Vamos a explicar un método práctico para calcular las necesidades de macronutrientes de cada persona que desee seguir una dieta cetogénica, primer paso para la elaboración de menús específicos.
Este es un post muy largo. Había decidido escribir en una sola entrada tanto la justificación y las bases de la dieta como los ejemplos de aplicación práctica, pero entonces el post sería kilométrico, así que he decidido partirlo en dos.
En este artículo explicaré los fundamentos prácticos de la dieta basados en todas las pruebas presentadas en los artículos anteriores de esta serie, así como los alimentos aconsejados y desaconsejados de cada grupo.
También daré las respuestas a algunas dudas bastante frecuentes que asaltan a quienes se plantean comenzar a seguir la dieta cetogénica.
En el siguiente artículo, que publicaré en cuestión de días, lo prometo ;), propondré por fin un ejemplo paso a paso para calcular los macronutrientes y planificar una dieta individualizada.
Recordando los objetivos perseguidos
Tal y como hemos explicado en el resto de artículos de esta serie, nuestro objetivo es disminuir al mínimo la glucosa circulante e incrementar los cuerpos cetónicos, señal inequívoca de que el cuerpo habrá cambiado a otro estado metabólico donde en vez de ser la glucosa el principal medio de obtención de energía, pasan a ser los ácidos grasos y los cuerpos cetónicos los combustibles primordiales. De esa manera, el tumor se ve obligado a pasar hambre.
Otras dietas cetogénicas estándar
Las dietas cetogénicas estándar empleadas hasta ahora para otras enfermedades como, por ejemplo, la epilepsia refractaria, adolecen de una ausencia de individualización.
Se basan en rangos de calorías y en ratios genéricos de macronutrientes (dietas para 1200, 1400 o 1800 calorías, ratios de grasas/proteínas +carbohidratos de 4/1 o de 3/1), que pueden ser muy válidos para algunos enfermos pero no para otros.
Si bien esas dietas tienen la ventaja de su rapidez de aplicación y han demostrado ser efectivas, creo que dejan escapar la oportunidad de hacer un ajuste aún más preciso, que dependerá de las características físicas individuales de cada enfermo.
Principios de la dieta propuesta
Hemos demostrado también que es tan importante el consumo total de calorías como la distribución porcentual de los macronutrientes, y que el ayuno es un poderoso potenciador del sistema inmune, que induce un estado de shock en el tumor.
Emplearemos estos y otros ingredientes ya explicados en otros artículos para confeccionar una dieta que cumple con las siguientes normas:
- Provee al organismo el mínimo preciso de ciertos macronutrientes indispensables (usando alimentos con propiedades adicionales que ayuden a luchar contra el tumor) y en una combinación que imita lo más posible los efectos del ayuno y la cetosis que éste conlleva.
- Supone la ingestión de un mínimo de calorías, una restricción calórica que maximiza el nivel de cuerpos cetónicos y el shock al tumor.
- A pesar de que puede ser inevitable en las primeras etapas de la dieta, el hambre se reduce significativamente, hasta desaparecer, en etapas posteriores.
NOTA: debo dejar claro que el propósito de esta dieta es terapéutico, y su fin es luchar contra una enfermedad como el cáncer, razón por la cual no es conveniente que se use con fines puramente estéticos: en ese caso bastaría con seguir la simple norma de disminuir o eliminar ciertos carbohidratos de la dieta y quienes lo hagan adelgazarán disfrutando a la vez de la comida sin estar atados a una tabla de cálculo.
Pero los enfermos de cáncer son otro cantar: la dieta es una terapia que pretende luchar contra el tumor induciendo un cambio metabólico profundo, razón por la cual es necesario medir con exactitud tanto la dosis de la ‘terapia’ como sus efectos, tal y como se haría con cualquier medicamento.
Necesidades mínimas del organismo que hay que cubrir
Necesidades mínimas de glucosa
Hemos dicho en otros artículos que, una vez alcanzado el estado de cetosis, el organismo tiene aún unas necesidades mínimas de glucosa que sirven para nutrir aquellas células que carecen de mitocondria, como es el caso de los glóbulos rojos o de algunas células del sistema nervioso central.
El cuerpo se las arreglará para alcanzar esas necesidades mínimas de glucosa tanto si ingerimos hidratos de carbono como si no, porque esas células sin mitocondria podrían morir y son vitales.
Mediante la gluconeogénesis, el hígado degradará parte de las proteínas ingeridas o procedentes de los músculos y también el glicerol que procede del metabolismo de los triglicéridos. Así, aunque no se ingiera ningún carbohidrato, el cuerpo mantendrá un nivel mínimo de glucosa indispensable para la vida.
[quote]La primera regla que debemos atender es: ya que el organismo necesita una pequeña cantidad de glucosa en cetosis, asegurémonos de que se la proporcionamos nosotros mediante la ingesta de ciertos carbohidratos que, adicionalmente, posean propiedades beneficiosas para el organismo.[/quote]
Necesidades mínimas de proteínas
Recordemos que el ayuno es un beneficioso mecanismo que mejora la eficiencia de la insulina, incrementa la actividad inmune y supone un duro shock para el tumor, obligado como está a pasar hambre, al negársele sus mecanismos metabólicos basados exclusivamente en glucosa y glutamina.
La grasa acumulada por un hombre medio pueden aprovisionarle de energía durante semanas o meses, y se conocen casos de obesos mórbidos que permanecieron un año sin ingerir alimentos, nutriéndose tan sólo de sus reservas de grasa, una vez pulsado el interruptor que cambia el metabolismo desde uno basado en la glucosa a uno basado en los ácidos grasos y los cuerpos cetónicos.
Pero el problema del ayuno (o de una dieta que imite sus efectos) lo representa el gasto de proteínas: el cuerpo se ‘desgasta’ y necesita un aporte mínimo diario de ‘ladrillos’ con los cuales reponer esas estructuras (músculos, piel, huesos, vísceras, sistema inmune), que se van desgastando por el uso.
Así, el límite del ayuno no lo impone el hambre, sino la pérdida intolerable de masa estructural que conduce a una situación insostenible.
Por otra parte, el cuerpo tiene muy poca capacidad de almacenar los aminoácidos ‘sobrantes’, que no se necesitan para reconstruir más tejidos, de manera que casi todo lo que no se usa se transforma en glucosa.
[quote]La segunda regla que debemos atender es: hay que proporcionar al cuerpo la cantidad indispensable de proteínas para que reponga los sistemas desgastados y evitar una pérdida de funciones vitales, pero no tanta como para que el exceso se transforme en glucosa.[/quote]
En este punto es donde radica realmente la clave y la dificultad en la elaboración de la dieta: en el cálculo preciso de las proteínas que hay que consumir.
Hidratos de carbono
Como ya hemos explicado anteriormente, los hidratos de carbono son los principales suministradores de glucosa.
Nuestra gastronomía diaria se basa, cada vez más desde hace unas décadas, en los hidratos de carbono de alto índice glucémico procedentes del grano. Nuestra economía depende de que se consuma, constantemente, la cantidad de grano suficiente como para asegurar el beneficio de quienes se dedican a cultivar, recoger, refinar, trasformar, envasar y distribuir las gigantescas cosechas de las que depende buena parte de la economía global (y con la que los especuladores de turno obtienen cuantiosas ganancias).
Si observamos la base de la pirámide alimenticia actual ‘ideal’, veremos que las ‘autoridades’ nutricionales aconsejan que nuestra alimentación consista, hasta casi un 70%, en cereales: trigo, arroz, soja, maíz. Y no es casualidad que estos cultivos, mucho más rentables económicamente, mucho más sencillos de cultivar y trasladar que cualquier otro alimento, constituyan la base, también, de la economía alimenticia.
El proceso no es: ‘resulta beneficioso, por lo tanto cultivémoslo’, sino: ‘digamos que es beneficioso aquello que más nos interesa económicamente cultivar’. En ese hecho puede radicar la devastadora epidemia de obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedades degenerativas, enfermedades autoinmunes y otras como el cáncer que asolan la civilización occidental.
A diferencia de las necesidades calóricas y de proteínas, con rangos de variación individual muy grandes, la cantidad requerida mínima de glucosa presenta una media con menor grado de dispersión individual. Es decir, no depende tanto de la corpulencia, sexo o actividad física de la persona y es bastante más constante.
No obstante, hay que recalcar que las cantidades consignadas aquí reflejarán datos medios que pueden presentar ciertas desviaciones individuales. La única manera de ajustar con exactitud las cantidades de macronutrientes finales será mediante mediciones sanguíneas y constantes ajustes que el paciente deberá llevar a cabo a lo largo de algunas semanas.
A continuación, unos párrafos con la justificación de las cantidades mínimas de glucosa que necesita el organismo, en cursiva por si prefieres saltarte esta teoría un poco ardua.
Al aplicar la dieta occidental, llena de glucosa, el cuerpo tiene a su disposición toda la que necesita (unos 160 gramos, de los cuales 120 van al cerebro) y es ella su principal sustrato metabólico.Por el contrario, durante la dieta cetogénica, la ingestión total de glucosa suele ser menor que la mínima necesaria una vez alcanzada la cetosis (unos 75 gramos, de los cuales unos 40 gramos van al cerebro) y el organismo utiliza en parte la gluconeogénesis para asegurarla, mediante el reciclaje de productos metabólicos de desecho.
Los principales sustratos metabólicos con los que el hígado y riñones sintetizan glucosa mediante la gluconeogénesis son (por orden de preferencia) el lactato, el piruvato, el glicerol y los aminoácidos libres.
