Sobrevivir a un cáncer terminal

El documental que puede salvar miles de vidas. Cócteles de fármacos que ya pueden derrotar al cáncer. La «medicina basada en la evidencia» como auténtico freno del avance médico

En este artículo intentaré que comprendas la importancia de algunos protocolos que pueden ser auténticos “game changers” en el tema del cáncer.

Explicaré la importancia de un documental que puede salvar miles de vidas, pero sólo si su mensaje consigue resquebrajar la coraza de esterilidad de ese periodismo que nos insulta cada día.

Hablaremos de otros supervivientes de cáncer terminal que, siguiendo el mismo protocolo que ningún sistema medico está dispuesto a considerar, han conseguido controlar su enfermedad, contra todo pronóstico.

Explicaremos algunos protocolos en pruebas con drogas ‘off label’ que podrían ser aplicados por muchos enfermos para incrementar considerablemente sus posibilidades de controlar la enfermedad.

Y expondré mis conclusiones y las acciones que deberíamos emprender si queremos que algo cambie.

Unas advertencias previas

El documental del que vamos a hablar adolece aún, desde mi modesto punto de vista, de algunos defectos que debemos tener en cuenta previamente. Comprender lo que el documental no considera nos permitirá, paradójicamente, obtener de él aún más enseñanzas.

  • Habla exclusivamente de glioblastomas y tumores cerebrales malignos, asumiendo, como la oncología oficial dicta, que el cáncer son más de 200 enfermedades y que las enseñanzas obtenidas de un tipo de tumor no son extrapolables al resto.Pero la realidad metabólica del cáncer es similar en todos ellos y eso nos permitiría diseñar con mayor facilidad protocolos que atacaran las bases bioquímicas comunes a todos los tumores.Es también una buena noticia que el documental hable de protocolos para glioblastomas: algunas terapias no son útiles contra cánceres cerebrales porque dichos tratamientos no pueden atravesar la barrera hematoencefálica que protege al cerebro: una especie de filtro físico-químico que impide el paso de determinadas moléculas, bacterias o parásitos que podrían dañarlo.Si un tratamiento es efectivo contra tumores cerebrales podemos sospechar razonablemente que lo será también para otro tipo de tumores, pero al revés no siempre podremos estar seguros. Por lo tanto, el documental puede servir de ayuda a cualquier paciente de cáncer.
  • El documental asume el paradigma actual y habla del cáncer como una enfermedad exclusivamente genética, y menciona constantemente que el tumor puede ‘mutar’. Eso hace que el componente metabólico, común a todos ellos, sea completamente obviado.Lo bueno de eso es que nuestro conocimiento de dicho metabolismo hace que podamos añadir a los protocolos que se deducen del documental, otras medidas de dieta, suplementación y de otros fármacos antimetabólicos en estudio, que podrían hacerlo aún más efectivo y a los cuales he dedicado varios artículos.
  • Aunque habla también de nutracéuticos, el documental se enfoca en cócteles de fármacos sintéticos.Lo ideal es que encontremos cómo producir los mismos efectos con moléculas que no tengan efectos secundarios y eso se conseguirá con mayor probabilidad con sustancias no sintéticas (aunque es cierto que no siempre tiene porqué ser así) y con acciones dietéticas.
  • No pretendo demonizar a los médicos en general. Sería una enorme falta de respeto hacia muchos profesionales y seres humanos que realmente quieren ayudar a sus pacientes.El problema lo constituyen quienes no escuchan ningún argumento alternativo, ningún marco de pensamiento diferente al suyo, ni consiguen reflexionar acerca de sus motivaciones, adquiridas debido a un sistema de educación que no pretende formar a profesionales críticos, sino a meros aplicadores de protocolos.Y sí constituye un ataque, frontal y sin concesiones, a miserables de toda condición que aprovechan el poder que su bata blanca les otorga para medrar sin que les importe aplicar estándares irracionales.

El documental que puede significar un cambio en el paradigma de la investigación médica y de los protocolos de tratamiento

Dominic Hill

Dominic Hill

Dominic Hill es un realizador de cine británico cuyo cuñado enfermó de un tumor cerebral maligno en 2009.

Tras el shock inicial hizo lo que muchos de nosotros hemos hecho: investigar. Sus investigaciones le condujeron al libro de Ben Williams, a quien ya dediqué un artículo anterior, y que seguía vivo 20 años después de haber sido diagnosticado de un Glioblastoma Multiforme, tras combinar la terapia estándar oficial con un cóctel de drogas y nutracéuticos.

Lamentablemente Dominic y su familia no pudieron aplicar a tiempo ningún tratamiento consistente y su cuñado falleció.

Sus investigaciones le permitieron comprender cosas que hasta entonces estaban vedadas al gran público: la imposibilidad de acceder a tratamientos racionales pero aún no sometidos a pruebas clínicas extensas, y la ausencia de avance real y efectivo, a lo largo de las décadas, en el tratamiento contra el cáncer.
Dominic sintió entonces la responsabilidad de plasmar todas las contradicciones del sistema médico y las alternativas reales en un documental que, basado en la figura de Ben Williams, planteara la posibilidad de un camino de tratamiento distinto al actual.

El documental entrevista no sólo a médicos e investigadores que proponen acercamientos tan heterodoxos como el de Ben Williams sino a otros dos supervivientes que siguen vivos muchos años después tras la aplicación de un protocolo similar al de Ben.

El documental se llama Surviving terminal cáncer (Sobreviviendo a un cáncer terminal), y puede visionarse gratuitamente desde la web.

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De momento no están disponibles subtítulos en español, así que para ayudar a quienes no entiendan inglés he decidido comentar el documental en este artículo: no será una traducción literal, ni exhaustiva, y tal vez me dejaré fuera cosas que alguien considere importantes, pero sí respetaré el espíritu de lo que en él se dice.

ACTUALIZACIÓN 28/10/2016: José María Raventós, un lector del blog, ha tenido la generosidad de subtitular al español el vídeo, que inserto a continuación. Aunque aún no están pulidos, serán una excelente ayuda para quienes no entiendan el inglés y no quieran leer mi transcripción

También añadiré de vez en cuando mis propios comentarios, así que para diferenciarlos de la traducción libre, aparecerán [entre corchetes y en itálica].

Intentaré avisar cuando los subtítulos en español estén disponibles, pero incluso aunque tu nivel de inglés no sea extraordinariamente elevado (el mío no lo es), creo que debes hacer el esfuerzo de verlo.

Sobreviviendo a un cáncer terminal: traducción y comentarios al documental

Ben Williams

Ben Williams

Ben Williams: Cuando me diagnosticaron el Glioblastoma entré en una profunda depresión. Se suponía que me quedaban tan sólo unos meses de vida, así que es difícil no deprimirse. Las primeras semanas las pasé intentando asimilar mi condición, pero luego me puse a investigar cuáles eran realmente mis opciones, porque el estándar de tratamiento no iba a funcionar y eso lo sabían bien los médicos.

Cuanta mayor era la información que recopilaba, más optimista me volvía, porque había muchos estudios que, aunque no eran concluyentes, demostraban que había fármacos con eficacia potencial.

Algunas eran drogas específicas para tumores cerebrales, pero otras lo eran para cualquier tipo de cáncer. Y también nutracéuticos: moléculas naturales con efectividad potencial. Aprendí, por ejemplo, que un extracto de hongos, que había demostrado extensamente su eficacia para activar el sistema inmune, formaba parte del tratamiento estándar contra el cáncer en Japón, y se le recetaba a todos los enfermos, mientras que en Estados Unidos ningún médico me lo mencionó siquiera.

[Y, por ejemplo, el muérdago forma parte del tratamiento estándar de Alemania]

Cuando le comenté a mi oncólogo la idea de añadir al tratamiento estándar un cóctel de fármacos que habían demostrado cierta eficacia, se mostró muy reacio debido a la toxicidad, a lo que yo le respondí que seguramente sería mucho menor que la que me provocaría el tratamiento que él ya me quería prescribir y que con toda probabilidad terminaría por no funcionar.

Cuando intenté añadir altas dosis de Tamoxifeno a la quimio habitual contra los tumores cerebrales, mi oncólogo se negó, tuvimos una tensa conversación por teléfono y cortamos nuestra relación.

