodio.

Resulta evidente que, en muchos casos, en los cuales los pacientes son conscientes de que la medicina no puede salvarlos sino alargarles brevemente la vida a costa de hacérsela aún más miserable, no hay razones objetivas para no intentarlo.

Además, al conocer el mecanismo de acción del Dicloroacetato de Sodio, podemos también deducir que su capacidad terapéutica puede verse incrementada si, adicionalmente, emprendemos otro tipo de acciones sinérgicas, dictadas por el sentido común y los estudios científicos publicados al efecto.

  • La primera es hacer descender el nivel de glucosa en sangre mediante una dieta cetogénica con restricción calórica (alta en grasas, con proteínas adecuadas y muy baja en carbohidratos). Con ello, por una parte el tumor tendrá menos glucosa circulante, disponible para alimentarse (y necesita mucha mayor cantidad de glucosa que las células normales, las cuales, además, pueden alimentarse usando cuerpos cetónicos, mientras que las tumorales no) y, por otra, el Dicloroacetato de Sodio tendrá menos piruvato que bloquear y su acción terapéutica podrá ser similar a menor dosis, lo cual redundará en aún menores efectos secundarios.
  • La segunda es que, al eliminar el escudo protector del ácido láctico, el sistema inmune puede atacar con mayor facilidad las células tumorales. Los pacientes de cáncer suelen tener deprimido el sistema inmune, y mucho más aún los tratados con quimioterapia, así que el paso lógico siguiente sería potenciar dicha inmunidad.

Si además conocemos algunas características adicionales que ayudan al tumor, como la angiogénesis y la inflamación, que están relacionadas, podremos crear una estrategia global donde todas las medidas aporten una ayuda sinérgica.

Medidas globales y sinérgicas con potencial terapéutico

De los dos puntos anteriores y de otras características típicas de los tumores podemos deducir ciertas medidas que, los estudios preliminares así lo indican, pueden resultar efectivas.

{Actualización: también recomiendo Berberina, un antidiabético natural con efectividad similar a la Metformina pero sin sus efectos secundarios, que permite aumentar la eficiencia de la insulina y hacer descender los niveles de glucosa}

Por eso en otros artículos hablaremos de cómo potenciar el sistema inmune con Vitamina D3, Vitamina K3, calcio, magnesio, zinc y Melatonina. Y estudiaremos otras posibilidades como Coriolus versicolor, Maitake MD Fraction o Factores derivados del calostro.

El último eslabón terapéutico lo constituye la inflamación, que ayuda al tumor a construir nuevos vasos sanguíneos mediante el mecanismo de la angiogénesis y a crecer con mayor fuerza.

Por eso, además de todas las anteriores medidas, claramente antiinflamatorias, ayudaremos aún más a la terapia con compuestos antiinflamatorios como Cúrcuma liposomada y cantidades adecuadas de Aceite de pescado, que debido a su contenido en dos potentes ácidos grasos poliinsaturados omega3, es uno de los antiinflamatorios más precisos y efectivos que se conocen, más que los fármacos creados al efecto.

También veremos cómo bloquear otros caminos de la glucólisis con Resveratrol liposomado para potenciar los efectos del Dicloroacetato de Sodio, y cómo impedir el metabolismo de la glutamina, un aminoácido que el tumor puede usar también como combustible (mediante otro proceso fermentativo), usando un polifenol descubierto en el té verde, el Galato epigalocatequina (EGCG). Es decir, se comporta en la fermentación de la Glutamina de manera similar al Dicloroacetato de Sodio en la fermentación de la glucosa y el piruvato: impidiendo, hasta cierto punto, que el tumor aproveche la Glutamina en el proceso fermentativo llamado Glutaminólisis.

Por último, no puedo dejar de nombrar un par de medicamentos que pueden ayudar mucho al tratamiento. Deben ser prescritos por un médico, así que es difícil que sean administrados, pero no se pierde nada por nombrarlos.

En primer lugar el medicamento Cloroquina, usado contra la malaria, podría ayudar a frenar la metástasis y la fagocitosis resultante. La Cloroquina ha demostrado, además, actividad antitumoral específica. De nuevo, al igual que en el caso del Dicloroacetato de Sodio, hay que recordar que se trata de un medicamento y que uno debe comprender y asumir sus efectos secundarios antes de tomarlo. En este caso en concreto, hay que tener cuidado si se toma durante extensos períodos de tiempo, debido los efectos adversos. Lo nombro porque en ciertos casos está claro que toda ayuda es poca y porque parece ser una buena terapia adyuvante de la convencional pero, repito, hay que medir muy bien su ingesta durante largos períodos de tiempo.

Otro medicamento que consultaría con el médico es Plerixafor. Se usa como inmunoestimulante en casos de autotransplante de médula, pero ha demostrado eficacia específica antitumoral al incidir sobre la vasculogénesis: la capacidad del tumor de reclutar células madre circulantes de la meédula ósea y crear nuevos vasos sanguíneos.