El lactato y el piruvato son productos de desecho procedentes, sobre todo, de la glucólisis de músculos y eritrocitos. En realidad, la gluconeogénesis es una especie de reverso de la glucólisis y comparte con ella varios pasos reversibles, aunque tres de ellos no lo son, y explican el porqué la gluconeogénesis necesita de cierto aporte de energía, mientras que la glucólisis la produce.
Por tanto, la cantidad de glucosa procedente de la gluconeogénesis del lactato y el piruvato siempre será menor que la cantidad de glucosa que inicia el proceso inverso de glucólisis para obtener esa cantidad de lactato y piruvato.
Pueden obtenerse, aproximadamente, unos 35-40 gramos al día de glucosa mediante la gluconeogénesis de lactato y piruvato. Como ésa es, aproximadamente, la cantidad de glucosa que necesitan aquellos tejidos que sólo metabolizan glucosa a excepción del cerebro, podemos centrarnos, a efectos de simplificación del cálculo, en las necesidades de glucosa del cerebro en cetosis (unos 40 gramos al día) y olvidarnos del lactato y el piruvato.
El glicerol se obtiene tras la hidrólisis de los triglicéridos, bien los almacenados en el tejido adiposo, bien los suministrados por la dieta. Los triglicéridos se catabolizan en un 90% en ácidos grasos y en un 10% en glicerol, que se traslada al hígado para convertirlo en nueva glucosa, y la cantidad total de glicerol dependerá de la tasa metabólica.
Una vez bien establecida la cetosis de una dieta cetogénica, donde el metabolismo principal corre a cargo de las grasas, sabemos que éste supone aproximadamente un máximo del 93% de todo el consumo metabólico.
Eso quiere decir que, para un hombre con unas necesidades calóricas diarias medias de 2800 calorías, unas 2600 procederán de las grasas en cetosis. Por tanto, metaboliza el día aproximadamente unos 260 gramos de grasa (bien de la ingerida, bien de la corporal o de ambas). Como un 10% de esa cantidad produce glicerol y éste se transforma casi al 100% en glucosa, obtendríamos como metabolito secundario de la oxidación de los lípidos unos 26 gramos diarios de glucosa.
Nos quedarían 14 gramos hasta alcanzar los 40 mínimos necesarios (redondeemos a 15).
La tercera vía de la gluconeogénesis la constituyen los aminoácidos libres. El cuerpo tiene muy poca capacidad para albergar un pool de almacenamiento de aminoácidos, así que éstos, o bien son utilizados casi inmediatamente o se metabolizan de nuevo en forma de glucosa. Dichos aminoácidos pueden provenir bien de las proteínas de la dieta o bien de la degradación de las proteínas musculares.
Ambos casos son desaconsejables. El primero porque el metabolismo de las proteínas produce desechos que presentan cierta toxicidad y el segundo porque la conservación de la masa muscular es muy importante.
Por ello la cantidad ideal de carbohidratos a consumir para asegurar que proveemos al cuerpo de esa pequeña porción de glucosa que necesita y que no se vea obligado a degradar músculo para obtenerla, serían los que asegurasen unos 15 gramos adicionales al día de glucosa.
Consideremos, debido a las diferencias normales que una dieta puede albergar (esto no es matemática pura, hablamos de cálculos medios), que necesitaremos proveernos de entre 10 y 20 gramos de glucosa mediante carbohidratos beneficiosos.
¿Qué carbohidratos es aconsejable consumir?
Entre 10 y 20 gramos de glucosa puede parecer muy poco alimento, y realmente lo sería si usásemos ciertos carbohidratos refinados basados en azúcar, almidones y harinas (da igual que sean integrales o no).
Con entre 15 y 40 gramos de pan, arroz, azúcar o pasta sobrepasaríamos fácilmente y de una sentada ese nivel. No sólo eso, sino que al ser alimentos de alto índice glucémico, su consumo provocaría que la glucosa entrase rápidamente en el torrente sanguíneo, induciendo un incremento proporcional de los niveles de insulina, y ya hemos visto qué consecuencias tiene eso para el cuerpo y el tumor.
Sin embargo, para asegurarnos esa cantidad de glucosa habría que consumir una cantidad estimable de verduras, setas o algas (los carbohidratos aconsejados).
Algunas, como las coles, la lechuga, el apio, la espinaca o la berenjena aportan un máximo de 5g de carbohidrato y, por tanto, de glucosa, por cada 100 gramos de alimento. Pesad 100 gramos de espinaca y veréis que resulta un plato muy estimable.
Hemos dicho que aunque no comiéramos hidratos de carbono en absoluto el cuerpo se las arreglaría para obtener la parte mínima de glucosa que necesita mediante la degradación de proteína y algo de grasa y que, por tanto, es mejor asegurarnos de que le proveemos esa pequeña porción nosotros.
¿Por qué?
Por una parte, porque las proteínas son valiosísimos macronutrientes cuyo principal cometido es reponer las estructuras celulares y no servir como fuentes de energía. Por otra, porque al ingerir determinados carbohidratos permitidos, ingerimos también beneficiosas vitaminas, minerales y fitoquímicos que están demostrando un poderoso efecto antitumoral. Puede parecer que escribir acerca de esta dieta me convierte en un anti-hidratos, pero lo cierto es que sólo me convierte en anti-grano.
Además, aconsejo encarecidamente que las verduras que se consuman procedan de cultivos ecológicos.
¿Por qué?
Pues porque una de las propiedades más beneficiosas del consumo de verduras, los fitoquímicos con efectos ‘quimioterápicos’, presentan concentraciones mayores, hasta en varios órdenes de magnitud, en alimentos orgánicos (si habéis visitdo alguna tienda que venda esos productos veréis que no tienen ese aspecto simétrico, lustroso y rotundamente artificial de las frutas y verduras que acostumbramos a comprar en supermercados convencionales).
Los suelos en que se cultivan los productos ecológicos son ricos en nutrientes, y eso implica que las plantas que crezcan en ellos también serán mucho más ricas en vitaminas, minerales y oligoelementos si los comparamos con el mismo peso de alimento no orgánico.
Además, no se utilizan pesticidas para la protección de los cultivos orgánicos. De por sí este hecho ya es muy importante pero, además, hay que considerar que los fitoquímicos de las plantas no son sino intentos de éstas por segregar sus propios ‘pesticidas’ internos que ahuyenten a los parásitos y que una planta a la que se le aplican pesticidas externos no ‘necesita’ segregar los suyos propios y, como resultado, una planta cultivada por medios convencionales tiene una cantidad mucho menor de fitoquímicos que una cultivada por medios ecológicos.
De esa manera, al consumir una cantidad equivalente de verduras orgánicas, obtenemos la misma cantidad de glucosa, pero niveles muchísimo mayores de elementos que nos proporcionarán una ayuda adicional en la pelea contra el cáncer. No se trata de cantidad, como siempre, sino de calidad y racionalidad a la hora de saber qué y cómo consumir.
Sé que lo que aconsejo es más caro. Hemos llegado a un punto donde lo natural es más caro que lo ‘artificial’, pero si hay que invertir en salud mejor hacerlo con cabeza, racionando lo que se come pero usando alimentos de la mayor calidad.
Respecto a las frutas: son concentrados de fructosa que no suelen ayudar a alcanzar la cetosis, al menos en los primeros estadios, así que hay que consumirlas con moderación y NUNCA en zumos. La única e importantísima excepción la constituye el zumo de limón, tal vez la fruta más potente y beneficiosa, con muy poca carga glucémica: tomar un par de limonadas diarias (el zumo de un limón en un vaso de agua) endulzadas con stevia pura, constituye una excelente práctica (sólo ese edulcorante está permitido, y sólo el puro, no las marcas comerciales de supermercados, porque no incrementa la glucemia: hablaremos en otros artículo de ella).
Por tanto, como resumen de la primera recomendación de la dieta:
[quote]Consumir verduras, setas y/o algas de cultivo ecológico de manera que el consumo diario total aporte entre los 10 y los 20 gramos de hidratos de carbono (el porcentaje de hidratos de carbono respecto al peso total de alimento variará de uno a otro).
Consumir frutas con mucha moderación, preferentemente zumo de limón y frutas del bosque.[/quote]
Proteínas
Como hemos visto, las proteínas son los ladrillos del cuerpo, y constituyen el único macronutriente totalmente imprescindible (junto con un par de ácidos grasos).
Si se consumen en exceso, el cuerpo carece de un sistema de almacenamiento (o ‘pool’) de aminoácidos (los componentes de las proteínas), de manera que todas las proteínas no usadas para reconstruir tejidos dañados se transformarán en glucosa. Si se consume una cantidad menor que la que necesita el cuerpo, se producirá un desgaste progresivo y una pérdida de masa muscular. Esa es la razón por la cual el cálculo de las proteínas necesarias es tan importante y debe hacerse de manera precisa.
Hay estudios que confirman la importancia de mantener una ingesta adecuada de proteínas durante toda la vida con el fin de que no se produzca un desgaste progresivo de nuestros órganos, pero también existen estudios que sitúan a las proteínas en un ‘término medio’ como promotoras del cáncer, con los hidratos de carbono como ‘malvados’ de la película (la incidencia es proporcional a la cantidad consumida) y las grasas como ‘héroes’ (el incremento de consumo de grasa no guarda relación con un incremento en la tasa de cáncer).
Las proteínas deben consumirse en su justa medida para aprovechar todas las ventajas de un cuerpo que se repone adecuadamente y evitar los inconvenientes de la glucosa añadida que acarrea su consumo excesivo.