Gracias a la mediación del neurocirujano, que pidió al oncólogo que me permitiera una mayor participación en el tratamiento, continuó nuestra relación de médico paciente, pero a partir de entonces tuve claro que no le diría todo lo que estaba tomando. Llegué a viajar a Tijuana para comprar una droga usada contra el acné, que no se recetaba en los Estados Unidos.

Los oncólogos sólo usan protocolos diferentes en el contexto de pruebas clínicas, lo cual limita considerablemente el arsenal terapéutico que puede emplearse. Me produce ira que no se emplee absolutamente todo lo que tenga visos de resultar beneficioso y que tenga un nivel aceptable de toxicidad, teniendo en cuenta el destino inapelable que les espera a todos los pacientes de glioma maligno que siguen el protocolo estándar.

Tras el primer ciclo de quimioterapia más el cóctel de drogas y nutracéuticos el tumor se redujo un poco, lo cual fue extraordinario. Cada mes fue disminuyendo un poco más hasta que, tras la aplicación de 4 ciclos de quimioterapia, había desaparecido.

Después de la remisión, los médicos me comentaron que tal vez fuera debido a que mi tumor era inusualmente susceptible a la quimioterapia, pero el análisis del tejido no reveló características extraordinarias. En ningún momento le concedieron ningún mérito al resto de drogas que yo había utilizado.

Lo cierto es que, gracias a internet y a los grupos de apoyo de pacientes, sé que otros lectores de mi libro han aplicado protocolos similares a los que yo he seguido, y algunos han obtenido también muy buenos resultados.

Raymond Chang

Raymond Chang

Raymond Chang es un médico de la costa este de EEUU que ha escrito un libro titulado “Beyond the Magic Bullet” (Más allá de la bala mágica), y que combina la medicina oriental y occidental desde el Institute of east-west Medicine.

Raymond Chang– Se intenta reproducir el éxito que la medicina obtuvo con los antibióticos: un agente químico por enfermedad. Pero es erróneo trasladar ese concepto a sistemas complejos como el cuerpo humano; en el caso del cáncer, una sola molécula no puede abordar todas las complejidades asociadas a esta dolencia.

La medicina busca una sola llave que encaje en las cerraduras del cáncer que se va encontrando, pero mientras ése sea el enfoque jamás se curará. En realidad tal vez no necesitemos encontrar nuevas drogas sino usar las que ya tenemos y que, en muchos casos, pueden permitirnos controlar cánceres incurables.

El caso de la leucemia infantil o la hepatitis B o C es paradigmático: se emplean varias drogas en combinación, y ése enfoque sí que está produciendo resultados.

Marc-Eric Halatsch

Marc-Eric Halatsch

Marc-Eric Halatsch es un Neurocirujano y profesor de la Universidad e Ulm, en Alemania.

Marc-Eric Halatsch: es comprensible que se produzca un choque entre el deseo del paciente terminal de probar cualquier cosa y el del médico, que debería asumir el riesgo derivado de los efectos secundarios que podrían resultar fatales.

Raymond Chang: Casi ningún médico se va a salir de los límites impuestos por las pruebas clínicas, incluso en el caso de enfermos terminales. Esas resistencias a aplicar terapias aún no ensayadas en pruebas clínicas tienen más que ver con el sistema capitalista y con la estructura de los sistemas de Salud que con la medicina.

La monoterapia es muy sencilla de controlar: si algo va mal sabes a qué es debido, pero es muy difícil llevar a cabo estudios con agentes múltiples porque es difícil asignar la eficacia a cada uno. Si aplican los compuestos A, B y C, deben saber cuál de ellos ha dado resultado y en qué medida, y ante todo un médico quiere sentirse ‘científico’

[Un sistema multivariable como el cuerpo humano no se define por la suma de sus partes. La sinergia debe tenerse en cuenta: 3 medicamentos aplicados a la vez tendrán efectos diferentes que los que produciría la suma de efectos de cada uno de ellos en solitario. Es ingenuo e ineficiente realizar pruebas clínicas sucesivas con cada compuesto en vez de con grupos de moléculas que conforman un sistema interrelacionado y que, por tanto, deben probarse en conjunto]

Otros compuestos que tampoco están regulados y que no se ponen a prueba en ensayos clínicos son las moléculas naturales, que no son patentables y, por tanto, de poco interés para la industria.

Bharat B. Aggarwal

Bharat B. Aggarwal

Bharat B. Aggarwal es un bioquímico de origen indio, investigador de la M.D. Anderson y especializado en el estudio de la inflamación asociada al cáncer y de la citoquinas, así como en el posible papel terapéutico de especias y hierbas.

Uno de los focos de sus estudios se concentra en la curcumina.

Bharat B. Aggarwal: hay ahora en marcha unos 150 ensayos que estudian las propiedades de la curcumina, y ella sola apunta a unos 90 objetivos bioquímicos antitumorales diferentes.

¿Sabes cómo llama la industria a una molécula de este tipo? ‘Terapia sucia’ ¿Por qué?, porque apunta a demasiados objetivos y es difícil determinar la relación específica del que realmente tiene acción terapéutica. Pero es una molécula totalmente segura, barata y efectiva.

[Y porque es mucho más rentable obtener 90 compuestos, cada uno de los cuales apunte a UNA sola diana bioquímica tumoral].

El actual mantra en la investigación médica es “Targeted therapy”, o terapia personalizada: encontrar un solo gen o proteína específica y encontrar un fármaco que la bloquee. El problema es que esa obtención de balas mágicas no comprende la complejidad del sistema del cáncer, en el cual no está implicada una sola proteína o proceso. Es por ello que el sistema está equivocado de raíz.

[Lo malo de ese razonamiento es que da por sentado que realmente se trata de un error. Lo que yo creo es que realmente es imposible que algo cambie, pero no porque no se den cuenta de que no es efectivo para encontrar una cura, sino porque sí saben que es extraordinariamente efectivo para ganar dinero y no les importa que esa eficacia económica no se corresponda con una eficacia terapéutica]

Publicamos más estudios que muchos, pero los médicos, simplemente, los ignoran y se niegan a leerlos.

Narrador: La historia está llena de avances científicos que fueron castigados por el statu quo imperante: Copérnico o Galileo, por ejemplo.

Pero también como el doctor Ignac Semmelweis, un médico húngaro de origen alemán que propuso algo que para la época resultaba tan revolucionario como ‘absurdo’: lavarse las manos antes de operar. Sufrió el acoso de sus colegas, que lo catalogaban como chiflado y ‘poco científico’, fue despedido y pasó multitud de penalidades. Acabó ingresado en un asilo, presa de alucinaciones […y tras pegar pasquines alertando a sus conciudadanos de que tuvieran cuidado con los médicos.

Cuando consiguió registrar las mejoras de mortalidad por fiebre puerperal de embarazadas tras aplicar sus medidas higiénicas, la mayoría de sus colegas desestimaron sus conclusiones aduciendo que no era posible reproducir los resultados de sus experimentos y que había falseado las estadísticas. Murió tras infligirse una herida intencionadamente con el bisturí que había usado para abrir un cadáver.

Un ejemplo de que el mundo no evoluciona, sino que tan sólo gira y reproduce, una y otra vez, similares episodios de ocasional genialidad y general estupidez, concentrada esta última sobremanera en las elites dirigentes]

O el caso más afortunado de Barry Marshall que, en los años 80 del siglo XX, cuando la comunidad médica decía que las úlceras de estómago eran producidas por una combinación de exceso de ácido estomacal, comida picante y estrés, él lanzó la hipótesis de que en realidad eran producidas por una bacteria.

La comunidad médica desestimó la hipótesis con un desdén que ya nos es familiar. Casi por completo en soledad él y su equipo, Barry decidió ingerir un frasco de bacterias para probar su teoría. Pocas semanas más tarde desarrollaba la enfermedad, que remitió con antibióticos. El final es irónico y luminoso: le concedieron el premio Nobel y actualmente, en todo el mundo, el tratamiento de la úlcera de estómago, que ya es tratable, se basa en la aplicación de antibióticos.