Ha demostrado una gran capacidad para prevenir recidivas en gliomas y para reducir metástasis al potenciar el sistema inmune. No se pierde nada por nombrarlo al médico, aunque uno debe estar preparado para recibir expresiones que van desde la ignorancia hasta el paternalismo o el simple desprecio. Es un medicamento bastante seguro, con relativamente leves efectos secundarios.

Como ejemplo de propuesta (aunque las combinaciones pueden ser muchas): una dieta cetogénica con buen equilibrio de aminoácidos, Dicloroacetato de Sodio, Berberina, Vitamina D3, Vitamina K3, Calcio, Magnesio, Zinc, Melatonina, Aceite de pescado, Resveratrol liposomado, Cúrcuma liposomada, EGCG (y Cloroquina en ciertos casos, con muchas precauciones en períodos largos de administración, además de Plerixafor: estos dos últimos deben ser consultados con un médico), para atacar al tumor en todos los procesos bioquímicos donde es vulnerable, construyendo una estrategia con pocos efectos secundarios, que a la vez protegerá y fortalecerá el cuerpo sano.

En otros artículos comentaré más extensamente cada una de estas medidas y las dosis que parecen más adecuadas.

Y constantemente me mantengo a la escucha de avances en la investigación de nuevos inhibidores de la glucólisis y la glutaminólisis, que son, tal vez, las claves para poder manejar el cáncer.

Un mundo sin certezas, salvo que las terapias convencionales son venenosas y poco efectivas.

¿Estoy seguro de que este ‘tratamiento no oficial’ pueda funcionar? En absoluto.

Sólo digo que es razonable considerar su aplicación, sopesando pros y contras y ejerciendo esa cosa tan bonita y tan pocas veces vista en el mundo contemporáneo llamada libertad individual, que implica conocimiento, independencia de criterio, responsabilidad y madurez.

Si alguien decide aplicar también el tratamiento convencional, las medidas listadas en el anterior párrafo potenciarán dicha terapia y protegerán el cuerpo sano de sus efectos tóxicos. Hay estudios que confirman, hasta cierto punto, estas afirmaciones.

Esa persona puede, por contra, tomar la decisión de esperar a que se hayan llevado a cabo estudios clínicos extensos que confirmen, sin lugar a dudas y con fiabilidad estadística, que realmente esas medidas suponen una ayuda.

El problema es que esos estudios no se llevarán a cabo jamás (nadie con la capacidad económica para llevar a cabo esos ensayos pondrá el dinero para probar algo que va en contra de sus intereses y de los del estamento médico) y, si lo hacen, será cuando mis bisnietos hayan muerto de viejos. De nuevo, cada uno debe sopesar, en función de su caso individual y su capacidad de juicio, si la balanza riesgo/beneficio se inclina a uno u otro lado.

A estas alturas ya no tengo paciencia para descender a los territorios superpoblados de la corrección política. Quien quiera usar este artículo para reflexionar (seguro que aún hay gente que sabe a lo que me refiero) con sentido crítico, argumentos razonables y respeto, será bienvenido.

Los demás, los bloggers realmente ‘científicos’, se dedicarán a ‘descubrir misterios’ tan ‘importantes’ como que lo que dice Iker Jiménez son cuentos (algo que nadie sabía) y alardearán de una ‘honradez intelectual’ de la que, al parecer, tipos como yo carecemos.

Los palmeros del poder, como siempre, dando lecciones de coherencia y ética a quienes se mojan en la vida para intentar descubrir las patrañas que realmente importan y no estupideces que son caramelos destinados a adormecer a la plebe.

Suelen ser los mismos que se ríen, con la prepotencia del marisabidillo que confunde acumulación de datos estándar con sabiduría, de las personas desesperadas que acuden a ellos en busca de alguna luz para sus seres queridos.

Yo, por mi parte, me dedicaré a ‘añadir ruido’ con acciones tan poco importantes como aportar mi insignificante ayuda para que alguien se cure de una vez por todas de un cáncer metastásico o de un glioma maligno, tras 50 años de obscenidad rampante, sesgo tendencioso constante de datos y estadísticas, noticias manipuladoras en grupos informativos que son testaferros de los lobbies corporativos, millones de enfermos muertos y mucho dinero ganado por empresas y oncólogos estrella que dedican su vida al negocio del genoma y del proteoma.

Los mismos que complican un problema para justificar el dinero invertido en su solución, en vez de intentar hacer algo revolucionario, a saber: buscar las pocas generalidades y similitudes, antes que las millones de particularidades y diferencias infinitesimales, con el inédito objetivo de curar.

El libro que todo el mundo debería leer y nadie leerá.

Por último, dejo el enlace al libro que todo oncólogo debería leer, que todo enfermo con criterio debería leer, escrito por alguien que de verdad ha puesto el dedo en la llaga con la inteligencia y la valentía que a la mayoría le falta.

Thomas N. Seyfried, Bioquímico y Genetista de la Universidad de Yale y el Boston College:

Cancer as a metabolic disease. On the origin, management and prevention of cancer

173 Comments

  1. jgonzalezg 2 de marzo de 2013
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