Más tarde veremos que lo difícil es conocer con precisión cuál es esa cantidad justa de proteínas que debe consumirse.
Hace tiempo se creía que casi la mitad de todas las proteínas ingeridas, sin importar su cantidad, se transformaban en glucosa, algo contraintuitivo teniendo en cuenta la dificultad que la naturaleza tiene de sintetizar cada gramo de proteína y lo necesaria que resulta para reponer tejidos.
Pero experimentos recientes han puesto en duda esa teoría y demuestran que el cuerpo intenta aprovechar al máximo con fines estructurales las proteínas ingeridas, y sólo las metaboliza a glucosa cuando el exceso le impide reponer la estructura de más tejidos.
En otras dietas el cálculo se basa en las calorías consumidas, pero la realidad es que el factor clave lo marcan las necesidades precisas de proteínas para no incrementar los niveles de glucosa y, a la vez, permitir que se repongan adecuadamente las estructuras de los tejidos dañados.
Tradicionalmente se han identificado las dietas cetogénicas con dietas hiperproteicas. Si bien es verdad que algunas dietas hiperproteicas, como la dieta Dukan, pueden ser cetogénicas y ésa es la razón por la cual producen una pérdida de grasa, no todas las dietas cetogénicas son hiperproteicas.
De hecho, la dieta que proponemos aquí supone consumir incluso una menor cantidad absoluta de proteínas que con algunas dietas convencionales. La principal diferencia estriba en el consumo de carbohidratos (tanto en cantidad como en tipo), por lo que, para ser exactos, las dietas cetogénicas más útiles se definen como dietas muy bajas en hidratos de carbono o low-carb.
El cálculo de las necesidades proteicas de cada individuo es el factor clave de la dieta y el más complicado de obtener, porque no se basa en el peso corporal total, sino en el peso magro, es decir, el total menos el peso de grasa.
Para calcular las necesidades proteicas debemos, en primer lugar, calcular dicho peso magro y aplicar factores de corrección que dependerán del sexo, constitución y nivel de actividad física del enfermo.
El proceso es un poco complejo, así que lo explicamos en el siguiente artículo, mediante un par de ejemplos concretos.
¿Qué fuentes de proteínas son las mejores?
Como ya he comentado en un artículo dedicado a los ácidos grasos omega3, la mala fama de la carne tiene que ver, sobre todo, con la miserable crianza a la que se ven sometidas las reses, que provoca que la carne contenga intolerables niveles de antibióticos y hormonas, amén de un balance descompensado entre ácidos grasos omega 3 y omega 6.
La solución: de nuevo, tal y como aconsejaba en el apartado dedicado a los hidratos de carbono, consumir carnes procedentes de crianzas ecológicas, sin apenas interferencias artificiales y con ganado que obtiene su comida en pastos abiertos: vacuno, cerdo, pavo, pollo, caza (jabalí o ciervo) son excelentes fuentes de proteínas mientras procedan de crianzas ecológicas.
Respecto a los pescados existen problemas similares: algunos, como los salmones criados en piscifactorías, presentan deficientes balances de ácidos grasos omega 3 y 6, de manera que dejan de ser buenas fuentes de los saludables omega3.
Las tradicionales fuentes de omega 3 de pescados azules están, en niveles intolerables, envenenados con mercurio, y su consumo masivo no es aconsejable, sobre todo en especies grandes, que acumulan los niveles de los animales que cazan.
La solución: acudir a pescados pequeños, fuentes humildes pero extraordinariamente interesantes como la sardina o, sobre todo, la caballa, uno de los más baratos y con mayores niveles de omega 3. O consumir pescado blanco y suplementar con aceite de pescado (algo que, de todas formas, como aconsejo en este artículo, deberíamos hacer siempre).
Y consumir también marisco, crustáceos y moluscos, que son excelentes fuentes de proteínas.
Los quesos grasos son fuentes de grasas saludables, pero también de proteínas de muy alto valor biológico.
Y no podemos olvidarnos de uno de los más difamados: el huevo. Una fuente magnífica de proteínas que ha soportado el sambenito de incrementar el colesterol durante décadas, algo que es falso por partida doble: ni incrementa el colesterol que realmente es perjudicial, ni el colesterol es el villano que han intentado vendernos durante décadas, como comento en el anterior artículo de esta serie.
Grasas
Las grasas son la mejor fuente de energía metabólica, además de servir como señalizadores en importantes procesos bioquímicos o con fines estructurales para formar membranas celulares.
Tradicionalmente han sido el villano de esta película lamentable en la que el mundo se encuentra inmerso desde hace decenios pero, al igual que sucede con cualquier otra de las incontables manipulaciones a las que nos someten los poderes corporativos o financieros (los verdaderos amos del mundo), ese hecho no se sostiene a la luz de los datos.
Lo que es beneficioso nos ha sido vendido como perjudicial, y viceversa. Una realidad obscena, posible debido a que los psicópatas mandan en todas las capas del poder real y porque existe un lobby del hidrato de carbono, pero no un lobby de las grasas.
La verdad es justamente la contraria: las grasas son potentes aliados de la salud, y sólo debemos evitar aquéllas que durante decenios han sido promovidas como saludables, mientras que grasas tradicionalmente adscritas por los gurús alimentarios a hábitos saludables no lo son en absoluto.
¿Qué grasas debo y no debo consumir?
Debemos evitar:
- Grasas trans (artificiales), de productos como la margarina y la inmensa mayoría de productos industriales (galletas, galletitas, snacks, aperitivos, bollería y, en general, casi cualquier comestible que se venda en los pasillos centrales de un supermercado y que un antepasado de hace cientos de años no reconocería como comida)
- Grasas llenas de omega 6 proinflamatorio como el aceite de girasol. Evitar también consumir en exceso cierto tipo de frutos secos como las nueces.
Podemos consumir:
- Grasas saturadas (presentes en alimentos proteicos como carnes, huevos, mantequilla o quesos grasos, así como en coco o aceite de coco)
- Grasas monoinsaturadas (en aceite de oliva, aguacates y ciertos frutos secos como nuez de Macadamia, avellana y almendra, recordando que los frutos secos tienen también carbohidratos y no hay que consumir más de 40 gramos al día)
- Grasas poliinsaturadas Omega 3 (en aceite de pescado, pescado, mariscos o algas)
La cantidad de grasas, como ya hemos comentado, será el comodín que nos permitirá ajustar más o menos las calorías ingeridas, una vez sepamos la cantidad de hidratos de carbono y proteínas que debemos consumir y que (estos sí) deben calcularse con exactitud.
En el siguiente artículo veremos un par de ejemplos para calcular las necesidades específicas de grasa diarias.
Algunas dudas habituales respecto a la dieta cetogénica
¿Cuántas veces hay que comer al día? ¿Cómo repartir esas necesidades de macronutrientes?
Los expertos nutricionales de los últimos tiempos aconsejan comer ‘poco y a menudo’.
Me gustaría saber cómo habrían recibido nuestros antepasados paleolíticos, aquellos que forjaron nuestros genes modernos, ante semejante consejo, teniendo en cuenta que su comida habitual era, ‘a menudo’, bastante reacia a dejarse cazar y saltar al plato. ‘A menudo’ nuestros antepasados comían cuando podían y se atracaban cuando su comida se dejaba atrapar.
Lo cierto es que las recomendaciones de comer poco y a menudo proceden de una gastronomía basada en la glucosa: ante los picos de insulina y las subidas y bajadas de glucosa que una dieta basada en el grano provoca, la única manera de sortear este problema sin aconsejar otro tipo de dieta es comiendo ‘a menudo’ pequeños bocados, con el fin de que los niveles de glucosa permanezcan constantes. Es una tarea constante de alimentar una máquina basada en el combustible más perecedero en vez de en el más adecuado.
Pero existe otra manera: hacer que el metabolismo pase a otro en ‘modo grasa’, de manera que exista un acceso directo constante a las reservas del panículo adiposo y la glucosa permanezca estable de manera natural.
No hace falta, por tanto, comer tan a menudo una vez establecida la cetosis, puesto que el cuerpo no necesita un suministro externo constante de combustible: tiene todo el que necesita con las reservas grasas almacenadas a las que por fin tiene acceso, y podemos recuperar las tres comidas al día (el desayuno-comida-cena de toda la vida), o bien saltarnos alguna o retrasarla si aún no tenemos hambre.
El picoteo, destinado a paliar la hipoglucemia leve ocasional, se termina cuando el cuerpo tiene acceso directo, una vez los niveles de insulina descienden drásticamente durante la cetosis, a otro combustible más eficiente.
¿Pasaré mucha hambre? ¿Disminuirá ésta en algún momento?
Durante los primeros días de la dieta el cerebro pide a gritos su ‘chute’ de glucosa, pero lo va obteniendo de las reservas de glucógeno en músculos e hígado.
Una vez pasados dos o tres días, cuando la droga deja de fluir y el cerebro protesta, el cuerpo trata de acomodar todo su metabolismo a la nueva situación. Hasta que eso sucede del todo, y mientras el cuerpo comienza a quemar cada vez mayor cantidad de grasa, se puede pasar hambre, asociada sobre todo a la restricción calórica.
Pero conforme pasan los días suceden varias cosas: el cuerpo termina por pasar enteramente el ‘modo grasa’ y el acceso al panículo adiposo, con sus grandes reservas, hace que el organismo pueda obtener energía de manera interna sin necesitar tan perentoriamente el suministro constante del combustible externo.
Una vez pasadas dos o tres semanas, casi todos los que ayunan o siguen dietas muy estrictas relatan que el hambre disminuye extraordinariamente o desaparece, incluso consumiendo una cantidad significativamente menor de calorías que antes.