[Un ejemplo de cómo los experimentos n=1 pueden llegar a producir resultados excepcionales, que pueden inducir incluso un cambio de paradigma. Pocas veces se ha producido semejante resultado con el actual sistema de pruebas clínicas]

Ben Williams: el problema con la ética de los oncólogos es que la mayoría no escuchan lo que los pacientes tienen que decir.

Raymond Chang: un ejemplo de lo que estamos diciendo es el fármaco cloroquina, que se usa contra la malaria, y que puede extender la vida un 50% más de media a los pacientes de glioma. Es barato, es sencillo de tomar (una píldora al día) y apenas añade efectos secundarios. Pero no se usa. La información al respecto no fluye y no tiene detrás una gran empresa farmacéutica que la apoye.

Un médico puede ser demandado si no se atiene al estándar, por eso en Estados Unidos hay tantos juicios y las decisiones de qué protocolo aplicar suelen tomarse por un comité hospitalario que, generalmente, se atendrá exclusivamente a protocolos estándar aconsejadas por la asociación americana del Cáncer, a los cuales no es posible echar la culpa si algo sale mal.

Richard Gerber

Richard Gerber

Richard Gerber es un científico de computadoras que fue diagnosticado de Glioblastoma en 2006 y que, tras la lectura del libro de Ben Williams y de aplicar un protocolo similar, consiguió remitir su cáncer y sigue actualmente vivo y en forma, 9 años más tarde. Hay que destacar que Ben y Richard son ambos científicos: personas acostumbradas a resolver problemas complejos.

Richard Gerber: cuando estaba preparando el cóctel de fármacos mi oncóloga se negaba a que tomara absolutamente nada. Ni siquiera consideró adecuado que tomara Melatonina [una hormona naturalmente producida por el cerebro y los intestinos], así que no le conté que, en realidad estaba tomando como 10 o 15 sustancias distintas adicionales como cloroquina o celebrex, en las dosificaciones correctas que mostraban algunos estudios. Hay que leerlos cuidadosamente, pero están ahí.

A veces dudas y te dices: ¿cómo vas a saber tú más que un médico? Pero luego te respondes que no tienes alternativa porque si no morirás.

Narrador: es muy raro encontrar supervivientes de un glioma maligno que sigan vivos después de tanto tiempo.

Tras el holocausto, durante el cual los médicos nazis llevaron a cabo experimentos horribles con los prisioneros, se sentaron las bases éticas de la medicina, añadiendo una extensión al juramento hipocrático, que se concertó en la declaración de Helsinki de 1975 por la World Medical Association: “La preocupación por el sujeto debe prevalecer sobre la preocupación por la ciencia y la sociedad”.

Richard Gerber: no sé cómo los oncólogos pueden mirarse al espejo cada noche: prescriben quimioterapia y radioterapia que saben que no surtirá efecto y no hacen nada más. Sólo esperan.

Henry S. Friedman

Henry S. Friedman

Henry S. Friedman es un neuro-oncólogo de la Universidad de Duke, reconocido internacionalmente como una de las principales autoridades en el tratamiento de los tumores cerebrales.

Henry S. Friedman: los médicos tienen metido en la cabeza que si tienes un glioma maligno vas a morir irremediablemente, pero eso es contraproductivo porque invita a bajar los brazos. Si se puede, hay que proponer pruebas clínicas pero, cuando no es posible, hay que usar lo que sea aunque se aparte del protocolo.

Marc-Eric Halatsch: los médicos no se forman una opinión por si mismos.

Narrador: cuando un paciente no quiere seguir el tratamiento paliativo estándar, propone seguir otro tratamiento y el médico se niega a apoyarlo, el paciente está, literalmente, fuera del sistema y se ve abocado a la automedicación.

Margot y Neil Hutchinson

Margot y Neil Hutchinson

Margot y Neil Hutchinson, de California, son los padres de Sam, el mayor de sus 3 hijos, que falleció debido a un Neuroblastoma, cuando sólo contaba 8 años.

Sam comenzó un durísimo régimen de quimioterapia, a pesar del cual los médicos le comunicaron a los padres que su hijo tenía pocas esperanzas de sobrevivir. Sufrieron igualmente el golpe de la negativa de los médicos de aplicar protocolos similares a los de Sam Williams o Richard Gerber.

Margot y Neil: los médicos querían saber el porqué a otros les había ido bien, pero nosotros sólo queríamos salvar a nuestro hijo. Su perspectiva ‘científica’ chocaba frontalmente con la nuestra como padres. Ellos quieren pruebas procedentes de ensayos clínicos y datos, pero lo que nosotros sabíamos es que otros habían obtenido resultados con ese protocolo.

Richard Gerber: cuando las probabilidades de morir son del 100%, ¿qué daño puede hacer añadir otros ingredientes a la terapia?

Ben Williams: el único argumento que se esgrime para no usar drogas que no están en el protocolo estándar es que ‘no están probadas’ y pueden producir resultados inesperados de una forma que no tenemos prevista. Ese argumento es para mí inaceptable.

Narrador: es también inaceptable para la mayoría de pacientes. La llegada de internet ha permitido que se establezcan relaciones a distancia y a que la información fluya. Este film es una circunstancia directa de esa comunidad a distancia de pacientes.

Muchos supervivientes se encuentran y comparten sus vivencias y sus protocolos, como Stewart Stoneman, un Ingeniero Mecánico, diagnosticado en 2012 de un Glioblastoma, y que [tras la investigación previa, tras reunir los DATOS y obtener de ellos CONCLUSIONES, como haría cualquier mente analítica antes de aplicar una solución a un problema] compartía la visión de Ben y Richard y había realizado su propia investigación independiente que le demostraba que merecía la pena intentarlo.

Lamentablemente falleció en 2014 sin haber encontrado un médico que estuviera dispuesto a recetarle los fármacos off-label del protocolo.

Está claro que en el futuro habrá terapias combinadas, la cuestión es si ahora el paciente tiene derecho a conseguir que se apliquen y a que el médico tenga esperanzas de que se produzcan remisiones duraderas.
El problema de nuevo viene de la toxicidad: el médico puede pensar que la combinación de esas terapias puede producir más mal que bien y necesitan tener algún tipo de prueba.

Narrador: el problema es que, como hemos comentado en este film, existe una gran falta de ensayos clínicos que pongan a prueba cócteles de drogas. Los pacientes son a veces conminados a que se inscriban en ensayos clínicos que prueban alguna nueva sustancia en solitario.

Raymond Chang: las pruebas clínicas están pensadas para ‘La Ciencia’, o para justificar la inversión de una compañía, o incluso para futuros pacientes, pero no están pensadas para los pacientes actuales.

Es difícil hacer ‘ciencia’ cuando debes probar 5 compuestos a la vez, porque son 5 variables, pero esa omisión entra en conflicto con la práctica clínica, en la que se supone que un médico busca lo mejor para su paciente.

Narrador: en otros tiempos, cuando los médicos tenían más poder para mejorar las condiciones de sus pacientes y no estaban supeditados a los ensayos clínicos, se produjeron avances extraordinarios en un corto período de tiempo

Emil J. Freireich

Emil J. Freireich

Uno de aquellos médicos, un por entonces joven hematólogo dedicado a la investigación del cáncer en la década de los 60 fue Emil J. Freireich, actual investigador de la M.D. Anderson, y un pionero en el tratamiento de la leucemia, de fama hoy legendaria, se encontró con enormes resistencias cuando intentó aplicar una combinación de fármacos muy tóxicos.

Actualmente su combinación de tratamientos ha permitido controlar un alto porcentaje de leucemias infantiles.

Emil J. Freireich: se supone que en Europa y USA todos los médicos deben hacer el juramento hipocrático cuya esencia es: “haré todo lo que esté en mi mano para ayudar a una persona que esté enferma”.

Pienso: ¿existe alguna circunstancia en la cual no debería aplicarse un tratamiento que podría ayudar a un paciente? Y la respuesta es no.

[Sí, si ese tratamiento fuera tan tóxico que el paciente decidiera que prefiere no tomarlo. Pero si asume los riesgos con total conocimiento de causa, por supuesto que debería aplicarse si lo desea. Por otra parte, la ironía de la situación es que gran parte de esos tratamientos potencialmente beneficiosos son menos tóxicos que el estándar, que sí puede tener devastadores efectos secundarios.]