Si a eso añadimos que la dieta cetogénica imita al ayuno pero proporciona, evidentemente, nutrientes externos para paliar el desgaste estructural, y que el metabolismo basal desciende conforme quemamos grasa, llega un momento en que las calorías consumidas se igualarán a las metabolizadas y el hambre desaparecerá.
Tal vez haya que lidiar más penosamente con el ‘hambre psicológica’, esa sensación aprendida de que hay que comer cada cierto tiempo y con el deber de evitar las tentaciones suculentas que en el pasado consumíamos sin contemplaciones y que nos atacarán a la vista sin piedad.
Mientras que el hambre física cesa con el tiempo, el hambre psicológica y las tentaciones visuales sólo pueden ser afrontadas con fuerza de voluntad.
¿Sobrecarga el riñón o el hígado? ¿Produce piedras?
Este tipo de mitos son los que tienden a enfadarme más.
Mientras que nadie parece comprender el peligro de las dietas occidentales o incluso de la típica dieta ‘ideal’ aconsejada por expertos, cuyo impacto en la salud parece más que evidente a la luz de las estadísticas y de la epidemiología, cada nueva dieta es usada por los medios de comunicación como un medio de infundir temor a la población y que permanezca en el redil nutricional de toda la vida.
‘La dieta asesina’, he llegado a leer en uno de tantos blogs que atacan la dieta cetogénica como si fuera obra del diablo. Sobrecarga el hígado. Produce piedras.
No existe un solo estudio serio que demuestre que la dieta cetogénica perjudica seriamente el organismo.
Sólo hay estudios que demuestran que tiende a elevar el nivel de colesterol pero, como ya expliqué en un artículo anterior, la realidad es más compleja y los niveles sanguíneos que realmente importan y muestran el estado general de salud sí mejoran ostensiblemente.
Una persona con insuficiencia renal o hepática puede tener ciertos problemas al metabolizar las proteínas,
pero eso sucederá en cualquier dieta y no habrá sido producida por ésta, sino que será una condición previa de quien la adopte.
Tampoco se ha demostrado que exista relación entre la dieta cetogénica y una mayor incidencia de piedras en el riñón, sobre todo teniendo en cuenta que la cantidad de proteínas que propondremos en esta serie de artículos es similar a la que se consume con una dieta convencional.
¿Hay que beber más durante la dieta? ¿Es cierto que una gran parte del peso que se pierde puede ser de agua?
Sí. Eso es cierto. La dieta induce un incremento en la excreción de líquidos, pero se soluciona de forma tan sencilla como bebiendo más agua. El cuerpo nos avisará con ese proceso tan antiguo llamado sed y no hay demasiado riesgo de que nos deshidratemos.
La reflexión que me hago es que esa pérdida de líquidos puede tomarse como una oportunidad para que los riñones efectúen de manera más frecuente y eficiente su labor como eliminadores de impurezas a través de la orina: anula la retención de líquidos y de productos metabólicos de desecho, permitiendo que se drenen y expulsen del organismo.
Tal vez ese hecho no signifique que se pierda demasiado líquido, sino que estamos acostumbrados a retener demasiado. Tal vez, como tantas otras veces, lo que nos parece habitual resulta no ser ni lo natural ni lo más aconsejable.
¿Puede aplicarse la dieta a la vez que los tratamientos convencionales?
Estudios con ratones, y algunos casos reales con humanos arrojan buenos resultados y confirman las sospechas de que la dieta cetogénica incrementa la toxicidad de la quimio y la radioterapia en las células tumorales y retrasa la aparición de recidivas, sobre todo cuando se establece una fuerte reducción calórica que imite al máximo los efectos del ayuno.
Thomas Seyfried recomienda una dieta que no sobrepase las 600 calorías durante el tiempo de aplicación de la quimio. Eso induce un shock extremo en el tumor que lo hará más vulnerable al tratamiento convencional.
Es evidente que no todo el mundo puede soportar un régimen tan estricto. En este blog yo no puedo aconsejar una medida que nadie sabe con certeza si va a surtir efecto, pero sí puedo aconsejar que se siga una dieta cetogénica aunque la restricción calórica no sea tan extrema y el aporte calórico total sea superior.
En el siguiente artículo propondré valores de restricción bastante llevaderos, que darán como resultado unas calorías diarias bastante más bajas que las medias de consumo actuales, pero suficientemente altas como para asegurar una correcta provisión de macro y micronutrientes y que la dieta pueda seguirse sin problemas a largo plazo.
¿Y qué pasa con la caquexia en algunos estadios de la enfermedad? ¿Cómo puede aplicarse esta dieta con tan pocas calorías?
Algunas personas pueden pensar que no tiene sentido ‘hacer dieta’ cuando la enfermedad provoca una caquexia de mayor o menor severidad. Que el paciente debe ‘comer’ lo suficiente.
Es lo que los médicos siguen aconsejando la mayoría de las veces a los enfermos: la misma dieta occidental ‘ideal’ que nos ha traído hasta aquí, rebosante de hidratos de carbono y grano, cegados aún por la incapacidad de hacer cosas diferentes, hasta finalizar con inyecciones intravenosas de glucosa que no son sino una forma, supongo que involuntaria, de eutanasia.
Lo único que consigue la dieta occidental es introducir en el torrente sanguíneo una glucosa que va directamente al tumor y no al cuerpo sano, ayudada por los altos niveles de insulina. Y eso sucederá sin importar las calorías que se ingieran. De hecho, a mayor cantidad de calorías procedentes de esa dieta, mayor probabilidad de que el tumor siga expandiéndose.
Si, por el contrario, comemos de manera que el cuerpo aproveche las reservas de grasas o las grasas consumidas, estaremos nutriendo el organismo sano (repito de nuevo que éste es capaz de usar los cuerpos cetónicos y los ácidos grasos como combustible), de manera que sí tendrá oportunidad de usar los nutrientes pero el tumor no lo tendrá tan sencillo para continuar con su festín.
Y esto sucederá a pesar de que la cantidad de calorías ingeridas sean sustancialmente menores que con una dieta convencional. La cantidad no es el factor determinante, sino la calidad, sobre todo en un cuerpo enflaquecido que no necesita un aporte calórico excesivo.
En el siguiente post presentaré por fin un par de ejemplos de aplicación práctica de la dieta, y usaré los conceptos presentados en el presente artículo para comenzar a planificar menús específicos e individualizados.
Igual de interesante que todos los artículos anteriores. Muchas gracias!!!
Me ha chocado el q se deba evitar los omega 6 contenido en aceite de girasol y nueces!! Q razón hay para ello? Hay estudios al respecto?
Hola, Isabel,
Muchas gracias por tus palabras.
Existen infinidad de estudios que demuestran la relación de los omega 6 con procesos inflamatorios, aunque es cierto que la realidad es un poco más compleja y algunos de ellos tienen propiedades opuestas, antiinflamatorias.
Pero la mayoría de aceites vegetales, esos que, supuestamente, son tan beneficiosos según las guíasn nutricionales, presentan altos niveles de los omega 6 proinfalamatorios que, teniendo en cuenta el balance descompensado de la dieta actual, inclinarían la balanza aún más hacia un proceso que beneficia al tumor: la inflamación. Por eso, de entre los aceites vegetales, son aconsejables sólo el aceite de oliva (que presenta, sobre todo, ácidos grasos monoinsaturados), y el aceite de coco (con mayoría de grasas saturadas de cadena media que no son perjudiciales para la salud, has leído bien).
Explico más profundamente estos hechos en este artículo: https://cancerintegral.com/eicosanoides-omega-3-aceite-de-pescado-contra-el-cancer/#sthash.Ie5fawDC.dpbs Y te recomiendo que leas los comentarios, porque en ellos hablo también del tema de los frutos secos y de las nueces. EL consumo de nueces no es tan problemático como los aceites vegetales, pero su balance de ácidos grasos es peor que otros como la nuez de Macadamia, la almendra o la avellana.
Gracias por tu comentario y un saludo
Alfonso
En mi opinión, hay tres monosacaridos que van por el torrente circulatorio;así son, glucosa, fructosa y galactosa. Los dos últimos, fructosa y galactosa son los peores.
Con respecto a la stevia tengo que decir que es un azúcar-alcohol y sus efectos son iguales al alcohol(pertenecen a la misma familia).
Hola, Isma,
Creo que no es así, la stevia es un glucósido natural, y sólo aparecerán alcoholes si se usan métodos de extracción alcohólica o se mezcla con productos de baja calidad. Además, su aporte es tan pequeño que ni siquiera los productos de mala calidad colaboran a alterar la glucemia de forma apreciable, aunque mejor consumir stevia de la mejor calidad posible
Un saludo
felicitaciones y muchas gracias por compartir con personas tan sencillas como yo en el conocimiento, descubrimientos sabios q llenan el cuerpo y el alma
Hola, Sol Beatriz,
Te agradezco mucho tus palabras. Hay tanto trabajo y tiempo robado en no sé de dónde en cada artículo que publico que anima enormemente leer cosas como esas.
Un abrazo y gracias
Alfonso
Hola Alfonso, todo correcto, intento seguir la dieta cetogénica, soy paciente de tumor cerebral astrocitoma,y de momento bien, pero tengo la duda de por qué se comenta que los zumos envasados no son recomendables. Yo suelo tomar, a parte de frutas y verduras variadas, un poco de zumo de naranja con pulpa en tetra brick, por supuesto sin el «veneno» azúcar. Es zumo marca comercial «Rio d`Oro» que creo que hacen por La Rioja o País vasco y es zumo totalmente natural con su pulpa y sabe a zumo zumo de naranja totalmente natural, pone que es procedente de naranjas exprimidas y NO CONCENTRADO. Ya me cuentas, Gracias, muchas gracias por todo
Hola, Juanma,
El tema de los zumos no tiene que ver con el hecho de que sean concentrados o naturales: es como avanzar un paso y retroceder dos. Por una parte te aportan vitaminas y minerales, pero por otra te aportan una considerable cantidad de fructosa (da igual que no lleve azúcar, el propio zumo la contiene de manera natural) que se transforma con facilidad (y bastante velocidad) en glucosa, que eleva la insulina y es combustible para el tumor.
De ahí que la recomendación es moderar el consumo de frutas (y sobre todo de zumos, debido a que el poco material sólido hace que la velocidad de entrada en la sangre del azúcar) y que ese aporte de vitaminas y minerales se puede sustituir perfectamente con fuentes que, además, no tengan altos niveles de glucosa, de ahí la recomendación de verduras, setas, algas, zumo de limón y frutas del bosque con moderación.
Gracias por tu comentario y un saludo
Alfonso
Gracias Alfonso,sí,sé lo de la fructosa, consumo muy moderado de zumos naturales de frutas, consumo moderado de frutas, verduras variadas sí. Siempre intento entrar en cetosis y si me he pasado de tomar hidratos de carbono me voy directamente a hacer deporte, a correr hasta quemar todos los hidratos de carbono que haya ingerido y empieze a quemar grasa. Por otro lado a parte de la dieta cetogénica intento alcalinizar el cuerpo lo máximo posible, cucharada de bicarbonato de sodio en vaso de agua en ayunas y antes de dormir, yo tomo bicarbonato y carbonato de magnesio juntos (sales básicas). Otro tema delicado es el de los alimentos transgénicos (aquí entra Monsanto , Cargill que son las Megacorporaciones monstruosas de los transgénicos), a parte de ser transgénicos están fumigados con pesticidas como el Roundup frabricado por Monsanto. No existe nigún organismo vivo en el Planeta (incluídos nosotros los humanos) que sobreviva a unas gotitas del Roundup que es con lo que Monsanto fumiga sus cosechas. Sólo las semillas transgénicas de Monsanto están diseñadas genéticamente para soportar el «Roundup», poned en google: «Marcas comerciales que usan productos Monsanto». Por lo demás, totalmente de acuerdo con las recomendaciones de Alfonso, los carbohidratos que tomamos pasan a azúcares en nuestro cuerpo, por tanto combustibles del tumor. Es necesario disminuir al máximo la ingesta de alimentos con hidratos de carbono para mantener al tumor a raya o sin su alimento
Hola, Juanma,
Ya he respondido al tema de la alcalinización en otro comentario: es un asunto en el que hay bastante confusión, que procede del hecho de que el entorno del tumor suele ser más ácido que el ambiente intracelular, lo contrario que en la células sanas. Pero ‘alcalinizar’ ese entorno tiene poco que ver con lo que uno ingiera: el cuerpo actúa en consecuencia y la sangre tiene sistemas para mantener un rango de ph extraordinariamente homogéneo e impedir que esa acción externa ‘alcance’ el entorno celular.
Esa acidez procede del metabolismo interno del tumor, que segrega ácido láctico. Pero incluso a veces esa acidez no es tanta, debido al metabolismo de la glutamina en tumores que usan ese combustible preferentemente, porque sus metabolitos son bastante más básicos.
Por ejemplo, para indicar la manera que tiene el cuerpo de responder al ph de los alimentos: el limón, de enorme acidez, provoca, en la mayoría de personas, que el estómago se alcalinice. Por tanto, protege del exceso de acidez estomacal.
Respecto a lo de quemar los hidratos de carbono con el deporte inmediatamente después: no soy un experto en fisiología deportiva, pero creo que el deporte que hagas sólo podrá quemar un poco de grasa que ya tengas acumulada, no tanta como aquella que acumularás una vez el cuerpo procese dichos carbohidratos.
De acuerdo con tu crítica a Monsanto, claro está.
Gracias por tu comentario y un saludo
Alfonso
En mi caso mi mujer también tiene un tumor cerebral como metástasis de un cáncer de mama, pero además le apareció un neoblastoma en la cavidad sinusal que ha necesitado de un tratamiento de radioterapia, 33 sesiones, más cisplatino. Esto ha provocado que pierda tanto el olfato como el gusto en un porcentaje que podríamos ponderar en el 80% y que tenga afectadas las glándulas salivares. Esto hace que tenga dificultad al ingerir alimentos. Hace más de dos meses que bajo supervisión médica intentamos hacer la dieta cetogenica, y digo intentamos porque debido a la dificultad de ingerir es muy difícil hacer un menú que cumpla con el condicionante de limitación de carbohidratos y que además sea fácil de comer. Me gustaría saber si en siguientes artículos sería posible que pubilcara recetas o menús diarios que puedan facilitar esta tarea, o bien el nombre de alguna asociación que nos pudiera ayudar. Muchas gracias.
Hola, Toni,
En primer lugar lamento mucho vuestra situación. En segundo lugar, voy a publicar en breve un artículo con una guía práctica.
La idea es continuar en el futuro con dietas específicas, pero debido a que la dieta pretende ser individualizada, lo ideal es escribir guías generales y que cada paciente pueda crear sus menús siguiendo indicaciones muy genéricas y sencillas, que personalice para su caso concreto (sexo, peso, talla, masa grasa, índice de actividad física, etc).
Pero vuestro caso es especial, debido a la dificultad para tragar de tu mujer. En ese caso, podríais considerar usar dietas cetogénicas estándar usadas normalmente para epilepsias refractarias. Algunas de ellas usan batidos que proporcionan el ratio adecuado de macronutrientes para entrar en cetosis. Que sean ‘para epilepsias’ no quiere decir en absoluto que no sirvan para el cáncer: no hay dietas para una cosa y dietas para otra, porque todas las enfermedades crónicas (es mi convicción y la sospecha de científicos muy relevantes) están relacionadas. Lo importante es si la dieta induce la cetosis o no, porque es la cetosis la que proporciona esas ventajas terapéuticas para cada dolencia.
En el hospital San Joan de Deu, en Barcelona, llevan muchos años estudiando y aplicando las dietas en muchos casos con defectos mitocondriales y epilepsia, y recordarás que la propuesta que defiendo en Cáncer Integral es que el cáncer es una enfermedad mitocondrial y, por tanto, responde a las mismas terapias que estas otras dolencias. En esta web podrás informarte mejor: http://www.guiametabolica.org/consejo/dieta-cetogenica
Espero haberte servido de ayuda. Que todo os vaya muy bien
Alfonso
Muchas gracias por éste artículo. Estamos intentando hacer la dieta cetogenica pero con lo que acabo de leer he visto que aún nos falta mucho para conseguirlo, por falta de conocimientos. Por ejemplo, creía que la cantidad de carboidratos que había que consumir en la dieta diaria era de entre 50-70 g.
Estamos impacientes por ver tu próximo articulo.
Gracias otra vez por compartir tus investigaciones y conclusiones que tanto nos ayudan.
Hola, Manuela,
Muchas gracias por tus palabras. Este blog se construye con la aportación de todos aquellos que os habéis suscrito a él y comentáis.
En realidad, todo lo que sea menos de 100g de carbohidratos al día provoca cierta cetosis, pero al entrar en ella, hay que reducir esa cantidad para mantenerse sin problemas. Hay libros que proponen no pasar de 30g, pero me parece que esa cantidad de entre 10 y 20g al día que he consignado está ampliamente aceptada como muy segura para entrar en cetosis y, a la vez, mantener una ingesta adecuada de fitoquímicos, vitaminas y minerales muy importantes, sobre todo si proceden de cultivos orgánicos.
Espero publicar el siguiente artículo la semana que viene
Gracias a ti por tu comentario y un saludo
Alfonso
Muy interesante y divulgativa tu serie.
Planteo varias dudas: qué aconsejarías a los enfermos que ingresan y les ponen un glucosado? Ninguna QT se administra con glucosado? Si un enfermo ingresa en la UVI, podría dejar escrito en sus voluntades anticipadas que no quiere una nutrición con 150-200g de hdc? (nunca he visto este tipo de situaciones en mi práctica clínica, por eso lo pregunto)
Saludos.
Hola, Gala,
No soy médico, vaya eso por delante, aunque creo que ya lo he consignado en más de un sitio, por lo cual no puedo responder a esas preguntas que me haces. Sólo puedo tener unas sospechas bastante fuertes, basadas en la bioquímica básica de la nutrición, de que esa glucosa servirá para nutrir con preferencia el tumor (a fin de cuentas, el proceso es similar al que permite la existencia del PET, que envía un homólogo de la glucosa con un marcador por todo el cuerpo, y la mayor intensidad de la señal significa una mayor captación por el tumor y mayor malignidad cuanta mayor intensidad).
No sé qué alternativas podría haber, basadas en alimentación con grasas o en ayuno pero supongo que serían bastante más caras y significarían que alguien contradiga un estándar asumido en casi todos los hospitales (corríjame si me equivoco). Tampoco sé si esa glucosa puede servir para solventar procesos agudos ligados a la situación puntual del enfermo y más acuciantes en ese momento concreto que su enfermedad crónica y, por tanto, puede tener un sentido su aplicación transitoria.