Narrador: gran parte de las pruebas de nuevos tratamientos se realizan sobre pacientes avanzados para los cuales ya ha fallado el protocolo estándar, en vez de a nuevos diagnosticados, que tienen mayores probabilidades de mejorar y en quienes jamás se probarán tratamientos potencialmente beneficiosos.

Emil J. Freireich: Reformar la regulación es lo más importante que podemos hacer ahora mismo. Los pacientes de SIDA nos muestran el camino. Los homosexuales fueron políticamente activos y estaban organizados, así que consiguieron subvertir el proceso de pruebas clínicas.

Narrador: la presión de los homosexuales permitió que se acelerara la investigación y se aplicaran tratamientos sin pasar por pruebas clínicas y que una condición mortal se transformara en una condición crónica en apenas una década.

Larry Kramer, escritor y activista gay, fue el fundador del movimiento y sus palabras resquebrajaron el muro de indiferencia que levantaban los políticos de la década de los noventa del siglo pasado. Consiguió que las pruebas clínicas fueran vistas como amenazas antes que como salvadoras, al menos en lo que respecta a la condición de los enfermos de SIDA. “Es un genocidio por negligencia”, decía.

Gracias a su labor de lobby los pacientes de SIDA tienen actualmente a su disposición un tratamiento combinado que jamás ha sido sometido a pruebas clínicas extensas.

[Eso sólo pudo ser posible debido a que las empresas farmacéuticas tenían un nuevo nicho de mercado por explotar y les interesaba también acelerar el proceso (algo parecido a lo que está sucediendo con los supuestos nuevos tratamientos contra el virus del ébola: es necesario infundir una sensación de alarma para acelerar la búsqueda e implantación de un fármaco que se ponga cuanto antes a recaudar dinero).

Otra cosa muy distinta es en el caso del cáncer, porque ya existen tratamientos que, pese a su ineficacia, resultan extraordinariamente rentables; no veo sencillo que las presiones externas hagan que las farmacéuticas se presten a probar combinaciones de fármacos baratos que podrían ser muy efectivos y, por lo tanto, una competencia feroz a lo establecido y una amenaza contra su máquina de generar dinero.

No obstante, el ejemplo del SIDA (y aquí no entro en la disquisición de si realmente el tratamiento contra esta enfermedad es válido o no) debería indicarnos el camino a seguir: difundir la existencia del problema y proponer soluciones colectivas que sean bien visibles para los medios de comunicación ‘mainstream’]

¿Cuántos más pacientes de cáncer deben morir antes de que los reguladores reconozcan que este mismo sistema debe adaptarse a la oncología?

Emil J. Freireich: todo lo que tenemos que hacer es un balance entre riesgo y beneficio. Si tienes 9 fármacos combinados que tendrían la posibilidad de ayudar a un paciente de glioblastoma con razonable toxicidad, y sabes que tiene un 100% de probabilidades de morir si sólo se aplica el estándar, ¡dale los 9 fármacos!

No puedes hacer algo que no tenga ningún riesgo. El sistema regulatorio es de locos: se supone que sirve para proteger a las personas pero, inadvertidamente, se ha convertido en un sistema que en realidad mata a las personas.

Margot y Neil: ¿quieres que sea honesto? Claro, los padres de niños con neuroblastoma compartimos drogas. Las compramos por FedEx, traemos virus de Israel… usamos el mercado negro. Lo que hacemos es crear nuestras propias pruebas clínicas.

Narrador: en algunos ensayos clínicos en fase III, se prueba la efectividad de la nueva droga contra un placebo, que se suministra a la mitad del grupo en estudio.

Emil J. Freireich: Es evidente que si el tratamiento se enfocara como con el SIDA la cosa iría mucho más rápido: sólo hay que observar si un tratamiento es efectivo y comprobar respuesta objetiva, período antes de progresión y período objetivo de sobrevida. ¡Y ya está! La verdad está en ella misma, no necesitas comparar con nada.

Debemos forzar al congreso a que cambie la legislación y que cuando un médico y un paciente están de acuerdo en que el posible beneficio es mayor que el potencial riesgo, puedan aplicarlo sin problemas.

Narrador: acompañamos a Ben al centro Moores del cáncer, de la Universidad de California, para reunirnos con el representante de una nueva generación de oncólogos que se ha embarcado en un ambicioso programa de medicina personalizada.

Profesor Santosi Kesari: Tenemos el problema de saber cuál es la combinación de moléculas más adecuada para un determinado paciente, porque el glioblastoma es una enfermedad diferente en cada uno de ellos [¡!]. Algunas drogas parecen funcionar mejor en unos pacientes que en otros debido a las características genéticas de los tumores.

Estamos inmersos en un proyecto en el cual introducimos toda la información genética en un ordenador y nos dirá qué combinación de drogas serán más efectivas para ese tumor en concreto.

[Mientras habla, Ben Williams observa al profesor Kesari con una sonrisa irónica]

Narrador: si atendemos al razonamiento de que vamos hacia una medicina personalizada, basada en combinaciones de medicamentos que cubran las infinitas combinaciones de nuestro perfil genético, la consecuencia lógica es que o desmantelamos el actual sistema de pruebas clínicas o el pronóstico de supervivencia de los pacientes jamás mejorará.

Ben Williams: ‘medicina personalizada’ es el ‘mantra’, pero la ironía es que la práctica hasta ahora es exactamente lo opuesto y pretender que conseguirán realizar pruebas clínicas que aseguren semejante tarea es absurdo.

Narrador: hacer pruebas de combinaciones de fármacos una a una implicaría que pasarían décadas e incluso siglos hasta tener probadas todas las posibilidades.

A la luz de un sistema que está fallando claramente, algunos oncólogos están dando pasos en otra dirección.

Un hombre que ha tomado esa decisión es Marc Halatsch, para acelerar el acceso a un tratamiento efectivo contra el glioblastoma en forma de una prueba clínica con un cóctel de drogas llamado CUSP9, y que no ha sido bien recibido por la comunidad científica.

[La prueba clínica es ésta, y espero poder tratarla en, al menos, un artículo de Cáncer Integral.

Como curiosidad: en otro artículo yo comentaba la visita que realizamos hace unos años a un prestigioso oncólogo, un prominente investigador en el campo de la proteómica.

Cuando le hice preguntas acerca de diversos estudios de los cuales yo llevaba referencias, salió a colación un investigador que él conocía y con el que había colaborado. Su comentario respecto a él fue: “ahora está retirado, se pasa el día haciendo pruebas con todo lo que pilla, no le hagas mucho caso”. También nos dijo que las dietas “no servían para nada”.

El científico al que se refería era Richard E Kast, el investigador principal de este estudio sobre el CUSP9 y yo le había señalado uno preliminar a éste, y donde él ya proponía un cóctel de drogas como manera de tratar el cáncer]

Marc-Eric Halatsch: el protocolo usaba inicialmente17 fármacos junto con la quimioterapia, ahora 9. Todos ellos han sido elegidos para sofocar o inhibir alguna señal específica del glioblastoma. Hemos evitado identificar nuevas drogas, sino usar algunas que ya estaban aprobadas y disponibles en el mercado para otras indicaciones y con un perfil de seguridad asumible. Tenemos bases razonables para pensar que este compuesto será efectivo.

Narrador: durante la filmación de este documental contactamos con un investigador senior de la farmacéutica Glaxo, en Cambridge, Inglaterra, que estaba él mismo enfermo de un glioma inoperable de alto grado. Declinó aparecer ante la cámara y que se mostrara su nombre.

Se interesó por el trabajo de Marc, al que calificó inicialmente como ‘hermoso’, pero cuando viajó a Londres para conocer más acerca del protocolo y de las pruebas en las que se basaba, el médico encargado de tratarle simplemente argumentó que el protocolo era… ‘no científico’.

Murió en 2014. Dejó 3 hijos pequeños.

Marc-Eric Halatsch: que la gente llame a esta propuesta ‘no científica’ es tan sólo un juicio que no es aceptable, porque todas las hipótesis en las que se basa están aposentadas sobre estudios preclínicos robustos.