El único motivo de consignar esa medida que los médicos aplican es para hacer ver que lo establecido tiene una fuerza enorme, que se acepta sin crítica; que la mayoría de los médicos sonríen como si uno estuviera diciendo una estupidez al comentar que eso sólo servirá para nutrir el tumor y casi ninguno indaga o siente curiosidad (hablo de mi experiencia concreta, sé que no puedo generalizar), pese a que, repito, la existencia del PET indica que eso es así.
Gracias por tu comentario y un saludo
Alfonso
Alfonso, admirable tu esfuerzo y tu trabajo y, sobre todo, que lo compartas con todos nosotros… ¡Chapeau!
Muchísimas gracias!!!!
Hola, Eloy,
Muchas gracias a ti por tus palabras, que son extraordinariamente bienvenidas.
Espero que tú y tu familia sigáis bien.
Un abrazo.
Alfonso
ALFONSO: He leído varias veces c/u de los artículos de la serie sobre DC que vienes publicando y he aprendido mucho de ellos, yo tengo mis propios resúmenes de lo que leo y los tuyos aparecen como los mejores. Estoy seguro que muchas personas se ven muy favorecidas por tus artículos tan claros y yo soy uno de ellos, por ello mil gracias.
Estoy luchando contra un Ca. de P. con metástasis óseas y acabo de recibir 6 sesiones de Q.T.y casi simultáneamente del inicio de la QT inicie la dieta geogénica (DC) y acabo de cumplir 5 meses(durante esos 5m he bajado unos 7 Kgr.-de 64K-«era mi peso ideal»-a 57), me siento mejor y anhelo que pueda estar parando el tumor; mi siguiente control es la primera semana de noviembre y lo comentare.El proceso de aprendizaje y practica sobre la DC en Lima no ha sido fácil, pero estaba y esto convencido de sus benéficos. Así, brevemente de comento; a)Los CH en el primer mes los tenia entre 40-50 grs, era difícil bajarlo por la preocupación de mi esposa que quería que siguiera alimentándome «mejor», luego la fui convenciendo y desde hace 4 m ando en el rango de 20-30 grs, pocos días hago menos de 20 grs, de tal manera que creo que en este rubro no apruebo; b) proteínas consumo entre un rango de 35-50 grs. c)grasas entre 70-90 grs. No como alimentos entre las 6 pm a 8 am (unas 14 horas)y no hago ayunos de días enteros. ALFONSO: Tengo varias dudas y estoy muy pendiente de tu siguiente articulo, con el que de seguro varias de ellas serán resultas, pero si me puedes hacerme un comentario antes estaré muy agradecido. Nuevamente mil gracias por apoyarnos. Un abrazo afectuoso WALTER
Hola, Walter,
En primer lugar lamento tu situación, pero me alegra comprobar que mantienes el espíritu y aplicas la inteligencia.
Lo que propongo está basado en abundantes lecturas previas, pero no debe ser tomado como el santo grial. Como comento en varios artículos, la dieta debe ser una guía pero después debe ser cada enfermo quien, en función de cómo ve que evoluciona su propia fisiología, vaya probando hsata que vea que los parámetros sanguíneos son los adecuados. Porque debes recordar que una vez que aplicas la dieta debes controlar tus niveles de glucosa y cuerpos cetónicos. En el próximo artículo hablaré también de ello, aunque en uno anterior también lo dejé consignado.
Por eso, algunas personas pueden consumir más carbohidratos y permanecerán en cetosis, mientras que otras necesitarán ser más restrictivos. Cada uno debe entender que esas medidas son indicaciones pero que no están talladas en piedra. Con respecto a las proteínas, creo que son demasiado pocas pero, de nuevo, eso dependerá de tu masa magra, de tu corpulencia y de tu nivel de actividad. En el siguiente capítulo pondré dos ejemplos de cálculo. Intentaré publicarlo en unos días.
En general creo que lo estás haciendo bastante bien, considerando las circunstancias, y seguro que con el tiempo lo harás aún mejor.
Por último, recuerda que no existen los milagros ni balas mágicas: aconsejo complementar la dieta con otras medidas que explico en este artículo: https://cancerintegral.com/dicloroacetato-de-sodio-mecanismo-de-accion-contra-el-cancer/#sthash.acVaonaR.dpbs No quiere decir que debas aplicarlas todas (los medicamentos, por ejemplo, es muy difícil que un médico acceda a aplicarlos; incluso el DCA puede ser sustituido por resveratrol, hasta cierto punto), pero los suplementos, totalmente inofensivos, sí. En otros artículos hablaré de posibles dosis.
Espero que las pruebas sean positivas, aunque debes recordar que la dieta es una carrera de fondo.
Te envío mucha fuerza y te agradezco tu comentario.
Alfonso
Gracias por compartir lo q investigas!! no te das una idea de la graaan ayuda q significa,al menos para mi y mi familia. ojalá mas gente te imitase.
Esperamos ansiosos el próximo articulo!
Hola, Emilia,
Muchas gracias a ti por tus palabras, que me dan fuerzas para seguir.
Un abrazo.
Alfonso
Gracias, Alfonso, por toda la información que compartes con tus lectores. Como soy un poco -bastante- torpe en cosas de ciencia, te agradecería que recomendaras recetas prácticas para inducir la cetosis, o algún enlace en el que los enfermos podamos guiarnos para elaborar nuestros menús. Muchísimas gracias por ocuparte de una parcela que ignoran la mayoría de los oncólogos (te recomiendan comer de todo pero en poca cantidad, pero no van más allá: de hecho veo en el hospital a las voluntarias de la AECC repartir zumos embotellados, refrescos azucarados y magdalenas y bollos industriales a enfermos y familiares).
Hola, Concha,
Muchas gracias a ti por tus palabras. Y, sí, los de los oncólogos es así.
Respecto a lo que me pides: como comento en el artículo, estoy en ello y en breve publicaré otro post para calcular las necesidades individuales. Una vez con ello cada uno puede confeccionar menús con los alimentos aconsejados que más le gustan. Lo de las recetas es todo un mundo, mi intención es acercarme a ellas pero, como digo, cada persona debe usar las cantidades que requieran sus particularidades físicas, y a eso ayudaré en el siguiente artículo. También añadiré dos ejemplos de cálculo y una aplicación práctica del menú de un día, para mostrar cómo se hace.
Gracias por el comentario y un saludo
Alfonso
Hola Alfonso :
Bienvenido después de esas largas «vacaciones» , en las que veo que no has perdido el tiempo. Se te echaba de menos.
Chapó, una vez más, por esta nueva entrega en la que dejando a un lado la teoría desciendes al terreno de los consejos prácticos, para poder tener éxito sin peligro con la dieta cetogénica para intentar controlar el cáncer.
Y ello, porque amen del sacrificio, que estoy seguro te supone tanto el estudio como la esmerada redacción y mantenimiento del blog, lo llevas a cabo altruistamente, sintiéndote pagado con el mero hecho de que tu esfuerzo no caiga en saco roto y pueda ser aprovechado por todos aquellos, cada vez más, que sufren esa plaga «bíblica» de nuestro tiempo que llamamos cáncer. Algo que en nuestros días resulta impagable para quienes nos beneficiamos de tu esfuerzo y que, por ello es de justicia, cuando menos reconocer. Pues vaya por delante, una vez mas, mi reconocimiento a tu trabajo y a tu actitud de compartir altruistamente sus resultados con todos nosotros.
En nuestro caso, he de decir, que aunque adoptamos una dieta con fuerte restricción de carbohidratos, no llegamos en ningún momento a los límites que recomiendas, dado que nuestro familiar tenía también una patología cardiaca y no teníamos muy claro si tal restricción y cambio drástico de dieta podría afectarle negativamente . Pues bien a pesar de ello pudimos comprobar, in situ, ( dado que el tumor primario y único, estaba en zona visible ) tanto visualmente como por la reducción de síntomas ( inflamación ) y resultados de las analíticas, que dicha dieta reducía notablemente el ritmo o velocidad de progresion del tumor. Y en nuestro caso, dado que el paciente, que terminó, finalmente, siendo «desahuciado» y no recibíó en ningún momento tratamiento con quimio ( previamente solo había sido intervenido quirúrgicamente y sometido a 33 sesiones de radioterapia con resultado infructuoso en todos los casos ), solo fué tratado con dieta, junto con ozonoterapia y suplementos de Omega 3 DHA, antioxidantes, y otros tendentes, prncipalmente a potenciar el sistema inmune y reducir la inflamación, y la acidez, tales efectos positivos han de ser atribuidos a esta conjunción de terapias ( o como quiera llamárseles ) «no convencionales». Y sorprendentemente para nosotros también descubrimos que con la ozonoterapia y con dicha dieta y suplementos, mejoró notablemnte la función cardiaca hasta el punto de poder llegar a prescindir, poco a poco y con los debidos controles médicos y analíticos, de toda la medicación convencional que le había sido prescrita, sin problema alguno. ¿ Efecto placebo ? Podría ser. Pero creo que sería muy interesante que investigase seriamente esta línea de trabajo.
Por todo lo leido, y por esta concreta experiencia, estoy convencido de los beneficios de una dieta restrictiva de hidratos de carbono para frenar la progresión del cáncer ( al menos del angiosarcoma que es con el que hemos tratado ) y en ello, aunque, como tu, tampoco soy médico, coincido plenamente contigo, como ya te expuse en algún otro post.
Lo que ya ignoro son las implicaciones que esta dieta cetogénica estricta, podría tener respecto de los diversos tipos de quimios con que habitualmente son tratados la mayoría de los enfermos de cáncer, teniendo en cuenta los variados y graves efectos secundarios que estos llevan consigo y las alteraciones de todo tipo que producen en nuestro organismo.