La actual arquitectura de investigación médica ha fallado a la hora de dar una solución a pacientes de Glioblastoma. No sabemos si conseguiremos hacerlo mejor… pero lo vamos a intentar.

Si no hacemos eso y aplicamos una droga a la vez, las posibilidades se reducen debido a que el tumor es una realidad dinámica que muta para evadir las limitaciones que se le imponen.

Narrador: no es casualidad que las primeras pruebas de cócteles anticáncer se realicen en enfermos de cáncer cerebral debido a las limitaciones del tratamiento actual. El enfoque de cóctel de Marc supone una vía revolucionaria de tratamiento del cáncer, pero las compañías farmacéuticas que han desarrollado los fármacos implicados en el cóctel han rehusado colaborar en la prueba clínica. Quienes hagan algo como tan siquiera publicar este estudio se juegan incluso su reputación en los círculos científicos.

Los cócteles se consideran radicales porque se basan en lo que se define como un enfoque ‘no científico’ [pero es la manera como en el pasado se lograron históricos avances científicos]

La siguiente historia es extraordinaria y demuestra una enorme determinación ante la muerte inminente.

Anders Ferry

Anders Ferry

Anders Ferry, un Físico-Químico sueco, continúa peleando contra su enfermedad aún hoy, 15 años después de haber sido diagnosticado de un cáncer cerebral terminal, a la edad de 32. Su notable lucha por sobrevivir incluye 6 recurrencias, 5 neurocirugías y algunas terapias innovadoras. Incapaz de viajar solo, su padre le acompaña desde Suecia hasta Londres, donde tiene lugar la entrevista en la que comparte con nosotros su historia.

Anders Ferry: comencé a experimentar con diversas combinaciones de sustancias farmacéuticas y no farmacéuticas bajo circunstancias incontroladas.

Narrador: cuando dejaron de aplicarle la quimioterapia inicial, debido a una severa reacción cutánea, se enroló en una prueba clínica de una compañía que ponía a prueba una droga potenciadora del sistema inmune. Sin embargo la droga fue catalogada como no aprobada en Europa y tuvo que dejar de tomarla.

Anders Ferry: lo estaba haciendo muy bien con ese tratamiento pero, después de un par de años me dijeron que desafortunadamente la prueba clínica fue cerrada y que no podían proveerme de más fármaco.

Entré en pánico, por supuesto, y pensé: esto es lo que me ha mantenido vivo durante tanto tiempo. Así que me propuse fabricar la droga yo mismo, porque soy químico y no era difícil para mí hacer algo así. Leí las patentes, tenía todos los compuestos, el laboratorio y a mi madre preparada para ser el conejillo de indias y probarla en primer lugar antes de inyectármela yo mismo.

Narrador: Justo antes, el fundador de la compañía le llamó y le pidió que no usara la droga fabricada por él y que en vez de eso le enviaría una provisión de droga para el resto de su vida.

Anders comprendió que ése sería solo el comienzo de su lucha y que debería usar una combinación de fármacos.

Anders Ferry: tuve la idea de probar varias drogas simultáneamente tras leer el libro de Ben Williams. Gradualmente fui creando un protocolo de tratamiento incluyendo progresivamente diferentes fármacos. Al menos 8 fármacos ‘off label’ y muchos nutracéuticos. He tenido la suerte de que muchos parientes y buenos amigos me han ayudado a conseguir los fármacos que necesitan prescripción médica.

Los neurooncólogos son muy reluctantes a recetar ese tipo de fármacos: preguntan “¿por qué?, ¿hay alguna evidencia para esto?”, y yo les respondo: “no, pero hay potencial en ellos; la evidencia es débil pero aportan alguna clase de esperanza. Es la alternativa a no hacer nada”.

Si se supone que las estadísticas hablan de que estaría muerto en dos años, eso no es aceptable para mí. La posibilidad, pese a los efectos secundarios, de obtener beneficios reales y extender la vida, merece la pena. Tengo dos hijos pequeños y una bella mujer. Es algo por lo que vivir. Sí, tengo déficits, pero puedo vivir con ellos. La vida con déficits sigue siendo vida.

El padre de Anders interviene: “Cuando el protocolo de quimioterapia falló nos dijeron: lo siento, no podemos hacer nada más. Vete a casa y juega con tu hija. Yo le pregunté: ¿quién es el responsable del tratamiento de mi hijo? ¿Es él el responsable o debe asumir esa responsabilidad el oncólogo? Él estaba simplemente escondiéndose detrás de los protocolos”

Estoy seguro que a todas esas personas que he conocido por internet y que han fallecido se les ha negado el mejor tratamiento posible. Y también estoy seguro de que muchos de ellos habrían sobrevivido o al menos habrían tenido más probabilidades de sobrevivir si hubieran hecho lo que yo hice. Y también estoy seguro de que serviría para otros cánceres, no sólo para tumores cerebrales: he visto efectos similares en cánceres de próstata o mama.

Aplicar este protocolo de fármacos off label permitiría a muchas personas extender la vida por largos períodos de tiempo y que, además, ésta sea activa y productiva.

Narrador: ¿deben pasar los enfermos por el terror adicional de tener que supervisar su propio tratamiento? La mayoría quieren que éste sea supervisado por un médico y no tener que verse obligado a hacerlo ellos mismos. Necesitan el aliento de saber que lo que parece imposible puede ser posible.

Marc-Eric Halatsch: creo que la comunidad médica tiene la obligación de atender a los pacientes que han emprendido una automedicación y que han logrado una extensión significativa de la vida. Tienen que rendirse a la evidencia y tienen la obligación de estudiar qué han hecho esos pacientes, cuál es su calidad de vida y qué beneficios en términos de sobrevida han conseguido.

Narrador: tenemos la obligación de aprender del testimonio de pacientes como Ben, Richard o Anders. En un mundo que utiliza tecnologías como el Big Data debemos reconsiderar el papel de un estamento médico que confía en una estructura regulatoria que es lenta, ineficiente e incluso inhumana.

Richard Gerber: todos y cada uno de los oncólogos con los que he hablado creen que soy una especie de freak y que fue el tratamiento y no el cóctel lo que controló el tumor, y que por lo tanto habría funcionado sin él igualmente. Y también creen que Ben Williams es igualmente una especie de freak.

En general, cualquiera que sobreviva más allá de las previsiones y haya usado un cóctel será tratado con similar desprecio, pero llegará un momento en que la gente saque conclusiones a partir de las evidencias.

Narrador: pese a las críticas, lo cierto es que Ben, Richard y Anders tienen una sólida formación científica, acceso inusual a fármacos ilegales y la determinación de usar tratamientos que se salen de lo convencional.

[No hay más que aplicar un cálculo estadístico para conocer las probabilidades de que el cóctel de fármacos haya tenido algo que ver en que esos 3 pacientes terminales hayan sobrevivido tantos años (en realidad hay bastantes más que no han aparecido en el documental). Es pura matemática. ¿No quieren los médicos ser considerados científicos más que nada en el mundo? ¿No quieren tender a ser una especie de nueva ‘ciencia exacta’? Pues bien: las matemáticas son LA ciencia exacta]

Ben Williams: estoy bastante seguro de que si no hubiera hecho lo que hice estaría muerto; si simplemente hubiera seguido el tratamiento estándar, prescrito por mi neuro-oncólogo, ahora no estaría aquí y sería sólo otra estadística. Podría haber vivido 12 o 18 meses más y, sin embargo, por lo que tengo entendido, no ha habido ningún superviviente de tan larga duración como yo.

[quote]Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes
_______________________Albert Einstein[/quote]

En esta web se habla de forma reveladora acerca de ese nuevo paradigma de aproximación al tratamiento, que promueve este documental:

¿Podrían los supervivientes de cáncer cerebral desbloquear una cura para el cáncer?

Mis comentarios: ¿Por qué la medicina ‘científica’ actual es un fraude?