Un saludo
¡Hola, Nerjeño!
Muchísimas gracias por tus palabras, yo también echaba de menos uno de tus acertados comentarios.
Me agrada mucho también que alguien constate la eficacia de dietas similares. Conocía desde hace mucho el blog donde relatabas la experiencia de haber ayudado a tratar la enfermedad de tu suegro y siempre pensé que la colaboración entre quienes hemos pasado por experiencias similares era de extrema importancia para intercambiar opiniones.
Aunque digas que no llegaste a aplicar una restricción tan significativa, ten en cuenta que con este tipo de dietas uno tiende a comer menos de lo que cree. Por otra parte, existen tantas versiones ligeramente distintas de este tipo de dietas que yo no puedo decir que lo que propongo sea lo óptimo, sólo lo que las lecturas me han convencido que debe ser. A pesar de ello, creo que sería bueno que todos pudiéramos beneficiarnos de la experiencia de más personas que decidieron aplicar la dieta.
Me gusta también cuando dices que la función cardíaca del enfermo mejoró también: y eso tiene todo el sentido a la luz de los nuevos descubrimientos que aseguran que las grasas no son el enemigo y sí los carbohidratos basados en el grano. Existe una tendencia generalizada a pensar en términos de cantidad más que de calidad, y a creer que comer abundantemente y tener apetito a todas horas es señal de salud. Lo cierto es que comer poco, pero hacerlo con cabeza, es la base de la salud: nuestros genes fueron forjados en épocas de escasez y para eso estamos diseñados. COn la abundancia el cuerpo lidia mucho peor, algo paradójico pero que explica bien lo que actualmente sucede en el mundo.
Como comentaba en el artículo, hay estudios que muestran indicios de que la quimio se ve potenciada con la dieta aplicada con amplia restricción calórica. Se puso en contacto conmigo un médico italiano cuya esposa está perfectamente después de tratarse un astrocitoma anaplásico y haber pasado 3 meses de quimio alimentándose con 600 calorías al día tan sólo. Para planificar dicha dieta colaboró nada menos que el propio Thomas Seyfried.
Gracias de nuevo por tus comentarios tan interesantes
Un saludo
Alfonso
Hola Alfonso. En primer lugar mi enhorabuena por tu articulo, tan currado, ameno y didactico como siempre. Espero con impaciencia la segunda parte. Ya te has metido completamente en harina y estoy seguro que esta información le va a ser muy valiosa a mucha gente. Por otro lado me gustaria comentar que dentro de los alimentos con propiedades “especiales” que pueden ayudar en la lucha contra el cancer estan los hongos como tu comentas y dentro de ellos hay varios, con estudios y ensayos realizados y ampliamente utilizados en Japon y otros paises orientales. Los mas relevantes son el Champiñon del Sol (Agaricus Blazeii Murill), Reishi, Maitake y Sihitake. Todos ellos tiene capacidad de aumentar la respuesta defensiva del organismo, sobre todo el Champiñon del Sol. El limon como tu has comentado es una de las pocas frutas que se puede y se debe tomar, ademas en cantidades importantes. Es una fruta rica en acido citrico y creo que ya te comente en otro post que hay un investigador mejicano (Alberto Halabe Bucay) que ha tratado con éxito algunos canceres con acido citrico. El mecanismo es similar a la dieta cetogenica, porque lo que hace es impedir la glicolisis. Considera el cancer tambien como una enfermedad mitocondrial, aunque la hipótesis de la que el parte es radicalmente opuesta a la que tu expones. Lo que esta claro y lo que ambas hipótesis tienen en comun es que la inhibición de la glicolisis ha demostrado ser beneficiosa en el tratamiento del cancer, bien sea por evitar la ingesta de HdC, lo cual impide la glicolisis por la ausencia del principal reactante(glucosa), bien sea por bloquear enzimaticamente la glucolisis (que es lo que hace el acido citrico). Te pongo dos enlaces para que los mires cuando puedas y ya me dices algo:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17368752
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19409713
Estoy casi seguro que los dos enfoques pueden complementarse y provocar una sinergia que provoque que 1+1=3. De hecho podria ocurrir que la toma de acido citrico hiciese que la ingesta de HdC no fuese tan critica a la hora de entrar en cetosis. Es decir que si consumo max de HdC deben ser 20gr, al tomar acido citrico no importe tanto si tomas 40gr. (pero claro todo esto hay que ajustarlo). No se si hay algun estudio de las dos terapias conjuntas, pero a priori me parece bastante interesante.
Por otro lado la curcuma (una especia), ha demostrado en varios estudios potencial antitumoral y antiinflamatorio importante. Y hay mas estrategias que son sencillas, economicas y ante todo con efectos secundarios nulos o muy bajos, y que cualquiera puede aplicar con un minimo de información y sentido comun y que son compatibles incluso con las terapias convencionales (algunas incluso recomendables). Estas sencillas recetas puede que no sean curativas en todos los casos de cancer. La quimio y la radio tampoco lo son. De lo que estoy intimamente convencido, es de que en una mayoria de casos son terapias al menos tan buenas en cuanto a curaciones o tiempos de sobrevida (y en bastantes casos, mucho mejores). Y de lo que estoy seguro es que todo esto lo consiguen con nulos o muy bajos efectos secundarios, haciendo que el paciente no pierda su dignidad y para mi esto vale tanto o más que lo otro.
Un afectuoso saludo y suerte
Hola, Celedonio,
Encantado de que comentes de nuevo por aquí.
De acuerdo con todo lo que comentas: conozco los estudios sobre los hongos, en mi hoja de ruta tengo apuntado preparar artículos al respecto, con el sistema inmune como diana, porque son un tema interesantísimo.
Respecto a lo que dices del 1+1=3, si te fijas en el artículo digo que veo imprescindible suplementar, y los dos primeros suplementos van dirigidos precisamente a bloquear el uso de los combustibles por parte del tumor: el resveratrol para la glucólisis y el extracto de té verde para la glutaminólisis. Existen bastantes compuestos que pueden hacer lo mismo, pero he querido listar tan sólo, de momento, esos dos, porque son completamente naturales. La dieta hace descender el nivel de glucosa e insulina (combustible y acelerante, respectivamente, del tumor) y acciones complementarias se centran en que el tumor no pueda aprovechar el poco combustible restante.
El resto de medidas van destinadas a que el entorno sea aún más hostil al tumor: bajar la inflamación, potenciar el sistema inmune. Si se logra obtener la combinación adecuada de dieta y suplementos dirigidos a ese fin, el cáncer podrá estar acorralado en un futuro.
Muchas gracias de nuevo por tu valiosa aportación.
Un saludo
Alfonso
Muy de acuerdo con el planteamiento que ha introducido Celedonio y que tu ratificas tal como ya habías apuntado tanto en este post como en algún otro anterior.
Creo que conocidas buena parte de las condiciones que favorecen la aparición y el desarrollo del cáncer y de los mecanismos que lo promueven y alimentan,una vez declarado,la estrategia no debe ser solo frontal sino que, como bien decís, el abordaje del mismo debe de hacerse desde todos los frentes posibles conocidos; Aprovechando para ello la diferente biología y metabolismo de las células cancerígenas respecto a las normales.
La diana a la que apunta la dieta cetogénica , en cuanto parece no afectar negativamente a las células sanas, me parece fundamental; pero, por si ello no fuera suficiente, creo que sería conveniente potenciarla con nuevos «refuerzos», que ataquen a las células cancerígenas, «debilitadas» por la dieta cetogénica y a las que aquella no haya sido aún capaz de destruir, para evitar que se «reagrupen» y puedan volver al ataque con fuerza renovada como acostumbran. De ahí que lo ideal sería complementar la dieta cetogénica con otros medios naturales encaminados a potenciar el sistema inmune , controlar o modular la inflamaciòn, y la angiogénesis ( relacionada con aquella y responsables, en gran medida,del desarrollo tumoral ), mejorar la oxigenaciòn celular y facilitar al organismo la depuraciòn o expulsión de toxinas y neutralización de radicales libres que hayan podido contribuir a generar el cáncer o que sean producidos por este, con el fin de evitar que las células aún sanas tengan que vivir»chapoteando» en una «ciénaga» y sean así menos susceptibles de «pasarse al enemigo».
Una vez conseguido todo esto, el problema parece estar en la mas que probable existencia de las llamadas «células madre tumorales», ( hipótesis que parece ir cobrando cada vez mas cuerpo ) que parecen ser resistentes a los tratamientos convencionales, y que parecen ser las promotoras de las temibles recidivas posteriores, una vez que el tumor ya parecía haber sido erradicado. El hecho de que aún no se conozca detalladamente la biología de estas particulares células indiferenciadas, a las que se está apuntando últimamente toda la artillería investigadora, nos devuelve nuevamente a los orígenes del problema, y nos pone sobre la pista de algo que ya habíamos sospechado: Que la estrategia seguida hasta ahora, a pesar de toda su aparente sofisticación era errónea; o, en el mejor de los casos, solo parcial y superficialmente cierta.
No obstante creo que mientras los investigadores nos aclaran el verdadero papel que juegan estas «células madre tumorales» en el conjunto de la enfermedad, no estará demás , que quienes se encuentren en fase de remisión de la enfermedad, traten de evitar que el «terreno» se encuentre abonado para que la progenie aberrante que aquellas puñeteras células madre pudieran volver a engendrar, pueda proliferar con facilidad. Y en este sentido una dieta cetogénica ( mas o menos estricta ) convenientemente suplementada y el mantenimiento «en forma» de sistema inmune ( verdadero policía del sistema ) me parece una forma bastante aceptable para contribuir a ello .