Me gustaría resaltar algunas implicaciones que en el documental puede que no queden del todo claras:

  • Hace decenios, la práctica clínica de la medicina tenía una mayor base de experimentación y una mayor libertad de elección de terapias, entre las que se encontraban fórmulas basadas en remedios naturales que el tiempo había probado eficaces y con escasos efectos secundarios.
  • Cuando se instauró la guerra contra el cáncer se oficializó el proceso de pruebas clínicas como únicas garantes del avance médico, basado en la farmacología sintética que tan buenos resultados había dado con los antibióticos, aunque ése es uno de los pocos casos de éxito reales de la medicina farmacológica.
  • Las pruebas básicas usan estudios in vitro y en animales para justificar el paso a las pruebas clínicas.
  • Las pruebas clínicas, llevadas a cabo en seres humanos, se dividen en 3 fases (en realidad hay también ensayos en fase IV):
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    • La fase I, para comprobar la toxicidad y las dosis máximas toleradas de un compuesto en un pequeño grupo de pacientes.
    • La fase II, para constatar si el compuesto tiene alguna efectividad terapéutica en un grupo de pacientes reducido y, por tanto, sin alcanzar resultados estadísticamente significativos ni compararlo con otro tratamiento.
    • Y la fase III, donde se compara el tratamiento con otro existente o contra un placebo, en largas series de pacientes, a veces reclutados en centros de todo el mundo, y se intenta alcanzar un resultado con fiabilidad estadística.

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  • Las pruebas I y II suelen ser económicamente asequibles para centros de investigación pequeños y con poco presupuesto.
  • Las pruebas en Fase III generalmente sólo pueden ser llevadas a cabo por empresas con presupuestos capaces de afrontar la inversión de estudios que duran varios años. Por lo tanto, sólo se pondrán a prueba moléculas patentables de las que puedan obtener un beneficio económico, no moléculas naturales, ni drogas usadas para otras dolencias.
  • Un médico que quiera ser considerado ‘científico’, sólo puede recetar lo que ha sido testado en ensayos Fase III, aquellos que sólo una gran compañía puede costear.Por lo tanto, todo médico que recete un fármaco aún en fase II puede ser acusado de aplicar ‘tratamientos no probados’, pese a que en dicha prueba se haya determinado su eficacia al grupo reducido de pacientes.
  • Las pruebas fase III sólo comprueban un fármaco de cada vez, por dos motivos:
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    • Porque cuando se quiere ser ‘científico’ por encima de cualquier otra consideración necesitas cuantificar la efectividad de cada molécula, y eso es difícil de aislar cuando hay más de una implicada.
      Pero esa manera de tratar olvida la sinergia, y que dos compuestos pueden tener mayor efectividad combinados que la suma de sus efectividades en solitario. Más aún, algunas moléculas pueden mostrar efectividad solamente cuando se combinan, y ninguna en solitario
    • Porque la investigación se enfoca en la fragmentación y la búsqueda de dianas individualizadas: un fármaco que bloquee una sola vía bioquímica de cada vez. De esa manera podrán fabricar 100 fármacos, ganar 100 veces más dinero y combinarlos para atacar un conjunto de procesos bioquímicos.El problema es que para llegar a esa situación, y tal y como están diseñadas las pruebas fase III, se necesitarán cientos de años hasta probar apenas alguna combinación de fármacos.
      Eso no les importa porque, por el camino, los beneficios seguirán siendo astronómicos, aun a costa de que el avance real sea mínimo o inexistente.

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  • Muchos médicos creen que aquello que no ha pasado a fase III es porque no ha demostrado efectividad, es decir, que ha sido catalogado como ‘disproven’, cuando en realidad sólo es algo ‘unproven’, esto es, que se ha quedado en el limbo pese a su potencial efectividad.Un tratamiento ‘no probado’ es literalmente eso, por regla general: un tratamiento que nadie ha pagado para someterlo a pruebas en fase III.
  • El tratamiento del SIDA es un ejemplo de contradicción de esas normas debido a la presión de los grupos homosexuales de Estados Unidos: el grupo gay presionó para que se usase un protocolo de drogas combinadas y para que no se realizaran pruebas clínicas en fase III, lo cual aceleraría el proceso.Como resultado, el SIDA pasó en tiempo record de ser una enfermedad mortal a ser una enfermedad crónica controlable.De haber seguido los pasos estándar el SIDA aún sería mortal y miles de personas habrían muerto y seguirían muriendo.
  • El juramento hipocrático dicta que un médico debe hacer todo lo que esté en su mano para ayudar a su paciente. Más aún, desde la declaración de Helsinki de 1975 se ha añadido que “La preocupación por el sujeto debe prevalecer sobre la preocupación por la ciencia y la sociedad”
  • Por el contrario, muchos médicos actuales están sobre todo preocupados por no hacer nada ‘no científico’, como sí hacían sus colegas en el pasado. No hacen lo posible por sus pacientes sino por el avance de La Ciencia, entendida como una realidad global a la que deben contribuir con total indiferencia por los casos individuales.‘Ser científico’ significa por tanto limitarse a aplicar fármacos probados en fase III, y dejar en el tintero otros probados en fase II que, pese a no aportar una seguridad estadística, podrían ayudar a un conjunto significativo de pacientes.
  • De esa forma, lo único alternativo que pueden ofrecerles a sus pacientes es la participación en una prueba clínica, pagada por una empresa farmacéutica, que pondrá a prueba UN solo fármaco de cada vez, que apuntará un solo camino bioquímico y que, por tanto, tiene todas las papeletas para no ser curativo ni para incrementar significativamente su período de sobrevida.
  • La reacción típica de aquellos a quienes se les propone usar un fármaco que no ha pasado de fase II es: “eso no es científico”, a veces con indignación. Lo peor de lo que se le puede acusar a algunos médicos no es que no estén ayudando realmente a sus pacientes, sino que hayan perdido prestigio y sean considerados como “charlatanes” por sus colegas.
  • Alrededor de la investigación contra el cáncer surgen infinidad de centros que asumen esa forma de ‘avanzar’: dedicados a indagar en las infinitas implicaciones de un determinado proceso bioquímico, proteína o gen, y expertos en esa particularísimo mecanismo, desarrollando una profunda visión túnel: sólo perciben una hoja de un árbol del bosque, y carecen de la perspectiva global para entender que la suma de todos los centros que investigan de esa forma jamás aportará una visión global.
  • Muchos oncólogos que son conscientes de esa trampa conceptual en la que está inmersa la práctica clínica deciden crear centros de oncología integrativa donde se aplica todo aquello que tiene cierta evidencia científica de funcionar (natural o no, haya pasado por fase III o no) y que no dañará excesivamente a sus pacientes. Son centros donde los médicos están más preocupados por ayudar a los enfermos que por medrar en la comunidad ‘científica’. Y los casos de remisiones y períodos de sobrevida de larga duración suceden en ellos con frecuencia.
  • Pero jamás verás publicados en ningún medio ‘mainstream’ reportajes que muestren la labor de estos centros, ni casos de remisión radical, despreciados por la comunidad científica como “anecdóticas remisiones espontáneas”.
  • Los medios de comunicación y buena parte de los médicos padecen un serio trastorno: el de quien ‘no sabe que no sabe’. Los cimientos de sus creencias se aposentan en que este sistema es el mejor y que ha demostrado que proporciona un avance real; y que todo aquel que lo critique es un chamán, un anticientífico, un conspiranoico y un magufo.Aposentan sus juicios sobre la creencia inamovible de que el avance en la medicina es real y que el sistema científico es el mejor posible; ni siquiera se permiten considerar que exista un problema y, con ello, le siguen el juego a los verdugos de una sociedad que tampoco sabe nada de lo que realmente está sucediendo.
  • Algunos medios por fin difunden lo que es un secreto a voces. Incluso un medio como El Mundo lo hace, por boca de todo un presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica: hacemos los ensayos clínicos que quiere la industria farmacéutica
  • Para que esta hipnosis colectiva se mantenga hay que aleccionar a las masas y a los médicos, haciendo creer que realmente se avanza hacia una cura: por eso constantemente se lanzan mensajes superlativos de nuevos posibles avances (que están en etapas preliminares, a veces sólo en ciencia básica; qué curioso cómo estos estudios sí se emplean para manipular).En esta noticia de El Mundo (de nuevo he sido gratamente sorprendido por un periódico por el que no apostaba ni un real) se explica claramente: esos supertitulares sobre el cáncerEl objetivo es hacer creer que nos movemos en la dirección correcta, para que permanezcamos contentos y expectantes, convencidos de que, a la vuelta de la esquina, cuando menos lo esperemos y mientras sigamos haciendo las cosas de la misma manera, nos llegará la buena noticia definitiva.Pero esa noticia no llegará jamás, porque no es posible que lo haga.De hecho, nos están preparando para seguir haciendo caja indefinidamente haciéndonos creer que el cáncer es un enemigo tan poderoso que, a lo mejor, jamás lo podremos derrotar.
  • Las estadísticas oficiales, tras metaanálisis rigurosos, lo confirman: sólo algunos linfomas, las leucemias infantiles (que por cierto se tratan con un enfoque de cóctel de quimioterapias, no con una sola droga) y los cánceres de testículos pueden ser tratados exclusivamente con quimioterapia (un 8% del total). Para el resto, el avance es mínimo o inexistente, y sólo el fármaco Gleevec parece haber aportado últimamente una eficacia real. A día de hoy, las metástasis y los gliomas malignos están casi igual de lejos de ser derrotados que hace 50 años.
  • La manipulación de las estadísticas y el muro de silencio impuesto por los medios de comunicación es vigilado con mano de hierro: todo aquél que aparezca en un medio sugiriendo que hay que apartarse del dogma será seriamente castigado.
  • El resto de la desinformación es efectuada por webs, blogs e investigadores a sueldo para desprestigiar cualquier desviación crítica con la norma: bienintencionados o lobistas, todos ellos contribuyen a sembrar la confusión e impedir el acceso a una información contrastada y de calidad.Las probabilidades de que uno de esos lobistas aparezca en un medio mainstream echando por tierra las ‘conspiranoias’ es mucho mayor que el que aparezca alguien diciendo la verdad.
  • La situación actual se resume con el cuento de El traje nuevo del emperador: todo médico o ciudadano que preste oídos a toda teoría “alternativa”, no importa lo bien hilvanada argumentativamente que esté, no importa la seriedad de los datos que la sostengan, será tachado de magufo y conspiranoico y se usará contra él una sopa de argumentos falaces destinados a manipular: “¿No me digas que eres tan poco inteligente que te crees eso?”, “Así que eres un anticientífico ¿También crees en invasiones alienígenas?”.Su empeño es avergonzarnos y forzarnos a que digamos que realmente vemos el traje invisible del emperador. Se dedican a dividir para vencer, sembrando dudas acerca de las intenciones o el prestigio de quien atente contra el dogma.Es la desinformación de toda la vida, la de maestros como Joseph Goebbels, porque saben el peligro que para ellos constituye quienes decimos que el emperador va desnudo.
  • Los médicos son recluidos en el redil ante la amenaza de ser acusados de anticientíficos, y los que muestren mayor estupidez y cinismo serán promovidos allí donde puedan ejercer una influencia más profunda y duradera a favor de las corporaciones y en contra de los ciudadanos: como en tantos órdenes de la vida, los mejores, los más concienciados, optarán por la insumisión activa y, desde sus puestos como médicos de familia, oncólogos u otros cargos, intentarán ayudar a sus pacientes en la medida de sus posibilidades, mientras son sometidos a diario escrutinio.Por el contrario, los que asumen con alegría el estándar y no se plantean nada más, verán premiada su ausencia de esfuerzos. Por eso los puestos de mayor poder son copados (en muchas ocasiones, no siempre, claro está) por quienes podrán ejercer una labor realmente más nefasta sobre el avance médico. Y por eso son tan elevados los premios en especie para quienes se mantengan en el redil y tan funestos los castigos para los que se salgan.
  • Sólo hay que seguir el rastro del dinero: acabamos de dejar claro que los principales damnificados son los pacientes y los médicos honestos, mientras el estamento médico que copa el statu quo y las farmacéuticas se reparten beneficios astronómicos.
  • Si a eso le añadimos que el actual paradigma del cáncer entendido como enfermedad genética en vez de metabólica, que ya he tratado en otro artículo, sólo añadirá más heterogenenidad, más dificultad a la labor de investigación, más confusión, error y miseria, nos encontraremos inmersos en la tormenta perfecta.
  • Algunos ejemplos de pseudociencia médica más o menos reciente:
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    • El premio Nobel a Antonio Egas Moniz, inventor de la infame lobotomía, utilizada extensamente y que sólo dejó de aplicarse en 1967
    • El mito del colesterol y de las grasas saturadas, que aún perdura en gran parte del estamento médico, basado en estudios manipulados, defectuosos o inexistentes que sólo han servido para vender estatinas y demonizar alimentos tan saludables como los huevos.
    • La pirámide nutricional estándar, que no sólo está basada en estudios inconsistentes, sino que todo parece indicar que nos ha llevado a la actual epidemia de enfermedades crónicas que nos asola.
    • Avastín, un medicamento antiangiogénico que costaba una fortuna a las sanidades públicas debido a su precio desorbitado, comenzó a levantar las alertas debido a las sospechas de que los riesgos de su aplicación eran mucho más elevados que sus modestos beneficios. 16 ensayos clínicos concluyeron que su uso llevaba asociado un incremento significativo del riesgo de complicaciones fatales y a que no incrementaba el período de supervivencia.En este artículo aparecido en El Mundo queda claro:“…averiguar qué personas se beneficiarían del tratamiento con Avastin pasa por realizar estudios biológicos que determinen qué biomarcadores predicen este efecto positivo y cuales indican el futuro fracaso. «Habría que hacerlo -subraya Cubedo-; pero, ¿quién lo hace?».Por un lado, las farmacéuticas «no tienen ningún incentivo para llevar a cabo estas investigaciones», señala este oncólogo. Por otro, «cuestan demasiado dinero para que las hagan otras instituciones».Mientras tanto, bevacizumab se sigue administrando o se prohíbe para ciertos tumores, en función de las decisiones de las diferentes agencias reguladoras (Reino Unido, por ejemplo, ya le impuso serias restricciones).¿Cuál es la acertada? Para Hayes, los beneficios de su uso generalizado «podrían no estar justificados» dados los «modestos» beneficios detectados y al enorme coste de este fármaco (unos 30.000 euros por paciente).”
    • La constante aparición de quimioterápicos basados en pruebas endebles y que aportan beneficios dudosos o inexistentes: fármacos que se aprueban pero que NO han demostrado alargar la vida como apunta este artículo de medscape“Their analysis showed that 36 of 54 (67%) cancer drug approvals from 2008 to 2012 were made on the basis of surrogate markers — either tumor response rate or progression-free survival, in about equal frequency.But over a median follow-up period of 4.4 years, only 5 of those 36 drugs were shown, in randomized studies, to improve overall survival.Doctors must remember that only two things matter in patient care: living longer and living better. Surrogate end points address neither issue head on, and always require follow-up,»En definitiva, la supuesta fiabilidad estadística que otorgan las pruebas en fase III pueden no ser tales, al usar métricas subrrogadas como parámetros de éxito, que no tienen nada que ver con tiempo y calidad de vida de los pacientes.

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Lo cierto es que gran parte de la ‘ciencia’ médica es un coladero de intereses corporativos espúreos, un semillero de pseudociencia y, por lo tanto, una agrupación de magufos (oficiales, pero magufos).

Eso implica que nos veremos obligados a asumir la responsabilidad de nuestro tratamiento individual si realmente queremos recuperar la salud, pero también que las fuerzas de la psicopatía corporativa que nos gobiernan se opondrán a todo lo que no desemboque en un beneficio máximo.

El conocimiento de esta situación nos conduce inexorablemente a una mayor libertad individual, pero también nos condena a la esclavitud como especie, como grupo.

Mi herejía

Llegado a este punto, y a pesar de todo lo que sabemos acerca de la naturaleza humana, a veces me pregunto, tal vez con infinita ingenuidad: ¿Cómo es posible que hayan conseguido inducir en toda una civilización esta hipnosis colectiva que la obliga a inmolarse en el altar de la ignorancia y de la estupidez, en nombre de un avance que jamás llega?