Un saludo
Hola, Nerjeño,
Como casi siempre, de acuerdo en todo. El tema de las células madre me tiene algo desconcertado, porque no sé hasta qué punto es otro tiro a ciegas y si, realmente, la solución es ‘atacarlas’ con los métodos de artillería de siempre o si sería mejor usar medios más indirectos pero más elegantes y menos invasivos. De todas formas es un tema del que aún no he investigado lo suficiente. Sólo queda, de momento, aplicar los medios directos y ‘caseros’ que nuestro leve conocimiento nos permita emplear.
Gracias por el comentario y un saludo
Alfonso
Hola Alfonso,
Creo que no soy el primero y tampoco seré el último en darte la enhorabuena por tu blog.
Cuestionándose las cosas y no dando nunca nada por sentado es la única manera de progresar y avanzar y es precisamente lo que veo en cada post de este blog.
Tengo un par de preguntas respecto a la dieta cetogénica que me gustaría aclarar ya que soy bastante novato en este tipo de asuntos y cuanto más leo más preguntas me surgen.
Partiendo del siguiente artículo de resumen de las diferentes dietas aplicadas al cancer (http://ar.iiarjournals.org/content/34/1/39.short), los autores indican que, a día de hoy, no existen datos concluyentes ni ensayos clínicos suficientes para tener una nivel de certeza suficiente que determine que las dietas mencionadas (incluida la dieta cetogénica) puedan servir a la reducción o estabilización de la enfermedad.
Profundizando en la propia dieta cetogénica del artículo y en uno de los pocos ensayos clínicos que he encontrado (http://www.biomedcentral.com/content/pdf/1743-7075-8-54.pdf) se mencionan efectos secundarios como una pérdida de peso brusco o deficiencia de micronutrientes entre otros factores.
Mi pregunta viene si realmente son razonables para un enfermo este tipo de efectos o si pueden ser compensados.
Otra pregunta que me surge es, si se llegara a combinar este tipo de dietas con tratamientos convencionales (quimio /radio) aumentando la toxicidad base del tratamiento qué efectos podría tener sobre el enfermo?
Gracias.
Hola de nuevo, germán,
La pregunta que hay que hacerse es si la quimio funciona y si merece la pena aplicarla teniendo en cuenta sus efectos secundarios. La siguiente es si, en función delos indicios aportados hay alternativas sin toxicidad para ayudar al tratamiento convencional o aplicarlo en soledad. Los estudios indican, claramente, auqnue no los verás publicados en medios generalista, que la quimioterapia sólo ayuda a las posibles mejoras en un 2%, y que sólo tiene auténtica utilidad en un 8% de los casos. En el resto, un 92% es una bomba que impacta en el cuerpo de manera brutal y sólo sirve para hacer ganar dinero. Esa es la auténtica miseria del mundo actual.
La dieta no está probada concluyentemente, eso es cierto, pero, como explico en el artículo pilar donde hablo del porqué de este blog, jamás lo estará, porque quien tiene capacidad de poner a prueba la dieta u otros compuestos no lo hará puesto que atentan contra su fuente de ingresos. En ese circulo vicioso y ese defecto e razonamiento han conseguido instalar a toda la población, que cree que la quimio, al menos, si está probada que funciona y que lo que no está probado es porque se ha puesto a prueba y ha demostrado su inutilidad. La realidad es opuesta.
La potenciación de los efectos de la dieta al combinarse con quimio se reduce a los deletéreos contra las cancerígenas, mientras que se ha demostrado que ayudan a defender al cuerpo sano contra los efectos secundarios de la quimio. La creencia de que si el cuerpo lo pasa mal es porque el tumor lo pasa mal también, y que hay una relación inevitable entre efectos secundarios y efectividad está muy extendida y no podría ser más falsa. A esa falacia contribuyen sobremanera los propios médicos, como bien sabe mi mujer, que estuvo a punto e morir desangrada por una herida en la boca, con el cuerpo lleno de petequias y espantosos dolores de cabeza, mientras el tumor era el único dentro de su cuerpo que no se inmutó ni un ápice.
Repito: aumentar efectividad no conlleva aumentar efectos secundarios, al contrario. Las dietas cetogénicas pueden variar en función de su carga de calorías y tipo de alimento orgánico o no. Todo consiste en conocimiento, racionalidad y sentido común.
Muchas gracias por tus palabras de apoyo y por tu valioso comentario, propio de una persona que piensa y se hace preguntas muy válidas
Un abrazo
Alfonso
Hola Alfonso,
En primer lugar, enhorabuena por tu blog.
Respecto a la dieta cetogénica tenía algunas dudas que me han surgido al iniciarme en estos temas.
Partiendo del siguiente artículo (http://ar.iiarjournals.org/content/34/1/39.short) referente a las diferentes dietas aplicadas al cancer y personalizando en la dieta cetogénica, los autores apoyándose en algunos ensayos clínicos como el siguiente (http://www.biomedcentral.com/content/pdf/1743-7075-8-54.pdf) enumeran algunos efectos secundarios de esta dieta como la pérdida brusca de peso o deficiencias en micronutrientes.
Mi pregunta es si estos efectos son razonables para el enfermo o pueden ser compensados de alguna manera?
Por otro lado, en caso de combinar los tratamientos convencionales (quimio /radio) a este tipo de dietas y su efecto potenciador. Este aumento en la toxicidad del tratamiento puede ser muy bueno para el tumor pero es razonable para el propio enfermo?
Gracias por todo.
Hola, Germán,
La dieta cetogénica es como cualquier otra: su apluicación tiene unas normas que varía en función de una gran cantidad de parámetros. Una dieta cetogénica que no alcance determinados niveles de calorías presentará deficiencias de micronutrientes, lo mismo que cualquier otra ieta con esos niveles de calorías. Eso será siempre así. Thomas Seyfried propone una dieta cetogénica con niveles extremos de restricción calórica, centrándose exclusivamente en el aspecto del ratio glucosa cuerpos cetónicos, pero existen otros indicadores como el nivel de micronutrientes que hay que atender, sobre todo porque las vitaminas son catalizadores de casi todas los procesos del ciclo de krebs.
La dieta que yo propongo se basa en una restricción calórica razonable y el consumo de alimentos orgánicos con niveles de vitaminas y micronutrientes varios órdenes de magnitud superiores e los no orgánicos, que no sólo no deben producir deficiencias, sino solucionarlas.
Lo mismo pasa con la pérdida excesiva de peso, cuando se aplica la dieta con una excesiva restricción calórica.
Hablar de dieta cetogénica como si sólo pudiera ser una sola es erróneo. En base de los alimentos usados para entrar en cetosis, así como en el nivel de calorías aplicado, tendremos distintos niveles de dietas cetogénicas pero con resultados diferentes
Gracias por tu comentario y un saludo.
Alfonso
La fructosa tiene un IG de 10. ¿Sería adecuadas pequeñas cantidades como edulcorante, especialmente pensando en las personas que no soportan la dulzura que da la estevia?
Hola, Josep,
A la hora de alcanzar la cetosis todo se reduce a un cálculo de la parte que impacta en la insulina y en la glucemia total (glucosa de carbohidratos más una buena parte de las proteínas), así que si se trata de unas pocas gotas o granos de fructosa puede que no haga una gran diferencia, pero desde luego, cuando hablamos de un cáncer, el mejor consejo es que tal vez deban acostumbrarse a ese sabor diferente de la estevia
Un saludo
Alfonso
No puedo decirte nada mas que Muchas Gracias!!!
Primero, por darte el tiempo de compartir tus conocimientos con todas las personas que estamos atravesando por esta terrible enfermedad, ya que mi marido es el que tiene cancer, pero es como si toda la familia la tuviera.
Segundo, por dar una luz de esperanza y ser una Pauta muy completa sobre el como debemos tratarla, que a la luz de los nuevos conocimientos (muy poco compartidos) podemos afrontarla desde distintas formas.
Seguiremos leyendo tu blog y agradeciéndote infinitamente por tu labor desinteresada.
Un abrazo a la distancia y mucha energia positiva para todos los que estemos pasando por esto!!!
Hola, Cristina,
Yo te agradezco a ti que hayas dedicado una parte de tu tiempo a dirigirme esas hermosas palabras, que me ayudan más de lo que puedas creer.
Espero que tu marido se recupere y que te sirva de ayuda lo que este humilde blog ofrece.
Un abrazo y os envío la misma fuerza a ambos!
Hola Alfonso,
Tengo una duda con la parte del artículo que habla de cantidades de glicerol.
Dices que se metaboliza un 10% de los Ac. Grasos en glicerol y luego este pasa a glucosa. Los cálculos que propones son 2600 kcal provenientes de lípidos de los cuales el 10% de glicerol serían 260 kcal, no 26 g de glucosa. 260 kcal de ese glicerol habría que dividirlo por las 4 kcal de la glucosa y daría 65g de glucosa.
A no ser que existan pasos bioquímicos que desconozco como que la conversión de glicerol a glucosa no sea 100% eficiente, no me cuadra.
un saludo
Hola, Enrique,
Se trataría de 2600 kcal procedentes de glucosa, que provienen (redondeando a 10kcal/g, en vez de 9) de 260g de grasa, aunque en realidad deberían ser 289 (al tener la grasa 9kcal/g). Por eso, el 10% de esos gramos son 26g de glicerol (deberían ser unos 29, en realidad)
Espero que sea eso a lo que te referías y gracias
Ok, entendido, gracias y perdona por el malentendido