[bctt tweet=»Mi herejía: la medicina basada en la evidencia es el sueño húmedo de la industria farmacéutica»]

La medicina basada en la evidencia se ha convertido en una burda manipulación colectiva destinada a obtener ganancias con la connivencia de una parte del estamento médico, por la vía de impedir nada que no haya sido probado en ensayos fase III (y siempre con una droga de cada vez), que sólo la industria farmacéutica tienen la capacidad de poner en marcha, y una garantía de que no existirá jamás un avance médico real para el tratamiento de las enfermedades crónicas.

El Cáncer YA se podría curar si la estructura de investigación cambiara radicalmente. Y, de hecho:

[bctt tweet=»Muchos cánceres incurables ya se curan, pero sólo por quienes conocen, experimentan y arriesgan»]

¿Qué mensaje debería calar en ese público, en esos médicos e investigadores, desde mi punto de vista?

  • Que ’los cánceres’ son en realidad ‘el cáncer’, y que tienen más similitudes que diferencias. Si deseamos encontrar diferencias, sin duda las encontraremos, pero eso sólo servirá a los intereses de quienes quieren multiplicar fármacos.
  • Que el metabolismo de todos ellos es similar
  • Que hay que permitir a los médicos que utilicen estudios en fase II, con un número limitado de pacientes, para usar otros tratamientos potenciales y no tener que limitarse a los estudios en fase III
  • Que deben tener más libertad para recetar cócteles de fármacos, lo cual podría incrementar exponencialmente la efectividad terapéutica, y que deberían aprender de las clínicas de oncología integrativa.
  • Que la solución debería basarse en hacer políticas reales de salud preventiva con dietas adecuadas (y soy consciente de lo peliagudo que será definir y estudiar qué se considera una dieta adecuada, aunque existen estudios al respecto), y un control estricto sobre las compañías alimentarias y químicas mediante unas leyes que impidan que la industria adultere los alimentos o que utilice publicidad engañosa, falsa y manipuladora para promocionarlos.
  • Promover y ayudar el cultivo orgánico y la ganadería basada en recursos sostenibles

3 Protocolos con cócteles de fármacos off-label

Actúa

Puedes hacerlo de dos formas.

Individualmente: enséñale a tu oncólogo documentos como este artículo, el documental o los listados de fármacos off-label. Tal vez alguno quiera intentar aplicar un protocolo con una combinación lo más benigna posible de fármacos. Sea cual sea su reacción, te servirá para catalogarlo.

Si rehúsa ni tan siquiera escuchar, yo me buscaría inmediatamente otro oncólogo (de hecho es lo que nosotros hicimos), hasta encontrar a alguien con sentido común.

Colectivamente: la ira puede ser un fantástico motor. La del hartazgo de hormigas quijotescas como un servidor, hastiados de presenciar esta epidemia de indiferencia y estupidez que nos está arrastrando al peor escenario posible: el de unos ciudadanos convertidos en simples televidentes y contribuyentes, incapaces de elaborar un solo pensamiento crítico y articularlo en forma de acción transformadora.

Si bien existen grupos comprometidos con una mejora de las condiciones generales, en detrimento de la asfixia corporativa que nos aprisiona, el mundo es cada vez más un escenario distópico cuyas barbaridades atrofian nuestra sensibilidad.

Por lo que a mí respecta:

  • Se acabó el callar cuando a quien ejerce el libre ejercicio de la inteligencia y del sentido común se le tacha de conspiranoico.
  • Se acabó el callar cuando un cretino con título defeca en un comentario que los magufos como yo hacemos mucho daño.
  • Se acabó el callar cuando un imbécil con ínfulas y fatiga intelectual nos acusa de anticientíficos cuando sólo pedimos MÁS Y MEJOR ciencia.
  • Se acabó la paciencia y la corrección política para toda esa pandilla de “lameculinoicos

Y hay que hacerlo ya

Una vez dicho esto, te propongo que, entre todos, elaboremos una hoja de ruta que combine las acciones individuales y colectivas más efectivas para forzar un cambio.

Mis sugerencias de acciones individuales y colectivas son:

  • Crear un foro específico relativo a cócteles de fármacos y, sobre todo, importante, donde hacer sugerencias de alimentos, suplementos o hierbas, baratas y accesibles, que pudieran sustituir a cada fármaco o tipo de fármaco.
  • Que, como he dicho anteriormente, muestres este artículo o el documental o los libros o los estudios, o todos ellos, a tu oncólogo, para intentar acciones terapéuticas en forma de cóctel, y que cuentes aquí o en el foro tu experiencia: si se negó o no, las razones que te dio, los fármacos que sí estuvo dispuesto a usar…
  • Lanzar una campaña en Change.org u otras plataformas similares para concienciar de la necesidad de emplear contra el cáncer, de forma habitual, cócteles con fármacos que han demostrado eficacia en fases previas, pero que nadie está dispuesto a probar en fase III.

Te pido que me indiques si te parecen adecuadas estas acciones y que propongas las tuyas en los comentarios.

Porque sólo la acción, individual y colectiva, nos librará de un destino impuesto por instancias contrarias al bienestar de la humanidad en general y de cada uno de nosotros en particular.

Esto no es una llamada banal a la rebelión sin criterio, sino un intento por salvar la mayor cantidad posible de vidas: con que sólo uno de vosotros consiga revertir un destino trágico habrá valido la pena, pero estoy seguro de que puede significar mucho más.

Sólo hay que recordar que todo largo viaje comienza con un primer paso.

49 Comments

  1. Fran P. 13 de noviembre de 2015
    • Alfonso Fernández 13 de noviembre de 2015
  2. Antonio 13 de noviembre de 2015
    • Alfonso Fernández 14 de noviembre de 2015
  3. Nerjeño 13 de noviembre de 2015
    • Alfonso Fernández 14 de noviembre de 2015
  4. graciela fernandez 14 de noviembre de 2015
    • Alfonso Fernández 15 de noviembre de 2015
  5. Carlos 14 de noviembre de 2015
    • Alfonso Fernández 15 de noviembre de 2015
  6. Emilia 14 de noviembre de 2015
    • Alfonso Fernández 15 de noviembre de 2015
  7. ale 15 de noviembre de 2015
    • Alfonso Fernández 15 de noviembre de 2015
  8. Hugo Andrés 16 de noviembre de 2015
    • Alfonso Fernández 18 de noviembre de 2015
  9. Pedro 17 de noviembre de 2015
    • Alfonso Fernández 18 de noviembre de 2015
      • Pedro 27 de noviembre de 2015
      • Alfonso Fernández 2 de diciembre de 2015
  10. Mejorartedesdeya 19 de noviembre de 2015
    • Alfonso Fernández 19 de noviembre de 2015
  11. Mágina 2 de diciembre de 2015
    • Alfonso Fernández 3 de diciembre de 2015
  12. Manuel 6 de diciembre de 2015
    • Alfonso Fernández 8 de diciembre de 2015
  13. África 8 de diciembre de 2015
    • Alfonso Fernández 11 de diciembre de 2015
  14. lidia 28 de febrero de 2016
    • Alfonso Fernández 3 de marzo de 2016
  15. Pablo Chinarro Vinuesa 15 de mayo de 2016
    • Alfonso Fernández 15 de mayo de 2016
  16. Miguel Calderón reaño 17 de julio de 2016
    • Alfonso Fernández 17 de julio de 2016
  17. Jose Maria Raventos 27 de octubre de 2016
    • Alfonso Fernández 27 de octubre de 2016
  18. José María Raventós 29 de octubre de 2016
  19. Isabel 30 de octubre de 2016
    • Alfonso Fernández 30 de octubre de 2016
  20. Isabel 30 de octubre de 2016
    • Alfonso Fernández 30 de octubre de 2016
  21. Elena Saez Gabikagogeaskoa 29 de marzo de 2017
    • Alfonso Fernández 29 de marzo de 2017
  22. Lucía 9 de junio de 2017
  23. Ramona 13 de diciembre de 2018
    • Alfonso Fernández 1 de septiembre de 2019
  24. Chio 30 de agosto de 2020
    • Alfonso Fernández 31 de agosto de 2020
  25. Loli 19 de mayo de 2021
  26. Pingback: SINERGIA: arma vital contra el cáncer 15 de noviembre de 2022

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